Qin Jiang se burló:
— ¡Aún no está claro a quién caerá el ciervo!
—¿De dónde viene esta confianza... —Feng Lin se sintió algo desdeñoso en su corazón—. Este tipo debe haberse vuelto loco con el deseo de obtener la Flor de Cien Campanas. ¿Es que acaso la Estrella de la Iluminación Celestial es una persona ordinaria?
¡Ni él mismo era rival!
Mucho menos Qin Jiang.
¿Con qué cuenta Qin Jiang para jugar?
¿Realmente piensa que es la reencarnación de un Dios de la Guerra?
—Señor Qin... —La cara de Ling Qingxue estaba llena de preocupación—, después de todo, hasta Feng Lin había sufrido una terrible derrota a manos de su oponente.
¿Podría Qin Jiang ser rival para él?
—¡Señorita! Vamos —un subordinado con un brazo herido, apretó los dientes y gritó mientras protegía a Ling Qingxue detrás de él.
Feng Lin también regresó a la refriega.
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