Viggo se despertó en la cama de una habitación en la casa de Kain. Abrió los ojos y lo primero que vio fue un techo blanco. Después miró hacia la derecha, vio parte de la cama, una muralla blanca con cortinas beige recogidas. El cielo estaba oscureciendo mientras aparecían las primeras estrellas. Viggo tomo una profunda respiración, llevó su mano a su pecho y se tocó. Alguien le había quitado la coraza. Sin embargo, pese al terrible ataque del martillo de Thor, ahora no tenía ninguna herida.
Viggo apoyo las manos a los lados de la cama y miró la habitación. Era una de las dos habitaciones que tenía Kain para las visitas. Solo tenía un armario para la ropa, una cama y veladores a los lados. Viggo miró el resto de su cuerpo. Estaba sano y sin secuelas de ese desastroso encuentro. Entonces noto que tenía el collar con la piedra preciosa colgando de su cuello. Sin embargo, la que debería ser una piedra azul, ahora estaba cristalina y trasparente como un diamante. Viggo hizo una mueca similar a una sonrisa y entendió como se salvó. Fue Kiara y el collar.
Viggo se levantó de la cama, vestía su túnica roja y el cinturón con la cabeza de león en el centro. Estaba descalzo, pero sus botas de cuero estaban a un lado de cama. Se puso las botas, camino a la puerta y salió al pasillo. La habitación estaba al final del largo pasillo del segundo piso. Miró hacia las escaleras, donde empezaba el pasillo y vio a una elfa de cabello verde llevando a una bebé en sus brazos.
-Hola tía- dijo Viggo, camino en dirección de la elfa de cabello verde. Ella volteó su rostro y sonrió al ver a Viggo.
-¿Cómo estás Viggo?- preguntó Aina con la bebé Eina en sus brazos
-Mejor tía-
-Santo cielo- dijo Aina -casi me da un infarto cuando te encontré en la calle tan mal herido con esa niña, Rosewisse-
-Lo siento, tía- dijo Viggo llegando delante de ella. La bebé Eina levantó la mirada, enfocada en el vibrante cabello rojo de Viggo. Ella tiro sus pequeñas manos y Viggo estiro sus manos para que Aina se la pasara. Viggo tomo a Eina en sus brazos y ella le tomo mechones de cabello, curiosa y fascinada por el vibrante color del cabello.
-Tú padre te espera en la biblioteca. Está con Rosewisse, Semiramis, Scheherezade y Hitomi- dijo Aina con una sonrisa al ver como la bebé Eina se divertía con los largos cabellos rojos de su hermano.
-¿Hitomi?- preguntó Viggo confundido, no recordaba a nadie con ese nombre
-Sí, ella…es la nueva ayudante de Semiramis- dijo Aina con una sonrisa incomoda.
-¿Usted la conoce?-
-Un poco, pero no te preocupes, a pesar de todo, es fiable e inteligente. Es solo que, bueno, trátala bien-
Viggo entrecerró los ojos al escucharla y asintió. Después le tendió a la bebé Eina y Aina la tomo en sus brazos. Viggo se despidió de ella, bajo por las escaleras al primer piso, camino hasta la biblioteca y golpeo la puerta de color café oscuro.
-Adelante- dijo Kain desde el interior
Viggo abrió la puerta y encontró a su padre sentado en su sillón con un gran respaldo. Kain era alto, así que su cabeza alcanzaba con facilidad la parte superior del respaldo. Frente a él había una larga mesita de vidrio rectangular y a los lados dos sillones de tres cuerpos. Del lado izquierdo estaba sentada Rosewisse sola, con sus amplias alas blancas, pero ya no llevaba la armadura dorada. En su lugar, utilizaba un largo vestido celeste que se le pegaba al cuervo y denotaba sus curvas.
Era una visión nueva para Viggo, porque con la armadura todo se veía muy plano. Sin embargo, ahora, todo se veía muy prominente. Alguien tosió y distrajo a Viggo de su visión. Él miró al sillón de tres cuerpos de la derecha y vio a una mujer con un cabello tan rojo como el suyo, orejas puntiagudas de elfo y con un vestido de una pieza de color rojo. Lo que más resaltaba eran sus ojos de pupilas rojas y un, enorme par…
Alguien volvió a toser distrayendo a Viggo de su contemplación. La expresión en su rostro lo decía todo, aquella elfa pelirroja podía competir en igualdad de condiciones con Scheherezade.
