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EL OSCURO DESIGNIO (56)

Nur no pareció ni sorprendido ni asustado. Dijo, en inglés:

¿Puedo entrar?

¡Ya lo creo que entrarás! rugió Tom. Pero no hizo ningún gesto para meterlo dentro, de todos modos. Algo en el moreno hombrecillo prometía fuertes represalias si era atacado.

Nur entró. Farrington, echando chispas, se puso en pie.

¿Estabas escuchando?

Obviamente.

¿Por qué? preguntó Tom.

Porque, cuando los tres entrasteis en el barco, pude ver por vuestras expresiones que algo malo ocurría. Peter estaba en peligro.

Gracias, Nur dijo Frigate. Tom Rider cerró la puerta.

Necesito otro trago dijo Martin.

Nur se sentó sobre un arcón. Martin se sirvió un whisky doble. Tom dijo:

¿Lo has oído todo? Nur asintió.

¡Hubiera sido mejor que nos hubiéramos puesto en cubierta con un megáfono y se lo hubiéramos dicho a todo el mundo! aulló Martin.

¡Por el amor del cielo! dijo Tom. ¡Ahora tenemos otro problema entre manos!

No tenéis más necesidad de matarme a mí de la que teníais de matar a Peter dijo Nur. Sacó un cigarro de su bolsa de costado y lo encendió. He oído a vuestras mujeres decir que iban a volver pronto. Así que no tenemos mucho tiempo.

Es un tipo frío, ¿eh? dijo Tom a Martín.

Como un agente experimentado. Nur se echó a reír.

No dijo. Más bien como alguien que ha sido elegido por un Etico. Hizo una pausa.

Podéis quedaros mirándome así. Pero hace mucho tiempo que hubierais debido preguntaros por qué me había unido vosotros desde un principio, y por qué me había quedado con vosotros en un viaje tan tedioso y agotador.

Martin y Tom abrieron al unísono sus bocas.

Sí dijo Nur, sé lo que estáis pensando. Si yo fuera un agente, pretendería ser uno de los reclutas de los Eticos. Creedme, no soy un agente.

¿Cómo podemos saber que no lo eres? ¿Puedes probarlo?

¿Cómo sé yo que los agentes no sois vosotros dos? ¿Podéis probarlo? El capitán y el primer contramaestre se quedaron sin habla.

¿Cuándo habló contigo el misterioso extraño? dijo Frigate. ¿Y por qué no le dijo a

Tom que tú también estabas en esto?

Nur se alzó de hombros.

Se me apareció poco después de su visita a Tom. No sé exactamente cuándo. Con respecto a la segunda pregunta, no conozco la respuesta.

»He llegado a sospechar que el Etico pudo no decirme la verdad. Podía estar mintiendo en el sentido de contarte solamente una parte de la auténtica situación. Por qué, no lo sé. Pero me siento intrigado.

Quizá lo que debiéramos hacer sería dejar a esos dos detrás dijo Martin.

Si lo hacéis dijo Nur, Peter y yo tomaremos la vía expreso, y estaremos en la Torre mucho antes que vosotros.

Está parafraseando la canción de Bobby Burns, esa que tu cantas tan a menudo dijo

Tom a Martin.

Martin gruñó.

No pueden ser agentes de los enemigos de tu visitante, Tom dijo. De otro modo, nos hubieran atrapado hace mucho tiempo. Así que tenemos que creerles. Aunque sigo sin comprender por qué el Etico no nos habló de Nur.

Tom propuso un brindis a la salud de la recién formada pandilla, y bebieron. Entonces oyeron a las mujeres en cubierta. Los hombres estaban riendo de uno de los chistes de Martin cuando las mujeres entraron en la cabina, pero habían tenido tiempo de concertar una reunión más tarde en las colinas.

Al día siguiente se reunieron con Podebrad, que les presentó a su equipo de ingenieros. Se lanzaron inmediatamente a discutir las características del dirigible.

Frigate observó que deberían construirlo de acuerdo con su objetivo. Sí sólo pretendían llegar cerca de las fuentes, iban a necesitar una aeronave lo suficientemente grande como para llevar consigo el combustible suficiente para llevarlos hasta allí. Tenía que poseer un techo de más de cinco mil metros. Si pretendían pasar por encima de las montañas y circunvolar el mar polar, entonces tenían que construir uno cuyo techo fuera de diez mil metros.

