La Tercera Sombra

¿Conciencia?

¿Entendimiento y percepción del entorno?

¿Pensamientos propios? ¿Juicio crítico? ¿Deseos o anhelos?

Sed de lo que el mundo pueda ofrecerte.

Contrario a lo que las arrogantes personas del consejo creían, el espécimen D-25 V.1 no sé encontraba inconsciente. Hace muchos siglos que había desarrollado inmunidad a los sueros, venenos y medicamentos que supuestamente debían ocasionarle la perdida de conciencia.

Si bien estos habían logrado interceptar su sistema nervioso, impidiendo que tuviera acceso al resto de su cuerpo y a la funcionabilidad de sus extremidades, su mente era libre.

El cuerpo abstracto del espécimen se encontraba flotando en el centro de una clara laguna bañado por la plateada luz de la luna. Oh, la hermosa y clara luna, que yacía plasmada en el cielo nocturno de sus recuerdos, el espécimen D-25 V.1 solo la había visto una vez hace incontables siglos en su primer escape, pero la impresión que la reina de los astros dejó en él fue profunda.

Era demás explicar que la laguna, la luna y su luz no eran otra cosa que manifestaciones mentales del espécimen en su mundo interior, un lugar creado a partir de la imaginación, el conocimiento y los deseos del espécimen D-25 V.1, los cual superaba en términos de creatividad y posibilidades a cualquier palacio mental creado por otro humano.

En ese lugar, el espécimen D-25 V.1 era libre, en el podía experimentar, soñar y crear a voluntad de acuerdo con lo que conocía.

Sabía que su destino era irónico, a diferencia de los miembros del consejo y de los innumerables científicos que a lo largo de cientos de años lo habían estudiado, no osaría considerarse y llamarse el pináculo de la existencia.

Sabía perfectamente que su inmortalidad no era un don, sino una prisión de la cual nunca llegaría a escapar.

Quizás los humanos encargados de su custodia cometerían algún error en los siguientes siglos, quizás bajarían la guardia en algún momento y podría nuevamente escapar, pero esta oportunidad de libertad le resultaba indiferente.

El espécimen hace incontables años había definido su deseo y objetivo. Entendía la situación en la que se encontraba y aunque muchos no lo creyesen, se sentía agradecido para con sus creadores.

Lo único que deseaba el espécimen era conocer el mundo exterior y los deleites que en el yacían, gracias al incontable conocimiento que se le había proporcionado tiempo atrás sumado a sus fallidos intentos de escape, comprendía que fuera de las instalaciones en las que residía, existía un mundo inmenso que lo esperaba y llamaba. Más cual rana atrapada en el fondo de un pozo observando el cielo azul en el firmamento, sabía cuál era su destino.

Sí las condiciones de las leyes karmicas del universo y el capricho del destino deseaban que pasará toda su existencia en el fondo del pozo, así lo haría. La locura y desesperación de un prisionero no eran sino facetas temporales que todo ser debía superar para alcanzar la liberación mental. El espécimen había dejado esos sentimientos hace bastante tiempo y había ascendido a un nuevo nivel de desprendimiento terrenal inimaginable para un ser humano.

Por otro lado, si la oportunidad se presentase, sí la rama de un árbol cayese al pozo y la rana pudiese salir, el espécimen tomaría la oportunidad sin dudar un solo momento. Eran consiente que la liberación mental adquirida se encontraba en cierta parte, condicionada a la ausencia de opciones que poseía. En otras palabras, el espécimen no guardaba odio para con sus captores y creadores, sino agradecimiento. Y sí su existencia terminaba de esa manera, se encontraba conforme con ello. Más, si otra opción surgiera, el mundo conocería su sed de conocimiento, para bien o para mal.

Pero entonces, repentinamente el espécimen abrió los ojos dentro de su mundo mental y una sonrisa se formó en su rostro. En sus ojos se podían apreciar un millón de estrellas relucientes que iluminaban su existencia y miraban fijamente la sombra de un árbol que la ficticia luz de luna dentro de su mundo interior generaba.

—Había oído hablar de los Altos Elementales en libros, pero no creí que fueran reales. ¿Es acaso el nivel de magia de esta dimensión tan pobre? —, preguntó sonriendo el espécimen.

