Se besaron íntimamente y cuando se separaron, Emmelyn sonrió tan ampliamente que le dolía la mandíbula.
—Soy tan afortunado de que no se necesita mucho para hacerte sonreír... jejeje —comentó Marte. También estaba feliz. Emmelyn era una mujer con un buen carácter. Sabía cómo apreciar a las personas.
Marte recordó cuando obtuvo acceso a su cofre del tesoro, lo primero que hizo fue recompensar a aquellos cocineros en la cocina que habían trabajado duro para cocinar sus platos favoritos.
Así que él pensó, si hacía algo lindo por ella, definitivamente él también recibiría una recompensa.
¡Y tenía razón!
Obtener un beso íntimo por una jarra de vino resplandeciente valía tanto la pena.
De ahora en adelante, seguiría pensando en pequeñas cosas para hacerla feliz y así poder obtener más recompensas... jejeje.
—Ejem... déjame llamar al cochero para que nos traiga nuestro vino resplandeciente —dijo Marte con una amplia sonrisa.
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