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Buenos instintos 1.14

-Niño- grito Kratos desde el patio trasero de su casa -niño, es hora de entrenar-

Viggo lo escucho fuerte y claro desde su cueva. Estaba acostado en su cama, arropado con la piel de lobo y los ojos cerrados. Frunció el ceño al escucharlo, al mismo tiempo que era consciente del dolor en sus manos. Tenía los nudillos heridos, los huesos adoloridos y los brazos llenos de heridas. Bueno, su cuerpo entero estaba en un estado similar. Llevaba dos meses sin su energía divina y ahora cada parte de su cuerpo dolía.

-Niño, apresúrate, no tenemos todo el día- rugió Kratos

-Ya voy- grito Viggo desde su cama, abrió los ojos con dificultad y se sentó de golpe en un esfuerzo de apartar el cansancio de sus ojos. Miró a todos lados, estaba en su habitación, cubierta de pieles de animales para evitar el frio de las montañas. Todo estaba cubierto entre sombras y apenas se dilucidaban las siluetas. Viggo se destapo y se sentó al borde de la cama. Después estiro su mano derecha y tanteo el mueble de cómoda que tenía en frente. Abrió el cajón superior y encontró una polera. Bajo al segundo cajón y encontró un pantalón. Después bajo al último cajón y encontró una chaqueta peluda. Se vistió, se puso zapatos y se amarro alrededor de las piernas con cuerdas de cuero para que el pantalón le quedara pegado a las canillas. Después avanzó por la cueva hasta llegar al final. Paso por la ilusión que funcionaba como tapadera de la cueva y llego al patio trasero. Casi quedo ciego por el potente brillo del sol en el horizonte. Por otro lado, sintió el agradable frio de la mañana y el aire puro de la naturaleza. Todo hubiera sido agradable, pero con su maestro parado en el centro del patio, de brazos cruzados y ceño fruncido, hacia difícil poder disfrutar de este hermoso día.

-Apúrate- dijo Kratos

Viggo bostezo y camino lo más rápido que pudo sobre la tierra fría y húmeda. Los manchones de nieve habían desaparecido y los árboles se estaban llenando del verde de la primavera. Sin embargo, por muy soleado que estuviera, aún hacia frio. Así que Viggo llevo sus manos a la boca y soplo su aliento entre sus palmas. Después froto sus palmas una contra la otra en un esfuerzo de calentar sus manos.

Una vez que llego frente a Kratos, levantó la mirada y lo miró a los ojos. Tenía el iris café oscuro, pero con la usual mirada severa, parece que se volvían grises según el ángulo de la luz. Sin embargo, algo que era constante en esos ojos, no importa la ocasión, era ese brillo mortal como el de una espada. Era como si Kratos jamás abandonara el campo de batalla. Como si él siempre estuvieran anticipando un ataque o una emboscada.

-Dijiste que no tendríamos entrenamiento- dijo Viggo -por eso dormí más de la cuenta-

-Así es, niño- dijo Kratos con un rostro serio -pero tenemos un trabajo-

-¡¿Eh?!-

Kratos soltó un gruñido y entrecerró los ojos. Viggo tuvo la impresión de que los ojos se volvieron más severos, trago saliva y se tapó la boca con ambas manos.

-Ve a buscar tu hacha y a comer algo a la casa- dijo Kratos. Le dio la espalda y empezó a caminar con dirección a donde estaban los leños, detrás de la casa -picare algo de leña para Faye, tienes hasta cuando termine-

-Ok- dijo Viggo y fue corriendo a buscar su hacha. Después se fue corriendo hasta la casa, pasando por al lado de Kratos mientras él levantaba su hacha y cortaba un pedazo de tronco en dos de un solo hachazo. Después paso por el cobertizo y girando hacia la izquierda en la esquina de la casa, hasta llegar a la enorme puerta. Siempre le intrigo los dibujos rúnicos en los postes laterales. Golpeo la puerta y desde el interior, una voz femenina dijo -pase-

Viggo empujo la puerta y vio a Faye y Atreus llevando vasijas. Ellos caminaron al lado derecho de la casa y dejaron las vasijas en un mesón que estaba casi al lado de la puerta. Atreus dejo la vasija en el mesón y camino hasta Viggo. Por otro lado, Faye se devolvió hasta donde estaba la fogata donde cocinaban.

-¿Cómo estas hermano?- pregunto Atreus

Viggo miró al pequeño Atreus, de rostro inocente y risueño. Cabello corto, de color cobrizo y vestido con ropajes hechos de pieles de animales. Viggo estiro su mano derecha y le peino el cabello hacia un lado.

