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Hermanas, de dos en dos (I)

Después del sexo dulce y suave con Jiao, resulta excitante violar el culo de Rui. Bocarriba. Sujetándose las piernas abiertas. O el de Rong. Con sus enormes pechos y cabeza contra la cama. Su enorme culo levantado. Vibrando con cada azote. O el de Hai. De espaldas. Empotrada contra la pared.

A Ning la penetro vaginalmente. Le he levantado el castigo. Pero no hay anal hasta que lo haga perfecto. Ha mejorado mucho en un día. Pero aún le falta. Al menos dejará de llorar. Gime casi con desesperación. Y miraba con envidia como violaba al resto.

A la hora de comer, las chicas me perdonan por no haber entrenado mucho. Jiao es una buena excusa. Yu susurra que quiere sexo así. Liang, Shi, Lang y Shun se apuntan. Las demás parecen que tienen otras ideas en mente.

Por la tarde, Shu me trae algunas novedades. La actitud de Zhi Mu y su hermano hacen creer que no se han rendido. Chun Hua parece que no será un problema por un tiempo. Se está preparando para intentar subir de etapa. Ha conseguido que un par de sus pretendientes le regalen unas píldoras.

Me lo cuenta mientras está sentada sobre mí. Dándome la espalda. Sus pies sobre la cama. Los míos en el suelo. Mis labios tienen al alcance su cuello y su oreja. Mis manos tienen sus nalgas cerca. O sus pechos. No son tan enormes como los de su amiga, pero sí suaves y mullidos. Sus tersos muslos también puedo acariciarlos. O jugar con su entrepierna.

Ella es quien se mueve. Sus manos a veces sobre las mías. Moviéndolas a donde quiere que la acaricie. Sensualmente. Tentadoramente. Dirigiendo nuestros movimientos. Disfrutándolo. Aunque no es la única.

Cuando se va, sigo con mis esclavas. Ning vuelve a mostrarme sus progresos. Aunque sabe que no es suficiente. Se tiene que conformar con sexo normal. A las demás vuelvo a follarlas analmente. Para darle envidia. Para que aprenda y espabile.

Con las chicas, también tengo que hacerlo antes. A las que quieren, las follo despacio. Las demás, me follan a mí. Para mi sorpresa, también despacio. Y me dan ánimos para luego. Parecen encontrarlo divertido.

—————

Diría que las miradas de los estudiantes masculinos son peores que la última vez. Mejor no pensar en ello e ignorarlo. Meixiu se ríe mientras me acompaña. Aunque me mira varias veces de reojo.

También me miran extraño las estudiantes que guardan la entrada del edificio. Por lo menos, no parecen querer matarme con la mirada. Finalmente, llegamos frente a la habitación de Dandan.

–Dandan, soy Meixiu, traigo a Kong– anuncia la esclava.

Me pilla totalmente por sorpresa que la puerta se abra de inmediato. Una figura se lanza sobre mí. Me abraza. Me besa.

–Ji, ji. No pongas esa cara. Te he echado de menos– me mira Dandan, traviesa.

–Yo también– le aseguro, agarrándole el culo con ambas manos.

–Pervertido– me acusa con una voz demasiado dulce como para ser reproche.

–¿Llamamos a An o vamos a buscarla?– pregunto.

Ella me mira. Abre más los ojos. Su sonrisa se expande en su rostro, resplandeciente.

–¡Vamos!– exclama.

No tenemos que ir muy lejos. De hecho, es la puerta de al lado. Diría que la de Sai es la siguiente. Dandan abre la puerta y entra.

–¡Hola An!– saluda

–¡Dandan! ¿¡Cuántas veces te he dicho que no entres sin llamar?– protesta su hermana, más bien resignada.

–¡No te quejes! ¡Te he traído un regalo!

–¿Un regalo? ¡Kong!

Se levanta y corre hacia mí. Tengo que cogerla cuando se salta. Cuando me abraza. Cuando me besa. Aprovecho para estrujar su culo. Es parecido al de su hermana. Ambos firmes, aunque suaves.

