webnovel

28 de septiembre de 2022. Parte I.

- ¿Qué hora es? –

Despegué la cabeza del almohadón. Al igual que ayer, la luz del Sol ya coloreaba mi habitación en el momento en el que abrí por fin los ojos.

- Aún no he podido digerir todo lo ocurrido anoche. Madre mía, ayer en general fue un día surrealista. –

Murmuré mientras me daba la vuelta sobre mi colchón, aprovechando para retorcer mi cuerpo lo máximo posible como en todo buen estiramiento matutino, escurriendo cada uno de mis músculos en el proceso.

- Diría que todo lo que pasó ayer fue un sueño, pero tengo suficientes agujetas como para constatar que todo aquello pasó de verdad. Ayer, en aquel callejón, me libré por poco… Así que aquella cosa que me tendió una trampa era un Mifler… –

Recordé la secuencia en la que casi acabé siendo cazado por aquella criatura y el rostro de aquella chica rubia que evitó que me devorase.

Acabé tumbado bocarriba, observando cómo las partículas de polvo sobrevolaban mi habitación, iluminadas por la luz de la ventana.

Palpé mi pecho. No solo por la presencia del cristal, sino por el miedo racional que tenía a que este se detuviese en cualquier momento. Temía que llegase el día en el que el motor de mi cuerpo me dejase tirado, en el que no pudiese soportar más la presión de la Meosnemia y del resto de cosas que me afectaban. Rezaba por resolver todos mis asuntos antes de que aquel día llegase.

- Al menos sigo vivo. Aunque solo sea de momento. –

Bostecé y reflexioné un rato sobre lo ocurrido.

* Anoche fue un caos. Primero que nada, ¿qué demonios hacía ese chico bajito, Tofu allí? ¿Era él de verdad? Estoy cien por ciento seguro de que era él… ¿Cómo pudo sobrevivir a lo que vi hace un par de días? ¿Sabrá él algo en relación al chico del brazo robótico que protagonizaba aquel Eco del cristal? Es obvio que todo un misterio envuelve mi cristal y su Eco, justo como El Vigilante me había hecho saber… ¿Sabrá él que Tofu está vivo y en Seúl? *

- No sé qué pensar. Parecía ser él el que huía de las midestias, pero, cuando intenté ayudarle él me disparó aquel rayo de luz raro. Fue todo tan rápido… Menos mal que no me hirió, ya hubiese sido el colmo. En fin… -

Me desperecé y salí de la cama. Me miré reflejado en el pequeño espejo de mi cuarto para hacerme una coletilla y, de paso, para observar el estado de la herida en mi ceja provocada por mi pelea con Leon.

- Me gustaría dormir más, pero hay demasiadas cosas que me gustaría hablar con Hermes. Especialmente después de lo que me pasó con Andrew. No sé si a Hermes le parecerá bien o no, pero debo dejarle claro que este me abandonó pese a lo que nos encargó Lanza. –

Aprovechando que anoche no me había cambiado debido a mi cansancio, aproveché aquel momento para cambiar de ropa al fin.

Me deshice de mis pantalones vaqueros y de mi camiseta. Mi sudadera blanca estaba ya apoyada sobre una silla desde anoche, toda sucia de polvo, agua, aceite, babas de midestia y sangre de al menos tres seres vivos distintos.

En cuestión de instantes, me vestí con algunas de las prendas que había adquirido la mañana anterior en mi paseo por la ciudad. En concreto, me puse una camiseta roja con un logotipo genérico y unos pantalones cortos de deporte. Las mañanas de aquella ciudad todavía permitían que vistiese de corto.

- Debería aprovechar el momento para darme una buena ducha, no me vendría nada mal. Al menos, para limpiarme un poco y descansar la mente antes de ponernos al día de todo con el resto del equipo. De momento, por cada información que consigo, nuevas dudas me surgen... No me vendría mal hacerme con una libreta en donde apuntar todas las cosas que me ocurren, si me diesen diez mil wones por cada vez en la que casi muero… -

Me detuve allí mismo, con la mirada perdida por unos segundos, recordando aquel ángel que me salvó.

- C-como sea… -

Volví a la realidad. Recogí del suelo mi pantalón vaquero y, de un bolsillo de este, saqué la misteriosa nota. La abrí y leí para comprobar aquello que me temía: "Jueves 29 de septiembre. Hora: 01:45. Lugar: Parking de Toegye-ro 20na-gil."

- … -

No sabía a quién pertenecía aquella nota, ni qué me esperaba si la seguía, pero la fecha de esta no mentía: Aquella misma noche, de madrugada, descubriría su verdadero significado.

Después de aquello, al fin me digné a darme una ducha. Me negaba a admitir que llevaba días sin ducharme, así que, antes de que nadie se percatase de mi mal olor, decidí tener un poco de decencia.

