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Al llegar al Hotel, vi que había mucho movimiento de guardias. No entiendo porqué tanta seguridad, será un problema si me rebuscan. Llamé a recepción para ver si mi amiga estaba trabajando, pero no lo estaba. Me quedé pensando en que otra opción podía tener, hasta que alcancé a ver a Kazuo, es la oportunidad que estaba esperando. Me dirigí a donde él lo más coqueta posible.

—Ha pasado mucho tiempo— él se giró para ver quién le hablaba.

—Dios mío, casi no la reconozco. ¿Cómo ha estado? Hace tiempo no la veo por aquí.

—Había conseguido otro trabajo, es por eso que dejé el Hotel.

—Estás radiante.

—Gracias. ¿Puedo entrar con usted?

—Eso no se pregunta— puso su brazo para que me sujetará de él y así lo hice.

Entramos al Hotel juntos y sin problemas

—¿Su esposa no se molestará de verlo con alguien más?— su semblante cambió por completo—. ¿Dije algo que no debía?

—No, es complicado. Mi esposa me abandonó sin decir una sola palabra, hace mucho tiempo no la veo y no la he podido contactar.

—Siento mucho mencionar algo tan difícil. No sé preocupe, si realmente lo ama volverá, Si no pues, aún eres joven y apuesto, puedes encontrar a cualquier mujer que te merezca— recordé quién pudo haberlo hecho.

—Gracias por tu consejo— supongo que pude levantar su ánimo al menos—¿Y que te trae por aquí?

—¿Se encuentra el Sr. Akihiro?

—Si, está con nuestra invitada especial.

—¿Invitada especial?

—Si, es Amaya Eisth. Una cantante de ópera, es muy buena.

—Debe estar muy bien acompañado. ¿Sabe dónde puedo encontrarlo?

—Si, me pareció haberlo visto en la sala de actividades con la invitada.

—Gracias por su ayuda. ¿Serías tan amable de acompañarme, por favor?— le pedí, para poder ver de lejos que tipo de invitada es. Caminamos a la sala de actividades y pude ver a Akira en la pista de baile, bailando y muy sonriente, de hecho con una mujer bastante bonita. Parece que se está divirtiendo.

—Gracias por acompañarme— le dije a Kazuo sonriendo.

—Si me necesitas, ya sabes dónde encontrarme. Es un honor haberte visto luego de tanto tiempo.

—Igualmente.

Sentía mucha irá al verlo tan acaramelado con esa zorra. ¿Así de tanto nos extrañaste? Levanté mi cara, no voy a permitir que este imbécil se salga con la suya. Caminé con una sonrisa y una seguridad como jamás lo había hecho. Tomé una copa del mesero y llegué a la espalda de Akira, hice como si me hubiera tropezado con él, con ganas de haberle tirado con todo y copa, pero me contuve. Mojé parte de su traje y se giró molesto.

—Tch— escuché su protesta y puse la copa de vino en mis labios y lo miré.

—Lo siento, no lo vi— sonreí inocentemente, a lo que Akira se quedó frio. Me miró de arriba a abajo y tragó saliva.

—¿No sabes por donde caminas, estúpida?— dijo la perra con la que estaba.

—Ah, ¿Dijiste algo?— moví la copa bruscamente con el poco vino que quedaba y la mojé sin querer —. Lo siento, no se supone que tome— sonreí inocentemente.

—¿Qué haces aquí?— preguntó Akira, visiblemente molesto.

—¿La conoces?— preguntó ella. Quiero escuchar su respuesta. Akira se quedó en silencio y me miró.

—Es mi prima— Oh, ¿Su prima?

—Lo siento, no sabía quién era ella. Un placer, mi nombre es Amaya— extendió su mano hacía mi. ¿Y realmente cree que la voy a tomar? Ignoré su existencia y miré a Akira quien estaba frio, no encontraba qué decir.

—¿Puedo robarte unos minutos, primo?— sonreí, y sujeté su brazo.

—Si, permiso, Sra. Amaya— al menos conoce sus prioridades. Le tiré un guiño a la chica y me fui con Akira.

—¿Se puede saber que mierdas haces aquí?— cerró la puerta del ascensor y preguntó.

—Supongo que sí, soy tu prima, no hay problema que te robe un ratito para mí, ¿Cierto? La familia es primero, Akira.

—No utilices el sarcasmo ahora, lisa. ¿Cómo mierdas llegaste aquí?— detuvo el ascensor.

—En un avión.

—Sabes muy bien a lo que me refiero.

—¿No estás feliz de verme?— Akira se quedó en silencio y desvió la mirada.

—No se supone que estés aquí. Llamaré a mis hombres para que te lleven al lugar de donde no debiste haber salido.

—No soy esa estúpida que abandonaste en el avión ese día, ofreciéndole una nueva vida. ¿Creíste que ibas a poder evitar este encuentro para siempre?

—¿Qué es lo que sucede contigo, lisa?

—¿Esa no debería ser mi línea?

—¡Eres una tonta e insolente! ¡Acabas de hechar a perder mi cita!

—¿Nos abandonaste para esto? — lo miré seriamente.

—Si, no debiste haber venido— sacó el teléfono y le marcó a alguien, en instantes sonó el teléfono del chófer en mi cartera, lo saqué y se lo mostré—¿Me llamabas?— sonreí inocentemente.

—¿Qué mierdas hiciste, lisa?— Akira se abalanzó sobre mí en pleno ascensor, sujetando fuertemente mis muñecas.

—Mi primo está muy salvaje— sonreí.

—¿ Por qué mierdas llegas a este lugar, con esa actitud y está vestimenta? ¡Pareces una cualquiera!

