--¿Por dónde empezar?
Serena se preguntó, pues no había ninguna pista de que definitivamente Taranis y la otra entidad hubieran viajado allí. Pero tenía que serlo, puesto que la Dracae había viajado a través del espacio para buscar un objetivo. Además el vórtice abierto tenía solo un paraje de destino.
Las dudas se agolparon en ella, mordió sus uñas y frunció el ceño. Sí sus corazonadas eran ciertas, el único lugar que se le venía a la mente y donde podría empezar era allí.
Se levantó, tomó sus cosas y llamó a su fiel acompañante, cuyo vaho que salía de las fauces recordaba su fiereza.
--Vamos! Alba.
Lo llamó con firmeza y voz de mando, el Cu-Sith se levantó y se dirigió a ella rápidamente e inclinó su cuerpo para permitir que la Glaistig lo montara.
*********
Habían pasado unos pocos días, todavía para Alice era una sorpresa como estaba jugando al campamento y hasta el momento había superado muchas cosas. Aunque había provisiones y ya se había desenvuelto en situaciones sabía que nada era eterno y que definitivamente estaba atascada allí cualquiera que fuese ese lugar.
En su mente se cocinaba la idea de salir y explorar, llegó a añorar con que el dueño de la morada llegará y le explicara algo, o al menos le aclarara donde estaba y a donde podría dirigirse. Pero nada de eso no ocurrió en esos cuantos días lo único cercano que se había acercado a ella eran algunos pocos animales del bosque los cuales espantaba despavoridamente al inicio.
Había hecho algunos barridos cortos del lugar, cubrió parte del terreno y lo demarcó para su regreso, encontró unas hojas de un papel muy grueso y con restos de carbón improvisó un lápiz, se hizo un mapa en el que marcaba algunos puntos de referencia. La posición del sol le ayudaba a calcular a tientas el horario pero aunque intentara ser metódica y disciplinada todo finalmente se iba al traste, era mucho trabajo para una persona, pero al menos eso la mantenía ocupada, que importaba el tiempo en medio de la nada.
Ser algo psico-rígida y actuar con lógica no le estaba ayudando del todo, le faltaba esa chispa, le faltaba asumir el riesgo, ser más espontanea y finalmente dejar que las cosas fluyeran sin lamentaciones. Medir los riesgos no era del todo bueno, debía hacerlo.
Los ruidos entre el follaje eran perturbadores, ser nerviosa no era alentador, pues estarse timbrando con todo a su alrededor era realmente agotador. Aún así se percató que algunos animales como ciervos o liebres no se asustaban cuando ella se acercaba, era extraño, pues su instinto debía indicarles que debían alejarse, pero no, ellos sencillamente continuaban en lo suyo sin prestarle mucha atención a ella.
A su mente vino un documental donde mencionaban que los animales que no temían al hombre era porque no lo conocían, no lo relacionaban con un depredador, esa memoria no era alentadora, pues indicaría que allí no había presencia humana, su instinto ni siquiera reaccionaba a su presencia.
Igual Alice no había visto un ciervo de cerca y ya cara a cara se veía enorme y amenazante, pero a su vez algo tierno.
---¡¡¡GRRRRR!!!
Alice gritó y gruñó mientras agitaba sus manos para espantarlo, pero este solo la miró y volvió a comer su follaje.
---¡¡¡¡¡¡AAAAAHHHH!!!!
Era frustrante, pero así mismo vio el potencial en ello. Luego lo señaló desafiante y le vociferó
--- Te enseñaré como somos los humanos, a ver si así no corres, ¡ingenuo!
Luego, río a carcajadas.
En la cabaña había fabricado cosas, adaptó una lanza con una vara y en la punta de esta un cuchillo. Este elemento era muy útil no solo para apoyarse sino también para escarbar, revisar y cortar cosas de lugares altos.
---Soy una Valkyria …
Musitó la primera vez que se vio al espejo con esa improvisada arma y sus pantalones improvisados.
--- Sí, soy algo alta… y funciona. Haber una cara de ira …Grrrrr…. Se sonreía.
Jugó un rato frente al espejo con su cabello enredado mientras hacía muecas y sonidos graciosos.
Sus caminatas al inicio eran cortas, temerosas. Pero entre más reconocía el terreno, su mapa se ampliaba y obviamente se demoraba más tiempo. Era como salir de excursión todos los días.
