Para la ciudad de Budapest, la guerra no era ninguna desconocida.
A lo largo de los prolongados y sanguinarios siglos, la capital de Hungría había sido escenario de batalla y objeto de conquista para una serie de invasores.
Desde los antiguos Hunos y los Visigodos, los Magiares y los Turcos, hasta lo ocurrido en el último siglo con los Nazis y Soviéticos, siempre fue así para esta ciudad, este pais.
Al menos hasta antes de reclamar por fin su independencia en la última década del siglo XX.
Pero todos estos conflictos, meramente humanos, eran pasajeros en comparación con la guerra secreta y eterna que se estaba librando en las calles y callejones iluminados por la luz de la luna de la ancestral ciudad...
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Una fuerte lluvia azotaba los tejados mientras el viento del otoño arrastraba en su aullido un atisbo del mordisco del invierno.
En lo alto de un gran edificio había una grotesca gárgola de piedra, negra como el petróleo y empapada de lluvia.
Esta estructura estaba sentada sobre la ruinosa cornisa del antiguo Palacio Klotild, un imponente edificio de apartamentos de cinco pisos decorado elaboradamente al estilo barroco español.
El edificio, que contaba ya con un siglo de antigüedad y cuyo primer piso albergaba en la actualidad una galería de arte, un café y varias boutiques elegantes, dominaba la Plaza Ferenciek, un bullicioso centro de tráfico rodado y pedestre cerca del corazón de Pest.
Los autobuses, autos, taxis y los pocos individuos que se atrevían a salir bajo la torrencial tormenta, pasaban a toda velocidad por las calles pavimentadas de adoquines.
Para aquella solitaria gárgola, este paisaje era algo cotidiano, algo que siempre había presenciado.
No obstante, el paisaje de hoy también era apreciado por otro ser a parte de la inerte construcción de piedra.
Otra figura se acurrucaba detrás de la gárgola petrificada, casi tan silenciosa y petrificada como ella.
Sin embargo, este ser no era nada parecido a la grotesta la figura de la gárgola.
Más bien, era una de las criaturas más preciosas que alguien había visto jamás.
Una preciosa mujer, ataviada de brillante cuero negro, con una larga cabellera negra y piel de alabastro, era la criatura que reposaba impasiblemente al lado de la gárgola.
La imperturbable mujer parecía ajena a la tormenta que caía sobre toda la ciudad, así como su precaria posición en lo alto de la estrecha cornisa.
Solamente contemplaba la calle con aire sombrío.
Mientras sus fascinantes ojos castaños se clavaban en las abarrotadas calles que tenía debajo, sus sombríos pensamientos pasaban revista a los siglos de guerra sin tregua.
Por un lado, estaba impaciente por terminar de exterminar a los Lycans de una vez y para siempre. Al fin y al cabo, para eso había vivido todos esos años.
El mundo sería un lugar mejor cuando los huesos de la última y salvaje bestia estuvieran blanqueándose al sol.
Y sin embargo… Selene no podía evitar una sensación de aprensión al pensar en el final de su larga cruzada.
Para alguien como ella, el fin de los Lycans significaría el cierre de una era.
Pronto, como las armas desechadas de los siglos pasados, también ella se volvería obsoleta.
'Una pena' - Pensó mientras su lengua seguía el pulido contorno de sus colmillos.
Buscar y matar Lycans había sido su única fuente de satisfacción durante décadas y había terminado por disfrutar inmensamente de ella.
'¿Qué voy a hacer cuando la guerra termine?' - Se volvió a preguntar la hermosa Vampiresa, enfrentada a una eternidad sin propósito - '¿Qué soy yo salvo una cazadora?'
El tren de pensamientos siguió recoriendo su mente mientras la gélida lluvia resbalaba por su rostro y su cara y formaba charcos mugrientos sobre el vistoso tejado.
No obstante, Selene ignoró la fiereza del viento y la lluvia, así como su atareada mente, y se mantuvo inmóvil sobre la cornisa.
Estaba ansiosa por encontrar a su presa, por un poco de acción con la que disipar la melancolía que atormentaba sus pensamientos.
Sus aguzados ojos registraron las atestadas calles que discurrían debajo de ella.
Al principio no encontraron nada sospechoso. Pero entonces… Agudizó la mirada al avistar a dos individuos de aspecto poco recomendable que se abrían camino por una acera abarrotada.
