``` El día de su boda con su amor de la infancia, Natalie Ford recibió un regalo inesperado: un certificado de matrimonio. Declaraba que ya estaba casada con un completo extraño—Aiden Handrix. Mientras los invitados a la boda seguían burlándose e insultándola, su amante Ivan decidió abandonarla, optando por casarse con su media hermana Briena en su lugar. Para colmo de males, fue expulsada de su casa. Para probar su inocencia, Natalie Ford solo podía tomar un camino: tenía que encontrar a este misterioso Aiden Handrix y descubrir la verdad. Al día siguiente, había noticias populares en la televisión. Justine Harper, la heredera de la familia más rica de Bayford, regresaba a casa. Los ojos de Natalie se estrecharon al mirar la pantalla de la televisión. —¿Por qué este hombre se parece exactamente al hombre de la foto en mi certificado de matrimonio? En la búsqueda de desentrañar el misterio detrás de su supuesto matrimonio, decidió seguirlo y preguntarle personalmente. —¿Estás casado? —preguntó Natalie. —No. —¿Tienes un hermano gemelo? —insistió. —No. —¿Por casualidad has oído el nombre Aiden Handrix? —su tono se endureció. —No. —Entonces, ¿quién demonios eres? —demandó saber. —Tu hermano. —Espera, ¿qué? —sus ojos se abrieron de par en par. —Sí. Ahora empaca tus cosas y ven a casa conmigo —dijo él. ¿Primero obtuvo un marido de la nada y ahora un hermano con la misma cara? ¿Estaba dios creando clones y ofreciéndoselos con diferentes relaciones? ```
—¿Te das cuenta de la hora, Ana? —preguntó Briena con un ceño fruncido.
—Lo siento, Briena, pero es urgente —respondió Ana con un tono de voz ansioso.
—¿Qué pasa? —Briena preguntó con irritación en su voz.
—Esos jóvenes, tus fans que fueron incitados a atacar a Natalie, han sido encarcelados. Sus padres están armando un escándalo en frente de nuestra oficina, exigiendo que ayudemos a liberar a sus hijos —informó Ana.
—¿Qué demonios... a esta hora del día? —Briena se sentó en la cama, de repente completamente despierta—. Si sus hijos son mis fans y fueron incitados a atacar a alguien, ¿qué tiene que ver eso conmigo?
—Los padres están diciendo que por tu culpa, sus hijos cometieron un delito, y ahora necesitas ayudarles —explicó Ana con un tono cuidadoso—. Y nosotros hicimos... ya sabes, incitarlos con un propósito.
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