—¿Qué pasa? ¿Estás celoso, o es tu orgullo que no permite que digas lo que sientes?— me solté de sus manos y lo empujé a la otra esquina del ascensor.

—No siento nada, lisa— su mirada me dice lo contrario y no solo ella. No pude controlar mi risa, a lo que Akira se quedó sorprendido.

—Que patético te has vuelto, Akira. Tu manera de mentir es igual de patética—me acerqué, mientras pasaba mi mano por su torso, hasta llegar a su pantalón—. Tu boca dice muchas cosas, pero este que está aquí demuestra otra— sonreí.

—¿Crees que ese intento de querer seducirme va a funcionar? Creí haber sido claro de que quería que te quedaras allá junto a Kaori y empezaras una nueva vida junto a ella.

—¡Me rehuso!

—No estás en posición de rehusarte. ¿Quieres que yo mismo te lleve? — dijo en un tono amenazante, por lo que me moleste.

—Escúchame gran idiota. Si crees que voy a permitir que vuelvas a hacer una estupidez como la que hiciste, estás muy equivocado. No pensaste en Kaori ni en mi, ahora no me jodas. Siempre tomando decisiones a la ligera, no piensas en lo que los demás sienten. Fuiste un maldito egoísta de mierda, si tú motivo era protegernos, íbamos a estar mejor a tu lado que solas. No sabes como esperé todo este tiempo para poder verte, no sabes todo lo que pasé estando lejos de ti y no solo yo, Kaori sufría pesadillas y llamaba todos los días a su padre. Lloraba hasta las tantas de la madrugada pidiendo ver a su papá. ¡Eres un imbécil!—le di una bofetada y no evitó que se la diera—. Nos dejaste solas y abandonadas solo por tu maldita estupidez. No pensaste en el daño que le causabas a tu hija y a mi. Preferiste huir como un cobarde en vez de afrontar la situación. Sé muy bien que no te servía de nada, de que era una inútil, un caso perdido, que solamente te causaba problemas y dolores de cabeza, pero al menos debiste haberme consultado lo que planeabas. Ni siquiera una puta llamada para preguntar por tu hija o por mi. Seis putos meses nos mantuviste lejos de ti, haciéndonos extrañarte, ¿y aún pretendes que me vaya a esa vida nueva, que es un completo martirio de nuevo? Todas las putas madrugadas despertando, esperando que abrieras la maldita puerta y te acostaras a nuestro lado o mirando el puto teléfono esperando una llamada o un mensaje, pero nada. Si tanto querías deshacerte de nosotras para hacer otro tipo de cosas, al menos debiste decirme, no hacer las cosas por tu cuenta como siempre. ¡Maldito impulsivo de mierda! Quisiera matarte en este momento por idiota y por cobarde, pero no puedo— su expresión se veía triste.

—Lo siento, pero no puedo permitir que te quedes aquí— abrió el ascensor y me jaló del brazo, empujándome fuera de el.

—¿Otra vez me darás la espalda? ¡Eres un cobarde! — Akira llamó a dos de sus guardias, pero antes de que pudieran llegar caminé por el pasillo, como si nada estuviera sucediendo. Estaba herida, molesta, triste, pero no iba a demostrarlo. ¿Quiere hacer las cosas de esta forma? Perfecto. No dejaré que huya más de nosotras, así tenga que hacer una estupidez. Cerré mis ojos y escuché los pasos de los guardias detrás de mí. Puse mi mano dentro de la cartera, me detuve y me giré. Akira estaba en el fondo del pasillo, con esa mirada triste que tanto odio. Le sonreí como si nada estuviera pasando.

—Acompáñeme— dijo uno de los guardias.

—Te equivocaste de persona— sonreí por última vez y le metí una patada en los huevos, a lo que el otro hombre intentó sacar su arma; yo saqué rápidamente la mía y la puse en el cuello del hombre al que le di la patada—. Si vas a seguir huyendo y sacarme como una perra de aquí, entonces tengo que comportarme como una— dije en voz alta, mientras miraba a Akira. Caminó hacia nosotros serio.

—¿Así serán las cosas?— preguntó molesto.

—Sí, verás que mi paciencia con el pasar del tiempo se ha ido agotando.

—Baja el arma—le ordenó al guardia.—. Vamos a mi oficina— me miró fijamente y caminó.

—Lo siento, pero gracias— le dije al hombre que le estaba apuntando, mientras lo soltaba.

Caminé detrás de Akira, sé que algo debe estar tramando, aún así no pienso quedarme con esto por dentro. Llegamos a su oficina y se sentó en la silla.

—¿Cuánto quieres por salir de mi vida, lisa?— sacó un maletín con dinero y lo puso sobre el escritorio. Su pregunta me molesto, pero no quería demostrarlo, solo empecé a reír.

—¿Le estás poniendo precio a Kaori y a mi? Que cínico y repulsivo me saliste.

—No quiero que vuelvas a aparecer por aquí.

—¿Tanto así me odias? ¿Y todo por acabar con tus planes?— como se ve que solo quiere alejarme de él por ahora, no lo permitiré.

—¿Cuánto quieres?—preguntó por segunda vez.

—No quiero dinero— si mis palabras no lo alcanzan como quiero, entonces de otra manera lo haré. Caminé a su escritorio y me senté sobre él. No dejó de mirarme ni un solo momento, vi que tenía el arma en su mano, pero no contaba con que la acercaría a mi cuello.

—Si tanto quieres deshacerte de mi, hazlo— se quedó en silencio mirándome fijamente—, pero al menos sé honesto contigo mismo por un momento y admite de una puta vez, que te mueres por estar conmigo— rocé mi dedo en sus labios—. ¿Acaso debería matar yo misma a ese maldito orgullo que te cargas, pendejo?— Akira sonrió.

—Sabía que dirías eso, corderito.

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