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El Hijo de Dios

¿Qué pasa cuando uno muere? Es una pregunta qué ha estado en mente de todos desde el inicio de los tiempos, pero la verdadera pregunta es: si lo supieras ¿Guardarías el secreto? ¿Lealtad y honor? ¿Amor a la patria? Hay muchas razones para pelear en una guerra, pero son pocas las verdaderas para entregar la vida. Esta es la historia del joven Gustavo Montes, un soldado del ejército Mexicano, que por querer tener una vida digna, para él y su familia, murió asesinado en batalla. Pero por fortuna o desgracia, viajó a otro mundo, uno lleno de criaturas misteriosas, magia y aventura. ¿Qué le deparará el destino?

JFL · ファンタジー
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261 Chs

El hombre de mirada amable

  --Xinia tiene razón, maestro Spyan --Dijo el hombre con el arco en sus piernas, levantándose lentamente--. Es momento de continuar con nuestro camino.

  --No me opongo, sin embargo --Miró al joven--, creo que todavía debemos esperar un poco más.

  --Ya hemos hecho suficiente, curandero, sobrevivir ya depende de él. --Dijo Erza.

  --Sus compañeros tienen razón, señor Spyan --Dijo Gustavo y, con la calma de una tortuga se colocó de pie--, han hecho demasiado por mi, no me atrevo a impedir que continúen con su camino.

  --Todavía estás demasiado débil, joven amigo, no creo que sobrevivas si te dejamos solo.

  --Si tanto te preocupa, tráelo con nosotros. --Mencionó Xinia con desinterés. Ley frunció el ceño, pero optó por guardar silencio.

  --No creo que sea buena idea, pero si eso nos ayuda a avanzar, entonces no me opondré. --Dijo Carsuy.

  --Agradezco su decisión. --Dijo Spyan con una cálida sonrisa, seguida de una reverencia honesta, algo que dejó perplejos a sus compañeros, pues era la primera vez que presenciaban un acto así del hombre de mirada amable. Gustavo también se sintió incómodo, forzó una sonrisa y, se colocó al lado de su salvador.

  --Algún día le devolveré el favor, se lo prometo. --Spyan giró el cuello para observar al joven de mirada simple, pero en lugar de responder, solo asintió.

  --Recojan las cosas y vámonos. --Dijo Xinia en forma de orden.

El grupo de aventureros asintió y, sin ninguna objeción comenzaron a recojer las cosas del suelo.

  --Toma. --Dijo Spyan al entregar el sable de hoja opaca. Gustavo lo aceptó con una sonrisa agradecida.

Al instante en que sus dedos tocaron la empuñadura del arma, la brillantez y la majestuosidad del cielo cubrieron la hoja, sin embargo, aquello solo pudo ser apreciado por los ojos de Gustavo, quién solo pudo colocar una gran sonrisa en su rostro.

  --Gracias. --Dijo y, en el mismo momento guardó su arma en su vaina.

Xinia miró a Spyan y asintió, su mirada era enigmática, poderosa e inamovible, como si se pudiera ver a una montaña a los ojos.

--Caminenos. --Ordenó el hombre de mirada amable.

∆∆∆

Los aventureros y compañía se adentraron más en la ruinas, que era muy parecido a un camino subterráneo, iluminado por pequeñas piedras luminosas colocadas estratégicamente en el techo. El grupo caminaba con una formación de rápida respuesta: en la parte frontal se encontraba Xinia y Ley, en medio el arquero y Erza y, en la retaguardia Spyan y Gustavo.

  --Mis compañeros están más interesados en saberlo que yo, pero aún así preguntaré ¿Cómo llegaste aquí? --Gustavo miró al hombre de mirada amable, luego observó más allá de lo que podían apreciar sus ojos.

  --No mentí cuando dije que me había perdido, aunque tampoco es toda la verdad --Guardó silencio por un momento--, es solo que es difícil de explicar. --Dijo con un tono honesto. Spyan observó nuevamente al joven, podía notar la incertidumbre en sus ojos.

  --¿Viniste a causa de eso? --Señaló con la mirada su brazo derecho. Gustavo asintió.

  --Se podría decir... Aunque la verdadera razón es porque deseo regresar nuevamente con mis compañeros. --Su mirada se tornó nostálgica.

  --¿Los perdiste dentro de estás ruinas? --Preguntó.

  --No --Negó con la cabeza--, pero sé que aquí se encuentra la respuesta para volver --Spyan se tocó el collar esférico de su cuello y, luego asintió--. Ahora yo le haré una pregunta y, le pido por favor que sea sincero --Spyan asintió--. Sabe lo que me pasa, entonces ¿Por qué --Miró a los compañeros, no sabiendo si terminar la pregunta-- me salvó la vida?

