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Familia y Diosa 2.176

Los dioses podían llegar de tres maneras a la tierra. En primer lugar, los dioses como Uranos y otros de alto de nivel, habían sido enviados por el primigenio creador de este mundo para que pusieran orden a las cosas. La segunda forma vino cuando se creó la conexión entre el cielo y la tierra. En ese momento bajaron los dioses como Zeus, Hera y Hephaestus. De los cuales se podría decir que vinieron a buscar fortuna y nuevas oportunidades. Por último, invocando a un dios bajo acuerdo. Sin embargo, esta era una forma que nunca se utilizó ya que muchos dioses no bajarían a la tierra sin la suficiente motivación.

En este último punto, se podría decir que Semiramis era pionera. Ya que ella, bajo acuerdo con la diosa Bishamon, le ofreció venir a la tierra. Por supuesto, para eso se deberían cumplir requisitos mínimos que Hera, como amiga y conexión entre las partes, reviso que se cumplieran.

El primer requisito era que hubiera un guerrero destacado dentro del grupo que la trataba de invocar. Ahí entraba Viggo, quien, a pesar de que todavía no podía vencer a Jason y los otros, tenía el potencial para lograrlo en el corto plazo (pensando dentro del rango de cinco años). Hera lo sabía, Kain lo sabía, Hephaestus no lo sabía, pero era la madre de Viggo, así que ella de forma ciega esperaría que él se vuelva el mejor. Así que, con el punto inicial cumplido, se podían conversar los siguientes términos.

Bishamon o Bishamonten era diosa de la fortuna y la guerra. Así que no escucharía a una persona que ni siquiera tenía la capacidad de lograr algo por su cuenta. Sin embargo, ahí entraba Semiramis, una mujer de negocios que viajo por toda Grecia realizando tratos. Ahora trabajaba para Hera, pero con su ingenio y fondos, Hera esperaba que Semiramis se volviera una poderosa socia.

Con lo anterior cumplido, Bishamon se sintió lo suficientemente motivada para bajar a la tierra y ahora, dentro del carruaje de Hephaestus, viajaban a la guild para presentarse delante del dios Uranos. La persona que regula la estancia y los tratos entre los dioses.

-¿Todo esto han hecho?- preguntó Bishamon mirando por la ventana con una sonrisa en los labios. Por fuera pasaban las calles de Orario, los grandes grupos de aventureros con dirección a la torre de Babel. Las casas, las soleras y otras grandes construcciones que volvían a Orario una ciudad prospera.

-Se podría decir que los humanos lo hicieron por su propia cuenta. Nosotros los guiamos- dijo Hera, mezcla de modestia y sinceridad.

Bishamon soltó una pequeña risita y la miró a la cara -nunca espere que alguien como tú se volviera tan humilde- dijo

-Eso- dijo Hera con un rubor en las mejillas -muchas cosas cambian-

-Así parece- dijo Bishamon mirando el enorme vientre de Hera -¿Puedo tocar?-

-Claro, solo ten cuidado-

Desde los asientos del frente los miraban Viggo, Hephaestus y Hitomi.

-Dime, Viggo ¿Cuántos aventureros más hay aparte de ti?- preguntó Bishamon sin mirarlo a los ojos y pasando su mano por el vientre de Hera

-Están Sakura y Ana, arquera y exploradora- dijo Viggo -también Rosewisse, maga y guerrera-

-¿Qué arma ocupa?- preguntó Bishamon

-Una katana que hace poco le regalo mi padre-

-Katana, es una locura- respondió Hera -no sé cómo Kain le puede seguir entregando armas tan problemáticas a los muchachos, ella ni siquiera sabe ocupar esa espada-

-Sí, bueno- dijo Viggo con una sonrisa incomoda -ella está entrenando con Tsubaki-

-Algo es algo, espero que esa niña le enseñe bien-

-Continua, Viggo- dijo Bishamon todavía acariciando con suavidad el vientre de Hera. Le parecía mágico que alguien como ella fuera a ser madre, después de todo, no tenía ninguna divinidad asociada a la maternidad. Esto era otro de los incentivos que la motivaron a venir. De solo pensar en tener su propio hijo, como lo harían los mortales, el corazón de Bishamon se aceleraba.

