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Apocronos: "Sombras en Neo-Tokyo"

En las calles polvorientas y envueltas en la penumbra de Neo-Tokyo, donde la luz del sol apenas lograba filtrarse entre los escombros y los edificios en ruinas, un silencio inquietante se cernía sobre la ciudad. En este mundo post-apocalíptico, donde la supervivencia era un arte y el poder lo determinaba todo, se erguía un hombre singular, enmascarado y envuelto en sombras. Kaito Yukimura, conocido en los bajos fondos como el "Sombra del Desierto", caminaba con paso firme entre los callejones oscuros, su máscara de gas moderna ocultando su rostro y su saco blanco con negro ondeando detrás de él como un estandarte de misterio y elegancia en un mundo desolado. Su reputación precedía su presencia, sus movimientos eran silenciosos pero letales, y su presencia era un recordatorio constante de que, en este mundo de caos y desesperación, había aquellos que aún mantenían el control en las sombras. En esta noche particularmente oscura, Kaito se encontraba en una misión secreta, persiguiendo un rumor que flotaba en los susurros de los callejones. Un rumor de un artefacto perdido, un tesoro oculto en las profundidades de la ciudad, que prometía poder y riqueza para aquellos lo suficientemente valientes o desesperados como para buscarlo. Y así, con su destino entrelazado con los oscuros hilos de Neo-Tokyo, Kaito se adentró en las sombras una vez más, listo para enfrentar los peligros que acechaban en cada esquina y descubrir los secretos ocultos en los rincones más oscuros de la ciudad.

Dasque · SF
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12 Chs

Apocronos : Sombras en Neo-Tokyo Capítulo 3 : "Inmersión en la Oscuridad"

El pasado de Kaito lo atormentaba en sus sueños, convirtiendo cada noche en una batalla contra los recuerdos traumáticos que se negaban a ser olvidados. En una de esas pesadillas recurrentes, se encontraba junto a sus padres, disfrutando de una cena tranquila en su hogar en Neo-Tokyo. El ambiente era sereno hasta que el sonido ensordecedor de las sirenas de la policía comenzó a resonar en el aire, seguido de los gritos de la gente que crecían en intensidad con cada segundo que pasaba.

La preocupación se apoderó de los padres de Kaito, quienes rápidamente se dirigieron hacia la puerta para averiguar qué estaba sucediendo. Al abrir la puerta, se encontraron con una escena catastrófica y repulsiva que heló la sangre en sus venas. Varios automóviles circulaban a una velocidad desmedida, algunos en sentido contrario, creando un caos absoluto en las calles.

De repente, un choque brutal sacudió el vecindario. Dos vehículos, uno de ellos desviado hacia el carril contrario, colisionaron violentamente, enviando a los conductores volando a través del aire. Sus cuerpos destrozados y desmembrados quedaron esparcidos por el asfalto, con partes de sus cuerpos esparcidas por todas partes. ambos cráneos de las víctimas se encontraban aplastados y con sus sesos esparcidos por todo el lugar.

El sonido sordo de la explosión resonó en el aire cuando uno de los vehículos impactó contra un camión que transportaba gasolina, desatando una infernal llamarada que iluminó el cielo nocturno. Los restos carbonizados y retorcidos de los vehículos ardían en llamas mientras el humo negro se elevaba hacia el cielo, mezclándose con los gritos de horror y desesperación que llenaban la noche.

Kaito se despertó sobresaltado, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras el recuerdo de aquella noche fatídica se desvanecía lentamente. Aunque había pasado mucho tiempo desde ese día, las imágenes seguían persiguiéndolo, recordándole el precio del caos y la tragedia en una ciudad como Neo-Tokyo.

Kaito se despidió de su vieja habitación, observando con melancolía los restos de lo que una vez fue su hogar. La habitación, ahora polvorienta y desolada, era un recordatorio sombrío de tiempos mejores que habían quedado atrás en la oscuridad del pasado. Cada rincón estaba impregnado con la tristeza de lo que alguna vez fue, mientras los escombros tecnológicos y los restos de la vida pasada se acumulaban en cada esquina.

Con un suspiro pesado, Kaito se ajustó su máscara de gas con cuidado, sintiendo su familiar peso en su rostro. La máscara era más que un simple accesorio; era un símbolo de protección y ocultamiento, una barrera entre él y el mundo exterior, entre el pasado y el presente. Junto con su atuendo táctico, se colocó el saco blanco con líneas negras, el traje favorito de su difunto padre.

Al ver el saco, los recuerdos de su padre inundaron la mente de Kaito. Recordó las últimas palabras que le había dicho, un deseo simple pero cargado de significado: "vive una vida feliz". Esas palabras resonaron en su cabeza, recordándole el deseo de su padre de que encontrara la felicidad en un mundo marcado por la oscuridad y la desesperación.

