—¿Cómo has estado, Ming Shihong? —preguntó el anciano Lu mirando a su amigo. Fue muy difícil para él, pero sabía que debía ser el que iniciara la conversación, ya que su amigo era terco para hacerlo.
—Como puedes ver, guapo como siempre —respondió el anciano Ming. El anciano Lu no esperaba este tipo de respuesta de su amigo y se quedó sorprendido, así como aliviado, al escucharla. Esperaba una conversación seria e incómoda en el primer encuentro.
Los demás se quedaron asombrados al escuchar estas palabras del anciano Ming, pues siempre lo habían visto serio y hablando solo unas pocas palabras desde que perdió a su hija. Este cambio repentino fue una señal de que estaba dispuesto a avanzar y a aceptar a su amigo de nuevo en su vida.
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