Pergamino

La luna era como una bandeja de plata mientras la débil luz lunar se esparcía desde el cielo, cubriendo a toda la Academia Interna en una oscura cubierta como de seda plateada.

Xiao Yan se sentó de piernas cruzadas sobre la cama dentro de su habitación entrenando continuamente. Hileras de energía surgían de sus alrededores naturales antes de finalmente volcarse incesantemente en su cuerpo.

—Xiao Yan-gege, ¿estás dormido? —un suave golpe apareció de repente luego de que el entrenamiento progresase durante casi una hora. La suave voz de Xun Er fue transmitida de inmediato en la habitación.

Xiao Yan abrió lentamente los ojos y miró con dudas hacia la puerta antes de hablar con una sonrisa:

—Entra.

La puerta sonó mientras era abierta y una jovencita vestida de verde entró lentamente. Bajo el reflejo de la débil luz lunar de la ventana a su lado, su rostro hermoso y elegante hacía que otros lo disfrutasen involuntariamente.