La mirada de Spyan se volvió seria, haciendo inmediatamente un par de sellos de dedos antes de hablar. Erza notó la ligera fluctuación de energía mágica, por lo que volteó, pero al observar al curandero, rápidamente perdió el interés y, regresó a su trabajo actual.

  --Cuando todavía era un joven --Su voz solo fue escuchada por Gustavo-- como tú, caí en un oscuro abismo, mis días se volvieron insípidos, las noches largas, el llanto no calmaba mi corazón y, el dolor... Por el amor del Dios Sol, el dolor era lo más tormentoso de ello... Fue hasta que encontré a mi maestro, un ermitaño de algún lugar lejano, quién me mostró el verdadero camino... él me salvó de la oscuridad, me entregó una vocación y una razón para vivir. Así que para responder tú pregunta de porque te salvé la vida aún sabiendo sobre la maldición que posees --Observó al joven, quién lo miraba expectante--, es porque creo que todos merecen ser salvados --Gustavo abrió la boca, pero Spyan le ganó la palabra--. Entiendo si piensas que mi razón para hacerlo fue simple, pero yo no estaría aquí si ese gran hombre no me hubiera rescatado, posiblemente me hubiera convertido en un asesino, o incluso en algo peor, así que joven amigo, deshazte del peso de la gratitud en tu corazón, porque, aunque la agradezco, no lo hice para que me debieras algo. --Gustavo asintió con una sonrisa, estaba claro que como persona, el hombre de mirada amable lo superaba.

Gustavo bajó la mirada, se sentía demasiado extraño, un favor con favor se paga, era una regla de su familia, por lo que rechazar la idea de devolver su gratitud, le era más difícil que combatir nuevamente con el Simio Glaciar.

  --Usted menciona --Dijo después de un momento de silencio-- que logró destruir la oscuridad que lo había tomado ¿Podría darme su método? --Spyan sonrió al instante, no era por burla, solo sentía que era algo gracioso, a parte de que el joven se expresaba de manera algo extraña.

  --La oscuridad que me atacó en ese momento de mi vida no fue causada por magia, o por alguna maldición de una amante molesta, sino que fue la mezcla de diversas situaciones --Sus ojos se perdieron en el tiempo, como si estuviera observando al joven veinteañero que pasaba por la interminable tormenta--. Perdí a mis padres a una corta edad, quedando solo yo y mis hermanos, uno de ellos partió al Sur en busca de riquezas y aventuras, mientras que el otro se quedó a mi lado, cuidándome. Yo era muy niño para entender el sufrimiento de mi hermano mayor y, aún más niño para ayudarlo, por lo que, cuando descubrí lo que le estaba ocurriendo, ya era demasiado tarde --Sus ojos se tornaron brillosos, mientras resbalaba una lágrima por su mejilla--, mi hermano se quitó la vida cuando cumplí los quince años, aún no tengo idea de que fue lo que lo orilló a tomar semejante decisión y, no deseo perder mi vida buscándola, pues ya pasó y, no hay nada que pueda hacer para cambiarlo --Volvio su mirada al joven--. Ya no siento dolor --Sonrió con suavidad--, solo nostalgia, pero en ese momento todo cambió para mí, mi horizonte se tornó oscuro, la soledad era mi único acompañante, mientras que mis ojos no querían cerrarse en las noches, pasando días sin poder dormir, esa fue la oscuridad de la que hablo, una oscuridad que habita en el mundo, pero que somos nosotros los que le abrimos la puerta para entrar a nuestro cuerpo e invadir nuestra mente. Por lo que no te puedo dar un método para tu problema, ya que lo tuyo es algo distinto. --Gustavo lo observó y, asintió, entendiendo por completo su historia, él mismo estaba pasando por una situación similar, pero no sé sentía preparado para hablar de ello.

  --Lo acompaño en su dolor. --Dijo.

  --¿Disculpa? --Spyan frunció el ceño, mirando al joven con duda.

  --Lo siento, es una frase de mi tierra natal para decirle a alguien que ha perdido a un ser querido, que no está solo. --Sonrió torpemente. Spyan asintió, aunque le parecía algo extraña aquella frase, sintió que estaba cargada con mucha sinceridad.

  --Es una bonita frase.

  --Sí, lo es. --Respondió, recordando por un breve momento a su hermoso país, el lugar donde se encontraban sus padres, su preciosa prometida, así como su demás familia.

  --Una cosa más, si en algún momento te descontrolas --Tocó nuevamente su collar--, tendré que matarte. --Gustavo observó aquellos ojos serios, entendía la amenaza y, no lo culpaba por hacerle recordar, por lo que asintió.

  --No tendrá que hacerlo.

  --Eso espero. --Dijo y, con un movimiento rápido de su mano, rompió el sello para contener el ruido.