Sin utilizar paraguas, caminando apresuradamente bajo la lluvia y con miradas asesinas en sus rostros, dos peatones avanzaban a codazos entre las numerosas personas que habían decidido desafiar a la tormenta.
Esto no hubiera levantado sospenchas en un humano promedio, pero para la gran experiencia de la Vampiresa, las chaquetas de cuero los protegían del viento y la lluvia eran un distintivo característico de estos seres.
¡La forma que habían adoptado por el momento no podía engañarla!
Ella sabía perfectamente que los dos sujetos no eran en realidad seres humanos, sino animales repugnantes que trataban de hacerse pasar por tales.
Al mirar más allá de los Lycans tratando de averiguar adonde se dirigían, sus ojos se vieron atrapados por un momento en la presencia de un joven que caminaba bajo la lluvia una media manzana por delante de las dos bestias con piel humana.
Dotado de un atractivo rostro varonil, tenía un cabello negro y largo, con un flequillo fino y encantador. Vestía de manera despreocupada, llevaba unos pantalones oscuros y unas zapatos de cuero, con una polera impermeable puesta sobre la sudadera.
Ningún paraguas protegía su gran figura de la tormenta y caminaba despreocupadamente a buen paso en dirección de la estación del metro.
Había algo en su manera de comportarse que sugirió a Selene que el atractivo joven era un extranjero.
Una belleza exótica era lo que podía pensar la mujer si le pidieran describir a este joven hombre.
Sin embargo, no podia distraerse apreciando este tipo de cosas, por lo que trató de concentrarse en su misión.
No era la pimera en su vida que veía a un hombre atractivo, por lo que estaba acostumbrada a saber sobrellevar esta situación.
Aunque, si hablamos francamente, si que sintió cierto pesar al saber que no podía echar un vistazo a sus ojos desde más cerca.
¡Eso no importa, concéntrate en tu objetivo!
Selene se reprendió con dureza, horrorizada por haber permitido que un humano la distrajera de su misión, aunque fuera por un solo momento.
No hubiera tenido tiempo de andar mirando a los jóvenes ni aunque en su vida hubiera habido espacio para el romance, cosa que desde luego no era así.
A pesar de haber estado cerca de hombres atractivos en el pasado, jamás habia tenido interes sentimental en un hombre, sea humano o Vampiro,
Ella era un soldado, no una doncella de mirada soñadora ni una lasciva seductora.
Le había cedido su inmortalidad a la cruzada contra los Lycans y matarlos era la única pasión que se permitía.
Después de mirar por última vez al simple humano, su atención volvió al par de Lycans.
Selene levantó la mirada para ver si su compañero había detectado también a los dos sujetos.
Una sonrisa se encaramó a sus labios al comprobar que, en lo alto de un edificio de oficinas situado al otro lado de un callejón mugriento, el citado vampiro había sacado ya su cámara digital y estaba ocupado tomando fotos de la pareja que caminaba debajo de ellos sin sospechar nada.
Mientras la mente de Selene se concentraba en su misión, vio como ambos Lycans se perdían entre la multitud, yendo en dirección de la estación del metro, por lo que ella le hizo señas con la mirada a su compañero, el cual asintió.
¡Debian seguir a estas bestias para saber que estaban planeando!
Con una mirada serena y sin un momento de demora, la Vampiresa saltó de la cornisa.
Como un espectro ataviado de cuero, cayó en picado cinco pisos sobre el suelo de dura piedra.
La mortal caída hubiera acabado casi con toda seguridad con la vida de una mortal, pero Selene aterrizó con una diestra elegancia.
Luego, su compañero Vampiro se le unió y pronto otro más se sumó al grupo, tres cazadores de Lycans forjados en el calor de la batalla a través de los años comenzaron su persecución, siendo una fuerza letal para cualquier ser vivo de este planeta.
Habían invertido mucho tiempo en localizar a las dos esquivas presas y no iba a dejarlas escapar tan fácilmente.
Con un gesto, Selene indicó a sus camaradas las demás entradas de la estación y los tres vampiros se dispersaron sin hacer ruido y se fundieron con el alborotado mar de paraguas como seres etéreos compuestos tan solo de sombras y lluvia insustanciales…
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La Vampiresa se encontraba oculta tras una columna de la estación en la plataforma del tren mientras seguía a los Lycans, mientras sus compañeros estaban apostados en sus respectivas posiciones.
Sin embargo, y nuevamente, su atención fue tomada por el hombre que previamente había visto.