—Pues sí lo es, siendo sinceros. Y es por ello que debo admitir que me resulta curioso que un ser de esta dimensión conozca sobre mi especie, al parecer no cometí una errada elección. —, respondió una voz misteriosa.

El espécimen asintió conforme. La posibilidad de dimensiones paralelas y alternas era un campo de estudio muy debatido en la magia, la procedencia de las invocaciones y rituales de comunicación con espíritus ajenos a este mundo validaban parcialmente las teorías, más en los incontables registros del imperio absoluto de este mundo, la existencia de Altos Elementales había sido siempre propuesta como una teoría. La raza elemental, entre tantas de sus facetas y características, dependía principalmente del mana para crecer y evolucionar. Siendo el mana de este mundo, incapaz de dar a luz a un Medio Elemental y mucho menos a un Alto Elemental, por lo que la opción más lógica para dar respuesta a la existencia de un Alto Elemental desembocaría en la respuesta más sencilla. El Alto Elemental frente a él no pertenecía a esta dimensión.

El espécimen había realizado el comentario con la intención oculta de corroborar su teoría, y al hacerlo, su humor había mejorado. La existencia de otras dimensiones y mundos implicaba material de estudio adicional y eso lo hacía feliz.

—Veo que eres un sujeto muy listo, tal vez eso sea bueno. —dijo vagamente la sombra, sin revelar si el cumplido era sincero o sarcástico. —Me puedes conocer por mi título, soy La Tercera Sombra, El Rey Negro, y soy un emisario de La Noche Eterna. Te he estado observando durante algún tiempo, cumples con el requisito de afinidad elemental y tu personalidad es interesante. Mi maestro pronto elegirá a un heraldo, ¿Te interesa el trabajo? —, preguntó la sombra del árbol mientras se alzaba y tomaba la forma de un hombre cubierto por un velo oscuro que impedía el reconocimiento de cualquiera de sus facciones.

¡El espécimen respondió sonriendo lleno de felicidad, —Por supuesto! ¿Qué es lo que debo hacer? —

—Por ahora nada, aún eres solo un candidato de los varios que se presentaran. Te llevaré al lugar de la prueba, si logras avanzar alguna de las etapas, te recompensaré generosamente y no te abandonaré aún si no consigues el puesto. Por otro lado, si logras obtener el puesto... pues... los beneficios que adquirirás son incontables, pero hablaremos de eso si logras pasar las etapas primero. — comentó La Tercera Sombra.

Entonces un estrepitoso ruido explosiono en el exterior, el espécimen comprendió que su tubo de contención había sido destruido. Sintió como el maná ingresaba a su cuerpo y como esté empezaba a regenerarse velozmente.

El espécimen abrió los ojos por primera vez en bastante tiempo y pudo ver a su alrededor como las instalaciones habían cambiado considerablemente a lo largo de los años. Las alarmas sonaban ruidosamente y muchos humanos se movían de un lado para otro, pero todo le era indiferente. Su concentración yacía encausada al placer de poder volver a mover su cuerpo a voluntad.

El espécimen se levantó estirándose de un lado para otro, tratando de flexibilizar sus adormecidos músculos. Su apariencia era muy extraña para los estándares estéticos de ese mundo, aunque a todas vistas resultaba aterrador.

Su altura era casi de dos metros y medio, de forma humanoide, poseía una filosa cola compuesta de apariencia metálica que se podía dividir y unir a voluntad en tres secciones como si de un látigo-daga se tratase, dos pares de inmensas alas draconianas emergieron de su espalda, su cabeza tenía rasgos de lagarto y lobo, y sus ojos parecían los de un águila, aunque cada uno de ellos contenía tres pupilas que brillaban como si contuviera un mar de estrellas. Todo su cuerpo a excepción de sus ojos se encontraba reforzado de unas gruesísimas escamas negras que le servían como una impenetrable armadura.

En el aspecto del espécimen se podían apreciar claramente las innumerables combinaciones de líneas sanguíneas de incontables especímenes, así como el equilibro perfecto alcanzado para dar balance a la vida que llegaría a conocerse como el pináculo de la creación.