Como era de esperar, la ducha del baño de mi piso era completamente funcional. Echaba mucho de menos el agua caliente. Hasta ahora, aquella era la primera vez que podía relajarme un poco.

Unos minutos después, salí del baño. Ahora sí, con ropa y cuerpo limpios, con el pelo todavía mojado, repeinado, y con una toalla sobre los hombros para no mojar mi camiseta roja con este.

Refrescado y descansado, pese a estar todavía lento de ideas por la falta de cafeína en mi organismo, descendí las escaleras rumbo a la cocina.

- Café, me vendría bien algo de café para espabilar… -

Llegué al piso de abajo entre bostezos y quejas.

- Ya podrían haberme dado una habitación más cerca de la cocina. Me voy a morir de hambre… Al menos, me he podido cambiar los calzoncillos después de tres días, ya era hora… Huh. –

Me detuve en medio del comedor al detectar múltiples individuos por el rabillo del ojo.

* Maldita sea… *

Me giré. En aquel momento, un enorme nerviosismo invadió mi cuerpo. Este era distinto a cualquier otro. No era el miedo de tener a la muerte ante mí, sino la vergüenza de tener a aquellas personas delante, en especial, tenerla a ella delante.

A mi derecha, reunidos en la mesa del comedor con la pizarra blanca, tres individuos discutían extensamente lo ocurrido la noche anterior. Hermes, con su sombrero de pluma blanca, tan elegante como siempre, observaba sentado desde una de las sillas cómo Lanza exponía y explicaba alguna situación de pie, desde la otra punta de la mesa. En el centro, entre ambos, también de pie, pero apoyándose con sus manos sobre la mesa, la misma chica rubia que la noche anterior me había salvado me observaba decepcionada con mi aparición. Con su mano izquierda, se repeinaba un par de mechones de oro y me dejaba ver tímidamente su oreja adornada con múltiples pendientes y aros.

Su presencia y ojos melosos robaban toda mi atención. Jamás pensé que ver a una chica podría distraerme del hecho de estar compartiendo espacio, casa y misión con un dios, pero así fue.

* Esto es lo peor que me podría pasar… Lo admito, tenía unas ganas enormes de poder verla de nuevo, pero, ¡no quería que me pillase recién levantado hablando de lo poco que me cambio los calzoncillos! Ahora mismo desearía que el cristal de mi pecho explotase… *

- … -

- … -

- … -

- Hombre, miren a quien tenemos aquí. Buenos días, me alegra ver que aún sigue de una pieza, señor Percedal. –

- B-buenos días a todos, hehe… -

* ¡Tierra trágame! *

- Hola, señor Asher. Lamento decirle que hoy llega tarde al desayuno, por lo que no le he preparado nada. –

* Genial, ¡lo que faltaba! *

- B-buenos días. –

Me saludó también aquella chica bendecida por los colores y el brillo del Sol.

- Oh, claro, supongo que es momento de hacer más presentaciones. Ehem. Asher Percedal, te presento a la señorita Harper Kingsman, una estudiante extranjera también envuelta en nuestro altruista caso de salvar a los Septenthbers. –

- Ho-hola… -

Por su rostro, parecía seguir decepcionada con aquello que había aparecido frente a ella.

- Y, lo mismo le digo a usted, señorita Harper Kingsman. Este es Asher Percedal, nuestra última incorporación al equipo. ¿Septenthber? No. ¿Poseedor de una Bendición Divina? Menos. Pero no se deje engañar, él es de las personas que más está dispuesta a ayudarnos. –

Sonrió Hermes.

- Tú… Ya decía yo que tu cara me resultaba familiar, menuda casi lías anoche… -

- … -

* ¡Me ha reconocido! ¿No podría entrar ahora mismo una midestia por la puerta? ¡¿Por qué tiene que ser así nuestro reencuentro?! *

- ¿Huh? ¿Ya se conocen? -

Respondió algo confuso Hermes.

- Algo me había comentado antes la señorita Harper. –

Me miró Lanza.

- Hmm. Entiendo, ahora todo tiene sentido. Entonces, aquel inconsciente suicida con espada al que la señorita Harper salvó anoche de un Mifler no fue nada más ni nada menos que al mismísimo Asher Percedal. ¿Es así, inconsciente suicida con espada? –

- Sí… -

No tenía lugar en dónde esconder toda mi vergüenza.

- Me encontraba solo siguiendo un rastro de sangre cerca del mercado cuando fui atacado por sorpresa por aquella cosa. Esto, por el Mifler… -

- Ya veo. –

Añadió Hermes.