Y como la primera vez, se perdió momentaneamente.
¡¿Que mierda de está pasando Selene?!
¡Por segunda vez en menos de diez minutos, Selene tuvo que reprenderse por permitir que aquel apuesto desconocido la distrajera de su misión mientras este estaba caminando de manera tranquila!
No obstante, a la Vampiresa no le quedó más remedio que admitir que su corazón muerto había dado un vuelco cuando lo había visto venir por el otro lado del pilar y que su mirada fascinada se había detenido en el semblante cincelado del joven mucho más de lo que hubiera debido, mientras él la miraba fugazmente con esos ojos penetrantes, para perder contacto nuevamente.
'La vejez debe de estarme volviendo tonta e infantil'
Pensó enfurecida, incapaz de quitarse de la cabeza el recuerdo de los desconcertantes pero intrigantes ojos del extranjero.
En ese momento aparecieron los dos Lycans unos instantes después de que hubiera desaparecido el inapropiado objeto de su atención.
La visión y el olor odiosos de las dos bestias hicieron que volviera en sí.
Mientras los observaba con atención, la pareja de Lycans se unió a la turba que descendía del tren que acababa de llegar.
Más allá, ocultó con destreza entre las sombras y los rincones del andén, uno de los compañeros de la Vampiresa también mantenía vigilados a los dos Lycans.
Selene y él intercambiaron una mirada y a continuación abandonaron al unísono sus escondrijos para ir detrás de sus detestables presas.
Sin embargo, en un momento determinado vieron como los dos Lycan se quedaron de pie, aturdidos, como si hubieran salido de un trance.
Comenzaron a mover la cabeza de un lado al otro mientras se sacudían y miraban a su alrededor.
Ellos dos tenían una misión de seguir a un humano para capturarlo, pero de un momento a otro sus mentes se había nublado, recordando solo el momento en el cual habían salido de su guarida, llegando a la situación actual.
Sin comprender que carajos había pasado, sus agudos sentidos captaron la presencia no solo de humanos, sino también a los seres repugnantes chupasangre contra los cuales habían peleado a muerte por muchos años, por lo que se dieron la vuelta rápidamente y lograron verlos.
"¡VAMPIROOOOS!"
Con un gritó estremecedor, el más grande de los Lycan bramó estrepitosamente, con una profunda voz gruesa, mientras sacaba su arma de entre sus ropas.
¡El cañón de su arma automática escupió fuego y el abarrotado andén del metro se convirtió en una escena de pánico descontrolado!
¡La severa ráfaga de la Uzi resonó como un eco cacofónico por los subterráneos confines de la estación de metro, sin conseguir ahogar los aterrorizados chillidos del gentío!
Hombres y mujeres frenéticos se echaron al suelo o corrieron en estampida hacia la salida más próxima.
Ambos Lycans habían disparado de manera indiscriminada contra todas las personas que se movían en una confusión y desesperación total mientras intentaban darle un tiro certero a los Vampiros, quienes estaban ocultos tras unos pilares de concreto tratado de contestar el fuego mediante el disparos de sus armas.
Pero lo que generó una preocupación en Selene no fue este fuego cruzado, ya que no era la primera vez que estaba atrapada en medio de uno.
¡Lo que le generó zozobra fue que los Lycans estaban utilizando una munición que nunca había visto hasta entonces!
¡La cascada de balas resplandecía literalmente con una luz interior tan brillante que hacía daño a la vista con solo mirarla!
'¡¿Qué demonios son esas cosas?!' - pensó confundida.
¡La incandescente munición barría descontroladamente la subterránea plataforma!
Las resplandecientes balas acertaban a muchas de las luces del techo, que explotaban como fuegos artificiales y levantaban una lluvia de chispas sobre el suelo de cemento.
En el momento en que la rafa de balas se detuvo, Selene le hizo una señala a su compañero, el cual en una serie de agiles movimientos salió de su escondite para acercarse al Lycan más grande y enfrentarlo.
Pero su movimiento fue anticipado por el más pequeño de ellos, quien abrió fuego nuevamente y una ráfaga de munición incandescente acertó en el pecho del cazador.
El vampiro retrocedió tambaleándose y chocó de costado contra una pared.
Los brillantes proyectiles cortaron la correa de la cámara y el compacto aparato digital cayó y rodó sobre el suelo del andén.
Este vampiro se tambaleó con torpeza y trató de permanecer en pie. Su rostro, de ordinario estoico, estaba contorsionado ahora por una agonía y un sufrimiento indescriptibles.
