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Capítulo 8

"Debo mencionarle que antes de ser perseguidas, este reino estaba habitado por brujas, teníamos nuestra propia academia mágica y una gran biblioteca pública en donde se promovía todo el conocimiento de la magia hacia todos los rincones de Sorenberg, todo se terminó cuando llegaron los misioneros cristianos, especialmente uno llamado Franz. Ellos comandaron persecuciones a las brujas del pueblo, destruyeron la academia convirtiendo sus ladrillos en cenizas, quemaron todos los libros a excepción de uno que aun tengo guardado y eso es porque afortunadamente logré rescatarlo de entre las cenizas.

Cuando los sacerdotes quemaron todos los libros de la biblioteca, dejaron las cenizas durante tres días como símbolo de victoria contra la magia y la brujería. En el tercer día yo me acerqué a las cenizas y logré ver un libro ligeramente quemado en una de sus esquinas, estaba completamente entero salvo por esa pequeña quemadura. Así que decidió rescatarlo. Ese es el único libro en toda la tierra conocida sobre magia y hechicería y lo tengo en mis manos."

"Melissa, si no es mucha molestia podrías prestarme el libro, cualquier artefacto mágico me resultará útil en mi misión de construír la civilización mágica."

"Claro su majestad, sígame."

En eso, Melissa abre la puerta de su cabaña y ambos entramos dirigiéndonos a un pequeño cuarto rústico. Melissa se acerca hacia el suelo y del piso jala un pequeña cuerda de color amarilla. Una compuerta se abre y de ahí saca un libro lleno de polvo gris. 

Era justo ese libro que había mencionado Melissa, pues tenía una de sus esquinas carbonizadas por el fuego, pero aún era útil, el libro estaba sano y salvo, milagrosamente las llamas no alcanzaron a destruirlo por completo.

"Aquí tiene su majestad, solo tenga cuidado de que las autoridades de la iglesia no lo descubran pues lo quemarán y quién sabe que le hagan a usted, tal vez lo ejecuten en la hoguera."

"Tonterías Melissa, yo soy un príncipe, yo gobierno este reino junto a mi esposa Bartolomea, si yo quiero puedo enviar a quien sea a la hoguera pero nadie me puede mandar a mi. No te preocupes, ese libro está sano y salvo en mis manos, lo cuidaré con mi vida si es posible."

De vuelta en mi oficina, tomé el libro con mis dos manos y procedí a quitarle el polvo que tenía encima, sacudiendolo y soplándole con gran fuerza.

Luego procedo a abrir el libro el cual se titula solamente como Alquimia. Comienzo a hojearlo y descubro que algunos párrafos del texto están escritos en un idioma extraño el cual no logro identificar sin embargo otras partes estaban escritas en mi idioma, por lo que procedo a leer uno de los párrafos, especialmente una de las partes que más llamó mi atención y dice así:

«La fuente de energía de la magia proviene de los cristales de Bering. Estos cristales surgen naturalmente de la tierra, por lo general en cuevas subterráneas de donde la luz del sol no llega a iluminar, pues se requiere de una completa oscuridad para que estos cristales se puedan generar de manera natural. Casi siempre son lugares cercanos a yacimientos de cobre, hierro o azufre, aunque no siempre es su caso. Una vez que se generan estos cristales incluso pueden emerger de la tierra sobre pequeños riachuelos de donde se pueden recoltectar dichos cristales, aunque los cristales más grandes y por lo tanto de mayor poder suelen ser obtenidos directamente del subsuelo. .»

Claro! dije en mi mente, como no lo había pensado antes? La magia también necesita de una fuente de energía. Así como en mi mundo, usamos fuentes como el carbón, el petróleo y el gas natural para mover nuestra civilización. La Civilización mágica se basará en la producción y minería de los cristales de Bering. 

Continué leyendo 

«La energía mágica puede ser de gran ayuda para el movimiento de objetos pues este proceso se conoce como levitación.»