- Mira por dónde, parece que alguien se ha acordado de cómo se habla. Anoche ni siquiera me agradeciste que te salvase… -

- … -

* ¿Me puedo ir ya? Creo que echo de menos a Doyun Park, ya podría entrar por esa puerta disparando a todos lados… *

- ¿Sabes? Es peligroso para mí usar mi mutación en medio de la calle, ¿qué menos podrías haber hecho que agradecérmelo? –

* Su mutación, claro… *

- ¿No se disculpó? –

- Hombres… -

* Esto no debería ocurrir así, hasta para estas cosas tengo mala suerte… *

- Estaba demasiado nervioso… Últimamente tengo demasiadas experiencias cercanas a la muerte… -

- Hmm. –

- Supongo que tampoco pasa nada. Yo también lo hubiese pasado muy mal si un Mifler de ese tamaño me hubiese atacado por sorpresa. –

- Aun así, te debo una disculpa, de verdad… Mi misión aquí es matar midestias, proteger la ciudad y protegeros a vosotros, los Triángulos. Ayer fracasé, y encima te puse en peligro por hacerte usar tus poderes. Siento de todo corazón mi incompetencia… -

Harper me regaló una honesta sonrisa.

- Disculpa aceptada. -

- Emm. Esto, entonces, aquellos poderes… -

- Efectivamente, señor Asher, la señorita Harper es una Triángulo, y para la próxima vez, se supone que somos nosotros los que debemos salvar a los Septenthbers Triángulo. Hahaha, aunque no le estoy contando nada nuevo. Solo téngalo en cuenta. –

- … -

- Pero bueno, ya que os gusta tanto hablar de Triángulos, ¿por qué no hablamos de otro de ellos? –

- Entendido señor. Nos ponemos con eso inmediatamente. –

Añadieron el dios y su guerrera. Acto seguido yo cerré la boca de una vez, dispuesto a discutir algo realmente serio.

- Asher. –

Me llamó la atención Lanza.

- ¿Cuándo fue la última vez que hablaste o viste a Andrew Sterling? –

- ¿Andrew? –

Hermes dejó escapar una pequeña risa. Él era completamente consciente de la pregunta que me estaba haciendo Lanza y de la respuesta que yo iba a aportar a continuación.

- Sí, el Septenthber que te presenté anoche, cabello corto, piel morena... Es importante. –

- Lo sé. Anoche, cuando nos separamos de ti, me obligó a pelear por mi cuenta contra cuatro midestias, no fue una tarea fácil. A mitad combate, alguien le llamó por teléfono. Él contestó y poco después me abandonó allí mismo contra los monstruos, pese a todas las veces en las que le pedí que me ayudase. –

- ¿No lo volviste a ver después de eso? –

- No. –

- ¿Te dio alguna pista de a dónde se dirigía? –

- Ninguna. Lo único que os puedo decir es que insistió mucho en saber si yo también era un Septenthber Triángulo. Eso era lo único que le interesaba saber de mí. –

Recordé aquella conversación con Andrew: "Es obvio que junto al enemigo de tu enemigo más fuerte, uno tiene más opciones de sobrevivir." "No te fíes de nadie, Asher". Me autocontesté con las palabras del Vigilante. "Asher, ayúdame a salvar a los Septenthbers".

- Ese idiota está planeando algo, Hermes, no podemos fiarnos de él. Entiendo que quieras salvar a todos los Septenthbers Triángulo, pero hay gente que se esfuerza por no ser salvada. –

- Harper tiene razón. Es cierto que Andrew siempre fue una persona extraña, pero últimamente lo es aún más. Nunca ha sido tan solitario, y nunca lo había creído capaz de abandonar a un compañero frente al peligro… Opino que lo mejor por el momento es negarle la entrada a esta casa. Al menos hasta que de verdad entendamos sus verdaderas intenciones. –

- ¿Hermes? –

Le preguntó Harper al ver que el dios se limitaba a escucharlas y a darle vueltas a las cosas en su cabeza.

- Hmm. Por el momento, me parece bien el negarle la entrada. Aunque, analizando un poco más la situación, en el supuesto de que Andrew esté compinchado con Corpus, no nos viene muy bien que él sepa la localización de nuestra casa. Podría ser un problemilla en el futuro, hehehe. –

* ¡¿Un problemilla?! *

- Señor, ¿sugiere que nos cambiemos de localización? –

- Hehehe, de momento no. Es mejor esperar a ver cual es el siguiente movimiento de Corpus, dejemos que el resto de fuerzas actúen un poquito más. –

- … -

* Sabía que algo no cuadraba. No es normal que una persona se comporte de formas tan distintas según el momento del día, y mucho menos lo es que abandonase a su nuevo compañero a su suerte. *

Recordé el cambio de actitud de Andrew entre la mañana y la tarde.

