Tres años habían transcurrido desde la separación de las amantes y hermanastras. Yuzu, a sus veinte años se esforzaba por terminar su carrera de artes plásticas y su vida parecía tomar un rumbo relativamente normal. Ya no usaba el nombre Aihara, se graduó en una escuela pública, en un último acto de lucha por suprimir de su vida cualquier cosa que la ligara con esa persona que la había enloquecido hasta casi hacerla desear la muerte.
-Mamá, esta noche me quedaré con Harumin y Matsuri en su apartamento. Es la fiesta de su primer año de noviazgo.
-Muy bien mi niña… salúdalas de mi parte. Ah, olvidé contarte que Shou vendrá este fin de semana.
-Genial, así podré hablar con él sobre las vacaciones en Perú que hemos planeado para el verano.
-Cuídate hija, no bebas demasiado y si conoces a alguien interesante: déjale entrar… ya es tiempo.
Esas últimas palabras de su madre quedaron sonando en la mente de la rubia. Durante aquel tiempo, sólo habían ocurrido un par de encuentros casuales, romances de fin de semana; pero no se daba el lujo de abrir su mente o corazón a nadie. Sus amigas no hacían otra cosa que presentarle chicas, muy hermosas todas, pero ninguna con lo necesario para acceder a su alma. Por fortuna para ella, la felicidad no es un destino, sino un viaje. Y en ese viaje estaba por entrar, de la forma menos esperada, un nuevo compañero. Y sonó el móvil de Yuzu… era Harumi.
-¡Yuzu-chi! ¿Dónde estás que no te veo?
-Ya voy llegando a tu apartamento…
-¿Y por qué vas a nuestro apartamento? La fiesta es en el club Adrenaline.
-Yo creí que sería algo pequeño… además no voy vestida para un club.
-Sacude tu cerebro, rubia de farmacia. Vente ya. Voy a hablar con el bouncer para que te deje pasar.
-Ok, llego en quince minutos.
Tras colgar, la rubia meditaba.
-Ahh, no tengo ganas de fiesta pesada. Además de seguro me tienen en fila a alguna tipa fácil o de esas locas con dientes en la vagina o aún peor… de esas que se creen que por ser lesbianas tienen que parecer un hombre.
Club Adrenaline
El sitio estaba a reventar, la fila para entrar llegaba hasta la esquina. Sin embargo, la rubia caminó decidida hasta la puerta. Allí el bouncer la reconoció de inmediato y le franqueó el paso después de un gran abrazo.
-Quién iba a creer que mi acosador en la escuela pública sería, años después, bouncer de un club LGBT.
-¡Yuzu-nee! Hasta que por fin llegas… no imaginas quién está con su novia aquí…
-Pues tu…
-Tierra llamando a Yuzu-nee. ¡Despierta! Aparte de mi amada sempai y yo.
-No, ni idea- el cerebro de Yuzu no se encontraba en servicio.
-Pues Nina, tu amiga de Kyoto.
-Nina… hace tiempo que no la veo y a su hermana Sara. Fueron las primeras a quienes hablé de lo que sentía por Mei. Gracias a ellas encontré la fuerza para declararme en aquel viaje escolar.
-Y fueron ellas mi paño de lágrimas luego de que se fuera para casarse con Udagawa.
Cuando llegó a la mesa que estaba reservada para ellas, encontró a Harumin muy divertida en una competencia de shots con la novia de Nina.
La de pelo plateado, al verla se lanzó a su encuentro dándole un abrazo que le estrujó, no sólo los huesos, sino el alma.
-¡Hola Yuzu! No tienes idea de cuánto te hemos extrañado Sara y yo. ¿Cómo estás?
-Me encuentro bien. La universidad es dura y estresante pero me mantiene cuerda. ¿Y tú a qué te dedicas?
-Pues, aparte de ver a mi Danna beber como cosaco con Harumin, a nada en especial. Me tomé un año sabático para decidir mi carrera.
-Si eso te satisface, está bien. Cuéntame de Sara… ¿dónde está? ¿Qué hace?
-Pues ella ya lleva un año estudiando en París, se matriculó a Psicología en La Sorbona. Allí conocí a Danna, durante un viaje para visitar a mi hermana.
-Siempre supuse que ella elegiría una carrera así. Es muy empática con las personas y sabe lograr que la gente abra su corazón.
La noche transcurrió con normalidad, entre litros de alcohol, juegos, risas y una Yuzu esforzada en rechazar a cuanta dama en plan de conquista se le acercó.
