A unos metros de distancia, podían ver que la bestia de Lana y algunos centauros corrían a toda velocidad hacia ellos. Pero eso no era lo que hacía fruncir el ceño a Hope, Ian y Ethan.
El hecho de que todos los centauros sostenían su arco y estiraban sus flechas tanto como la cuerda podía estirarse, hizo que Ian maldijera entre dientes.
—¿Qué demonios...? —instintivamente, Ian abrazó a Bree un poco más fuerte. Luego giró levemente su cuerpo, para poder proteger a la niña, en caso de que esos centauros estuvieran lo suficientemente locos como para hacerlos objetivo de sus flechas.
—¿Por qué nos apuntan? —Ian hizo lo mismo con Hope, la atrajo hacia su espalda mientras veían con horror la determinación en la expresión de Quirón cuando lideraba a su gente a apuntarles.
Sin embargo, antes de que las letales flechas pudieran ser liberadas, Quirón rugió fuerte. —¡ABAJENSE!
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