Vuelvo a la cabaña para llamar a las chicas. Como suponía, me veo obligado a explicarlo todo. Mientras me tienen atado y se van turnando en cabalgarme. Shun hasta me pide perdón.
–Solo bésame– la exhorto, a lo que obedece con pasión.
–Nos está costando educarla– se lamenta Song, bromeando.
–Lo consientes demasiado– la critica Shi.
El problema no está en que sea tímida. U obediente. Ni que esté acostumbrada a ser una esclava. Su devoción se debe a que puede estar con su hija. Amamantarla. Verla crecer. Que sabe que ya no tiene nada que temer. Que está entre amigas. Además, el sexo la ayuda a ella. Por tanto, también a su hija. Sin contar que lo disfruta.
Bien, no voy a ser yo quien la intente disuadir. Aunque estoy seguro de que las chicas conseguirán que sea más agresiva. Al final, solo es un juego sexual. Nos divertimos todos.
Voy luego a copiar unas hojas. Cuando salgo, me encuentro a alguien esperándome. Es el hermano de Zhi Mu. Ha ido rápido. Suspiro. Aquí no puede hacerme nada.
–Tú. Eres Kong, ¿verdad?– se interpone en mi camino.
–¿Qué quieres? ¿Darme las gracias por no matar a tu hermano?
Él se me queda mirando sin saber qué decir por un momento. No sé si es la mejor forma de responder, pero su cara hace que valga la pena. Las chicas lo han sugerido. Que contra gente como él, lo mejor ser agresivo. No sé si va mucho conmigo. Quizás por eso me han hecho practicarlo varias veces. No se podían aguantar la risa.
–Tú… ¿Cómo te atreves…?– balbucea un tanto desconcertado.
–Mira, sé que tu cultivación es más alta. Pero también la de tu hermano es más baja. Si no quieres tener que hacerle de niñera todos los días, o que no pueda salir de la secta sin protección, mejor no seáis mis enemigos. Ni que haya una segunda vez. Para mí, está acabado. Si me provocáis o intentáis algo, tu hermano lo sufrirá. Piénsalo.
Me voy sin darle opción a reaccionar. Sin que sepa cómo responder. Si lo hace, el calor del momento podría causar una situación peligrosa. Mejor dejarle que se lo piense con calma. Así que desaparezco antes de que pueda reaccionar. Me meto en la cocina y salgo por un lateral para asegurarme de que lo despisto. Ventajas de haber sido esclavo.
Si todo va bien, no me crearán problemas. Me mirarán mal si los encuentro, pero nada serio. Si no, puede que intenten matarme. Confío en los esclavos para obtener información a tiempo. Espero. Por si acaso, tendré que ir con cuidado cuando salga. Bueno, ya tenía que hacerlo.
—————
Me pierdo en los enormes pechos de Ai. Succionándolos mientras ella gime. Mientras mis dedos exploran la húmeda caverna de su entrepierna. Mientras ella hace amago de protestar.
–¡AAaaah! ¡Siempre jugando con mis pechos! ¡¡AAAaaaaaahhhhHH!!
Hoy ha venido ella. Me ha traído algo de información. Ciertamente interesante. Aún están vigilando a Zhi Mu, sus amigos y su hermano. Han pasado un par de días desde entonces. No hay muchas novedades al respecto. Excepto una. Todo parece indicar que el acoso fue instigado por Chun Hua.
En la etapa cinco de Génesis, es la estudiante de la que me hablaron Lang y Liu. La que les tiene manía. Y Zhi Mu es uno de sus pretendientes. No sé si debería decírselo a ellas.
Al parecer, le gusta rodearse de aduladores. A diferencia de Liu y Lang, ella no se acuesta con ellos. Los utiliza. Los manipula. Ellas en cambio son mucho más honestas. Solo buscaban sexo. Aunque hay quien opina lo contrario. Que son impuras por ello. Las prefiero a ellas mil veces. Sinceramente, no veo que hay de malo en querer sexo. Sí que lo veo en engañar y manipular.
Supongo que tendré que hablar con ellas. Me da un poco de miedo como puedan reaccionar. Son muy directas. Igual la querrán confrontar. Eso no sería buena idea. Pero se merecen saberlo. Espero poder convencerlas de que no hagan nada. Por ahora, necesito vigilar a los dos hermanos.
Bueno, ya pensaré luego en ello. Tengo otros asuntos entre manos en estos momentos. Y en la boca. Dejo de succionar su pezón. Se oye un plop al hacerlo. Mis labios bajan por su piel. Se detienen en su ombligo. Me gusta juguetear con las pecas que tiene allí.
Sigo bajando. Llego hasta su entrepierna. Al final de la abertura que puede encontrarse allí. Mis dedos la penetran. Mis labios van al inicio. En busca de la pequeña perla que se esconde.
