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El diario de un Tirano

Si aún después de perderlo todo, la vida te da otra oportunidad de recobrarlo ¿La tomarías? O ¿La dejarías pasar? Nacido en un tiempo olvidado, de padres desconocidos y abandonado a su suerte en un lugar a lo que él llama: El laberinto. Años, talvez siglos de intentos por escapar han dado como resultado a una mente templada por la soledad, un cuerpo desarrollado para el combate, una agilidad inigualable, pero con una personalidad perversa. Luego de lograr escapar de su pesadilla, juró a los cielos vengarse de aquellos que lo encerraron en ese infernal lugar, con la única ayuda que logró hacerse en el laberinto: sus habilidades que desafían el equilibrio universal.

JFL · 軍事
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161 Chs

Que mejor que sea gratis

El matiz grisáceo de la neblina rodeaba el castillo, la baja temperatura provocaba que los lugareños prefirieran el confort de sus hogares, cerca de sus chimeneas, o quemaleñas de hierro al frío aire de las afueras, no obstante, aun con ese clima, el ejército del Barlok no se movió ni un solo dedo de sus posiciones, mostrando una compostura digna del más entrenado miliciano. Cada grupo se distinguía por su tipo y color de armaduras; equipo ofensivo y, distintivo en sus brazos, que indicaban al escuadrón al que orgullosamente pertenecían.

Su mirada barrió el panorama de manera imponente, pero sin un desprecio por los hombres y mujeres presentes. Bajó el primer escalón, su capa ondeó con la ayuda de una leve ráfaga de viento frío, mientras sus cabellos bailaban sin mucho fervor, las dos damas detrás de él mostraron una imperturbable mirada, como si fueran Diosas intocables en un mundo mortal.

--Recuerdo una vez --Mató el silencio, con un tono calmo, pero al mismo tiempo poderoso--, en un día como hoy, de mañana silenciosa y vientos filosos, donde el susurro de las hojas era el único sonido, el único acompañante --Cada uno de los presentes prestó su oído con un completo respeto y, cuando los ojos del Barlok se posó sobre ellos, la firmeza se volvió aún más definida--... Un ejército de incontables criaturas apareció en el horizonte, cada una de ellas buscando una sola cosa ¡Mi cabeza! --La mayoría tragó saliva, ansioso por conocer el desenlace-- Eran demasiadas para contar, rápidas para pensar en huir y, poderosas para creer que se podrían vencer. Pero yo no pensé --Negó con la cabeza para enfatizar su afirmación--, me coloqué de pie frente a ese ejército y desenvainé, les grité y reté. Y peleé como nunca lo había hecho... Salí victorioso de ese encuentro --Alzó el mentón con ligera arrogancia, barriendo con su mirada a cada uno de los presentes, quienes asintieron orgullosos por el señor al que les había tocado seguir. No había nada más honorable que servir a un héroe, un guerrero, un libertador y, para los presentes, que en su mayoría eran esclavos, o vasallos con vidas deplorables, el honor era algo del pasado, de las leyendas de sus ancestros, por lo que, al tener presente al gallardo señor de Tanyer de pie frente a ellos, la llama que mucho tiempo había estado apagada, repentinamente recibió una chispa de vida--. Hoy, un nuevo ejército ha aparecido y, como hice con esas criaturas me colocaré de pie, desfundaré mi arma y pelearé, pero, está vez no lo haré solo. Gente de Tanyer, mi gente ¡¿Están listos para compartir la gloria conmigo?! ¡¿Para proteger nuestro hogar, nuestras vidas?! --Gritó a todo pulmón, dejando que toda su energía, profunda e imponente rodeará el lugar.

El silencio no se hizo presente, pues solo bastó de dos segundos para que el primer miliciano gritara, para después caer de rodillas con la cabeza gacha, cosa que fue imitada por todos un segundo después. Lo que pocos sabían era que sus últimas frases habían sido inspiradas por algunos libros de grandes generales humanos, pues él, al ser alguien ajeno a las ideologías, o pasiones que permitían a los hombres pelear, tuvo que recabar información para conformar con éxito su discurso y, aunque se mostró indeciso del acto momentos antes, no dejó que se apreciara en su rostro.

--Levanten el rostro y mírense, observen a su gente, a sus compañeros, valientes y poderosos hombres, porque hoy yo no veo esclavos o granjeros, veo guerreros, dignos soldados ¡Mis soldados!

*Tu discurso ha tocado los corazones de todos los presentes, ganas un incremento en la moral por siete días*

*La absoluta lealtad de tus tropas te hace merecedor de un título/trabajo*

*Has desbloqueado el trabajo: general*

*Hay una habilidad pasiva con la posibilidad de desbloquear con el mismo nombre y, ventajas similares*

*Se ha desbloqueado automáticamente la habilidad pasiva: General*

*¿Deseas combinar el trabajo con la habilidad pasiva?*

*SI/NO*

Ni siquiera le dio tiempo de pensar, pues el bombardeo de notificaciones lo desorientó por un momento, todo estaba pasando tan rápido y, aunque deseaba investigar un poco más sobre lo sucedido, sintió que no era conveniente por el momento, aceptando con total felicidad el regalo de su preciada interfaz.

*Combinación completa*

*Has subido de nivel*

|General -Común- Nivel bajo|

Los reyes son los únicos bastardos que tienen el valor de iniciar una guerra que nunca pelearán en el campo de batalla.

-Las provisiones dilatan mayor tiempo.

-Tienes 30% de probabilidad de enfrentar a un enemigo de alto nivel sin provocar una retirada instantánea.

-Tus tropas ganarán el doble de experiencia.

-Tienes 50% de probabilidad que tus soldados evolucionen sus clases de forma segura en el campo de batalla.

-Tu presencia hace que el daño de tus tropas se duplique, el cansancio sea menor y, que la moral no disminuya tan rápidamente.

-Ganarás el doble de prestigio con cada batalla en las que tus tropas salgan victoriosas.

Se quedó en silencio, observando a los presentes con una mirada imperturbable, sus comisuras advertían con alzarse, pero él no les concedió el permiso, prefiriendo mostrar una expresión digna e imponente.

--De pie. --Ordenó.

Al verlos obedecer, asintió complacido, para momentos después dar media vuelta y retirarse de regreso al interior del castillo.

Los comandantes esperaron que la silueta de su señor desapareciera en la gran entrada para ordenar el rompimiento de filas, así mismo de un merecido descanso obligatorio, tal vez para una despedida, o un hasta pronto, algo necesario para los familiares de los valerosos milicianos que se preparaban para derramar el rojo de sus venas por y para Tanyer.

∆∆∆

Entre miradas inquietas la dama de belleza prodigiosa observaba la espalda de su señor, con el susurro ahogado de una pregunta que quería salir, nerviosa por pensar en ofenderle y, curiosa por la información que podría recibir.

--¿De verdad peleó contra un ejército? --Preguntó al hacerse de valor, forzando una sonrisa gentil para que el alto hombre no malinterpretara su intención.

Orion volteó de inmediato, asintiendo con tranquilidad y devolviendo el gentil gesto, solo que un poco más brusco que el de la dama.

--Lo hice hace mucho, cuando la oscuridad era lo único que me rodeaba. --Respondió con un poco de misterio, creando un interés mayor en ambas damas por su respuesta.

Orion se detuvo casi al instante de terminar de hablar, notando una peculiaridad en su oficina.

--Trela D'icaya. --Dijeron al unísono los seis individuos dentro de la sala, para después mostrar una ceremoniosa postura.

Volteó para observar a su guardiana, quién forzó una sonrisa apenada.