Con el pasar de unos días pensó que debía al menos traer algo de sus salidas, observaba que las aves y algunos animales pequeños comían ciertas bayas y escarbaban buscado raíces y cosas, pues ¿por qué no? finalmente trajo algunas consigo.
Ya en casa probó una con cierto resquemor, le recordó a una mora pequeñita, prefirió mejor hervirla y hacer con ellas una infusión, afortunadamente no le hizo daño y fue un alivio. Así mismo hizo con las raíces que encontró, además junto a unas cebollas y tomates silvestres.
Aunque la cecina la estaba manteniendo a flote, esta no era agradable, era salada y dura para los dientes. Cuando se percató que los animales rara vez corrían, vino a su mente que su dieta podía variar, tal vez un conejo podía ser una opción y había tantos que no sería imposible no cazar alguno, solo debía pensar en cómo hacerlo. Decidida planeó ejecutarlo al siguiente día.
Seleccionó en su mapa un terreno, allí cabo un hueco y lo cubrió con follaje y puso sobre él algunas bayas y hojas que los atrajeran, ahora solo debía esperar.
Que aburrido, el día de hoy no se veía nada, en días anteriores parecían florecer en primavera y revolotear como si fueran parte de una fantasía infantil, pero hoy como si nada, como si hubieran sido extintos de la faz de la tierra. Decidió irse y regresar más tarde.
Recolectó algunas cosas, recogió unas varas de madera y verificó el estado y limpieza del pozo. Cuando volvió, se acercó cautelosa y despacio, algo había caído allí, ansiosa de ver lo que fuera que la estuviera esperando se asomó con precaución
----PUM!!!! Algo saltó desde allí.
Alice se echó hacia atrás del susto y se tropezó cayendo sobre un arbusto que cedió con su peso.
Un chillido agudo salió de aquel arbusto, Alice se corrió prontamente y al ver hacia abajo había aplastado un conejito, una de sus paticas traseras se había roto y chillaba con dolor.
Alice tapó su boca con sus manos mirando aquella bolita negra y peluda con tristeza y angustia.
< " ¡Ay!!! Mátenlo para que no sufra"> vino a su mente esa cruel frase que decían sus compañeros del cole cada vez que veían un perro llorar.
Y aunque su intención inicial era hacerse a una liebre para comérsela, es decir matarla, porque viva no se puede. Pues los ojitos brillantes y aguados de esa pequeña criatura la hicieron sentir mal y culpable.
---A este paso me voy a morir primero yo. Se decía con impotencia.
No tuvo corazón para sacrificar el conejo. Finalmente lo recogió y se lo llevo consigo.
Atendió al animal, le revisó su patita, la acomodo y la entablilló, el animal chillaba, jadeaba y respiraba profusamente tanto que su corazón parecía escapar del pecho. Luego lo acarició para tranquilizarlo y le dio algunas hojas y agua, poco a poco el animal se calmó y su respiración se acompasó.
--- No fue mi intención. Le repetía Alice como si el conejo fuera a entenderla.
Al diablo se fue su idea de comer carne fresca. A ese paso terminaría con un zoológico y más bien ella siendo la presa de otro animal.
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Briana, la Dracae llevaba varios días recorriendo el camino del estanque, el rastro la llevó a un entramado de ramas, un escondite.
---Entonces aquí aguardaste, maldita.
Reconstruía el camino para saber donde se había escapado su presa. El entramado de ramas y arbustos la hicieron dudar pues por más frondosos que fueran no parecerían un muro, pero precisamente eso era lo que finalmente sus ojos veían, sin duda un muro.
Tomó su Ocarina y la melodía encantada luchaba por separar las ramas, una electricidad se desató y chispas retumbaron en el lugar. El sonido chirriante y el olor a quemado se esparcieron en el ambiente.
La Dracae no daba cuenta de ello, entre más intentaba desgarrar el enramado este se aferraba más. Era evidente que había un hechizo presente, pero para alguien tan audaz como ella no le sería imposible lograr una grieta.
Era evidente que su objetivo fue oculto y ahora con más razón debía encontrarlo, no se rendiría.
