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Capítulo 4: Forjando Lealtades

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La noche cayó sobre la fortaleza del Clan Kurogane, envolviendo la estructura en un manto de sombras. En el corazón de la fortaleza, Akira Kurogane meditaba en la sala principal, su mente en calma mientras canalizaba la energía espiritual a través de su cuerpo. Había perfeccionado esta técnica durante años, un proceso necesario para expandir su poder y su control sobre el Hōgyoku.

La meditación era un hábito que cultivaba diariamente, consciente de que incluso el más mínimo avance podía marcar la diferencia en su misión de consolidar el poder de su clan y asegurar su dominio. Sin embargo, algo interrumpió su concentración.

Un suave golpe en la puerta de la sala lo sacó de su estado meditativo.

—Adelante —dijo Akira, abriendo los ojos lentamente.

Asakura entró en la sala, su rostro grave pero respetuoso. A pesar de haber demostrado su valía en la misión anterior, siempre mantenía una postura de reverencia frente a Akira. Sabía bien que el poder de su líder iba más allá de lo que cualquier Quincy o guerrero podía comprender.

—Capitán, los soldados Quincy han completado el análisis del campo de batalla. No hubo sobrevivientes entre los renegados. Tampoco se encontraron pistas sobre más aliados en las cercanías —informó Asakura, con tono firme.

Akira asintió lentamente, procesando la información. Era un buen resultado, pero no lo suficiente como para hacerle bajar la guardia. Sabía que las amenazas, visibles o invisibles, no desaparecerían tan fácilmente.

—Bien. Asegúrate de que todos los Quincy mantengan su entrenamiento. La verdadera batalla aún no ha comenzado —respondió Akira, su tono frío pero con una confianza inquebrantable.

—Entendido, Capitán —dijo Asakura antes de hacer una reverencia y retirarse.

Cuando la puerta se cerró tras él, Akira volvió a sumergirse en su meditación, pero esta vez, sus pensamientos vagaban hacia algo más. Sabía que, si bien sus Quincy eran leales, necesitaba mucho más que poder militar para asegurar la supervivencia y el crecimiento de su clan. Lealtades más profundas debían ser forjadas, alianzas estratégicas construidas, y sus enemigos... neutralizados.

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Flashback - Renacimiento de un Clan

Recordó los primeros días en los que comenzó a moldear el Clan Kurogane, cuando el concepto de una Sociedad de Almas era apenas un germen en su mente. Apenas tenía ocho años, pero su conocimiento y experiencia de su vida pasada lo impulsaban más allá de la imaginación de los adultos que lo rodeaban.

En esos días, se rodeaba de personas con poder, transformándolas en Quincy para crear un ejército leal. Los primeros en seguirlo fueron aquellos sin dirección, como Asakura, pero también había otros, como Matsuda, que lo seguían por pura ambición.

—El Clan Kurogane no será solo un clan —le había dicho a Rangiku Matsumoto durante una de sus primeras sesiones de entrenamiento—. Será la base de un imperio, y necesitaremos más que fuerza para sostenerlo.

Rangiku, siempre relajada, lo miraba con una mezcla de curiosidad y respeto.

—Lo que propones es ambicioso, incluso para alguien como tú —había dicho con una leve sonrisa—. Pero sé que lo lograrás. Siempre lo haces.

Akira no había respondido en ese momento. Sabía que las palabras no eran suficientes. Su visión debía construirse con hechos, y eso requería tiempo.

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POV - Matsuda, el Ambicioso

Matsuda observaba a su alrededor en la fortaleza, satisfecho con lo que veía. Los Quincy, aunque aún nuevos en su poder, estaban demostrando ser una fuerza formidable. Pero para Matsuda, todo esto no era más que un escalón en su propio ascenso.

Desde el primer día en que fue transformado en Quincy, Matsuda entendió que Akira tenía grandes planes, pero él también tenía los suyos. Su lealtad era hacia el Clan Kurogane, pero en su mente, visualizaba un futuro donde su influencia sería igual de importante que la de Akira. Sabía que el capitán era implacable y difícil de predecir, pero Matsuda no era el tipo de hombre que se conformaba con ser una simple herramienta.

—Si Akira puede expandir su poder, yo también puedo crecer bajo su sombra —pensaba mientras observaba a los nuevos reclutas entrenar en el patio.

A pesar de su ambición, Matsuda también era consciente del poder absoluto que Akira poseía. Intentar desafiarlo directamente era un error que nadie en su sano juicio cometería. Por eso, su estrategia era más sutil: volverse indispensable para el clan mientras ganaba la confianza de Akira.

—Si quiero ganar más poder, primero debo asegurar mi lugar aquí —se dijo a sí mismo.

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Reunión Secreta

Más tarde esa noche, Akira convocó una reunión con Rangiku, Hitsugaya y Uryū Ishida, uno de los líderes clave de los Quincy. El ambiente en la sala de reuniones era serio. Sabían que Akira no los convocaba a menudo sin una razón importante.

—El desarrollo de los Quincy va bien, pero es solo el comienzo. Los Senju y los Uchiha aún no son conscientes de nuestra existencia, pero no permanecerán ignorantes por mucho tiempo —comenzó Akira, mientras caminaba alrededor de la mesa con las manos detrás de su espalda.

Hitsugaya, con su actitud seria y calculadora, asintió.

—El verdadero desafío vendrá cuando nuestros enemigos descubran la naturaleza de nuestro poder. Debemos prepararnos para lo que viene.

Uryū Ishida, con sus ojos afilados y calculadores, intervino.

—Los Quincy aún no han alcanzado su máximo potencial, pero con tiempo, superaremos cualquier obstáculo. Sin embargo, la clave es mantener la ventaja estratégica. Necesitamos asegurarnos de que los otros clanes sigan subestimándonos por el mayor tiempo posible.

Akira asintió ante sus palabras.

—Exactamente. Por eso, debemos enfocarnos en el desarrollo interno y en mantener nuestra presencia oculta. Sin embargo, no podemos permitirnos ser completamente invisibles. Necesitamos hacer ruido suficiente para intimidar, pero no lo suficiente para atraer toda la atención.

—¿Cuál es el próximo paso, Capitán? —preguntó Rangiku, siempre directa.

Akira se detuvo y los miró a todos.

—Desarrollaremos nuestro poder en las sombras. Pero para eso, necesitamos controlar más territorios. A partir de mañana, estableceremos operaciones encubiertas en territorios clave. Los Quincy se infiltrarían lentamente, ganando control desde dentro, y cuando sea el momento adecuado, golpearemos con toda nuestra fuerza.

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Mientras la reunión continuaba, Akira sabía que se acercaban días cruciales. Las semillas que había plantado estaban creciendo, y con ellas, el poder del Clan Kurogane también. Pero sabía que los mayores desafíos aún estaban por venir. Había enemigos, tanto externos como internos, que podrían intentar frenar su ascenso. Y en medio de todo, su ambición por controlar no solo el mundo de los ninjas, sino también otros universos, no hacía más que crecer.

Akira Kurogane estaba destinado a cambiar el mundo. Pero primero, debía asegurarse de que su propio clan estuviera completamente bajo su control.

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