Todo ello, por supuesto, si las historias acerca de su altura eran ciertas. Nadie lo sabía con certeza.

Iba a tomar mucho tiempo el diseñar y construir un dirigible rígido para el largo y alto vuelo. Requeriría una tripulación mucho más numerosa y, en consecuencia, mucho más entrenamiento. A grandes altitudes, los motores necesitarían más potencia. Además, los vientos allí serían probablemente mucho más fuertes que los de superficie. Demasiado fuertes. El zepelin tendría que llevar reservas de oxígeno para el personal y los motores. Aquello haría la carga mucho más pesada. Y estaba el problema del posible congelamiento de los motores.

Sería ideal si pudieran utilizar motores a chorro. Esos, sin embargo, eran ineficientes a baja altitud y a poca velocidad. Las aeronaves no podían utilizarlos a menos que ascendieran a grandes alturas. Desgraciadamente, no disponían de los metales necesarios para construir un reactor.

Podebrad replicó fríamente que un dirigible rígido quedaba eliminado. Estaba interesado tan sólo en el tipo pequeño no rígido. Podría cruzar las montañas manteniéndose a una altura de cuatro mil metros. Sabía que las montañas ascendían en algunos puntos hasta los seis mil metros. El vehículo podía simplemente bordearlas hasta que llegara a aquellas de menor altura.

Eso requerirá más combustible, puesto que hará el viaje más largo observó Frigate.

Obviamente dijo Podebrad. La nave deberá ser lo suficientemente grande como para estar preparada para eso.

Resultaba claro que Sinjoro Podebrad era el jefe. Al día siguiente se inició el Proyecto Aeronave. Fue completado en ocho meses, cuatro menos de los calculados. Podebrad era un buen dirigente.

Nur le preguntó a Podebrad cómo iban a encontrar Virolando sin mapas.

El checo respondió que había hablado con varios misioneros que eran originarios de allí. Según sus relatos, Virolando estaba cerca de la región ártica en la cual iniciaba su curso el Río. Se hallaba a unos cincuenta mil kilómetros aproximadamente de las fuentes, y no iba a ser difícil de identificar desde el aire, puesto que se hallaba a orillas de un gran lago con una forma parecida a una clepsidra, y contenía exactamente cien altas espiras de roca, de modo que era imposible confundirlo con otro lago.

Naturalmente, a menos que tuviera algún duplicado en cualquier otro sitio. Más tarde, Frigate dijo:

Tengo mis dudas acerca de su conversión a la Segunda Oportunidad. Todos los miembros que he conocido hasta ahora eran muy calurosos, muy compasivos. Este tipo podría darle lecciones de congelación a una nevera.

Quizá sea un agente dijo Nur.

Los otros se ensombrecieron ante aquel pensamiento.

De todos modos, si lo fuera dijo Nur, ¿no desearía construir un zepelin que pudiera alcanzar grandes alturas para sobrevolar las montañas polares?

No creo que una aeronave pueda subir tan alto dijo Frigate.

Fuera lo que fuese, lo que no podía negarse a Podebrad era la eficiencia. Aunque fracasó en encontrar pilotos para el dirigible, tenía suficientes ingenieros como para construir una docena de aparatos. Y decidió que los pilotos se entrenarían por sí mismos.

Fueron escogidas tres tripulaciones completas, a fin de que, si alguna persona abandonaba por cualquier motivo, siempre se dispusiera de reemplazos. Fue durante el entrenamiento en tierra cuando Frigate, Nur, Farrington, Rider y Pogaas empezaron a tener sus dudas. Ninguno de ellos sabía mucho sobre motores, lo cual significaba que debían recibir también entrenamiento. ¿Por qué los utilizaba Podebrad, cuando disponía de experimentados ingenieros y mecánicos?

Había planeado una tripulación de sólo ocho personas. Pero, según su promesa, los cinco del Abigarrado serían asignados a la primera tripulación. Podebrad iría en cada vuelo de ensayo, aunque ostensiblemente sólo como observador.