La melodía sonaba con mayor fuerza, los agudos sonidos vibraban en pulsaciones que agitaban con fuerza el enramado, el crujido no dio espera y en el momento exacto, la Dracae soltó un gritó tan alto cuyas ondas chocaron a tal grado que la membrana que amalgamaba todo se quebró.
Nuevamente la suave melodía de la ocarina tranquilizó el escenario y poco a poco el enramado comenzó a abrir una grieta.
La Dracae caminaba lentamente a través del frondoso y oscuro surco pues la luz a duras penas lograba traspasarlo.
Su sonrisa retorcida asomaba sus colmillos filosos y las pupilas dilatadas de sus ojos miel parecía como los de un gato en la oscuridad. Una vez salió de la enramada una brisa sacudió su cabello tornasol, mientras continuaba avanzando a paso firme percibió una energía que vibraba en el ambiente, para los seres de Avalon quienes habían sido entrenados en la magia, identificar esas leves variaciones no era muy complicado, solo debía seguir lo inusual en ellas.
--- Alguien definitivamente no quería ser encontrado ¿o me equivoco?
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Por su parte Serena, la Gastlig, se movía rápidamente, llegó a un paraje que la conduciría a la vieja cabaña de Skuld, y como su tal vez única "amiga" ella conocía el camino para ingresar allí.
Luego de los eventos ocurridos donde Skuld cambió su esencia como ser de Avalon para convertirse en una simple humana y que la llevaron a pactar el contrato y la promesa con un dios, la cabaña fue abandonada con la premisa de albergar a su única dueña, a la Norna que entreteje los hilos del futuro.
Serena fue quien culminó el trabajo y selló la morada, pues la incapacidad de Skuld ya reducida a un ser mortal no lo hacía posible. Pero ahora Serena tenía dudas y preguntas y su única pista era regresar al punto de inicio, al lugar donde surgió todo.
Romper el sello no sería complicado, ¿quién más que aquel mismo que lo había logrado no podría violarlo? Solo tenía llegar allí rápido y comprobarlo.
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Otra noche llegó como en los anteriores días, Alice se resguardó y la cabaña cuyo cierre mágico parecía un sello hermético le transmitía algo de seguridad.
Las últimas noches había estado tan agotada que caía como una piedra, pero esta noche en particular se sintió algo inquieta, su cuerpo no se sentía a gusto, un leve hormigueo la recorría y mucho más si se acercaba a cualquier ventana, la sencilla idea de intentar ver al exterior no le era agradable.
--- Han pasado varios días y hasta hoy sientes tal temor, reacciona Alice , no hay nada allí afuera y los animales salvajes ni siquiera se atreven a acercarse a unos metros de este lugar.
Se frotaba los brazos para intentar retirar esa sensación en la piel, intentó consolarse a sí misma acariciando con suavidad a la lastimada bola de pelo que había llevado a su morada hace tan solo unos días, la soledad le estaba cobrando factura, pero un animal parecía no ser suficiente, se detuvo y dejó de hacerlo porque el conejo mostraba cierta incomodidad, no quería que llegara a lastimarla.
Diligentemente Alice le había acondicionado una cama de paja y dejado agua y unos alimentos cerca, de esta manera sintió que podría resarcir en algo su daño. Ya hastiada de su extraña sensación decidió ir a la cama temprano.
Una vez allí, no conciliaba el sueño, daba vueltas en la cama pero su mente no le permitía pensar con claridad, solo albergaba esa sensación que le hacía fruncir el ceño y morder los labios.
Finalmente una insipiente palabra susurró y mencionó su nombre, mientras caía un sopor profundo.
---John.
En su respiración acompasada y sus movimientos involuntarios parpadeo con rapidez, recostada en su lecho lo vio allí su lado, la poca luz que atravesaba las cortinas iluminó unos ojos brillantes. Ambos se miraron por un largo tiempo y Alice con asombro contuvo su respiración.
Finalmente el silencio fue roto por una voz tranquila y gruesa que salió de los labios de su acompañante.
--- Al fin me llamaste, me estabas evitando ¿verdad?
Alice respiró fuerte como si recobrara la vida, intentó apartar su mirada pero unas grandes manos tomaron su rostro y lo acercaron a su frente.
--- Quería verte, Dios sabe que quería verte.