Ya eran las 2:00 am cuando harta, la rubia decidió despedirse de sus fiesteras amigas y buscar un plan más tranquilo. Sus pies terminaron llevándola al pequeño bar junto al campus de la universidad donde pasaba, al menos dos noches a la semana, en animadas charlas con el dueño, acerca de su reciente descubrimiento: el heavy metal. Aquel hombre era una enciclopedia musical andante y un buen consejero.
Arca Rock
-Espero que Alexei no haya cerrado temprano hoy. Necesito sacar de mi sistema tanto pop y electrónica. Una buena carga de DIO y Sabaton sería de ayuda.
Al cruzar la puerta encontró una escena poco frecuente en ese tranquilo santuario dedicado al metal. Cuatro jóvenes con traje militar cantaban a coro y con voz desafinada "Fullmoon" de Sonata Arctica.
♫ She should not lock the open door…
Run away, run away, run away
Fullmoon is on the sky
and he's not a man anymore… ♫
-Hola Alexei… ¿Y eso? ¿Hay concurso de talentos?
-Eso parece Yuzu… ¿Qué puntuación les das?
-Diez por pasión y uno por afinación.
Mientras ellos reían a costa de los uniformados, uno de ellos volteó y le dijo a la rubia:
-Buenas noches señorita… ¿Desea participar del concurso de talentos?
-Oops, lo siento si te ofendí, la rubia estaba sonrojada por su imprudencia.
-Para nada, debo ser sincero, como cantantes somos muy buenos pilotos.
-Ahh, ¿Qué pasa con mi cortesía? la cerveza nos vuelve idiotas a los hombres.
-Me llamo Asano, Teniente de la JSDF Asano Tokishiro- haciendo el saludo militar y poniéndose en posición de firmes.
-Yuzuko Okogi, es un placer. Descanse soldado- respondió con una de sus enormes y magníficas sonrisas.
Las siguientes cuatro horas pasaron volando para todos en el bar, entre canciones, anécdotas y risas.
Ya a las 6:30 am el joven teniente le dio a Yuzu su dirección de Instagram con una promesa:
-En diez días te enviaré un video, espero que te guste. Te adelanto que es algo fuera de este mundo. Luego de eso, el muchacho salió del local, llevando a empujones a sus borrachos colegas hasta un Uber que Alexei había pedido para ellos.
Diez días más tarde, el móvil de Yuzu vibró con una notificación de transmisión en vivo. Cuando la abrió, la jovencita no salía de su asombro. Era el Teniente Asano, en traje espacial, desde el Telescopio Hubble con un cartel que decía:
-"Yuzu, eres una mujer de otro planeta. ¿Aceptarías salir a tomar un café conmigo?"
Un par de días después, la rubia y Harumi trataban el asunto:
-No todos los días te invitan a salir desde el espacio exterior…
-¿Y le vas a dar entonces ilusiones a un tipo siendo lesbiana?
-No, sólo vamos a tomar un café.
Dos años después
-Aún puedes echarte para atrás hija…
-No mamá, estoy segura. Tokishi me ama, yo lo amo y es hora de que ella sea sólo un recuerdo.
-Sólo espero que estés segura Yuzu-nee. El soldadito de plomo es un buen tipo y no merece que lo lastimes a causa de tu despecho por la estúpida Mei.
Yuzu era una novia realmente hermosa; caminó hacia el altar con decisión. Sentía que había madurado, por fin se sentía con fuerza para mandar a Mei Aihara al lugar donde pertenecía: El pasado, el cajón de las equivocaciones. Frente a ella estaba un joven capitán recién ascendido, en cuya mirada sólo se veía amor, ilusión, esperanza y lealtad; cosas que jamás la rubia vio en los ojos violeta que la habían atormentado de forma tan cruel.
Yuzu pronunció sus votos matrimoniales de manera sincera. Pero, a veces, aun haciendo las cosas con honestidad y desde el corazón, podemos estar terriblemente equivocados.
Ella lo comprendió ocho años más tarde, cuando un oficial llegó a su casa para informarle que su esposo y padre de su hijo, el Mayor de la JSDF Asano Tokishiro había fallecido en un trágico accidente de vuelo. ¿Cómo lo supo? Pues porque no pudo derramar una sola lágrima por el hombre que le había dado todo, excepto la cura para su mal de amor, ya que ese mal de amor tenía por nombre Mei Aihara.