¿Levitación? pensé. Este poder mágico será realmente útil pues agilizaría muchas de las tareas. De lo contrario, las obras requerirían demasiada fuerza de trabajo, especialmente en un pequeño reino como el nuestro donde no hay tanta mano de obra disponible.

Ahora debía de pensar cuáles eran las obras pertinentes que el reino necesitaba, especialmente para la defensa de las bestias feroces del invierno. Lo primero que se me ocurrió fue la reconstrucción de la gran muralla que rodea toda la ciudadela de Sorenberg. Por alguna razón que todavía no comprendo, Sorenberg poseía una muralla bastante dañada, supongo que era por las pasadas invasiones de los mamuts que atacaban sin piedad la ciudadela. Ahora solo hacía falta reparar dicha muralla y fortalecerla para que esta soportara aún más ataques de bestia feroces y de otros enemigos que estarían dispuestos a invadirnos.

En ese momento, comencé a hurgar entre todos los papeles que tenía encima de mi escritorio. Específicamente, estaba buscando documentos acerca de las finanzas del reino para calcular cuánto dinero necesitaríamos para el levantamiento de una nueva muralla la cual sería construída a base de la cosecha de cristales de Bering.Tenía que saber cuanto poseíamos de presupuesto para comenzar con el trabajo

Para mi sorpresa, estábamos en la absoluta quiebra. Apenas habían utilidades durante el año. Todo se estaba desperdiciando en gastos de la nobleza, en fiestas, lujos, en eventos deportivos, joyería y decoraciones para los castillos. 

Era un desastre. ¿Pero quién está a cargo de las finanzas de este reino, me pregunté? ¿acaso era yo? me puse a reflexionar y por fin, los recuerdos de mi nuevo cuerpo me llegaron. Resulta que todo este tiempo, yo era el nuevo responsable de las finanzas, lo comencé a hacer desde el primer día que llegué a este reino y por lo visto era pésimo.

La verdad no le daba la menor importancia a la salud financiera del reino. A los nobles solo les importaba cuidar de sus comodidades. Qué digo comodidades, solo les importaba el derroche de recursos. 

Era inaudito, debía de reformar el plan financiero de Sorenberg. Así que me dí a la tarea de eliminar todos esos gastos innecesarios. Me propuse que llegando al castillo, debía escribir un nuevo decreto para eliminar esos gastos para posteriormente entregárselos al comité de asesores reales y explicarle que estábamos en bancarrota por el excesivo gasto en nimiedades. 

Ni siquiera había presupuesto para obras tan básicas como saneamiento, el mantenimiento de las carreteras, la pintura de las paredes. Lo único en lo que se gastaba que fuera de utilidad era en la protección del reino, en los salarios de los soldados, en municiones, en armamento y armadura para los militares, pero incluso eso estaba mal asignado pues algunas tropas que había visto con mis propios ojos estaban desprovistas de armamento suficiente pues no poseían armadura.

¿Como entonces era posible comenzar con los trabajos pertinentes para la civilización mágica? Debía de pensar en cómo generar ingresos, pero eso tomaría demasiado tiempo y quizás no tendríamos un superávit presupuestario hasta después del largo y frío invierno, por lo que por ahora debía de pensar una manera de construir la fortaleza sin la necesidad de un gran presupuesto, debía de usar lo poco que tenía, y la mejor manera que se me había ocurrido era usando la levitación. Con ese poder, requeriría de muy muy poca mano de obra, tal vez solo la ayuda de la bruja Melissa quien me ayudaría a mezclar la arcilla y moverla de un lado a otro, así como los materiales necesarios para la obra. Tal vez necesitaría algunos obreros pero solo como asistentes de Melissa. Pensándolo bien y volviendo a ver los números del presupuesto, teníamos suficiente para pagarle a unos cuantos obreros y a Melissa para levantar la muralla. Ahora solo hacía falta obtener los cristales mágicos como fuente de energía para el poder de la levitación, pero ¿cómo los obtendría?