Besó su frente y la acercó para abrazarla. Alice, quien por días había estado incomoda, sintió una tranquilidad inmediata, sus ojos se pusieron vidriosos y acumularon unas lagrimas que se deslizaron como un hilo de agua en sus mejillas.
--- No llores, tranquila. Hoy estoy aquí contigo.
Frotaba su espalda como cuando se consuela un niño.
--- Tranquila, todo va estar bien, lo haz hecho bien.
Alice al escuchar su calmada voz optó por abrazarse fuertemente a él. No quiso replicar nada, solo quiso sentir la calidez y la protección de un ser humano.
--- Comprendo lo sensible que estás, pero me alegra ver que en lo posible te encuentras bien. Han sido semanas, tantas que ya he perdido la cuenta. Invoqué tu presencia cada noche pero no fue posible, solo hasta hoy . Agradezco al cielo sentirte cerca, Alice.
Ella solo continuaba aferrándose con fuerza mientras su cabeza daba vueltas entre cálidas palabras. Por su parte, él no quería traer en ese momento recuerdos que pudieran afectar el humor presente, solo consentía su cabello y rostro, secó sus lágrimas y besó su tiernamente sus mejillas .
--- Me haces falta. Cuánto te he extrañado.
Alice sentía la nostalgia en sus palabras, y el temor en sus brazos temblorosos. Ella no era la única que estaba sufriendo.
--- Mis noches han sido largas por no verte. ¿Sabes? hoy voy a arrullarte con una historia muy corta.
Alice intentó separar un poco su rostro pero él lo impidió acercando sus labios a oído de ella y con una voz suave continuó.
--- "Había una vez, un ser quien poseía un vacío interior que quería llenar a toda costa, ese capricho lo llenó de odio y el odio dio pie a la destrucción de muchos. Aquel ser de origen divino renunció a su condición sobrenatural para resarcir su culpa, no obstante, su deseo inicial continuaba latente, y ya cuando había dado todo por perdido, la suerte le sonrió firmando un pacto de amor eterno. Aquel ser sobrenatural pudo finalmente renacer y junto a ello juró protección a su ser destinado, aquella promesa hecha rompió el tiempo y el espacio, atravesó la conciencia y la lógica conocida para entregarse a sí mismo a su amada."
Una vez terminadas sus palabras John sonrió
---- Lo más irrisorio es que ni yo mismo lo comprendo bien, esa narración la leí en un libro antiguo y más bien parecen las habladurías de un loco con delirios fantasiosos… pero quién soy yo para juzgar las fantasías de un narrador de historias cuando ni siquiera puedo explicar porque esto resuena en mi cabeza, al tiempo que no puedo explicar porque aun en mis sueños estás más viva que nunca.
Se aferraba a ella como si de esa manera comprobara su existencia.
- Los últimos días he cuestionado más que nada la esencia de mi existencia, y cada vez que te tengo cerca no dejo de pensar en aquella historia de amor. Y me rendí, ya ni siquiera trato de explicar porque estoy perdidamente enamorado de la dama mis sueños.
La palabra enamorado retumbó en los oídos de Alice y la hizo estremecer, un pulso de electricidad la recorrió de la cabeza a los pies, tanto su pecho como vientre se sintieron cálidos. No supo que decir, no salían palabras de ella para responder, solo continuó aferrándose al cuerpo de ese hombre que la resguardaba entre sus brazos y nuevamente no pudo contener las lagrimas que brotaban.
--- ¿Qué hago? mi mente me atormenta y no puedo negarlo, añoro tenerte así, solo tú y yo, siento tantas cosas por ti pero no quiero confundirte. Pensé que jamás dejaría que volvería a verte luego de nuestro último encuentro y me duele el pecho.
El rostro de Alice se encendió , mordió sus labio inferior para evitar decir algo que arruinara el momento, el silencio en ese instante era lo más adecuado.
John la estrechó con algo más de fuerza y escondió la cabeza de ella entre su amplio torso, sus respiraciones se sincronizaron, y su pulso se fue volviendo más lento y justo cuando los ojos de ambos parecían cerrarse y descansar, un sonido, un golpe seco provino del exterior del cuarto. Los ojos de ambos se abrieron de inmediato.
John se enderezó y dispuso a dirigirse a la puerta , Alice lo retuvo, él giró para verla y no pudo comprender su reacción.
---¿No estás sola?