-Bien ¿y tú?- pregunto Viggo de vuelta

-Bien, súper bien, mamá hizo una comida súper rica-

-Oooh, parece que todo es súper hoy en día-

-Sí, así es, mira ven- dijo Atreus, le tomo la mano a Viggo y lo tironeo para que lo siguiera. Este último frunció el ceño del dolor, pero se aguantó y dejo que Atreus lo guiará. Ellos fueron hasta donde estaba Faye, al lado de la fogata. Ella llevo un cucharon de madera a un caldero encima del fuego y lo saco con comida, la cual depósito en un cuenco de madera. Viggo se sentó en un tronco, al lado de la fogata y Faye le paso el cuenco.

-¿Cómo están tus manos?- pregunto Faye al mismo tiempo que le pasaba el cuenco de sopa humeante.

-Lo tolero- dijo Viggo recibiendo el cuenco. Llevó su mano derecha a la cuchara de palo. Revolvió la comida y después saco comida y se la llevo a la boca. Sus ojos se ampliaron por el sabroso sabor a especies y levantó la mirada para ver a Faye y Atreus.

-Ves hermano, te dije, esta súper- dijo Atreus con una sonrisa amable

-Mmm, es verdad, está muy bueno- respondió Viggo pasando su mirada desde Faye a Atreus

Faye sonrió y después fue al mesón en donde dejaron las vasijas. Ella predio una vela y empezó mover varias vasijas, como si estuviera buscando algo. Viggo siguió comiendo y Atreus se sentó a su lado.

-¿Quieres?- pregunto Viggo

-Bueno, si me das- respondió Atreus

Viggo sonrió y le tendió el cuenco. Atreus solo tomo la cuchara con la sopa y la probó. Después dejó la cuchara en el cuenco mientras sonreía.

-Será mejor que comas la comida, si no te la quitaré- dijo Atreus con una sonrisa -mamá guardo solo la parte de Viggo. Papá comió más que de costumbre y ahora hay que hacer más-

Viggo sonrió y siguió comiendo mientras escuchaba a Atreus.

Una vez que Viggo termino de comer su comida, Faye llego con un vaso de greda. Este parecía tener agua caliente porque emitía un tenue vapor. Viggo levantó la mirada y la miró a los ojos. Diferente de su maestro, los ojos de Faye eran amables. Su largo cabello cobrizo arreglando en trenzas con hilos de colores la hacía ver juvenil, como si estuviera en sus treinta. Por otro lado, sus mejillas rojizas la hacían ver adorable. Carecía del encanto femenino que tenían las esposas de su padre, pero emitía un aire agradable.

-Toma Viggo- dijo Faye, tendiéndole el vaso

-¿Qué es?- pregunto Viggo, estirando su mano y tomando el vaso

-Te acuerdas que hace un tiempo te dije que no comieras un hongo rojizo- dijo Faye mientras le entregaba el vaso. Viggo ladeo la cabeza en un gesto de confusión y Faye hizo una sonrisa incomoda, pero continuo -el hecho es que la he procesado para ti. Con esto, te dolerán menos los brazos y tus heridas sanarán más rápido-

-Gracias- dijo Viggo con algunas dudas -¿Es malo?-

-Algo, será mejor que lo tomes todo de una vez-

Viggo asintió y bebió el contenido de un solo trago. Arrugo la nariz en un gesto de repugnancia, pero se aguantó el mal sabor. Después le tendió el vaso, Faye lo recibió y Viggo comenzó a sentir un agradable calor en su pecho, después sintió sus vías respiratorias despejadas y sus manos menos adoloridas. Él se miró las manos, aún tenía esas costras y heridas, pero le dolían menos.

La puerta se abrió con fuerza y los tres miraron en esa dirección. Kratos estaba parado bajo el dintel de la puerta, como una sombra oscura e imponente. De gran estatura, contextura fornida y aura intimidante. Camino a paso lento, avanzando por la oscuridad de la casa y llegó frente a la fogata.

-¿Estas listo?- pregunto Kratos

-Sí, maestro, ya estoy listo, vamos- respondió Viggo

Kratos gruño en señal de acuerdo y Viggo se puso de pie, tomando su hacha con la mano derecha. Comenzó a caminar por delante, con dirección a la puerta y escucho a Faye enviar a Atreus con él. Atreus camino al lado de Viggo y juntos llegaron a la puerta. Viggo tomo la aldaba de la puerta y a medida que iba cerrando, vio a Faye acercándose a Kratos mientras esté estiraba sus brazos en un gesto suave para abrazarla, como si estuviera tomando cristal entre sus manos. Ambos acercaron sus rostros y Viggo vio cómo se iban a dar un beso. Sin embargo, Viggo cerró la puerta antes de que su curioso amigo a su lado siguiera mirando.