Su cuerpo se arquea cuando la encuentro. Cuando le añado qi. Cuando acelero mis dedos.
–Aaah… Es culpa tuya…– me saca la lengua traviesa.
Se ha corrido y me ha mojado la cara. La primera vez que pasó, estaba bastante avergonzada. Ahora, simplemente me echa la culpa. Y tiene razón. Aparte de eso, me está mirando con pasión. Esperando que continúe.
Me acuesto junto a ella. Ella bocarriba. Yo de lado. Su pierna levantada me deja espacio para penetrarla. Despacio. Es una posición un tanto lenta. Íntima. Mis labios tienen acceso a los suyos y a su cuello. Uno de mis brazos pasa por debajo de su cuello. Se extiende hacia el otro lado. Se detiene en su enorme pecho. Sobándolo.
Mi otra mano está ahora en su muslo. Acariciándolo. Aunque la puedo subir por su estómago. Incluso manosear su otro pecho. Pellizcarlo. Acariciarlo.
–¡¡Aaaaaahhh!! ¡Koooong!– gime mientras me la follo con suavidad.
Una de sus brazos está extendido sobre la cama. Quieto. El otro llega hasta mi cuello. Atrayéndome hacia ella. Dejando que saboree su cuello. Devolviéndome el beso con pasión cuando llego a sus labios.
Disfruto sin prisa de su interior. De su voluptuoso cuerpo. Quizás sus enormes y mullidos pechos eclipsan todo lo demás. Pero también disfruto de sus abundantes nalgas. De sus muslos firmes. De sus brazos musculosos. De sus dedos rugosos por el trabajo diario. De sus labios carnosos. De su húmeda lengua. De sus deliciosas orejas. De su precioso pelo rubio oscuro que se desliza entre mis dedos.
Tenemos sexo con dulzura. Sé que le gusta especialmente así. Un poco a todas las esclavas. Sentirse queridas. Aunque a veces quieren más intensidad.
Nos quedamos abrazados un rato cuando acabamos. Ella llena de mí. Dejándome recostarme en sus suaves pechos. Hablando. Dándome las gracias. No solo por el sexo. También por haberle hecho tragar otro trozo de píldora. Se supone que las ayuda con la cultivación. Aunque es mentira. Las ayudo con sexo. Pero es una buena excusa.
—————
Decido ir a ver a mis pervertidas. Debo contarles lo que sé. Aunque antes tengo que follarlas a todas. Puede que esas dos no me dejen ir. Es bastante probable. Quizás yo no me quiera ir tampoco.
A Ning la dejo dentro. Está castigada sin sexo. Tiene prohibido incluso masturbarse. Llevaba días escaqueándose. Ahora se está aplicando. No habrá sexo para ella hasta que domine la doble cúpula. Ha llorado y suplicado. Reconozco que me ha costado un poco ser duro con ella. Pero si no, seguirá igual. Espero que aprenda.
Cuando le toca el turno a Wan, la pongo a cuatro patas. Puedo ver su enorme culo mientras la penetro. Sus carnes vibrando sin parar.
–¿Cómo se siente?– le pregunto.
–¡¡¡Aaaaah!!! Es una sensación… rara… ¡¡AaaaaahhhHH!!
–¿Te gusta?
–Yo… ¡¡AaaaaaaahhHH!!
No acaba de responder. Mientras penetro su vagina, he lubricado su ano. Lo estoy penetrando con un dedo. La castigada Ning tiene la culpa. Le ha hablado demasiado entusiasta de la penetración anal. Mi alquimista tenía curiosidad. Aunque le ha costado pedirlo. Llevaba varios días queriendo decirlo. Sabía que algo tenía en mente, pero no qué. He tenido que presionarla para que confesara.
Se queda tumbada bocabajo después de un primer orgasmo. Su cuerpo aún sufre algunos espasmos. Espero a que recupere la respiración. A que se decida. Mientras dos dedos juguetean con su agujero anal.
–Ház… Házmelo– pide finalmente casi en un susurro.
Estoy tentado de molestarla un poco. De decir que no la he oído bien. O que no la he entendido. Pero ya le ha costado suficiente.
Le hago abrir las piernas. Cojo sus nalgas y las separo. Coloco mi miembro frente a su ano. Aún está un poco abierto de mis dedos. Presiono contra él. Está terriblemente apretado.
–¡Aaah! ¡Espera! ¡Es muy grande!– entra en pánico cuando apenas he metido la punta.
–¿Ahora quieres echarte atrás?– le pregunto.
Estoy tentado de simplemente penetrarla hasta el fondo. Obligarla a que su culo acepte todo mi miembro. Pero no puedo hacerlo. No a Wan. Entre otras cosas, porque las chicas se enfadarían conmigo. Además de que no se lo merece. Es su decisión. Y me gusta consentirla.