¡Mientras Selene lo miraba, horrorizada, empezaron a brotar rayos de luz furiosa de sus heridas y de los desgarrones de su atuendo de cuero negro!
La cegadora luz recorrió ardiendo el cuerpo paralizado del vampiro y lo incineró desde dentro.
¡Selene sintió el calor atroz sobre su propio rostro!
Horrorizada y conmocionada por lo que le estaba ocurriendo a su amigo, trató de seguir mirando, aunque sólo fuera para poder informar a sus superiores de lo que había presenciado, pero el acerado fulgor se volvió tan brillante que tuvo que apartar la mirada con dolor en ellos.
Selene abrió los ojos justo a tiempo para ver cómo chocaba contra el suelo el cadáver carbonizado del desafortunado Vampiro.
Salía humo de su cuerpo, que estaba tan quemado y ennegrecido que resultaba imposible de reconocer.
¡Era como si lo hubieran dejado bajo el sol para morir!
¡No! - Pensó Selene, embargada por la sorpresa y la incredulidad - ¡Esto no puede estar ocurriendo!
Conocía muy bien a su compañero y había luchado a su lado desde hacía años y sin embargo la ruina humeante que tenía ante sus ojos no dejaba lugar a la duda: ¡su inmortal camarada había sido destruido para siempre!
Una ira devastadora se apoderó de ella. Giró sobre sus talones mientras su corazón angustiado clamaba pidiendo venganza, pero lo que vio a continuación la dejó aún más conmocionada.
Vio como el más pequeño de los Lycans era tomado del cuello y alzado fácilmente, como si su cuerpo no pesara nada, para ser arrojado velóz y pesadamente contra una pared de la plataforma.
*¡Baaaaaaaam!*
¡El estruendoso ruido fue seguido por la ruptura de las losetas y el concreto debajo de ellas, dejando una sangrienta huella en el lugar mientras las vísceras del desdichado sujeto se esparcían por todos lados producto del impacto!
El Lycan mas grande, al ver lo que había sucedido, no pudo procesar bien la información y simplemente atinó a apuntar su arma contra el humano que había causado la muerte de su compañero, liberando una ráfaga de proyectiles incandescentes.
Pero este humano ágilmente se movió y rápidamente se acercó al Lycan que disparaba, llegando a su frente en un instante, cosa que lo sorprendió.
*¡Boooom!*
¡Con un golpe rápido el humano desarmó al ser sobrenatural y con una patada giratoria lo mando a volar, estrellándose horriblemente contra un pilar, partiéndose la espina dorsal y todo el tronco por el impacto, dando un espectáculo horrible de tripas por doquier!
En ese instante solo los gritos de las personas desesperadas se podían escucharse en este lugar. Sin embargo, nada de eso parecía importarle a Selene, quien se quedó mirando a este hombre con la conmoción escrita en su cara.
Si bien los Vampiros tenían una fuerza sobrehumana, sus cuerpos en comparación con los Lycans perdían en resistencia.
Incluso si estos estaban en su forma humana, tendría una fuerza superior a la de ellos
¡Y ahora mismo Selene había visto a ese humano demostrar una fuerza aterradora, capaz de partir los cuerpos de las bestias como si fueran simples bolsas de sangre!
¡Esto era algo que no había visto jamás en los más de seiscientos años de existencia!
¡Incluso los tres Vampiros ancianos no podían demostrar tal grado de fuerza, no sin esforzarse al máximo de sus capacidades!
Y aquí estaba este humano, con una expresión serena y un aura tranquila, como si no hubiera matado horriblemente a esas dos bestias, mirándola detenidamente mientras le daba una sonrisa suave, cosa que conmocionó más a la cazadora.
En eso, el se agachó y tomó el arma que había sido utilizada por uno de los Lycan, la miró por un momento y luego la tiró hacia los pies de Selene, generando un sonido que sacó del trance en el que se encontraba la Vampiresa.
"No es bueno que te distraigas en el trabajo, te puede traer muchos problem –"
"¡Bajen las armas!"
"¡Salgan con las manos en alto, toda la estación está rodeada!"
En el momento en el que el hombre estaba hablando sonaron voces a través de megáfonos desde el exterior de la estación, atrayendo la atención de Selene y el otro vampiro, quien también había quedado anonadado con tal demostración de fuerza.
