—El temperamento de la gran bruja nunca va a cambiar, siempre es directa —Era incierto si el anciano estaba alabando a Serefina o simplemente despreciándola.
Serefina no hizo caso a sus palabras y mantuvo su mirada fija en él, observándolo intensamente.
Mientras tanto, Torak no esperó el concurso de miradas de Serefina o la falsa cortesía del hombre, ya que olfateó el aire y caminó hacia el patio trasero de la casa, seguido por los demás.
El anciano los seguía con sus cortas piernas, aparentemente no le importaba que Torak rondara por su patio, o tal vez ya sabía que mentirle al Alfa era un intento inútil.
—¿Quién es ese hombre? —Raine susurró a Calleb. Ella miraba de reojo al anciano de vez en cuando.
—El Enano —Calleb respondió mientras ponía su mano sobre su hombro—. No mires, solo ignóralo —añadió.
Aun así, Raine no pudo evitar echar otro vistazo al enano mientras él le devolvía la sonrisa con sus dientes amarillentos. Esta vez, Raine siguió el consejo de Calleb.
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