–¿Vas a poder con las dos?– me pregunta An, mirándome entre preocupada, desafiante y apasionada.

–Estoy deseando comprobarlo– le respondo sugerente.

Dandan entonces me coge del brazo. Su hermana me coge del otro. Entre risas, me llevan a la cama.

–Meixiu, quédate. Necesitaremos tu ayuda– le pide An.

No sé. Tengo la sensación de que hay algo más en sus palabras. Bueno, ellas sabrán. Yo estoy ocupado. Intentando defenderme. Me atacan las dos a la vez. Me acaban desnudando por completo.

Se arrodillan entonces frente a mí. Sus lenguas empiezan a lamer mi miembro. De abajo a arriba. Una a cada lado. Se turnan en ponerlo en sus bocas. Entre risas. Lascivas.

–Yo creo que ya está suficientemente grande– juzga An, con la voz entrecortada.

–Pues empieza ya– la apremia su hermana.

An se sienta encima de mí. Me mira con pasión. Coge mi miembro con la mano. Lo dirige a su entrada. Está mojada. No lleva bragas. Mmm, están el suelo. Hay dos. No sé exactamente cuando se las han quitado.

–¡Aaaahh! ¡Por fin está otra vez en casa! ¡¡Aaaaah!!– exclama An traviesamente.

–Eres una pervertida– se ríe Dandan.

Llega a mi lado. Me besa. Mientras su hermana empieza a moverse. No tarda mucho en tomar una velocidad bastante alta. Se adivina el movimiento de sus pechos bajo sus ropas. Que ya de por sí son más bien atrevidas. Yo las beso alternativamente. Agarro una nalga de cada una. Acariciándolas. Estrujándolas. Masajeándolas. Añadiendo qi.

An acelera. Ansiosa. Es fácil notar que su cuerpo está cerca del orgasmo. Me aprieta toda ella cuando llega. Provocando que la llene

–¡¡¡¡Aaaaaaaahhhh!!!! ¡Kong!

La tengo un rato abrazada. Luego la dejo caer suavemente sobre la cama. Dandan me mira. Expectante.

La tumbo sobre la cama. Sin quitarle la ropa. Compruebo que también está mojada.

–Pervertida– la acuso.

Ella me saca la lengua. Sonriendo seductora. Expectante. Abriendo las piernas. Cogiéndoselas con las manos en sus muslos. Erótica.

No la hago esperar. La penetro. Poco a poco, pero sin parar hasta el fondo. Aprovecho su posición que lo facilita. Ella abre más y más la boca mientras gime.

–¡¡Aaaah!! Como he echado de menos tu polla– dice obscenamente.

–Pervertida malhablada…– la critica su hermana, medio riéndose.

–Tú cultiva y calla… ¡¡¡Aaaaaah!!! ¡Kong! ¡Más!– pide Dandan.

La cojo de las piernas mientras embisto. Ella tira la cabeza hacia atrás. La boca abierta. Incluso saca un poco la lengua. Embisto con fuerza. Con qi. Llevándola al orgasmo. Llenándola.

Quizás he ido un poco rápido. Pero estaban ansiosas. Y tenemos toda la noche. Ya tendremos tiempo para más.

Ella sonríe. Se va junto a su hermana. A cultivar. Aunque antes mira detrás de mí.

–Meixiu, entretenlo un rato, vale– le pide, sugerente.

–Pero…– protesta ella.

Está muy roja. Nos ha estado observando. Sus piernas muy juntas. Apretadas.

–¿Ahora te vas a echar atrás?– interviene An –. Quizás no tengas otra oportunidad. Hasta tu hermana…

–Es que… Las dos mirándome… Yo…

–Ves a mi habitación si quieres. Kong, trátala bien, ¿vale?– ofrece Dandan

Meixiu me mira, tímida, insegura. Ya empiezo a entender de qué va a esto. Pero no quiero presionarla.