-Bien, ya nombré a Sakura, Ana, Rosewisse y por último yo-

-Solo cuatro- dijo Bishamon apartando la mano del vientre de Hera para mirar a Viggo con el ceño fruncido

-Solo cuatro, dice- dijo Hera con un tono de voz burlesco. Ella miró a Hephaestus y continuo -¿Tú puedes creer lo que dice? ¿Solo cuatro nada más? ¿Te acuerdas como fueron tus primeros aventureros?-

-Pequeños nivel uno que con suerte sabían balancear un martillo- dijo Hephaestus con una brillante sonrisa, pero a pesar de su mirada, ella recordaba con nostalgia y cariño esos primeros momentos.

Hera asintió y después miró a Bishamonten -para ser una diosa de la fortuna, no sabes lo afortunada que eres- dijo -Viggo se puede considerar un aventurero de nivel 8 y solo tiene quince años-

-Eh, tía, solo tengo catorce, en un mes más cumplo los quince años- dijo Viggo

Hera lo miró, asintió y después miró a Bishamon -¿Ves? Diosa de la fortuna, eres muy afortunada-

-Pero es solo uno- dijo Bishamon

-Uno que está en la cima de la fuerza de todo Orario. No es el número uno, pero apuesto que lo será dentro de poco-

-Gracias tía- dijo Viggo

Hera cerró los ojos y negó con la cabeza -no tienes nada que agradecerme- dijo -es la verdad. Además, esa niña Rosewisse es igual de fuerte que tú ¿No?-

-Sí- dijo Viggo -además, Sakura y Ana son nivel 3-

Hera quedó mirando a Bishamon con una mirada despectiva y esta última entendió su molestia. Después de todo, la mayoría de los dioses que bajaban a Orario lo hacían con las manos vacías y tienen que comenzar sus familias desde cero. Sin embargo, esto a su vez hizo feliz a Bishamon y sonrió complacida por la fortuna.

Una vez que se detuvieron en la guild, se bajaron del carruaje y entraron a la recepción. Ahí los esperaba Aina, madre de Eina y una de las esposas de Kain. Ella llevaba su cabello verde ordenado en una coleta amarrada con una cinta blanca. Llevaba puesta una chaqueta sin mangas y pantalones de tela.

-Buenos días a todos- dijo Aina haciendo una pronunciada reverencia -soy la asesora que los ayudara con el papeleo-

-Aina- dijo Hera -ve el papeleo con Hitomi, por favor. Hephaestus y yo llevaremos a Bishamon con Uranos-

-Entiendo, dama Hera- respondió Aina con una sonrisa de negocios

Hera y Hephaestus tomaron a Bishamon por los brazos y la escoltaron a un pasillo al fondo de la guild.

-Tía, lo siento, y muchas gracias por tu paciencia- dijo Viggo con una sonrisa incomoda ante la actitud de las diosas

-No te preocupes, Viggo- dijo Aina con una sonrisa amable, se acercó a él, extendió sus manos y le arreglo el cuello de la camisa -estoy acostumbrada a tratar con los dioses. Son molestos, pero es su forma de ser-

Viggo asintió, Aina aparto sus manos del cuello de la camisa y miró a Viggo de perfil, para al final asentir en señal de aprobación -hoy te ves bastante guapo, espero que sigas así- dijo

-¿Tú también tía?-

-Yo también, está bien vestir como gustas cuando eres niño, pero cuando te vuelves adulto las reglas del juego cambian-

-Entiendo tía, lo considerare-

-Considéralo, por favor- dijo Aina, después miró a la elfa Hitomi, que también era prima de ella y Riveria. Ella volvió a mirar a Viggo y después Hitomi -los gustos no están muy alejados-

Hitomi frunció el ceño al escucharla, pero no dijo nada al respecto y continuo con su trabajo -señorita asesora ¿Podemos rellenar los formularios? Se lo agradecería-

-No tienes para que ser tan tímida, siempre fuiste así y por eso eres una maga a medias-

-¡Cállate, no soy una maga a medias!-

-¿Entonces porque no eres una aventurera?-

-Eso- dijo Hitomi con voz pequeña y agachando la mirada. Aina negó con la cabeza en un gesto de exasperación, se acercó a Hitomi, entrelazo brazos y la llevo a un mesón cerca de la biblioteca para que las dos pudieran llenar el registro de la nueva diosa.