-¿Tus papás también se besan?- pregunto Atreus

Viggo hizo una sonrisa y asintió -mi padre ama y besa a todas sus esposas- dijo

-¡¿Tiene más de una esposa?!- grito Atreus con una expresión de incredulidad

-Digamos que sí…-

Viggo y Atreus se sentaron en unos troncos que estaba frente a la casa y hablaron durante un largo rato. Después fueron interrumpidos por el rechinar de la puerta al abrirse. Kratos salió seguido por Faye. Él tenía una cara seria como siempre, donde su boca se perdía en esa espesa barba. Por otro lado, Faye sonreía con una expresión amable.

Viggo se puso de pie y espero el comando.

-Vamos- dijo Kratos y Viggo lo siguió. Ninguno dijo mucho, pero escucharon a sus espaldas palabras de despedida, tanto de Faye como de Atreus.

Ambos avanzaron por el caminillo a la derecha de la casa, hasta llegar a la empalizada y continuar por el bosque en donde buscaban hongos comestibles. Al final de ese bosque, encontraron una escalinata labrada en piedra. Viggo la había visto antes y siempre le llamó la atención. Sin embargo, por consejo de Faye, jamás se acercó a ese lugar.

Al llegar a la cima de la escalinata, se encontraron con otro bosque. Sin embargo, muy diferente del otro, este se veía más salvaje, tétrico y abandonado. Viggo sostenía el hacha en ambas manos, casi tan grande como su propio cuerpo. Miraba los alrededores, con los sentidos atentos a cualquier sonido o cambio en el aire. El follaje del bosque parecía apartar la luz y todo se veía más oscuro.

Kratos notó que Viggo avanzaba cada vez más lento y le dio una palmada en el hombro. Viggo dio un respingo, saltó hacia un lado y se puso en posición de combate, listo para lanzar un ataque con la poderosa hacha. Sin embargo, cuando vio a su maestro, soltó un suspiro de alivio y miró hacia todos lados.

-¿Qué pasa con este lugar?- pregunto Viggo con una expresión de preocupación -emite el mismo aire que el valle, donde nos enfrentamos a los draugrs-

-Mmm- gruño Kratos -las sorpresas no funcionan contigo. No es aquí donde está el peligro, pero cerca, en una fortaleza abandonada-

-¿Para qué vamos ahí?-

-¿Para qué más podría ser? Ya llevas tiempo aprendiendo a manejar el hacha, pero te hace falta la experiencia real-

Viggo soltó un suspiro y asintió, entonces relajo su postura. Kratos siguió avanzando por el bosque y Viggo lo siguió a la cola. Entonces él vio que, por delante de Kratos, se veía un enorme monolito de piedra. Era como si hubieran sentado una gran roca sobre un base hecha de cuatro pilares de roca sólida. La base tenía 20 metros de ancho por 3 metros de alto y la enorme piedra debería tener unos diez metros de alto por 20 metros de ancho. Parecía una verdadera torre.

Viggo siguió avanzando por el bosque, hasta llegar a un paso entre dos grandes rocas. Una vez que atravesó el paso, bajo por una escalinata de cinco peldaños y llego hasta la base del monolito. El suelo también era de roca sólida, con un dibujo labrado que parecía un remolino.

Los cuatro pilares de piedra se veían sólidos y la base que sostenía la enorme roca solo era un cuadrado. Solo tenía de increíble la visión del tamaño, ya que la roca por dentro estaba ahuecada, similar a un cono. Viggo, desde el centro del monolito, levantó su rostro y miró las paredes del cono, hasta llegar a lo más alto y mirar el cielo azul a través del agujero en lo alto del monolito.

-Por acá- dijo Kratos, avanzando por un camino en el lado izquierdo del monolito. Viggo miró en aquella dirección y vio un puente tallado en piedra que cruzaba un ancho rio. Su mirada siguió avanzando a la distancia y 100 metros más allá, vio una enorme fortaleza construida en roca. La mitad del ala izquierda estaba derruida hasta lo que parecía ser el segundo piso. Solo el ala derecha se veía en buen estado. Sin embargo, para Viggo, todo el lugar se veía igual de tétrico, como si emitiera miasma oscuro.

Viggo siguió a Kratos, avanzando por el camino y mirando el largo puente tallado en piedra. Por debajo, el agua fluía en una fuerte corriente desde un rio a la izquierda, el cual descendía de las montañas. Atravesaba el puente chocando con los pilares y continuaba a la derecha hasta llegar 100 metros más allá y bajar por un precipicio.

-¿Vamos a cazar algo grande?- pregunto Viggo

-No, solo luchar- respondió Kratos -tienes que conocer tus nuevos límites-

-Dices eso, pero yo solo me siento más débil y adolorido-

-Es el precio del poder, para volverse fuerte, uno debe romper sus límites, tanto físicos como metales-

-Si tú lo dices- respondió Viggo con una sonrisa. Kratos tomo una profunda respiración y gruño.

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