—Bueno, tú mismo dijiste que no querías comer nada que te ofreciera un enemigo. Pero al mismo tiempo, te estás quedando aquí —Tordoff movió la mano con despreocupación—. En la guarida de tu enemigo.
Pensándolo bien, tenía razón. Acertaba completamente. Incluso a Lila le molestaba admitir que tenía razón. Sin embargo, ¿qué otra opción tenía? Aunque quedarse dentro de su castillo no fue la mejor decisión que había tomado. Pero fue tomada tras una larga, buena y cuidadosa reflexión.
Lila no entraría aquí sin cálculos cuidadosos. Se aseguró de estar preparada. Además, estaba armada adecuadamente. Ella sabía mejor que nadie de lo peor de su situación. Las consecuencias de sus acciones le costarían un precio indecible. Su vida.
—No puedes juzgarme por eso —Lila frunció el ceño.
—No te estoy juzgando —Tordoff negó con la cabeza—. Pero sé que estás aquí por una razón.
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