—No olvides tu conejito —Calleb se acercó con un conejito blanco en la mano. Sostenía las largas orejas del conejito mientras colocaba el esponjoso animal en el regazo de Raine.
—Gracias... —Raine sostuvo al dócil conejo, que al parecer se había lastimado una pata y trataba de curarlo.
Sin embargo, mientras Raine trataba de curar al conejito, también se dio cuenta de que el pájaro en su mano no mostraba ningún progreso. Aún parecía enfermizo.
Torak entonces subió al carro y se sentó a su lado, mientras que Calleb se sentó detrás del volante seguido por Serefina, quien ocupó el asiento del copiloto, y en cuanto a Rafael y Jack, los seguirían en un carro separado.
—Torak, ¿por qué no puedo curar al pájaro? —Raine le mostró a Torak el pequeño pájaro en sus manos—. Puedo curar al conejito, pero ¿por qué este pájaro aún parece que se está muriendo? —frunció el ceño.
Desde el espejo retrovisor, Serefina le lanzó una mirada a Torak, pero el Alfa simplemente eligió ignorarla.
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