Alice aclaró su voz y finalmente salieron palabras de su boca,
---Es solo un conejo
---¿Es solo un conejo?
--- Sí. … regresa.
Subió la manta y lo invitó a volver a la tibia cama. Sus ojos parecían rogarle que no la dejara sola.
Tan tentador fue que él no dudo en volver, esta vez ella fue quien lo abrazó de su cabeza y acercó a su pecho mientras le acariciaba delicadamente con sus manos y dedos. John se acurrucó y envolvió la frágil cintura de ella con sus brazos. La respiración de Alice le rozaba la nuca y las palabras que finalmente ella dijo le cosquilleaban la piel.
--- Gracias por estar aquí.
Esas caricias cosquillosas sin malicia ni dobles intenciones eran tan agradables como cálidas, un John complacido y a su vez sorprendido no daba cuenta de lo que ella estaba diciendo, puesto que su última conversación fue un carrusel de emociones donde la ternura no había sido invitada, y ahora, en ese momento ella era quien se mostraba silenciosa pero sensible, la punta de sus dedos se enredaban en el cabello de John en un toque casi maternal.
Con voz lánguida y lejana, las palabras se estiraron y fluyeron entre los dientes de Alice,
--- No sé cómo explicarlo… pero yo también he codiciado tu presencia… yo… yo amo tu presencia.
Pronto sus ojos se cerraron, su cuerpo se relajó y una respiración acompasada la acompañó. Él se retiró un poco y la acomodó mejor, luego la miró con una sonrisa su rostro ya tranquilo y besó su frente .
Sin haber olvidado el ruido anterior, Jhon se levantó y dirigió a la puerta, una vez sus manos tocaron el picaporte esté brilló y se abrió, se desplazó despacio y pasó su dedo por una lámpara y el pequeño recinto de repente se iluminó.
Efectivamente allí estaba el conejo que Alice había mencionado, John lo miró con detenimiento, la pequeña y adorable bola de pelos que Alice acarició no hace una horas, a los ojos de John no parecía tan tierno, los ojos rojos de esa criatura lo miraron con temor y retrocedió mientras su peluda piel se erizaba al no dar cuenta de donde había salido ese extraño.
John entrecerró los ojos y lo señaló con cierta amenaza.
---- Se lo que eres. Leí acerca de seres como tú.
La criatura que lo miraba fijamente profirió un chillido.
--- Parece que aquí te es imposible mostrar tu verdadero ser.
--- No sé qué ocurrió pero tu cuerpo me indica él porque estás aquí. Solo espero que sepas reconocer y recompensar a tu benefactora. Porque de lo contrarió yo mismo te sacrificaré.
Dicho esto John regresó a la alcoba y se recostó suavemente mientras juntó su cuerpo al de ella. La miraba con deseo de despertarla y hacerla suya, pero prefirió solo conformarse con el simple roce de su tacto en las mejillas de ella. Finalmente sólo descansó.
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Como parte de su rutina Alice se despertó temprano, sin duda descansó muy bien púes todos los temores de las noches anteriores se habían ido, y como si hubiera recargado batería tenía ánimo para ir más lejos esta vez.
Preparó todo, mientras le hablaba a esa dulce cosita que estaba acurrucada en su pequeña e improvisada cajita.
--- Eres una cosita preciosa ¿Sabes?. Hoy cubriré la zona norte, deséame suerte, espero hallar un sendero. Entonces, aquí te dejo agua y algo de comer. Volveré cosita peludita.
Con un gran ánimo Alice se despidió.
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El crujido de las hojas en cada paso era el único sonido presente, no había aves, ni animales que se atrevieran a estar cerca de su presencia. La Dracae había tenido algunos contratiempos para avanzar con rapidez pues una distorsión a veces la hacía retornar al comienzo del camino junto al enramado, no obstante aquello no fue suficiente para desistir, pues si su corazonada era cierta podría ganar nuevamente la confianza y atención de su amo.
Se sonreía maliciosamente de imaginarlo a él alagando su iniciativa, llevar una energía limpia y renovada que alimentará el poder del hechicero sería un gran regalo que le otorgaría el perdón por perder su encargo. Pero todavía tenía mucho por hacer, la joven que trajo era solo un bonus pues también debía localizar a Taranis. Tenía que llevarlo ante su temperamental amo que solo creería en ella a través de pruebas tangibles.
