—¡Grito aterrador, rostro temeroso cubierto de tierra! —Alrededor del lugar había muchas criaturas bestiales. —El lugar parecía embrujado con un cementerio cercano. —Todas las criaturas me rodearon, di un grito. —Noche de Miedo, por: Kavitha Krishnamurthy.
El suéter negro del hombre se había roto en jirones mientras su largo cabello negro colgaba detrás de él. Raine sollozó cuando, sin previo aviso, su mano ensangrentada agarró la parte trasera de su pijama y la arrastró fuera de la habitación. Arrastró a la niña a lo largo del pasillo fuera de su dormitorio. Una vez más, gritó con todas sus fuerzas, en un intento de llamar a su madre y a su padre. Pero no hubo respuesta de ninguna alma viviente alrededor.
—Imposible... —El hombre aterrador acababa de pasar por la habitación de sus padres, era imposible que no pudieran escuchar su grito fuerte, no importa cuán profundo se hubieran quedado dormidos. Ella lloró e intentó liberarse del apretado agarre del hombre. Rascó su mano con sus uñas, pero su piel era dura como el mármol. Intentó golpear su pierna, pero su intento fue otra agresión inútil, él ni siquiera se inmutó por eso. Entonces, mordió su mano que estaba agarrando su pijama. Y solo entonces, llamó la atención del hombre.
—El hombre se detuvo mientras levantaba a Raine con su mano izquierda. Su intento de escapar le había molestado tanto que lo enfureció. Con un gruñido bajo de ira, lanzó a Raine hacia la vitrina de cristal, donde su padre había puesto su colección de miniaturas de torres que había obtenido de los lugares a los que había ido. —El cristal se hizo añicos en el momento en que su cuerpo golpeó la vitrina y en poco tiempo los pequeños fragmentos perforaron su piel en ciertos lugares del cuerpo de Raine, haciendo que la niña gritara de dolor. —Los vidrios rotos se esparcieron por todo el suelo.
—Mamá… Papá...—Lloró cuando el fragmento le cortó los pies mientras intentaba levantarse. —Pero, su miedo hacia el hombre frente a ella, la dejó adormecida mientras retrocedía de él y corría hacia la puerta abierta en la sala de estar. Al correr hacia la entrada, Raine vio de reojo dos cuerpos sin vida tendidos en el suelo. La sangre brotaba de las heridas abiertas de sus cuerpos. —¡Ella los conocía!
—¡Mamá! ¡Papá! —gritó horrorizada—. La escena era demasiado aterradora para ella.
Traumatizada por la escena ante sus ojos, Raine se desplomó en el suelo mientras un grito estridente se escapaba de sus labios. Estaba temblando y sacudiéndose incontrolablemente.
Cubriéndose los ojos con las manos, sintió que el hombre se acercaba de nuevo y la levantaba del suelo.
—Raine gritó cuando sintió que su cuerpo volaba por el aire mientras chocaba contra la pared, el dolor era simplemente insoportable.
Sin embargo, no sólo ella gritó de dolor. Extrañamente, ese hombre también gritó con un sonido agudo mientras sufría dolor por una razón desconocida.
Sorprendida por eso, Raine entonces bajó la mano de su rostro y lentamente levantó la cabeza para ver qué le estaba pasando al hombre que le causaba tanto sufrimiento.
Ese hombre se sujetaba la mano derecha mientras la vena abultada salía a la superficie, visible para que ella la viera. Demostraba cuánto dolor tenía que soportar en ese momento.
Darse cuenta de que la única oportunidad de escapar finalmente había llegado, la pequeña arrastró su cuerpo dolorido hacia la puerta que conectaba con el patio delantero de su casa.
Pensaba en ir a la casa de al lado donde vivía el Tío James y pedir ayuda. Con ese pensamiento en mente, Raine se recompuso y se obligó a ignorar el dolor en sus pies sangrantes. Así que, se movió tan rápido como pudo.
Más rápido… más rápido… —dijo Raine en silencio recordándose a sí misma, mientras pasaba por la puerta y ponía sus pies descalzos sobre el césped. El rocío del césped hizo que el dolor en su pie fuera aún peor, como si corriera sobre miles de agujas pinchando su pie herido, pero no podía permitirse detenerse o quejarse.
Cuando había corrido la mitad del patio y casi había alcanzado la puerta principal, algo la golpeó muy duro por la espalda.—Gritó y arqueó la espalda de dolor.
Su aliento se debilitó cuando su uña afilada y larga golpeó la piel de su hombro, impidiéndole su gran escape.
—¡Detente o te mataré! —gritó sobre el rostro de Raine.
Sin embargo, su amenaza no detuvo a la pequeña de luchar contra él, ella siguió forcejeando para liberarse hasta que su mano sangrante tocó su brazo. El hombre aterrador gritó de dolor una vez más y aflojó su agarre en su hombro.
Entonces comprendió, al mirar hacia atrás y hacia adelante de su mano sangrienta a la expresión de sufrimiento del hombre sobre ella, al parecer, su sangre era la causa de su dolor.
Sin pensarlo dos veces, Raine puso su mano sangrante en su pecho desnudo y en el momento en que su piel hizo contacto, él aulló de angustia.—¡Puta pequeña! —exclamó.
Antes de que él pudiera golpearla, Raine retorció su cuerpo agresivamente y escapó de él. Se levantó rápidamente, abrió de un tirón la puerta y corrió hacia el jardín del Tío James.
El hombre aterrador no la siguió y Raine no tuvo el valor para averiguar por qué.
Corrió a lo largo de la calle vacía hacia la casa blanca al lado de su casa. Afortunadamente el Tío James nunca cerraba su puerta con llave, de lo contrario Raine no habría podido entrar a su casa. En el momento en que llegó a su terraza, abrió la boca para llamarlo, buscando desesperadamente ayuda.
Pero, parecía no haber nadie dentro de la casa, intentó un par de veces más llamar a quienquiera que estuviera dentro de la casa, y terminó sin resultado alguno. Frustrada, golpeó la puerta de madera con su pequeño puño y la pateó con fuerza.
Golpeando y pegando, una y otra vez hasta que la conmoción que ella hizo logró despertar a las personas dentro de la casa.