Todo había sido un caos y era el momento de irse para evitar que los humanos se enteren de su existencia. Pero grande fue su sorpresa al momento siguiente ya que el humano responsable de todo esto había desaparecido sin dejar rastro alguno.
'¡Maldita sea!'
Fue lo único que pasó por la mente de Selene, quien a regañadientes cogió el arma y se fue junto a su compañero restante….
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Sypha estaba viajando en una maquina muy compleja y fascinante para ella: su forma, su funcionamiento, su utilidad… todo lo concerniente a este llamado 'automóvil' despertó su afán de aprendizaje y curiosidad innata, pero sabia que no era momento para ello.
Para poder mezclarse con las personas y no ser tomada por una fanática religiosa o una gitana, había cambiado su ropa por una más moderna, dejando a la vista su increíble figura.
Llevaba puesta un pantalón jean oscuro ajustado, un suéter liso azul y una bufanda negra. Sus sandalias habían sido sustituidas por unas botas altas de cuero y para completar su outfit llevaba puesto un abrigo impermeable de color café.
Estaba viajando en este auto, que era utilizado en un servicio llamado 'taxi' hacia el Szabadkikötő, el puerto franco de Budapest, ubicado en las orillas del rio Danubio, lugar en donde tendría que buscar un barco llamado 'Santa Helena'
Sin embargo, su mente estaba ocupada en otras cosas en este instante, siendo la primera de ellas el beso que tuvo con Robert, el cual desató todas sus inhibiciones, llenándola de una gran emoción.
Sypha estaba consciente de en que se estaba involucrando, pero... sorprendentemente no tenia problemas con esto.
Ella quería conocer a fondo este magnífico sentimiento…. verlo crecer, madurar y perdurar, por lo que sus esperanzas estaban apostando por ello.
La segunda cosa que cruzaba su mente era el motivo por el cual Robert y el elfo tuvieron que moverse personalmente para resolverlo.
La hermosa sonrisa de su amado no pudo quitarle esta preocupación, ya que sabia lo poderosos que podían llegar a ser ellos dos, por lo que el problema debe ser uno grande, en una escala que comprometa quizás todo este continente.
A eso súmale la no tranquilizante noticia comunicada por ambos tipos sobre posibles eventos extremos que se puedan suscitar, como terremotos o tsunamis, lo que quería decir solo una cosa: una gran confrontación contra algo o alguien extremadamente poderoso.
Pero los ojos sinceros de Robert y la promesa de que todo saldrá bien lograron que su agitada mente se concentre en la tercera cosa que debía hacer, la cual era su misión en primer lugar.
Si bien Sypha estaba en una situación desventajosa ya que no había energía mágica en este mundo y por tanto no podía extraerla para generar su magia de ataque, Robert había sellado, dentro de en su collar, energía mágica de su mundo previo para que ella pueda utilizarla como catalizador.
A eso agrégale la cantidad sellos protectores que le había puesto encima, ella no podría ser afectada por cualquier ser de este mundo.
Una vez que llegó al puerto, se bajó del auto y caminó en dirección del muelle diecisiete, lugar el dónde se podía ver el enorme navío, al menos para ella era el barco más grande que había visto hasta ahora.
Al momento en el que cruzó el límite de referencia fue detenida por hombres fuertemente armados, quienes la miraron con recelo, mientras varios perros ladraban hacia su dirección.
"No tiene autorización para entrar en este lugar, levante las manos lentamente y dese la vuelta" – Hablaron los guardias mientras le apuntaban con sus rifles automáticos.
Si bien ella podía manejar a los vampiros y Lycans, el enfrentarse a las armas de fuego era algo que nunca había hecho. Ella sabia por Robert que estas cosas eran mortales y aun no había practicado el uso y las contramedidas necesarias para oponerse a ellas.
Sin embargo, Aún si ellos dispararan todas las municiones que tenían en sus cargadores, jamás la lastimarían, debido todas sus protecciones. Pero era algo que ella utilizaría como último recurso.
Estos eran humanos, o al menos eran las 'sombras' de ellos, por lo que no quería utilizar violencia en su contra.
"He venido a ver a Lorenz Macaro, díganle que tengo información de la ubicación de William y la llave para abrir su prisión"
Las simples pero directas palabras de la mujer hicieron que los guardias se tomaran en serio toda esta situación, ya que estaban sintiendo una opresión invisible proveniente de ella, por lo que se miraron entre ellos y con un movimiento de aceptación un o de ellos se fue en dirección del barco.