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Corre, niña (si puedes)

Keeley, una chica sencilla y común, se saca la lotería. [¡No ganó la lotería en realidad!] Al menos eso es lo que piensa cuando se casa con el soltero más cotizado de Nueva York: Aaron, un adinerado y frío galán y magnate. Quiere demostrar al mundo que merece su posición y hace todo lo posible por adaptarse a su mundo. Un hermoso día, Aaron le entrega un documento pidiéndole que lo firme. Un papel de divorcio... —Ella está embarazada y tengo que hacerme cargo—. Eso es lo último que sigue dando vueltas en su mente antes de dar su último aliento. Keeley muere en un —atropello y fuga—. [Fin de la historia. ¡Pero no!] Por alguna razón inexplicable, despierta siendo su versión más joven. Una joven estudiante de escuela secundaria, alrededor del tiempo en que conoce a su esposo infiel. Recordando su vida con Aaron antes de morir, se promete a sí misma que hará todo lo posible por evitarlo a toda costa. ¿Podrá cumplir su promesa cuando Aaron también tiene sus propios planes, específicamente para ella? ¿O repetirá la historia y se enamorará de él una vez más...? ¿Por qué no embarcarse conmigo en este viaje y descubrir la verdad detrás de su historia?

Mcllorycat · ファンタジー
レビュー数が足りません
547 Chs

Ella no puede hacerme nada.

—Parece que después de todo puedes seguir instrucciones. Bien. Ven conmigo —dijo Aaron una vez que salió con su bandeja, agarrando de nuevo la mano de Keeley.

Ella mantuvo la capucha puesta. Aaron era demasiado llamativo sentado fuera de la cafetería, pero no quería ser arrastrada con él.

Mientras comía a regañadientes su almuerzo, él extendió la mano y le quitó la capucha.

—¡Oye! ¡Estaba usando eso! —protestó mientras se la volvía a poner.

—Pareces que estás a punto de robar una tienda de conveniencia —dijo él seriamente.

Eso era bastante irónico viniendo de él, ya que hizo exactamente lo mismo para escuchar a hurtadillas su conversación el otro día.

Keeley apretó aún más las cuerdas de la capucha para que apenas asomara la cara. —Dijiste que tenía que almorzar contigo; no tienes derecho a decirme qué llevar puesto.

—Él suspiró. —Bien. ¿De qué quieres hablar?

¿Hablabla en serio? No estaba a cargo de llevar la conversación si él quería hablar.

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