Después de tres largos años de penumbra, tristeza y soledad, Kaito estaba decidido a cumplir el último deseo de su padre. Con determinación en su corazón y la promesa de un nuevo comienzo en su mente, dejó atrás los escombros de su antiguo hogar y se adentró en las calles desoladas de Neo-Tokyo, listo para enfrentar los desafíos que se interponían en su camino hacia un futuro incierto, pero lleno de posibilidades.

Kaito se dirigió a un bar local, al entrar observó con cautela mientras la situación en el bar comenzaba a intensificarse. Tres hombres que habían irrumpido en el lugar emanaban una presencia amenazante que no pasó desapercibida para nadie en la sala. La tensión en el aire era palpable, y las miradas de los otros clientes del bar evitaban cualquier contacto visual con el trío de intrusos.

Mientras tanto, Kaito se mantuvo tranquilo, pidiendo un trago en la barra y aprovechando la oportunidad para hablar con la cantinera en busca de información. La mujer, aunque claramente nerviosa por la presencia de los hombres, le informó que conocía a un grupo que se dirigía hacia el Distrito Takahara, pero que no partirían hasta después del mediodía.

Justo cuando la conversación parecía estar progresando, los hombres se acercaron a la barra con una actitud intimidante y arrogante. Exigieron a la cantinera que les sirviera un trago, mientras la acosaban con insinuaciones desagradables. La mujer, claramente molesta, pero tratando de evitar problemas, les respondió con firmeza que no quería problemas y que no estaba dispuesta a someterse a sus demandas.

Uno de los hombres, enojado por la respuesta de la cantinera, la miró con desprecio y le espetó: "¿Te crees lo suficientemente linda para nosotros, ¿eh?" Su tono era agresivo, y Kaito pudo sentir la tensión aumentando en la atmósfera del bar mientras las palabras llenas de veneno colgaban en el aire.

El enfrentamiento en el bar había escalado rápidamente, con Kaito enfrentándose a los hombres armados de "Los Hijos del Crepúsculo". La cantinera, humillada y aterrorizada, observaba con horror mientras Kaito, aparentemente imperturbable, se enfrentaba a la violencia que se desataba a su alrededor.

Cuando uno de los hombres intentó atacar a Kaito con una botella, este actuó con rapidez y lo arrojó fuera del bar, aprovechando su propia fuerza y habilidad. Mientras los otros hombres sacaban armas, Kaito se internó en el oscuro callejón cercano, atrayéndolos hacia una trampa que había preparado con anticipación.

Con un movimiento rápido y certero, Kaito abrió fuego contra los tres hombres, sorprendiéndolos con la letalidad de sus disparos. Aunque los hombres no parecían sentir el dolor de las heridas de bala, la explosión repentina de una de las heridas dejó claro que algo estaba terriblemente mal.

Uno de los hombres, el que había acosado a la cantinera, vio cómo una de sus heridas empezaba a hincharse antes de explotar violentamente, dejando un reguero de sangre en el suelo. El terror se apoderó de los dos hombres restantes mientras observaban horrorizados cómo su compañero sufría un destino macabro. Desesperados por salvar sus vidas, huyeron a toda prisa hacia su guarida.

Al llegar a la entrada de la guarida, uno de los hombres intentó explicar lo sucedido a su compañero, pero antes de que pudiera terminar sus palabras, su cabeza estalló en una grotesca explosión. El otro hombre, lleno de pánico, apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que su destino fuera sellado de la misma manera.

Kaito se movió con sigilo entre la multitud que se había reunido frente a la guarida de "Los Hijos del Crepúsculo", alejándose discretamente para regresar al bar donde había iniciado su búsqueda de información. Al regresar, fue recibido con una mirada de gratitud y alivio por parte de la cantinera, cuyos ojos brillaban con emoción y lágrimas de agradecimiento al verlo a salvo. Agradeció a Kaito por expulsar a los hombres del bar y, sobre todo, por haber intervenido para salvar su vida.

Kaito asintió con calma, agradeciendo sus palabras, pero su determinación seguía intacta. Su objetivo principal era obtener más información sobre el grupo que se dirigía hacia el Distrito Takahara. La cantinera, con una mezcla de nerviosismo y gratitud, proporcionó los detalles restantes que Kaito necesitaba antes de que este se retirara del bar.

Antes de partir, la cantinera se acercó a él y le preguntó por su nombre. Kaito, manteniendo su identidad en secreto, respondió con un nombre que había adoptado en los bajos fondos de la ciudad: "Sombra del Desierto". Sin revelar más, se despidió de la cantinera y se alejó del bar, con la información en su poder y su mente ya enfocada en su próximo movimiento en las oscuras calles de Neo-Tokyo.

Hola soy Dasque el autor de esta novela, solo escribo para decirte que estoy feliz por ver en donde se esta encaminando la historia de esta obra, los capitulos van a ir saliendo mediante vaya terminando algunos retoques de la historia.

Asi que por ahora disfruta del capitulo... Hasta la proxima.

Dasquecreators' thoughts