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El Juego de los Elegidos [Finalizada]

¿Que habrá después de la muerte? ¿Existen las segundas oportunidades? Estas preguntas recibieron respuestas. Morí y fui elegido por un juego para adquirir una segunda oportunidad, en la que tendré que mostrar mi valía de que soy digno de vivir y reencarnar en otro mundo desconocido. El miedo se apodera de mí con cada prueba y cada segundo en este gélido lugar, pero no me rendiré, lo que no hice en vida lo haré en mi muerte. Morir una segunda vez, no está en mis planes. -¡Bienvenidos sean todos a... El Juego de los Elegidos!- ***************** La historia de un amigo.

Long_ChinChin · ファンタジー
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41 Chs

Capítulo 33

Kingsley le pregunta muy curioso al ver como el chico es tan conocedor sobre el tema. —¿Y como es que sabes que no es simplemente tierra?

Gabat le contesta tomando un palmo de ceniza y mostrándole está de cerca. —Mira su color para empezar; es mucho más oscura que la tierra que hay por aquí cerca, además de su peculiar olor a quemado que no tiene igual. En Filipinas hay montones de volcanes activos, es muy normal que yo reconozca la ceniza volcánica en cuanto la veo.

Steven no se confía y dice. —Permitan que lo compruebe— Sale volando en línea recta hacia arriba y después regresa confirmando lo que dice Gabat. —Es cierto; en la cima de este pico hay un volcán activo que constantemente humea hacia las nubes— Después añade una noticia aún mejor tras realizar una intrigante pausa. —Pero eso no es lo mejor de todo. Lo mejor es que pude ver también el portal.

Nadie puede evitar alegrarse sumamente con la noticia y entonces Alfred le pregunta. —¿Y bien Steven se encuentra muy lejos o qué?

—Según mis cálculos ha de estar a dos días de camino de aquí manteniendo el rumbo y la velocidad que llevamos. Pero lo más difícil no será eso, sino que hay que cruzar todo el borde del cráter del volcán para llegar a una saliente en la ladera de la montaña muy estrecha que sirve como camino para llegar hasta donde está el portal.

Yo le respondo tras analizar rápidamente la información que nos da. —Lo más difícil puede ser la parte en que tenemos que bordear todo el cráter, porque la del camino estrecho en realidad tiene una fácil solución.

—Explícate— Pronuncia Steven con inquietud.

—Muy simple, tú y Elizabeth pueden ir llevando a cada uno hasta el otro lado mediante sus habilidades que son las idóneas para ello y así nadie toma el riesgo de caerse al cruzar la saliente.

—Buen plan— Pronuncia Alfred apoyando mi teoría y el resto asintiendo con la cabeza muy convencidos.

Prosigue nuestra odisea por alcanzar las cumbres hasta que el frío manto de la noche nos envuelve nuevamente en la oscuridad.

Llegamos a una zona en que hay pequeñas fisuras de lava hirviente que pasan por debajo de la roca en forma de manantial; dentro de una pequeña caverna que por el color y la forma de sus paredes, se nota que ha sido producto de alguna erupción bastante lejana en el pasado al magma derretir la piedra abriéndose paso.

No nos alejamos demasiado de la entrada para estar lo suficientemente ventilados con el aire del exterior y no exponernos demasiado a los gases tóxicos que todos sabemos que libera el magma.

Esta es la primera noche que el frío no nos agobia tanto en todo el tiempo que llevamos en este recóndito lugar, así que es de esperar que todos podamos dormir de forma muy placentera.

Está noche a quien le corresponde hacer la primera guardia es a mí, la que completo sin ningún tipo de dificultad ni inconveniente hasta que despierto a Edith que es la que me releva y minutos después caigo en un sueño muy profundo; hasta que a altas horas de la noche me despierto igual que Elizabeth al ambos escuchar un ruido muy extraño como si de un forcejeo se tratase.

En cuanto abro mis ojos lo primero que percibo es que no hay nadie realizando la guardia y seguidamente observo minuciosamente quienes se encuentran descansando, notamos sin demasiado esfuerzo que no están Edith, y tampoco Alfred.

Casi de inmediato que sacamos cuenta de quienes faltan podemos oír la voz de la chica que dice. —¡Suéltame!— Con dificultad como si le estuvieran cubriendo la boca.

En este momento yo le digo a Elizabeth muy perplejo a la vez que corremos en dirección de donde se escuchó la voz desesperada de nuestra compañera. —Yo no puedo creer que Alfred haya sido el asesino todo este tiempo. Nunca hubo nada que hiciera que yo pensara tal cosa.

Elizabeth me responde no demasiado sorprendida. —Irán yo hasta desconfíe de tí para serte sincera. Desde que el instructor nos dijo que ese demonio podía hacerse pasar por cualquiera he estado sospechando de todos. Pero como quiera de todos uno de los que yo menos pensaba que pudiera ser era Alfred.

Mediante nos acercamos a la posición de donde provino el sonido, nuestras armas comienzan a vibrar y yo digo completamente seguro al reconocer está clara advertencia. —Es él... No hay duda.

Poco después vemos al demonio con su armadura oscura que arroja al magma, consumiendo de inmediato el cuerpo de Edith que había sido previamente decapitado y en ese momento justo le atrapamos dejando caer la cabeza.

Elizabeth y yo vamos sin dudar a vengar a nuestra compañera pero en el momento preciso en que yo casi le incrusto el filo de mi espada en su cabeza por detrás, éste me esquiva desplazándose al frente sin tan siquiera voltear la mirada y después se escapa de la lanza de Elizabeth que le viene directo a su abdomen por delante, desapareciendo dentro de un portal de oscuridad que crea en la pared junto a él.

Digo sumamente irritado y balanceando con fuerza mi espada en el aire por como se me escapó de nuevo el demonio. —¡Ha ha ha! ¡Maldita sea! ¡Se me volvió a escapar justo en mi cara!

Elizabeth me toma del hombro y habla manteniendo la compostura pero igual de frustrada que yo. —Por ahora lo que debemos hacer es regresar con los demás, no vaya a ser que el demonio regrese a por alguien más mientras todavía están durmiendo.

Yo digo. —¡Tienes razón!— Muy asustado y temeroso por los demás, volvemos corriendo con el resto.

Ya cuando estamos llegando donde los demás, que se despertaron por mis gritos de furia, puedo ver a Alfred que entra muy tranquilamente a la cueva y me pregunta con total normalidad y picardía. —¿Irán que hacían tú y Elizabeth tan solos por allí detrás?

Yo me limito a responderle extremadamente furioso y listo para acabar con su vida. —¡Te voy a matar, asesino!