Frigate estaba nervioso cuando emprendió su primer vuelo, pero su experiencia con globos le ayudó a superar aquel momento.

Uno tras otro, la tripulación fue entrenándose. Luego el gran dirigible semirígido emprendió varios vuelos de prueba de seiscientos kilómetros ida y vuelta. Pasaron por encima de cuatro cordilleras de montañas, lo cual les permitió conocer valles que nunca antes habían visto, pese a estar prácticamente en la puerta de al lado.

La noche antes del gran vuelo, las tripulaciones asistieron a una gran fiesta dada en su honor. La tripulación del Abigarrado, menos las mujeres del capitán, el primer contramaestre, y de Frigate, estaba allí. Las mujeres se habían puesto furiosas, comprensiblemente, por haber sido dejadas de lado. Aunque ya habían tomado otros amantes, no habían olvidado a sus anteriores compañeros de cabina.

Nur había llegado a Nueva Bohemia sin mujer, de modo que no tenía que preocuparse en este aspecto.

Poco antes de medianoche, Podebrad envió a todo el mundo a casa. El despegue se produciría inmediatamente antes del amanecer, y la tripulación tenía que estar en pie mucho antes. El grupo de Farrington se retiró a una cabaña cerca del gran hangar de bambú y, después de charlar unos momentos, todos se durmieron. Habían esperado que Podebrad anunciara su renuncia y su partida en la fiesta. Pero era obvio ahora que esperaba a hacerlo cuando estuviera en el dirigible.

Quizá tema ser linchado dijo Martin.

Frigate fue el último en dormirse o, al menos, así lo supuso. Martin podía estar pretendiendo que dormía. Aunque no había evidenciado ningún temor, seguía sin gustarle en absoluto el volar.

Frigate dio vueltas y vueltas en la cama, demasiado tenso como para dormirse. El sueño siempre cuesta en llegar la noche antes de acontecimientos importantes, como le había ocurrido en las vísperas de los partidos de fútbol u otras competiciones. Demasiado a menudo, el insomnio se había transformado en cansancio al día siguiente, y así no había podido dar de sí todo lo necesario. La preocupación de no rendir lo suficiente se había traducido efectivamente en no rendir lo suficiente.

Además, habiendo tripulado aviones en las Fuerzas Aéreas del ejército de los Estados Unidos cuando era joven, y globos en su edad madura, sabía los peligros con los que podía enfrentarse.

Se despertó de un ligero sueño al oír el rugir de motores y el girar de hélices.

Saltó de la cama, abrió la puerta, y miró fuera. Aunque sólo podía ver bruma, supo que aquel ruido sólo podía tener una fuente.

Le tomó un minuto escaso despertar a los otros. Vestidos sólo con sus faldellines, y echándose gruesas y largas toallas sobre los hombros, echaron a correr hacia el hangar. Varias veces tuvieron que sortear cabañas, y tropezaron y estuvieron a punto de caer a menudo. Finalmente, cuando llegaron a la parte alta de la pendiente de las llanuras, sus cabezas estuvieron fuera de la bruma.

A la brillante luz de las estrellas, vieron lo que habían temido.

Había hombres y mujeres por todos lados, vitoreando soñolientamente. Ellos habían sido quienes habían soltado las cuerdas de amarre del gran dirigible. Ahora, hecho su trabajo, contemplaban como el vehículo se alzaba lentamente. De pronto fue soltado el lastre de agua, empapando a varios de ellos. Más rápidamente ahora, la aeronave en forma de cigarro se elevó, el morro vuelto hacia el Río. Las luces de la cabina, situadas bajo la larga quilla triangular que recorría toda la parte baja de la nave, resplandecían. Pudieron ver el perfil de Podebrad a través de una ventanilla.

Gritando, maldiciendo, corrieron hacia el dirigible. Pero sabían que ya no podían hacer nada para impedir su partida.

Farrington agarró una lanza apoyada contra el lado del hangar, y la lanzó. Quedó muy corta, y casi estuvo a punto de herir a una mujer. Se dejó caer al suelo y golpeó la hierba con los puños.

Mix saltaba y gritaba y agitaba los puños. Nur agitó la cabeza.