* Estoy seguro de que esta nota que tengo en mi bolsillo tiene algo que ver con todo este asunto. Puede que sea una pista importante que se le cayó a Andrew sin darse cuenta, o incluso, que fuese un cebo para que Lanza o Hermes cayesen en su trampa. Aún es pronto para teorizar, pero será mejor que me la guarde en secreto por ahora, veré qué más puedo aprender. *

Me imaginé una extraña conexión posible entre Andrew, Corpus, la nota que encontré ayer y Tofu. Había demasiadas piezas en aquel puzle. De momento, lo único que podía hacer era tratar de probar todas las combinaciones posibles con el objetivo de unir las piezas correctas y así vislumbrar una imagen real del misterio.

- ¿No crees, Asher? Te veo muy callado. –

- ¿Huh? Bueno, Hermes, es que aún no me he acostumbrado del todo a todo esto… No sé qué aportar a la conversación… -

- Supongo que tienes razón. Me alegra ver que anoche te las apañaste para sobrevivir, hehehe. Fue una suerte que Harper estuviese cerca para ayudarte. –

- La verdad es que sí… -

- Ya te lo digo yo, lo mejor de una buena aventura como esta es compartirla con chicas guapas y capaces como ella. –

- ¡He-Hermes! –

Harper no se vio muy contenta tras el comentario del dios.

- Hahaha, era una broma. –

- … -

- Matar a una midestia de ese tamaño es toda una hazaña y más todavía si se trata de un Mifler. –

- B-bueno, es que esa vez tuve un cebo… -

* ¡¿Un cebo?! ¿Es así como ella me ve? *

- ¿Y tú, Lanza? ¿Encontraste anoche algún rastro del mercenario enmascarado o de algún otro Triángulo? –

* ¿Mercenario enmascarado? No se estarán refiriendo a él… *

Recordé al único joven enmascarado que conocía, el cual casi me acababa volando la cabeza la mañana anterior.

- No señor. Pese a haber tratado de localizarlo por la ciudad, no es una tarea sencilla. Ni siquiera me resulta sencillo detectar midestias por las calles. Siento no ser tan talentosa como mi hermana es ese sentido… -

- Vamos, vamos. No te preocupes Lanza, todos estamos muy agradecidos con tus esfuerzos. –

- … -

- Honestamente, agradezco que así sea. Sé perfectamente que te pedí localizarlo, pero lo más recomendable es evitar cualquier tipo conflicto con ese demonio por el momento. –

- Señor, me veo obligada a insistirle en que, después de todos los problemas que este nos ha causado, lo mejor es que me deje eliminarlo tan pronto como tenga la oportunidad. –

- U-un momento, un momento. ¿Estáis hablando de matar a Doyun Park? –

- Señor Asher, ¿se puede saber de qué demonios está hablando? –

- Del mercenario, enmascarado… -

- No seas bobo, Asher. Ni mucho menos estábamos hablando del señor Park. –

Intervino Hermes. Aprovechando el momento para sacar de debajo de los papeles de la mesa una Tablet.

- Enmascarado… Mira, permíteme que te presente al mercenario enmascarado… -

Con una peculiar expresión en su rostro, Hermes comenzó a buscar algo en su Tablet.

- A ver si consigo aclararme con esto… -

- … -

- Lo siento, pero yo no pienso volver a ver ese video… -

Harper se apartó de la mesa y caminó hacia Lanza y un servidor.

- Voy a hacer café. Tú, el mudo insensato, ¿quieres que te prepare uno a ti también? Antes lloriqueabas que no habías desayunado. –

- Emm. Esto, vale, claro. –

- A ver si así consigo que esta vez me des las gracias. –

Se marchó hacia la cocina.

* No me trates así por favor… ¿De verdad sigue molesta por lo que pasó anoche? *

- Aha, aquí lo tengo. Siéntense en sus butacas, que la función va a comenzar. –

- Asher, si eres tan amable. –

- Mira, te presento oficialmente al mercenario enmascarado de Corpus… -

Me acerqué a Hermes, quien me acercó la pantalla de su dispositivo para que pudiese verlo todo bien.

Aquellas imágenes que me mostró el dios me removieron las tripas por completo. Sentí miedo, asco, rabia, pero, sobre todo impotencia.

El video que me mostró Hermes consistía en la grabación de una cámara de seguridad de un callejón. Supuse que, obviamente, se trataba de un callejón de Seúl. En aquel, en medio de la noche, un joven coreano de no más de veinticinco años rogaba por su vida ante un invisible peligro. Sumándose a su rostro ensangrentado y gravemente herido, su cuerpo parecía incapaz de tolerar cualquier otro esfuerzo, parecía que aquel joven había llegado al límite de sus capacidades.

