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—Sírveme un trago y buscamos una solución a nuestro problema— me pidió.

—Entendido—me levanté de encima de él y fui a servirle el trago. Lo serví y se lo llevé. Akira se quitó la corbata—¿Estás entrando en calor ya?— le pregunté en un tono de burla. Caminé con la intención de sentarme en la otra silla, pero me aguantó la mano y me jaló hacía él.

—No te he ordenado a sentarte— amarró la corbata alrededor de mis muñecas. ¿Así que esto planea? Se levantó de la silla e hizo que me inclinara sobre el escritorio, con mi cabeza encima del maletín con el dinero.

—Ya que no vas a aceptar el dinero, supongo que debo tratar de convencerte de otra forma.

—¿Y cómo sería eso?

—¿Debería pasearte por todo el Hotel como la perra que eres?

—Que drástico, pero serías tú quien se arrepienta luego.

—Oh, ¿Eso crees? Has sido muy imprudente y ruda, ¿Qué debería hacer para castigarte?— bajó su mano a mi trasero y lo apretó, la otra la fue metiendo debajo del traje. Sentí sus manos calientes en mi piel, cuanto me hacía falta esto, solo con ese leve contacto mi cuerpo se estremeció. Bajó mi ropa interior para masajear de forma circular mis glúteos, hasta que sentí una nalgada.

—¡Akira!—no lo hizo tan duro, pero no avisó, por lo que me tomó de sorpresa y me intenté levantar.

—No te atrevas a levantarte o lo haré más duro. Este es tu castigo, así que debes ser una niña buena y aceptarlo— me dio otra nalgada más fuerte.

—Duele, imbécil—dije entre quejas.

—Ya te acostumbrarás o eso espero, de lo contrario va a doler mucho más.— rio. Cada vez que mencionaba una razón, me daba una nalgada más fuerte. Sus manos estaban muy calientes—. Está por imprudente, necia, tonta, testaruda—no dolía tanto como al principio, era como si se hubiera dormido esa área, aunque en cada golpe que hacía, mi cuerpo se sentía extraño—, por contradecirme, provocarme, dañar mis planes y la última— se acercó a mi oído antes de golpearme—, por perra— su voz sonaba muy excitante. Mi cuerpo estaba caliente, mis glúteos estaban en fuego, casi igual que mi interior.

—Eres tan cruel— dije fatigada.

—Oh, ¿Quieres más?— bajó su mano a mi vagina—. ¿Así de tanto te gustó? Te has vuelto masoquista— Akira alzó más el traje, dejando mi espalda visible. Sentí un líquido frío que corrió por mi espalda y eso producía cosquillas.

—¿Akira?— sentí sus labios y lengua en mi espalda.

—El trago sabe mucho mejor tomando directo de tu cuerpo—sentí que metió su dedo dentro de mi vagina sin avisar. Solté un gemido fuerte a lo que Akira rio—. ¿Se siente bien?—lo metía profundamente y rápido, estaba muy sensitiva. Si continúa así, no podré aguantar más, introdujo otro y mi cuerpo se estremeció mucho, la piel se me erizó al sentir su brusquedad. Sus dedos se sentían tan bien. Ya estaba a mi límite.

—No puedo más— Akira se detuvo—. ¿Qué pasa?

—No te he dado la orden de que te corras todavía— se arrodilló detrás de mí y en instantes sentí su lengua en mi vagina, la movía con tanta intensidad, que no podía con esa sensación de hormigueo, esa área estaba muy sensitiva ya.

—No puedo aguantar, Akira. Es imposible— dije jadeante.

—Si no obedeces, te daré el peor de los castigos por desobediente— metió los dos dedos dentro de mi bruscamente, mientras continuaba lamiéndo mi vagina. No podía controlar mis gemidos, era demasiado. Su movimiento con su lengua acertaba en mis puntos más sensibles. Si continúa no podré cumplir lo que pidió. Sentí que se detuvo.

—Buena chica. Te daré tu recompensa— sentí cuando metió su miembro profundamente en mi. Ya mi vagina había ido borrando su medida de tanto tiempo sin hacerlo, lo que ocasionó que mi vagina doliera un poco. Se movía tan bruscamente dentro de mi, que sentía que iba a destruirme.

—Tanto me extrañaste, corderito. Tu interior está muy apretado, me sujeta bastante fuerte, es como si quisiera que me quedara dentro de ti. Te has vuelto muy pervertida — su forma de hablarme, me excitaba demasiado. Es cierto que hace tiempo quería esto, me he convertido en esto por él. Él es quien causa que sea así. Cada vez que lo metía me iba sintiendo mejor. Estaba tan sensitiva, que en cada movimiento que hacía, podía sentirlo con más intensidad.

—Eres tú quien me hace ser esto, Akira.

—Te has vuelto tan perra en tan poco tiempo y no sabes lo que me excitas. No puedo controlar estás ganas de partirte y destruirte, lisa— subió mi pierna y la puso sobre la mesa, mientras continuaba penetrándome más fuerte y profundo. Sus jadeos hace mucho no los escucho y era tan placentero hacerlo ahora. Sus manos las sujetó fuertemente a mis caderas para obligarme a dejarlo entrar en mi. No podía con esa sensación de hormigueo en mi vagina, me estaba volviendo loca.