–No tienes que forzarte a hacer nada que no quieras– sugiero.

–Yo… Ya veo… No soy muy guapa…– se lamenta. En sus ojos asoman lágrimas.

Aunque están a mi espalda, noto que ambas hermanas me atraviesan con la mirada. Como si se clavaran. En serio, no quería decir eso.

–¿Cómo vas a ser fea? Eres preciosa. Y tienes un cuerpo increíble. Pero no quiero que hagas nada que no quieras hacer– le aseguro.

Ella me mira abriendo más los ojos. Bastante roja. Se muerde el labio. Sus dedos se mueven nerviosos.

–¿Y si quisiera?– pregunta con una voz apenas audible pero muy dulce.

Me levanto y me acerco. Me quedo frente a ella. Le cojo las manos. Acaricio sus palmas con mis pulgares.

–Solo tienen que decirlo. Sería más que un placer.

De repente, ella se tambalea. La cojo para evitar que se caiga. La aprieto contra mi pecho.

–Lo siento… Estoy muy nerviosa… Mis piernas me tiemblan…– confiesa en un susurro.

–Está bien. Puedes apoyarte en mí todo lo que quieras– le aseguro.

Está casi un minuto así, sin moverse. Hasta que sus labios llegan a mi oído y me susurra.

–No creo que pueda caminar. ¿Me llevarías a la otra habitación?– pide en voz muy baja.

Me agacho entonces para cogerla en brazos. Para alzarla. Ella emite un gritito. Luego esconde su rostro contra mi pecho. Muy roja. Ahora que recuerdo, estoy desnudo.

–La puerta está abierta– me asegura Dandan, riendo por lo bajo.

–Siempre he sabido que era un seductor– añade An.

–Bueno, es bastante guapo. Y muy bueno en la cama– comenta su hermana, como si yo no estuviera.

Meixiu se pone más roja. Noto que el corazón se le acelera cuando camino hacia la puerta. Salgo con cuidado que no haya nadie. Entro en la habitación de al lado. La dejo con suavidad en la cama. Ella me mira y aparta la mirada. Lo hace dos o tres veces. Tampoco sabe donde poner las manos. Qué hacer. Está bastante nerviosa.

–¿Jiao es tu hermana? Os parecéis un poco– le pregunto, intentando romper un poco el hielo.

–Sí… Ella siempre me ha protegido… Gracias por lo que has hecho por ella. Siempre había sufrido tanto… Gracias a ella yo nunca tuve…

–No lo hice para que me diera las gracias. Fue más que un placer. ¿Qué quieres hacer?– le pregunto.

Lo que no me esperaba es que me bese. Con pasión. Con torpeza. Nuestros dientes chocan. A su lengua le cuesta entrar. Encontrar la mía. Parece indecisa a la vez que decidida. La dejo hacer. Hasta que se separa.

–Lo siento… No debería… Sin permiso… Yo… No sé sí…

Sonrío. No la dejo hablar más. La beso. Despacio, ataco sus labios. Su lengua. Acaricio su muslo. Subiéndole la túnica. Añadiendo qi mientras recorro su piel.

Se puede escuchar perfectamente su respiración cuando nos separamos. Me mira fijamente. Con la boca entreabierta.

–Yo tampoco he pedido permiso. Parece que ya no es necesario– le digo, sugerente.

Ella se acerca. Despacio esta vez. Dejo que me bese. Que explore mis labios. Espero su lengua. Aún torpe. Pero más decidida. Explorando. Con menos miedo.

Cuando se separa, he subido su túnica hasta casi sus pechos. Ella se mira. Se sonroja. Se muerde el labio inferior. Y se desnuda ella misma. Quedándose en ropa interior. Blanca. De encaje

–Bonita ropa interior. No sabía que aquí las esclavas llevaban ese tipo de ropa.

–Es… Ta Ding me la dio hace tiempo– aclara ella, avergonzada.