Pese a que el sonido era de muy mala calidad, los alaridos y súplicas de aquel joven me arañaban el alma. De pronto, otro individuo invadió el campo de visión de la cámara. La baja resolución y la relación de aspecto de la grabación no permitía que este cupiese de cuerpo entero. Aun así, solo con ver el lenguaje corporal del primer joven al ver cómo este último se acercaba, era más que suficiente para darme a entender lo que iba a suceder a continuación.

- … -

- ¡¿Pero qué?! –

En el lapso de tiempo de un parpadeo, el segundo hombre se teletransportó a la espalda de la víctima, y antes de que el joven pudiese reaccionar, le voló los sesos con un disparo de su arma. El tiro resonó de forma seca por todo el callejón, y yo mismo pude sentir a través de la pantalla cómo aquel joven perdía la vida con solo accionar un mecanismo con un dedo.

El cuerpo de la víctima, la cual estaba arrodillada pidiendo clemencia antes de su muerte, calló al suelo inerte. Cara contra asfalto. No pude ni siquiera ver el rostro del asesino antes de que la grabación se detuviese.

Por más que lo intentaba, mi mente no parecía capaz de asimilar los eventos que acababa de presenciar. Una cosa era ver un cadáver, pero otra muy distinta era ver a una persona morir. Tan pronto como vi aquel video, perdí por completo las ganas de desayunar.

- Hermes… ¿Qué demonios ha pasado en ese video? El asesino s-se ha, ¿se ha teletransportado? –

- Jung Kyong, quince años y seis meses. Onceavo de los Septenthber Triángulo. –

- ¡¿Quince años?! –

- En el momento de su muerte, estaba tan fatigado y asustado que ni siquiera pudo usar su mutación para defenderse. –

- ¿Quién puede matar a un joven de quince años con esa sangre fría? –

- El mercenario enmascarado. El perro de caza por excelencia de Corpus Company, y posiblemente el individuo más peligroso al que nos enfrentamos. Es violento, calculador y despiadado. Como te expliqué ayer, Corpus no necesita a los Triángulos vivos para poder extraer de ellos el genoma de su mutación. Utilizar a este mercenario es una forma mucho más sencilla, así no tienen que ir capturándolos uno a uno, solo atestarles un balazo mortal. Él los mata, la empresa limpia el desastre y como los Triángulos son un problema para la seguridad pública, el gobierno mira para otro lado. –

<< Ding-Dong >>

Nos interrumpió el timbre.

- Esto no me gusta, Hermes. No es su culpa haberse convertido en mutantes. No pienso dejar que Corpus los mate para hacerse con sus genomas… -

- ¿Y qué te crees que yo hago? Eso mismo es lo que trato de evitar. Nuestras fuerzas pueden mermar con el paso del tiempo, pero usa eso para motivarte: Ni tú ni ninguno de los Septenthbers tenéis la culpa de lo que os ha ocurrido. Tú, al menos, tienes la oportunidad de entender y compartir su dolor. –

* Supongo que ellos también son unos desgraciados abandonados por la suerte… *

- … -

<< Ding-Dong >>

- Y ese mercenario, ¿es también uno de los doce Septenthbers especiales? –

- Chicos, estoy ocupada acabando de servir el café, ¿podríais abrir la puerta vosotros? –

Nos preguntó Harper desde la cocina.

- No tengo ni idea, podría ser. –

Un breve silencio se produjo entre ambos. Trataba de descifrar al dios, pero esto era más difícil de lo que parecía. De cierta forma, su actitud me frustraba un poco: Siempre tan ambiguo y comedido. Estaba seguro de que él sabía mucho más de lo que contaba. Él debía entender los oscuros mecanismos de Corpus, el origen de aquel mercenario enmascarado, algo respecto a la actitud de Andrew… ¿De dónde salían tantas midestias?

- … -

<< Ding-Dong >>

- Hermes, Asher. –

Nos llamó de nuevo la persona que se había ofrecido a prepararme un café.

- Yo voy, no te preocupes. –

Me dispuse a marcharme.

- Asher. –

- ¿Sí? –

Me detuvo Hermes antes de que fuese a abrir la puerta. Ni siquiera me miró.

- Si de verdad te interesa saber más de este mercenario en cuestión, ¿por qué no intentas sacarle algo de información a Doyun? A lo mejor tú sí que consigues ver lo que se esconde detrás de esa máscara… -

Asentí y me marché a abrir la puerta. Por el camino, reflexionaba sobre las últimas palabras de Hermes.