—Me encanta sentirte dentro de mi, Akira— pensar en las palabras que acababa de pronunciar, mi cuerpo sintió un escalofrío y un hormigueo mucho más fuerte. No podía aguantar un segundo más. Alcancé un orgasmo y aún Akira seguía entrando—. Perderé la cordura si continúas, Akira.

—Me encargaré de que lo hagas. Tu cuerpo solo hará lo que yo le diga. Te corriste sin mi consentimiento. Que mujer tan desobediente— Akira se detuvo y me colocó boca arriba—. Tu cuerpo se ve tan bien— besó mi vientre y pasó su lengua hasta llegar a mi sostén. Me miró maliciosamente y lo metió dentro de mi de vuelta. Mi cuerpo estaba temblando al ver su mirada penetrante de esa forma, analizando cada gesto que hacía. Ya no me causaba vergüenza que me viera sintiéndome bien por él. Subió mi sostén y se acercó a lamer mi seno izquierdo, mientras apretaba el pezón del otro. Conoce tan bien mi cuerpo que puede manejarme a su antojo.

—¿No vas a pedir disculpas por desobediente?

—¿Tu las vas a pedir por imbécil?

—Que insolente y perra me saliste—puso su mano en mi cuello—. ¿Debo obligarte a disculparte?— me miró fijamente, esperando mi respuesta.

—Si, por favor— dije entre jadeos. Akira sonrió y sacó su miembro para rozarlo por encima de mi vagina.

—Supongo que tendré que masturbarme y terminar afuera— eso es cruel. Akira se sentó en la silla y se me quedó viendo.

—No creas que lo permitiré, idiota— me levanté como pude del escritorio y me senté de espalda hacía el. Hace tiempo no soy quien lo hace. Lo introduje dentro de mí y comencé a moverme, mientras me sujetaba como podía del escritorio.

—Que buena vista, si te vieras. Tienes que meterlo más así—puso sus manos en mis caderas y me bajó de un jalón, haciéndome sentirlo todo. Solté un gemido más provocativo al sentirlo.

—Eres muy cruel, Akira — me seguí moviendo encima de él y se escuchó que tocaron la puerta.

—Sr. Akihiro, ¿Se encuentra ahí?— la puerta estaba sin seguro, si entra nos descubrirá. Akira se preocupó al escuchar la voz de la zorra de Amaya.

—Detente, lisa— intentó sacarme, pero hice fuerza sobre él.

—A mi no me das ordenes. No seas desobediente y quédate quieto, Akira.

—Si entra esa perra…— lo interrumpí.

—¿Si entra que? Verá a dos primos teniendo sexo, gran cosa —me seguí moviendo rápidamente, mientras que Akira estaba intentando aguantar sus jadeos.

—Me las pagarás luego, corderito.

—Esperaré por eso.

—¿Sr. Akihiro?— volvió a preguntar.

—Estoy en una reunión importante, ¿Qué sucede?— moví mis caderas de lado a lado y escuché un jadeo tierno de parte de Akira. Creo que tiene que pasar este tipo de situaciones más a menudo.

—Siento interrumpirlo, es solo que la actividad será en unos minutos.

—No se preocupe, Sra. Amaya, ya mismo término.

—Lo espero.

—¿Ya vas a terminar? — pregunté burlona.

—¿Asi que te excita más estás situaciones, perrita? Estás más húmeda que antes—me sujetó y me empujó al suelo boca abajo—. Te daré lo que tanto esperas— entró nuevamente en mi, en esta posición era demasiado. Podía sentir la profundidad aún más, él sabe que es así por eso lo hace. Sus jadeos eran incontrolables, tanto como los míos. Su miembro se sentía más grande y caliente. Sus movimientos eran violentos, con una mano sujetaba mi cadera y la otra apretaba mi glúteo. Me dio una nalgada sin previo aviso, fue como si hubiera presionado un botón en mi cuerpo. Me sentí tan caliente y la sensación de hormigueo nuevamente. Sus manos eran tan fuertes y suaves. Me hizo levantar el cuerpo y quedar pegada a él. Podía sentir su respiración en mi oído.

—Me encanta escucharte, Akira— se escucha tan sexy al estar tan caliente. Mordió mi oreja y mi cuerpo se estremeció.

—Me encantas, lisa. Quiero llenarte de mi hasta que tú cuerpo no resista más — sus palabras me calentaron, provocando un ligero escalofrío por todo mi cuerpo—. Te amo, lisa— mi corazón se aceleró al escuchar esa palabra, deseaba tanto escuchar eso de él.

—Te amo, Akira — giré mi rostro para besar sus dulces y suaves labios. Es que lo amo tanto. Aceleró sus movimientos, cuando en instantes sentí su calor dentro de mi. Akira se recostó al lado mío en el suelo. Me moví hacia él y lo abracé.

—Hueles tan bien, Akira. No nos separes más de tí, por favor— tenía miedo de que decida hacerlo. Una lágrima bajó por mi mejilla.

—Perdóname por todo, lisa, no volveré hacer una tontería como esa, al final de cuentas no puedo estar sin ustedes. Me sentía incompleto— me abrazó de vuelta y sentí que mi inseguridad y mis miedos se fueron.

—Me quedaré a tu lado, lo prometo— Akira me besó y sonrió. Me siento tan feliz en este momento, que no quisiera que acabara. Al menos todo lo que pasé valió la pena. Poder sentirlo tan cerca, poder oler su perfume, sentir sus manos en mi cuerpo o escuchar su voz, me hace sentir completa.

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