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9.

﹏﹏﹏﹏﹏♡⋋♡⋌♡﹏﹏﹏﹏﹏

| CAPÍTULO NUEVE. |

—Toma esto— le entregó una pulsera —Tienes 24 horas para despedirte de un ser querido— agregó antes de entrar a la garganta dejando a la teniente del tercer escuadrón tirada en el piso aún inconsciente.

Tara despertó en los recintos del cuarto escuadrón, estaba muy exaltada por lo que había pasado así que se levantó rápidamente de la cama en cuanto abrió los ojos.

—Tranquilícese teniente— habló Kira a su lado.

La pelinegra le miró con sorpresa y luego observó todo a su alrededor.

—¿Dónde está Orihime?— preguntó rápidamente al recordado a la humana de cabello anaranjado.

—Ella no fue encontrada cuando llegamos a auxiliarle, los dos Shinigamis que le acompañaban y usted teniente se encontraban inconscientes en el suelo y estaban curados— respondió rápidamente el rubio preocupado por su amiga y superior.

—N-no estaba...— cayó al suelo ante las palabras del tercer oficial.

Se sentía una inútil, no pudo proteger a la amiga de Rukia Kuchiki. ¿Por qué le pasaban estás cosas a ella?

—¿Qué paso con Rukia y los demás?— preguntó enseguida levantándose con ayuda de Izuru.

—Regresaron a la Sociedad de Almas por órdenes del capitán Comandante— respondió el rubio preocupado por la salud de la teniente.

No se podían permitir volver a perder ni quiera a la teniente del escuadrón.

—Izuru... ¿Podrías por favor dejarme sola?— le miró suplicante.

El tercer oficial dudó, ¿sería correcto dejarla sola cuando su estado mental se encontraba crítico ante tanta información y sorpresa?

Suspiró y asintió para posteriormente salir se la habitación.

Gran error.

Corría por todo Karakura, buscando llegar a la tienda de Urahara lo más rápido posible.

Al llegar entró rápidamente evadiendo a Tessai y los niños, Yoruichi trato de detenerla pero fue en vano. Esa habitación de entrenamiento siempre le pareció extraña y sofocante al parecerse a un desierto, pero en esta situación le importaba poco la apariencia del lugar.

Cuando llegó hasta donde Kisuke, se encontró con Ichigo y compañía apunto de atravesar una garganta.

—¡Esperen!— exclamó la teniente llegando hasta ellos con un veloz Shunpo.

Los cuatro hombres le miraron confundidos por su repentina aparición.

—Iré con ustedes... Conozco el palacio de Aizen al igual que las habilidades de los Espada, quiero ayudarles a rescatar a Orihime— habló tratando de convencerlos.

—¿Cómo lo sabes?— preguntó Ichigo desconfiado.

No deseaba volver a confiar en la Sociedad de Almas después de haberles dado la espalda a él y sus amigos.

—Yo estuve ahí cuando la secuestraron, no fui lo suficientemente sensata para atacar al enemigo. Me dejé llevar por mis emociones, y ahora por mí culpa Orihime fue secuestrada. Quiero ayudarles, quiero pedirle disculpas— respondió apenada por todo lo que había pasado.

—Está bien— dijo el Quincy acomodándose las gafas —Puedes acompañarnos, alguien con tus habilidades nos será de mucha ayuda— agregó deteniendo a su impulsivo amigo pelinaranja antes de que éste dijera algo.

—Gracias— sonrió mientras hacía una reverencia.

No recordaba a Hueco Mundo tan sombrío, su desierto y árboles secos lo volvía un mar de profunda pesadez. No era un lugar en donde una joven tan linda y llena de vida como lo era Orihime Inoue debería de estar.

Caminaron tanto tiempo y ni así podían acercarse lo suficiente a Las Noches, Tara les contaba todo lo que sabía sobre el palacio de Aizen. Información que les sería útil al momento de la batalla contra los Espada para rescatar a Orihime.

No iba a negar lo nerviosa que estaba de volver a aquel palacio donde pasó tiempo con su amado, habían pasado tantas cosas. De haber sabido que estaría envuelta en ese enredo, habría perdonado a su amado desde hacía tiempo. Para así, poder disfrutar a su lado del tiempo que les quedaba juntos.

Ahora, ambos eran de bandos opuestos, y por ello. Sería peligroso para ellos volverse a reencontrar.

Se habían encontrado a tantas personas a lo largo de su viaje a Las Noches. Tres Arrancars de los cuales sólo recordaba el nombre de la pequeña que se la pasaba pegada a Ichigo; Rukia y Renji los habían alcanzado y después de golpear a Ichigo por ser tan desesperado e impulsivo continuaron su viaje.

Ahora ahí estaban, en Las Noches. Odiaba el hecho de que todos se separaran sin siquiera un plan fijo. Finalmente había decidido ir atrás de aquel chico del que nunca pudo ver sus ojos.

—Oi— llamó al moreno pero éste solo seguía corriendo enfrente de ella —¡Oye tú, detente!— gritó logrando que él chico se detuviera y la mirará.

Su expresión era de confusión aun cuando no podía ver los ojos del chico.

—¿Cómo dices que te llamas?— preguntó una vez que llegó a su lado.

Ambos comenzaron a correr, en la misma dirección a la misma velocidad para mantener una conversación.

—Yasutora Sado— respondió el castaño con una seria expresión —Pero puedes llamarme Chad— agregó fijando su mirada al frente.

Alerta a cualquier ataque del enemigo.

—Un gusto Chad, me llamó Tara Kobayashi y soy la teniente del tercer escuadrón— se presentó la pelinegra con una sonrisa amable.

El chico asintió y después de eso el silenció se hizo inmenso entre ambos.