La realidad aseguraba que su amo era un maldito que utilizaba sus orígenes sacros para someter siervos, pero para ella era un propósito, era una razón de vida y existencia, haría cualquier cosa que él le pidiera y haría cualquier cosa solo por complacerlo.
Se percató de un movimiento en las hojas, unos crujidos y una extraña distorsión, siguió el rastro y ¡Bingo!
--- ¿Quién lo diría? yo pensaba llegar a ti y los dioses te han traído a mí.
Era demasiado simple, tan simple que no le agradaba, divertirse un poco no impedía que cumpliera su cometido. Ya sonriente se mimetizó con el ambiente y observó con atención lo que esa joven de cabellos oscuros y piel clara estaba haciendo. Era raro ver como amarraba trozos de tela a ciertos arboles para luego tomar nota en un trozo de papel.
Por algunos minutos la acción no cambiaba, solo la veía mirar, agacharse, rasgar pedazos de tela, recoger raíces y cosas del camino, era desconcertante ver esa a miserable mujer deambulando a la nada.
La Dracae vio lo indefensa y lo fácil que sería, pero la idea la aburría demasiado, su especie se caracterizaba por jugar con la mente de sus presas y cuando lo lograban obtenían una satisfacción casi erógena debido al miedo que exudaban.
Sin dudarlo más y de forma instintiva extrajo y separó las moléculas de agua de las hojas y el suelo, elevó y evaporó estás hasta formar un vaho, tal neblina se extendió alrededor de la chica que frotaba sus ojos con preocupación.
Tan rápido se creó el fenómeno que Alice quedó inmersa en la humedad del ambiente, la temperatura bajó y sus prendas no le proporcionaban suficiente calor. se frotó las manos y los brazos con fuerza mientras su cuerpo optó con agacharse y cubrir su pecho y abdomen. La neblina era tan espesa que no podía ver más allá de unos cuantos metros.
< Esto no es normal, no es normal>
Dicha frase replicaba en su cabeza, todo no podía cambiar tan drásticamente. No había brisa, no había ruido, solo un escenario gélido, estático y nuboso.
Se repetía en medio del letargo, el frio estaba causando que no pensara con claridad, pues su frágil cuerpo temblaba abruptamente y sus dedos ardían aun cuando los soplara con su aliento.
< Tengo que volver>
Localizar su última marca era prioritario.
Fijó un rumbo que sostuvo a tientas, al tocar las ramas la escarcha le quemaba las manos y una vez llegó al árbol y mirarlo con detenimiento, lo encontró decorado de múltiples trozos de tela. Se sorprendió pues parecían todos y cada uno de los que había instalado desde donde inició su excursión del día.
<¿Por qué? ¿Por qué? >
Su mente no lo esperaba, intentó correr en la dirección que recordaba, pero el frio no la dejaba pensar con claridad, además su reducido campo de visión la hacía caminar a tientas. En el silencio absoluto lo único audible eran sus propias pisadas, sin aves, animales, ni viento, solo las hojas rígidas y escarchadas eran su compañía.
De pronto unos crujidos al compas diferente de sus pasos se aproximaban a ella, un ulular simple repicó suavemente mientras cubría en el fondo una tenue melodía acompañada de unas voces y susurros incomprensibles.
Alice se detuvo repentinamente , sus ojos barrieron de reojo de izquierda a derecha. Un escalofrió diferente al provocado por la baja temperaturas la recorrió, siempre había temido a las películas de terror, las odiaba, le parecían desagradables y si en alguna oportunidad hubiera visto una, tal vez contendría una situación como esta.
¿Qué podía hacer? ¿orar? ¿encomendarse al creador? luego de lo que estaba viviendo no sabía exactamente a qué o a quién.
--- ¡Aléjate!
Gritó como cuando intentaba espantar a los animales. Luego de ello una briza fuerte la impactó directo haciéndola caer.
--- Ahhh!!!
Alice se retorció en el suelo al momento que crujía todo a su alrededor, sus oídos pitaron del golpe, al intentar reincorporarse y como si estuvieran subiendo el volumen de a pocos dentro de su cabeza, la melodía comenzó a hacerse más audible junto con una voz seductora y melosa que se carcajeaba.
--- JAJAJAJA…
---- Muéstrate!!! ¡Muéstrate ahora!