–Dale las gracias de mi parte– digo antes de volverla a besar.

Mientras lo hago, con una mano acaricio su pecho. Con la otra, libero su sostén. Dejo sus labios entonces para lamer sus pezones. Para succionarlos. Para morderlos. Ella me pone las manos sobre mi cabeza. Agarra mi pelo con fuerza, para alguien sin cultivación.

Estoy un minuto jugando con sus pechos. Son algo más grandes que los de su hermana. Luego bajo. Hasta su entrepierna.

–Están mojadas. Será mejor quitarlas.

Ella quiere decir algo. Se calla. Sigue roja. Quizás más. Me deja hacer.

–Ya me habían advertido que a veces era malo. No tenía que decirlo– se queja en voz casi inaudible, como hablando sola –. ¡¡AAAAAAaaahhh!!

Ataco su clítoris como represalia. Compruebo su vagina. Oh. Así que eso quería decir que su hermana la protegía. Es virgen. Tendré que ir con cuidado. Aunque ya está bastante mojada. 

Sus manos vuelven a estar agarrando mi pelo. Apretándome contra su entrepierna mientras gime. Supongo que cegada por la pasión. No tarda mucho en correrse.

Espero a que se recupere. Acariciando sus muslos y caderas. Como con su hermana, pongo mi miembro frente a su entrada. Ella lo mira. Parece asustada.

–¿Continúo?– pregunto.

–¿No es muy grande…? ¿Va a doler?– pregunta temerosa.

–No debería, al menos no mucho. Pronto te sentirás bien– le aseguro.

–Yo…– mira indecisa.

Me aparto. Me siento a su lado. La cojo y la siento sobre mí. Mirándome. Ella no se resiste. Aunque está nerviosa.

–Hazlo tú. Así puedes decidir– le propongo.

Ella me mira. Indecisa.

–Cógelo, no muerde– me río.

Ella se sonroja más. Finalmente lo intenta. Mi miembro se desliza por fuera. Me río. Me mira molesta. Vuelve a intentarlo. Esta vez casi entra. Nerviosa, lo ha soltado un momento antes. Me aguanto la risa. Irritada, lo coge y se sienta de golpe. Metiéndolo hasta el fondo.

–¡¡Aaaaauu!! ¡Duele!– se queja. Una lágrima asoma por su ojo izquierdo.

–Tonta, no tan bestia– la regaño con suavidad.

La abrazo. Muevo el qi para reducir el dolor. Hasta que parece que está mejor.

–Muévete despacio. Con suavidad. Ves acelerando poco a poco. Siempre que no te duela– le explico.

Ella asiente. Con la cabeza baja. Necesita un beso. Con lengua. Hasta el fondo. Con su culo siendo acariciado.

–Vamos, preciosa– la animo.

Ella empieza a moverse. Me aseguro de ir añadiendo qi. De que vaya sintiendo placer. No tarda en empezar a gemir. En mirarme con pasión. En pedirme que la bese de nuevo. En acelerar. En ganar confianza. Sus pechos no dejan de rozar contra mi cuerpo. Lascivos. Su interior apretado, contra mi miembro.

Cuando se corre, se queda abrazada a mí por un par de minutos. Luego se deja caer hacia atrás. Arrastrándome. Dejándome la iniciativa. Sonriendo. Preciosa.

La penetro despacio primero. Pero veo en sus ojos que quiere más. Al final, acabo entrando y saliendo en ella con más intensidad de la que esperaba. Era virgen apenas hace unos minutos.

La hago correrse cuatro veces, antes de dejarla tumbada sobre la cama. Jadeando. Llena de mí. Has sido intenso. Delicioso.

–Ha sido increíble, gracias– me dice con voz entrecortada.

–También para mí– la beso.

–Ves con ellas, te estarán esperando. Déjame descansar– me pide.

Asiento. Aunque antes le doy un beso más. Luego salgo con cuidado. Sigo desnudo. Mi ropa está en la otra habitación