Noche

Había un pequeño grupo de tres dragones jóvenes de por lo menos diecinueve años caminando sigilosamente por un pasillo de la sede. Ellos estaban tratando de averiguar la verdad tras el rumor de un 'fantasma' por las noches.

"Estás seguro que por aquí aparece el fantasma?" Susurró uno de ellos, un dragón de fuego.

"Silencio. El guardia nocturno nos podría escuchar."

Los tres dragones siguieron por el pasillo hasta que algo hizo que todos gritaran. Una dragona eléctrica se había encontrado con el grupo al girar por un pasillo, haciendo que todos hicieran un escandalo por el susto que se llevaron al encontrarse.

"¡¿Que pasa contigo?!" Espetó un dragón de escamas azul neón.

"Disculpen. Estaba buscando a alguien."

"¡¡Más vale que no nos haya escuchado el guardia por tu-!!" el dragón de fuego le gritó a la dragona eléctrica hasta que fue interrumpido por algo.

"A-¿Alguien puede mover su cuerpo?" Preguntó nerviosa una dragona verde azulado.

Ellos sentía como si algo envolviese todo su cuerpo, como si algo les estuviera imposibilitando el movimiento de su cuerpo.

"¿Qué hacen aquí?" Una voz se escuchó detrás del grupo.

Era Ashes, quien estaba utilizando su técnica de nombre 'agarre de sombras'. Había inmovilizado a los cuatro dragones que no debían estar fuera en la noche.

"¡Con que es él!" Pensó la dragona eléctrica al ver al dragón gris.

"¡Suéltanos ahora o te daré una paliza!" Gritó el dragón de fuego mientras intentaba zafarse de la técnica del dragón gris.

Ashes solo levantó su mano, la cual se tiñó de un color negro, diferente a las garras de sombra. Cerró un poco su mano, lo que solo generó que la presión de su propia técnica aumentase. Los liberó al ver que el dragón de fuego se retractó de sus palabras.

"Vuelvan a sus habitaciones ahora mismo. No seré tan blando si los vuelvo a encontrar." Su mirada reflejaba la seriedad de sus palabras.

El grupo de los tres dragones salió despavorido devuelta a sus respectivos cuartos, todos a excepción de una.

"Creo que no escuchaste lo que dije." Ashes dijo al ver que aquella dragona eléctrica seguía de pie sin irse. "¿Por qué sigues aquí?"

"Esto... Yo..." ella estaba nerviosa "Quería conocer al guardia nocturno."

Ashes frunció el ceño.

"Si. Es que soy muy curiosa." soltó unas risas nerviosas "Quisiera hacerte una pregunta."

Ashes solo dio media vuelta, no queriendo entablar conversación con la dragona que estaba detrás de él.

"Vete de aquí. Ahora."

Ashes desapareció usando el manto de sombras, dejando sola a la dragona eléctrica.

La dragona suspiró, caminando de vuelta a su habitación que compartía con su amiga Fayna. Caminó con la cabeza abajo hasta llegar a su destino.

"Al menos pude conocerlo..." Pensó y entró a su habitación.

"¡¿Se podría saber donde estabas?!" La dragona de fuego le reclamó a su amiga al ver que estaba afuera a tales horas de la noche.

"Uh... Yo-"

"Tesla, ¿En serio fuiste a buscarlo?"

La dragona amarilla, Tesla, solo soltó unas leves risas nerviosas. Fayna solo suspiró.

"Tu y tu curiosidad te harán pasar un mal momento en algún momento. Y bien, ¿Lo encontraste?"

Tesla asintió. "Era tal como lo describió Magnitos. Intenté hablar con él, pero se fue."

"Deberías tener más cuidado para la próxima." Fayna se abrigó con las mantas de su cama "Recuerda que a primera hora hay una prueba de dominio elemental. Ve a dormir."

**Mientras tanto en otro lugar de la sede - Despacho de la Maestra Senka**

"No creí que te volvería a ver bebiendo hidromiel, Senka." Habló una voz femenina mientras entraba al cuarto. Esto tomó por sorpresa a la Maestra del elemento Sombra.

"¡Gea!" la dragona sombra se sorprendió por ver a la anterior Maestra del elemento tierra. Su sorpresa fue tal que estuvo apunto de tirar su bebida. "¿Cuando volviste?"

"Llegué cuando anocheció. Ahora dime, ¿Por qué tan estresada?"

"Problema tras problema. Tratar de localizar a los Staldiers es un dolor de cabeza." Respondió la Maestra Senka y bebió otro sorbo de su bebida.

"¿Staldiers? Oh, ya veo. Son esas criaturas que han estado atacando a algunos pueblos, ¿no?"

"Esos mismos. Por más que tratamos de encontrarlos y acabar con ellos, desaparecen bajo tierra. Ni Erde es capaz de seguirles el rastro por lo profundo que se esconden bajo tierra. Cambiando de tema, ¿Cómo te ha ido explorando el mundo?"

"Lo mejor es explorar las estructuras antiguas que están bajo tierra. Tienen tesoros resguardados por trampas para cada raza que existe en el mundo. Oh, cierto, traje algo para ti."

Gea bajó su mochila y buscó hasta sacar una caja de madera.

"Son galletas volcánicas del continente Aleya, tus favoritas."

La dragona negra sonrió. "Gracias, Gea. No hay muchos mercaderes que las vendan por aquí." Recibió la caja y la guardó en un cajón de su escritorio. "Disculpa que te pida esto pero, ¿Podrías ir a investigar 'ese lugar'."

"Sabes que 'ese lugar' está prohibido para todos, sin excepción." Respondió Gea con una mirada de seriedad

"Lo sé, lo sé. El Gran Maestro ha estado solicitando múltiples veces que se haga una excepción para entrar allí, pero se ha negado cada una de las solicitudes. Además, tienes una mayor experiencia para la exploración que nosotros."

Gea suspiró. "Vale, pero me deberás una cena en un buen restaurante."

La Maestra Senka soltó unas risas. "Trato. Solo ten cuidado. No sabemos lo que habite allí."

"Tranquila. Aún conservo la fuerza de mi etapa como Maestra Elemental. Nos vemos"

La dragona de tierra se retiró del despacho, dejando a su vieja amiga sola mientras ordenaba las cosas del cuarto.

**En un lugar desconocido**

"La búsqueda no ha dado resultados buenos. Solo nos quedan dos ciudades principales por atacar y buscar al portador." Habló un encapuchado que estaba arrodillado y con la cabeza abajo. El encapuchado se dirigía a una sombra sin forma física.

"Recordad que no buscamos destruir, solo buscar. Minimicen los daños y concentren todo el esfuerzo en el portador."

"Entendido, se los informaré a los cazadores. ¿Qué hay de la resurrección de los generales?"

"Aún no poseo el poder suficiente para su resurrección. No pierdan más su tiempo y continúen."

"Bien, mi señor."

Al salir del lugar de donde habló con la sombra, una fuerte corriente de viento chocó contra él. La capucha que le cubría la cabeza cayó, revelando la raza a la que pertenecía: un grifo. Abrió sus alas emplumadas y partió vuelo de retorno al continente donde se encontraba su objetivo.