* Este pozo es cada día más profundo. Todo empezó con El Vigilante y el Pastor, luego dioses y una ciudad infestada de bestias y mutantes, ahora hay asesinos y traidores, al menos supuestos traidores… Maldita sea, así que Doyun no le cuenta todo lo que sabe a Hermes, y Hermes lo sabe. Doyun Park fue el que me advirtió que no debía desvelar a nadie toda mi información. El Vigilante me advirtió que no podía confiar en nadie al cien por ciento, por muy buenas personas que parezcan. ¿Qué es eso que sabe Doyun Park sobre el mercenario enmascarado? Él también lleva una máscara muy extraña, y también se movía a una velocidad sobrenatural… *

Mi debate era sencillo: ¿Debía fiarme de los buenos? ¿¿Cuánta información me faltaba para realmente entender lo que sucedía en aquella ciudad? ¿Cómo demonios podía alguien vencer a un asesino que se teletransportaba de un lugar a otro?

- Ya voy, ya voy. –

Cuando pasé por la cocina en dirección a la puerta, me crucé con Harper, quien con visible prisa, ultimaba las dos tazas de café que acababa de preparar. Poco después me siguió hasta la puerta. Aún estaba un poco detrás de mí en el momento en el que la abrí.

* Un hombre desconocido, qué extraño… *

- Anda, ya era hora. Hahaha, estaba empezando a pensar que me había equivocado de casa. Anda, ¿a quién tenemos aquí? –

Sorprendido por la puerta abriéndose y tratando de disimular, aquel hombre alto y de barba descuidada dejó de buscar oro en su nariz para dedicarnos toda su atención.

- Buenos días por la mañana, a los dos, esto, ¿cómo puedo parecer educado aquí? –

Se preguntó a sí mismo.

- … -

- ¿Y tú quién demonios eres? –

Preguntó Harper avanzando hasta mi lado. Ambos nos giramos el uno hacia el otro unos instantes, desconcertados por las pintas del hombre frente a nosotros.

No tuve duda alguna pese a toda la gente que había conocido hasta ahora, aquel hombre se llevaba el premio del personaje más pintoresco y extraño hasta ahora.

- Hahaha, ¿qué clase de pregunta es esa, niña? –

- ¡¿Niña?! –

- Sí, te he llamado niña y me da igual. Decidme, parejilla, ¿no habréis visto a un dios por aquí, verdad? Es un viejo raro al que le gustan los sombreros y poner caras extrañas. –

- Oye, inconsciente de la espada, no creo que debamos fiarnos mucho de este espécimen. No me trasmite confianza alguna… -

Se acercó a susurrarme Harper al oído.

Aquel hombre me hizo sentir que, en el hipotético caso en el que caminásemos juntos por la calle, yo no llamaría la atención de todos aquellos habitantes de la hermosa pero llena de monstruos ciudad de Seúl con los que nos cruzásemos. Vestía un chándal blanco de la selección de fútbol surcoreana, con el logotipo de un tigre gigante incluido y las mangas arremangadas mostrándonos unos extraños vendajes salpicados de sangre que envolvían sus antebrazos. Además, conjuntando con su chándal, el hombre mantenía su larga melena de color castaño recogida con la ayuda de una gorra de la misma selección de fútbol.

* Este tío es muy extraño. Aunque bueno, todos los que entran por esta puerta lo son… *

- A mí tampoco, pero intentemos hablar con él un poco más. ¿No te suena haber escuchado a Hermes nombrar algo sobre este hombre antes? -

Le respondí. Ella me negó con la cabeza.

- Venga hombre, no seáis así, no os pongáis a cuchichear como si yo no estuviese aquí. Oye viejo, ¿estás ahí? Hoy ya es mañana por la mañana. Me dijiste que volviese por la mañana. –

Gritó hacia el interior de la casa mientras calentaba sus articulaciones. Sus repentinos gritos nos sorprendieron a ambos, quienes no sabíamos cómo manejar a aquel individuo.

- Vamos, Hermes, sal de una vez. Mi paciencia tiene un límite, ¿sabes? Ah, y de paso tráeme un vaso de agua o algo, que me gustaría beber un poco y no veo en esta casa gesto de educación alguno. –

Siguió gritando hacia el interior de la casa con un tono y acento únicos.

- ¡Señor, señor! Por favor, ¡¿qué está haciendo?! No hace falta que monte este escándalo, podría haber gente escuchándole y es mejor no llamar la atención por aquí… -

Susurraba desesperado por calmarlo.

- Aquí tienes amigo. Bebe y deja de montar una escena en la entrada de mi vivienda. Al menos, mientras bebas tendrás la boca ocupada… –

Hermes nos sorprendió a todos portando consigo un vaso de cristal lleno de agua. Conforme llegó a la puerta, se lo entregó a aquel extraño hombre simpatizante de la selección surcoreana de fútbol y se apoyó sobre nuestros hombros, como si fuese nuestro orgulloso padre presentándonos a su amigo.