Era osado pedir que se presentará , pero para Alice era mejor aceptar cualquier cosa visible a seguir luchando con aquello que no podía ver. Los días anteriores deseaba encontrar a alguien que le informará de su paradero, pero esta experiencia estaba fuera de contexto. Lo que estuviera allí podría lastimarla más, debía calmarse. Respiró profundo pero el ambiente helado la hizo toser inmediatamente, haciéndole doler el pecho.
Daba vueltas en solo lugar intentando cubrió con su mirada todos los flancos, metió una sola mano en su bolsillo y sostuvo con fuerza el cuchillo que guardaba allí.
Suaves soplidos le rozaban sus oídos, el cosquilleo la asustó haciéndola retroceder y girar, fueron tres, cuatro, varias veces, intensificándose junto con el volumen de la melodía y las carcajadas maléficas, ante eso la mano de Alice salió con fuerza del buzo girando el cuchillo su alrededor, sonó un Crash! y un quejido, algo había impactado.
--- ¡Auch!
Luego de ello otra brisa arremetió contra Alice y la presionó fuertemente contra el suelo.
La nubosidad se despejó con la misma rapidez con la que había llegado y una silueta de mujer con cabellos ondulantes y mirada enfurecida vociferó
---- Maldita perra, volviste a tocarme
Un leve rasguño había rozado las prendas de la Dracae, sus ojos agua marina crearon una llama de odio capaz de exterminarla.
En el suelo Alice no apartó su vista, la presión era mayor y no podía levantar sus extremidades. Poco a poco el ser enfurecido se acercó a su ya indefensa presa.
--- La misma mirada soberbia de la última vez, eres una maldita que ataca a traición.
La Dracae tomó a Alice del cabello y subió su rostro para ver directo a sus ojos.
--- Pero te doy crédito, pues yo también lo hago. La diferencia aquí, es que no eres más que un animal que es cazado como alimento. No vales nada más.
Alice apretaba su mandíbula y se sacudía para liberar sus brazos, pero era imposible.
Tantos días intentado sobrevivir, haciéndose terapia diaria para superar lo que ocurriera, fue débil , era débil y la naturaleza es inmisericordiosa con los débiles. La naturaleza reclamaría su existencia entonces.
Pero no, no era justo, los últimos días había encontrado que podía llegar a ser fuerte, que podía exigirse más, no era justo que acabara así.
--- Tú quieres algo de mí ¿verdad? no creo que solo sea tu alimento.
Negociar, Alice debía demostrar que tenía valor, que podían llegar a entenderse, era obvio que existía una diferencia exorbitante entre sus fuerzas pero tendría que valerse de sus palabras.
--- ¿Qué deseas de mí? podríamos llegar a un acuerdo.
--- El animal sabe hablar, qué interesante, no hay nada que puedas ofrecerme que en este momento no haya alcanzado. No estás en posición de decir o pedir nada.
La Dracae se reía en éxtasis, sentía las feromonas que expulsaba el terror de Alice. Le jaló el cabello con más fuerza le giró el rostro y le lamió su mejilla. La lengua rasposa y bífida de la Dracae le recorrió hasta la frente, la línea de dientes filosos contrastaban con las finas y bellas facciones de aquel ser y desde cerca podían apreciarse unas diminutas escamas suaves que brillaban en tornasol.
La sensación húmeda fue más desagradable que el tirón en su cabello. Lo que fuera aquello no la dejaría ir fácilmente.
-- ¡Qué asco! sabes a sal, pero no puedo negar que hueles delicioso.
Juntó su cuello al de Alice, luego respiró profundo, un cosquilleo como el de un insecto fue percido en el roce de sus pieles, las branquias de la Dracae se expandían y contraían con avidez . Esa sensación incomoda hizo que Alice luchara por quitársela de encima mientras su victimaria cerraba sus ojos en son de éxtasis.
--- El miedo es tan excitante. ¡Ahhhh! ¿No te parece?
Alice es medio del asco quería gritarle su inconformidad , pero las siguiente palabras de la Dracae la desconcertaron
--- Sé que estás allí. ¿Cuánto has visto? lo suficiente para emocionarte como yo…
Sin percatarse antes de lo que estaba ocurriendo, Alice solo pudo señalar que en ese lugar había otra presencia.