La Longsword llevaba una inagotable oleada de energía celestial; con un solo tajo, se desplazaba como un tsunami. En un instante, los Insectos Gu que volaban en enjambre fueron cortados del aire. Estos insectos no poseían fuerzas vitales fuertes; un simple susurro del viento o de la hierba podría acabar con sus vidas. Sin embargo, una vez que entraban en el cuerpo humano, podían mantener fuerzas vitales increíblemente resistentes, sobreviviendo al absorber la energía del huésped. No importaba lo que uno hiciera, estos insectos no podían ser exterminados dentro del cuerpo hasta que la muerte de la persona extinguiera sus vidas malditas.
Melo parecía no preocuparse por la muerte de estos insectos, manteniendo un aire de calma absoluta, sus manos formando gestos extraños.
—¡Cae! —ordenó Melo suavemente.
Un maleficio manifestándose con la fuerza de una tormenta furiosa; una poderosa energía natural descendía desde los cielos.
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