- ¡¿Hermes?! –

- ¡¿Tú?! –

- Hahaha, al fin te dejas ver el pelo, y el sombrero, hehehe. Buenos días por la mañana querido amigo. –

Harper y yo mirábamos a ambos hombres con visible confusión.

- Buenos días a ti también. –

- ¿Qué tal todos? ¿Conseguisteis volver todos de una pieza anoche? –

- Supongo que la fortuna quiso que así fuese, aunque he de admitir que nos libramos de una desgracia por los pelos. –

Me miró Hermes, soltándonos a Harper y a mí.

- Hehehe. –

- Me alegro, me alegro. Sobrevivir por poco debe servir para alimentar la motivación de un equipo, significa que el azar os quiso vivos. Hehehe. –

- Si tú lo dices… -

Respondió Harper.

* No estoy muy seguro de que el azar quiera que pasen cosas. ¿No implica la propia definición de azar que es algo aleatorio? ¿Qué más da? *

- Bueno, un momento, disculpen mis modales. Ser divino, ¿debería presentarme ante estos jovenzuelos? ¿Pueden ellos conocer mi verdadera identidad? –

- Agradezco tu cautela pero me sorprende tu falta de discreción… Sí, sí que puedes contarles a ellos quién eres. Es más, Asher Percedal, el joven por el que te hice venir hasta aquí. –

- ¡¿Huh?! –

* ¡¿Yo?! *

Con un fuerte golpe en la espalda, Hermes me presentó al hombre.

- ¿En serio? Hmm, se ve muy, no sé, muy normal, ¿no? –

- ¿Cómo esperabas que fuese? –

- Hmm, un poco más alto quizás… -

- E-encantado de conocerle, hehehe. –

Le tendí mi mano al hombre de la melena y la barba.

- ¿Qué tiene que ver este tío con Asher? –

Le preguntó Harper a Hermes a mi espalda.

- Hahaha, un placer, chaval. Vamos a salvar esta ciudad juntos, hahaha. –

Se reía mientras apretaba y sacudía mi mano con tremendo ánimo.

- Hahaha, Asher, rubia… -

- ¡¿Rubia?! –

- Perdóname. Ehem, niña. –

- ¡¿Niña?! –

- Mi nombre es Sir Ilios de Roda, un Caballero Bellator y aventurero retirado que pasa el resto de sus días en esta bonita esfera de agua y piedras que es la Tierra. Lejos de aquí, pero aquí. No sé si me explico. –

- No mucho, la verdad. –

- No importa. Asher, estoy aquí para ayudarte a vencer a todas esas midestias y gente mala contra las que tú, Hermes y el resto de equipo lucha en vuestro camino a salvar a esos pobres mutantes que nos necesitan. –

- Oye, que yo sigo estando aquí. –

Ilios se apoyó sobre mi hombro entusiasmado.

- Por mi propio dios te aseguro que salvaremos a esa pobre gente, a la ciudad y al mundo entero. Juntos, reduciremos a cenizas la morada de nuestros enemigos bajo el peso de nuestros aceros. –

Me zarandeaba de un lado al otro frente al dios y a la chica. No se me ocurrió nada mejor que sonreír.

- Hehehe… -

* Ilios es un hombre muy pasional por lo que veo… *

- Con mi fuerza, ¡derrotaremos a quien se interponga en nuestro camino! Por cierto, bonita coletilla. –

- Quieto ahí, Ilios, eso no es lo que habíamos hablado. Lamento decirte que tu honrado espíritu de salvar a todo el mundo no puede sernos útil aquí. –

- ¿Huh? –

- Tu misión es entrenar al chico para que luche él. No ayudarnos a luchar, ni mucho menos luchar por él. –

Me señaló el dios.

* ¿Ilios está aquí para entrenarme? ¿Para que luche? *

- ¿Qué? –

- ¿Qué? –

- Y-ya lo sé Hermes, hehehe. Pero piensa en la buena oportunidad que tenemos. Contigo de Generador y yo lo peleando, podríamos derrotar a todo el que quisiésemos, fácilmente. –

- No, tú no puedes sernos útil en esta batalla. –

Tristeza y desesperación poblaron el rostro de Ilios, quien se negaba a aceptar las palabras del dios.

- P-pero soy un Caballero Bellator. U-un gran aventurero y guerrero… -

* No tengo ni idea de qué es eso de ser un Caballero Bellator, pero tampoco es que me importe mucho. De momento, prefiero priorizar todo aquello que pueda estar relacionado con nuestra misión. *

- Qué cabezón eres, maldito aventurero sin neuronas. –

- ¿Yo? Pues anda que tú, dios vejestorio. –

- … -

- … -

* ¿Le ha llamado vejestorio? *

Harper y yo nos miramos mutuamente en aquel momento, sorprendidos por la osadía de Sir Ilios de Roda. Hermes se detuvo a medir sus palabras antes de soltarlas, aprovechando el momento para reajustarse su sombrero.

