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Capitulo V

-Amelia dime ,como has podido olvidarme?- Acaso Siempre fuí un estorbo para tí?...Siempre fuí invisible ante tí, la mujer que se ha adueñado de mi corazón y se ha vuelto poseedora de mi admiración, mis deseos, mis sueños y mi respeto?.... No, lo correcto sería decir que te has apoderado de todo mi ser o me equivoco Amelia?

Mi dulce estrella ¿por qué....me mientes ahora mismo?-

Eran las preguntas pronunciadas por una voz cálida en la que habían pequeños atisbos de dolor, irá y tristeza. No podía responder ninguna pregunta ya que yo no era su "dulce estrella" yo no contaba con ningún tipo de lazo con esta persona que me sujetaba entre sus fuertes brazos , que cada vez que intentaba safarme de su agarre este se volvía más fuerte pero a pesar de ello no buscaba lastimarme más bien, lo que buscaba era mantenerme a su lado.

-Amelia....por favor no me dejes sólo de nuevo-

Está era la súplica que me hacía mientras apoyaba su rostro sobre mi hombro. No podía soportar más la culpa de haberle mentido para poder verlo y tal vez así poder escapar de este jardín de rosas.

-Está bien....seré honesta contigo-

Mientras le decía esto me gire para poder mirarlo directamente a los ojos y hacerle notar que no mentiría en esta ocasión.

Al alzar mi mirada me encontré con un hombre alto como de 1.90,sus ojos eran de un hermoso color ámbar, su cabello le llegaba hasta la cintura esté era lacio de un color plateado, su piel era del color de la arena de un decierto y como ya podía decirse era fuerte y contaba con un buena figura. Sin duda era muy apuesto.

No podía dejar de mirar sus ojos hasta que....

-Amelia...nunca me habías mirado de esta manera, te encuentras bien?-

Mencionó este hombre tan apuesto sin dejar de sujetarme y mirándome preocupado pero a la vez pude notar que se estaba sonrojando por la curiosidad con la que lo miraba examinando cada parte de su ser.

-Yo.... que lindos.

Perdón pero, no podía dejar de mirarte ya que tienes unos ojos son muy hermosos.-

Dije mientras desviaba mi mirada de aquellos ojos tan hermosos como las joyas y me preparaba para poder decirle toda la verdad.

-Perdón por retenerte así dejando que mis sentimientos fluyeran y las palabras salieran así de repente, mi dulce estrella. No te lastimé verdad?-

Este hombre de pelo plateado me soltaba y revisaba que no estuviese herida por ninguna parte y cambio repentinamente el humor que tenía hace unos instantes de tristeza y dolor por una actitud tranquila y amorosa.

-Por favor, déjame llevarte a un lugar al que puedas descansar para que charlemos mejor-.

Extendiendo su mano y con una dulce sonrisa me llevaba a un lugar completamente diferente del jardín de las rosas.

Cuando lo ví me quedé tan impresionada, se trataba de un paraíso, era tan hermoso más de lo que yo habría llegado a desear; mientras no podía tomar el control de mi cuerpo y no recibía ninguna visita de Ares solía imaginarme tomando el control de mi cuerpo e ir a un lugar lleno de flores.

-¡¿Te encuentras bien mi dulce estrella? ¿Qué pasa por qué lloras?!-

El hombre de cabello plateado me preguntaba preocupado por lo que me estuviese pasando.

-¿Te sientes cansada? pronto llegaremos al lugar para que puedas descansar te lo prometo, por favor no llores.

¿Yo estaba llorando? dirigí mis manos hacia mi rostro y al tocarlo me di cuenta de que mis ojos estaban húmedos.

-No estoy enferma, pero creo que me encuentro muy cansada. Perdón por preocuparte-

Le contestaba a aquel dulce muchacho.

- Entonces, por favor permíteme cargarte hasta llegar a ese lugar-

Sin esperar mi aprobación, él me cargo entre sus brazos y empezó a acelerar el ritmo de su caminar.

No podía descifrar el por qué de mis lágrimas en ese momento pero algo era seguro.

"Me siento segura cuando estoy al lado de este chico, no quiero volver a ese lugar y no quiero volver a sentir aquella desesperación por no poder mover mi cuerpo, quiero seguir explorando este mundo y ser feliz"