Viggo se quedó mirando como ellas se iban, miró los alrededores y como no vio a nadie conocido, se fue a sentar a un sillón. Las asesoras de la guild que estaban desocupadas se acercaron a él una a una, preguntándole si lo podían ayudar. Viggo dijo que no, pero ellas se quedaron dando vueltas a su alrededor. Como él no tenía nada que hacer, converso con las asesoras y a los pocos minutos se escucharon las risas.

Aina y Hitomi que rellenaban el formulario para los nuevos dioses y de esa forma poder formar una familia, escucharon el escándalo. Ellas levantaron la mirada y vieron a Viggo rodeado de jóvenes asesoras, incluso las que ya estaban casadas. Hitomi frunció el ceño, entendiendo mejor porque se había alejado de un hombre lujurioso.

-De tal padre, tal hijo- dijo Aina, con una sonrisa indefensa

-¿El señor Kain también es así?- preguntó Hitomi

Aina agacho la cabeza, miró el papel encima de la mesa y lo continúo rellenando -no- dijo con un tono de voz suave -pero cuando lo conocí era igual de carismático que Viggo. Si te soy sincera, la primera vez que lo vi lo encontré guapo y cuando nos separamos, pensé que mi corazón se iba a romper en mil pedazos. Por un momento pensé en dejar a Riveria por su cuenta en la costa y venir a corriendo a Orario. Al final, no pude dejarla sola y espere y espere-

-¿No te molesta que tenga otras esposas?-

-Si te soy sincera, no, ahora no- dijo Aina levantando la cabeza, mostrando una sonrisa y después volviendo a mirar el formulario -de primeras me molesto, pero cuando empecé a conocer a las otras chicas, ya no fue tan terrible. Además, Riveria estaba locamente enamorada de ese tipo. Así que tuve que hacerme la idea. No le podía pedir a Kain que abandonara a Riveria-

-¡Momento!- dijo Hitomi -hablamos de la misma elfa taciturna que parece no tener emociones-

Aina mostro una sonrisa divertida y asintió. Después continúo rellenando el formulario -nadie lo sabe, pero sus cartas eran tan infantiles que sentía que me iba a enfermar de lo dulces que eran- dijo en un tono divertido -no le vayas a contar. Ella dice que son una mancha en su vida, pero sé que ella le sigue enviando dichas cartas a Kain-

-Pero ¿No viven juntos?-

-Sí, viven, ella se va a quedar a la casa, juega con los hijos de Kain y duerme con él. Sin embargo, para alguien que es tan mala demostrando sus emociones, el papel facilita mucho las cosas-

-Veo, el papel…- dijo Hitomi pensando en cosas

-¿Qué pasa, le quieres enviar cartas a Viggo?- preguntó Aina de forma astuta -parece que a los descendientes de alf le gustan los chicos problemáticos-

-¡Yo no he dicho nada!- respondió Hitomi en un fuerte tono de voz que todo el mundo escucho. Incluso las asesoras que estaban rodeando a Viggo. Estas últimas se callaron y la quedaron viendo.

Aina aprovecho de mirarlas, puso una mirada seria de jefa y dijo en un tono estricto -¿No hay nada que hacer? Después no anden llorando si se les atrasa el papeleo-

Las asesoras agacharon la cabeza en un gesto de vergüenza y se despidieron de Viggo. Este último las despidió a todas y la última y más joven de todas, con orejas de gato y cabello castaño, le dio un beso en la mejilla. Viggo miró en todas las direcciones y espero que nadie lo haya visto. Sería un poco difícil explicar la repentina fascinación de alguien que apenas conoce. A simple vista parece que nadie lo noto, pero cuando sus ojos coincidieron con los de Hitomi, se dio cuenta que ella lo miraba con resentimiento. Ellos se sostuvieron la mirada, pero al final, Hitomi volteo su rostro a otro lado en un gesto despectivo.

Viggo se acarició la cabeza, camino hasta la mesa y se sentó del otro lado.

-Viggo, por favor no vengas a desordenar a mis asesoras- dijo Aina con una sonrisa en los labios y concentrada en rellenar el formulario sobre la mesa -o tendré que impedirte que entres a la guild-

-Yo, tía, bueno, solo estábamos conversando- dijo Viggo con incomodidad

-¿Todas las chicas que conversan contigo te regalan besos?-

-Bueno…-

-Sucio- dijo Hitomi con un tono de voz lleno de resentimiento. Viggo la miró y ella volteo su rostro hacia otro lado. Al mismo tiempo, Aina soltó una risita y se preguntó cuando pasaría.

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