- Amigo mío. Me parece que te has olvidado de un pequeño, pero muy importante detalle. Uno ridículo para nosotros, pero que a ti te limita bastante. –

- Hmm. Si yo estuviese limitado de alguna forma, me acordaría de ello. –

- ¿Seguro? –

- Segurísimo. –

* No sé qué aportar a esta conversación… *

- ¿Y si te menciono las palabras: Juramento Terrestre? –

- … -

- ¿Arroja eso algo de luz en tu cráneo vacío? –

Se creó un breve silencio entre ambos.

- Pues ahora que lo mencionas… -

- Por Olympia, no puedo creer que se te olvidase algo tan importante. –

- Llevo quince años retirado en Suiza. Quince años son unos cuantos, ¿no crees? Algo se me podría olvidar por el camino… –

- Menudo elemento, no sé ni para qué lo llamo… El Juramento, se le olvidó el puñetero Juramento… -

Murmuró Hermes. No supe a qué se referían, pensé que quizás hablaban de una especie de pacto entre los dioses e Ilios, o entre la Tierra.

- Perdonarme. ¿Qué es ese Juramento del que habláis? ¿Tiene algo que ver con eso que me explicaste ayer de que no todas las cosas ocurren en la Tierra? –

- ¿Hace falta que nos quedemos aquí hablando en la puerta de la casa? –

Preguntó Harper después de mí.

- Sí y sí. –

- Sí y sí. –

* Ambos son igual de raritos… *

Se miraron mutuamente enfadados por la intervención del otro.

- Ehem, sí, Ilios viene de otro mundo, igual que yo. Eso ahora es lo de menos, y no es algo que os incumba. Veréis: El Juramento Terrestre, en resumidas cuentas significa que una persona que viaje a la Tierra con la ayuda de los dioses, debe someterse a una sustancia que incapacita que esta use violencia contra toda cosa que no sea un dios. Así se evita que nadie de mi mundo que viaje con la ayuda de los dioses altere el desarrollo de este mundo, ya que en este mundo hay cualquier cosa menos dioses. ¿Contentos los jovenzuelos? –

- Pero entonces, ¿no podemos hablar de esto dentro, sentados en sillas? –

- Pero, ¿qué pasa contigo o con Espada y Lanza? ¿No os afecta también este Juramento? –

Hermes paró para respirar ante todas nuestras preguntas.

- A ver, no y no. … Lanza y Espada vinieron conmigo de una forma de sospechosa legalidad, procurando saltarnos ese proceso adrede. Como entenderás, al contrario que Ilios, quien vino de retiro, nosotros vinimos aquí a combatir a una poderosa y a su vez problemática corporación. –

- Entiendo… -

- Respecto a tus amables preguntas, señorita Harper Kingsman, no, no podemos irnos a hablar de todo esto adentro ya que ahora mismo doy esta charla por terminada. –

- … -

- ¿P-por terminada? –

- Sí, señor Asher. Se acabó la cháchara, es hora de ponerse a entrenar. El tiempo apremia, y a usted mucho más, así que no lo desperdiciemos. –

Amagó con volver a entrar en casa Hermes.

- Genial. –

- Ilios, encárgate de preparar al chaval para todo. Esto es la guerra, y no pienso perderla. –

- Dalo por seguro. Si no hay más remedio, prepararé al chico para que gane siempre. Hahahaha. –

Rompió a reír con entusiasmo Ilios.

* Esto ha dado un giro muy brusco, ¿tengo que ponerme a entrenar ahora? *

- ¿Listo para empezar, Asher? –

- N-no sé, ¿podría desayunar primero? –

- Obviamente no. Hehehe. –

Entró en casa Hermes y Harper, sin entender muy bien lo que estaba pasando, le siguió.

* Ni siquiera voy a poder desayunar… Me hubiese venido bien un poco de azúcar… *

Ilios me sorprendió golpeándome la espalda con fuerza.

- Hahaha, ¿estás listo chaval? La Leyenda espera nuestra historia. ¡No la hagamos esperar! Hahahaha. –

* ¿De dónde ha salido tanto entusiasmo? Hace dos minutos le han comunicado que él no podría luchar por más que quisiese… Este hombre me da miedo. ¿De dónde ha salido? ¿Qué relación tiene con Hermes? Y lo más importante, ¡¿cómo puedo estar tranquilo cuando va a entrenarme un aventurero de otro mundo al que acabo de conocer?! *