—Su Majestad, ¡está sangrando del hombro, Señor! —fue Tordoff quien notó la mancha de sangre que se esparcía en la ropa blanca de Jedrek. Su rey miró su propio hombro con expresión estoica. Había olvidado por completo la herida punzante que había recibido de Lila hace un momento.
Porque fue una daga de plata la que ella usó para apuñalarlo, sanaría más lento de lo que habría sido si hubiera sido con cualquier otro material que no fuera plata. Jedrek frunció el ceño. Pero luego, recordó la sangre de los ángeles guardianes.
No solo que esas criaturas eran espiritualmente fuertes, lo que las hacía objetivos de muchas otras criaturas que querían robar su poder. Pero, su sangre también poseía un poder igual. Jedrek lo había comprobado justo ahora, y sabía que era cierto.
—Hm —un corto murmullo fue la única respuesta que pudo dar como respuesta, pero su expresión les indicó que no quería hablar más sobre esto. Los tres generales captaron el mensaje oculto y volvieron a su tema anterior.
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