–Sigue…– susurra con timidez tras unos segundos de silencio –. ¡MMmmmmmmmm!
Está mordiendo la almohada mientras entro en su ano más y más profundamente. No creo que le duela. Está lubricado. Aunque muy apretado. El qi debería encargarse del resto.
Poco a poco, llego hasta el fondo. Hasta que mi cuerpo colisiona con sus nalgas. A las que agarro con lujuria y algo de qi. Masajeándolas. Las encuentro muy sensuales.
Ahoga sus gemidos cuando empiezo a salir. Cuando vuelvo a entrar. Cada vez más intenso. Disfruto de desvirgar este agujero. De su timidez. De su lujuria. No puede evitar levantar la cabeza y gemir sin control.
–¡¡AAaaaaaahhhhHhh!! ¡Me vas a romper el culo! ¡¡Aaaaaaahhh!! ¡¡¡Más!!! ¡¡¡¡HHHHAAAAAAAaaaHHHHH!!!!
Si pide más, le daré más. Me traigo un consolador. Para su sorpresa, penetro su vagina con él. Empiezo a bombear sus dos agujeros a la vez.
–¡¡¡¡¡¡HHHHAAAAAAAAAHHHH!!!!!! ¡Tan llena…! ¡Destrózame! ¡No pares!
Parece que su pasión se ha desatado. Así que aumento aún más la intensidad. Violo su culo con fuerza. Muevo el consolador sincronizado, aunque al revés. Cuando salgo de su culo entro en su vagina. Y al revés.
Ella está inerte en la cama. Gimiendo. Dejándose follar. Disfrutando de su nueva experiencia. Espero que no se vuelva adicta como Ning. Bueno, tampoco sería un grave problema.
Me gusta como las ondas se propagan por su culo en cada embestida. Como su pelo negro cae mojado sobre la cama. Como sus abundantes carnes están rendidas a mí.
–Aaaaaahh. Está caliente… Dentro de mi culo…– susurra sin fuerzas cuando la lleno.
Está agotada después de cinco orgasmos. De ser usada, por propia voluntad. La beso en la mejilla. Ella sonríe, satisfecha, tímida, roja. Creo que ahora empieza a ser consciente de lo pervertida que ha sido. Aunque está demasiado cansada para decir nada más. La devuelvo a su cama. No se mueve. Creo que se ha dormido tal y como ha llegado. Con su culo repleto de mi semen.
—————
–¡Maldita zorra!– se enfada Bei Liu cuando le cuento lo que sé sobre Chun Hua.
–¡Mañana verá!– amenaza Bi Lang.
Me lo temía. Son demasiado directas. Me cuesta bastante persuadirlas de que no es una buena idea. Con muchas caricias y besos. Al final ceden. Aunque no quieran reconocerlo, saben que tengo razón. Ella simplemente lo negaría. Y podría actuar de forma más agresiva. Incluso podría volver las acusaciones contra ellas. Acusándolas de difamarla. Haciéndose la víctima. Sin mover un dedo, algunos de sus pretendientes acabarían actuando.
Eso sí, no me sale gratis. Me hacen follarlas toda la noche. Bueno, al menos lo que son capaces de aguantar. También me hacen prometer que iré a la siguiente "reunión de lucha" en unos días. La misma que organizaron la otra vez. Con los dos grupos, el de chicas y el de chicos. Para que hagan los combates obligatorios que les falten. Iba a ir igualmente. Y nunca me hubiera negado si ellas me lo pedían.
Han dicho que me sorprenderé. No sé por qué. Tampoco han querido aclararlo. Solo se reían. Parecían emocionadas. Incluso orgullosas. A saber…
Por supuesto, a la mañana siguiente están dormidas. Las despierto mientras penetro una vagina con cada mano. Ellas se quedan acostadas. Sumisas. Disfrutando de un erótico despertar.
Tras el primer orgasmo, se rebelan. Me hacen una felación entre las dos. Luego Liu me cabalga. Mientras Lang juego con mis pezones, mi cuello, mis labios. Y yo con una mano en cada uno de sus culos.
A Lang la follo a cuatro patas. Con Liu a mi lado. Apoyada a mí. Aún algo cansada. Besándome. Dejándose manosear sus nalgas. Como su amiga.
–Es culpa tuya– me acusa Liu mientras se vuelve a acostar.
–Toda tuya– la apoya su amiga.
–Perezosas– las reprendo.
Ellas me sacan la lengua. Se ponen de lado. Mirándose la una a la otra. Cogiéndose las manos. Cerrando los ojos. Desnudas. Son adorables y eróticas. Un encanto. No sé como ayudarlas contra Chun Hua. Haré todo lo que pueda.