Pogaas lanzó maldiciones en su idioma nativo. Frigate sollozaba. Por culpa de él, los otros habían malgastado nueve meses. Si no hubiera pensado en el dirigible, ahora estarían como mínimo cincuenta mil kilómetros más cerca de su destino.

Lo peor de todo era que habían vendido el Abigarrado. No por nada. Por quinientos cigarrillos y mucho alcohol y algunos favores personales.

Más tarde, se sentaron sombríamente cerca de una piedra de cilindros, aguardando a que su descarga llenara sus cilindros. Los nuevobohemios eran una parlanchina multitud

a su alrededor, discutiendo y maldiciendo a su perdido jefe.

La ex tripulación del Abigarrado y del dirigible permanecía en silencio. Finalmente, Martin Farrington dijo:

Bien, siempre podemos recuperar mi barco robándolo.

Eso no sería honesto dijo Nur.

¿Qué quieres decir con no ser honesto? No estaba pensando en tomarlo simplemente sin pagar por él. Devolveremos exactamente lo mismo que ellos pagaron.

Nunca van a aceptar el trato dijo Tom.

¿Y qué van a poder hacer al respecto?

Hubo un reflujo de actividad, que les hizo callar por un momento. Un hombre había anunciado que el consejo habla elegido ya al nuevo jefe del estado. Era el segundo de Podebrad, Karel Novak. Hubo algunos vivas, pero la mayor parte de la gente se sentía demasiado deprimida como para expresar muchas emociones.

¿Por qué suponéis que nos habrá hecho eso? dijo Martin. Eramos tan buenos tripulantes para el dirigible como cualquier otro, y él nos lo prometió.

La verdad dijo Frigate, sintiendo que iba a rompérsele la voz es que yo no era tan buen piloto como Hronov y Zeleny. Podebrad sabia que si me rechazaba, vosotros organizaríais un infierno. Así que simplemente se fue sin nosotros.

¡El sucio rastrero! dijo Tom. Pero no es eso. Tú eres bastante bueno.

Nunca lo sabremos dijo Martin. Escuchad, ¿pensáis que Podebrad pueda ser un agente? ¿Y que de alguna forma supo lo que éramos y por eso nos dejó atrás, chasqueados?

Lo dudo dijo Nur. Podría ser un agente. Quizá originalmente pretendiera construir un barco de vapor lo suficientemente rápido para ir Río arriba. Entonces llegamos nosotros y le pusimos una abeja dentro del sombrero: el dirigible. Pero al final fuimos nosotros quienes resultamos picados.

Si era un agente, ¿cómo descubrió lo que éramos? Frigate alzó la cabeza.

¡Eso es! Quizá alguna de las mujeres a las que dejamos os oyeron en alguna ocasión hablar de ello. Algunas veces erais más bien descuidados cuando hablábais en vuestra cabina. Quizá Eloise o Nadja os oyeron hablar en sueños. En venganza, se lo dijeron todo a Podebrad, y él decidió que no tenía ningún interés en llevarnos con él.

Ninguna de ellas hubiera podido mantener la boca cerrada durante mucho tiempo

dijo Tom. Hubieran perdido el aliento sacándonos el resto de la verdad.

Nunca lo sabremos volvió a decir Martin, agitando la cabeza.

¿Sí? dijo Tom. Bien, si alguna vez me encuentro con Podebrad, le partiré el cuello.

Primero, yo le partiré las piernas dijo Farrington.

No, yo deseo construir una casa de seis plantas dijo Frigate. Con una sola ventana, en la planta superior. Entonces lo ejecutaremos de una manera típicamente checa. Defenestración.

¿Y qué es eso? dijo Tom.

Arrojarlo por la ventana.

Las fantasías de venganza constituyen un buen método para aliviar la cólera dijo Nur. Sin embargo, es mejor no sentir la necesidad de la venganza. Lo que necesitamos ahora es actuar, no echar vapor por las orejas.

Frigate se puso rápidamente en pie.

¡Tengo una idea! Nur, ¿te ocuparás de mi cilindro por mí? Voy a ir a ver a Novak.

¡Tú y tus ideas! gruñó Farrington. ¡Ya nos han metido en bastantes problemas!

¡Vuelve aquí!

Frigate siguió caminando.