La Tercera Sombra se encontraba observándolo a unos metros, de igual manera, indiferente ante el alboroto que se iba cocinando en las instalaciones secretas.

—¿Tienes asuntos pendientes antes de partir? ¿Quieres matarlos? —, preguntó La Tercera Sombra curiosamente mirando a los humanos que se organizaban torpemente temblando de miedo.

—No, aún no. Tengo vínculos karmicos pendientes en este mundo, al fin de cuentas aquí fui creado. —, declinó el espécimen.

La Tercera Sombra parecía sorprendida, —Es increíble que conozcas los vínculos karmicos y entiendas su importancia a tan corta edad. Sino me equivoco, en este plano menor aún no ha existido ser que logre descubrirlos. ¿Entiendes realmente su importancia? —

—Tengo una idea general, pero planeo completarla con el tiempo. —

La Tercera Sombra no hizo comentario alguno, pero en su interior un sentimiento de satisfacción se formó, —"Cualquier otro ser no habría perdido la oportunidad de obtener conocimientos tan fácilmente, mi elección demuestra nuevamente ser diferente al común de candidatos, ¿Será que en verdad quiere averiguarlo el mismo? ¿Será arrogancia o estará confiado en sus habilidades? Tal vez, solo tal vez, tenga suerte y pueda ascender. —

—Listo, vámonos, no..., espera, sería muy aburrido irme, así como así—, dijo el espécimen sonriendo maliciosamente.

De repente levantó uno de sus pies, el cual parecía más una garra que un pie y piso el suelo fuertemente formando un cráter, luego repitió el acto con el otro pie tomando la posición de un sumo. Luego con sus fosas nasales aspiró una inmensa cantidad de aire inflando su diafragma como si fuera un globo y al cabo de unos segundos lo soltó como si fuera una bomba.

Un poderosísimo rugido seguido de una onda de impacto explotó en las instalaciones y recorrió el exterior de la ciudad de las provincias vecinas, ¡—SAERYN!, YO, ¡VOLVERÉ! —

La Tercera Sombra entendió lo que el espécimen hacía y lo miró asombrado. El espécimen no intentaba ocasionar inútilmente algún daño físico a las instalaciones, ni provocar el miedo en sus captores, lo que estaba haciendo era algo mucho más complejo.

Era obvio que las instalaciones y su creación mantenían un estricto nivel de secretismo, en otras palabras, muy pocas personas conocían la existencia del espécimen. La sombra sabía bien que el regreso del espécimen al plano menor era algo improbable y nadie sabía cuanto tardaría de darse el caso.

Si las personas que conocían su identidad fallecían y eso implicaba o de alguna forma ocasionaba que su historia quedará olvidada, los vínculos karmicos que lo unían se debilitaría, lo que podría tener repercusiones no deseadas en un futuro. Al anunciar al mundo su presencia, el espécimen reforzaba sus lazos karmicos con el mundo y se aseguraba de que más existencias conocieran de su historia. Al fin y al cabo, aunque los humanos tuvieran relativamente vidas cortas y los papeles o registros fácilmente podían ser destruidos, en el plano menor habían muchos otros seres a tomar en consideración.

La Tercera Sombra movió su mano cubriendo al espécimen con su velo y ambos desaparecieron.

El espécimen solo podía ver oscuridad, pero la voz de La Tercera Sombra lo acompañaba, —Los juegos de los dioses son crueles, debes tener cuidado. Las demás Sombras y yo coordinaremos la prueba con nuestro maestro, mientras tanto puedes relacionarte con los demás candidatos, ¿No te dejes intimidar ok? —

De repente, el espécimen sintió como un metal frío rozaba su cuello y pudo abrir los ojos, se encontraba en una elegante habitación y en ella diferentes seres lo observaban. Delante de él pudo advertir el motivo de la filosa sensación, una mujer de aspecto arrogante lo observaba, apuntando una hermosa espada a su cuello.

—¿Cómo es que un sucio demonio como tú es candidato al título de Heraldo de la Noche Eterna? Debería matarte ahora mismo y acabar con tus inútiles sueños. —, dijo asqueada mientras agitaba su espada contra el cuello del espécimen.