Viggo miró a la derecha de la elfa pelirroja y vio a Semiramis con sus largos cabellos oscuros cayendo como dos cascadas de seda a los lados de su cara, resaltando su ceño fruncido. Viggo hizo una pequeña sonrisa y se rasco la cabeza. Por último, miró a Scheherezade que estaba más próxima a él. Ella lo miró con esos hermosos ojos verdes y el velo blanco semi transparente cubriendo la mitad inferior de su rostro. Ella, estaba enojada, no lo demostraba, pero Viggo lo sabía con solo mirarla a los ojos.
Viggo tosió esta vez y camino al sillón en contraposición al de su padre. Se sentó y quedó mirando a Kain a la cara, quien como siempre, sonreía y se divertía con sus torpezas.
Kain negó con la cabeza siempre manteniendo su sonrisa y le preguntó con un tono de voz afable -¿Cómo estás hijo?-
-Bien, padre- respondió Viggo sonriendo al ver a su padre tan tranquilo -¿Tú nos ayudaste?-
Kain asintió con lentitud y respondió -así es, casi le das un susto de muerte a tú tía Aina. Ella iba saliendo con Eina para hacerla caminar hasta la tienda de tus tías Mikoto e Isabel. Justo en ese momento apareciste tú y esta niña, Rosewisse- soltó un suspiro de cansancio y continuo -debo decir que mi corazón no está preparado para ese tipo de visiones ¿Quién te hizo eso?-
-Es una larga historia, pero siendo breves, fue un dios de la tierra en la que vive mi maestro. Un tipo muy fuerte. La primera vez que Rosewisse y yo lo enfrentamos, pensé que estaba jugando, pero nunca dimensione lo fuerte que sería una vez que se pusiera serio-
-¿Cuán fuerte?-
-Más que Jason y los otros. Si va en serio, podría matarlos a los tres en unos segundos. Sus golpes son devastadores-
-No creo que sea tan fuerte- dijo Rosewisse, sentada en el sillón de la izquierda -es su arma, es famosa en los Nueve Reinos. Mjolnir, el arma creada por los enanos Sindri y Brok para impresionar al Padre de Todo. Si tan solo se la pudiéramos quitar, podríamos vencerlo-
-¿Cuántos años tienes niña?- preguntó Kain
Rosewisse miró al elfo de cabello blanco, muy parecido a Viggo, pero con un aura insondable -yo, tengo dieciséis- dijo
-¿Cuántos años tiene ese tipo, Thor?-
-¿Es importante?-
-Sí, muy importante. Indica la cantidad de experiencia acumulada y las veces que se pudo haber enfrentado a la muerta. Ahora dime ¿Él es odiado?- Rosewisse asintió y Kain continuo -entonces ustedes no son los primeros que lo quieren matar. Ahí donde ustedes ven la oportunidad, muchos han fracasado. Siendo esa premisa verdad ¿Crees que eres la primera que se plantea quitarle Mjolnir? Otros ya deben haberlo hecho y si ese tipo Thor está vivo, quiere decir que todos los que lo intentaron murieron-
Rosewisse agacho la mirada y se quedó mirando las manos sobre su regazo.
Viggo al verla tan decaída, miró a Kain y dijo -padre, no es necesario que digas más. Sabemos que no somos fuertes-
-Solo te lo recuerdo de manera amable, antes de que tú lo recuerdes en el momento menos indicado-
Viggo y Kain se miraron a los ojos en una competencia de miradas. El ambiente se volvió tenso, pero alguien volvió a toser. Viggo y Kain miraron al sillón de la derecha, donde estaban la elfa pelirroja, Semiramis y Scheherezade.
-Lo siento- dijo Viggo -no fue mi intención. Semiramis, ven acá, conmigo-
Semiramis frunció el ceño al ser llamada de tal manera, pero se levantó del sillón. Ella vestía un quitón negro con bordes dorados. Gracias al color negro se disimulaba el crecimiento de su vientre, pero estaba tan grande como una sandia. Ella camino a Viggo, él le tendió una mano, ella la tomo y él la condujo para que ella se sentara en su regazo. Viggo la abrazo y le susurro algunas cosas al oído. Ella lo pellizco en el estómago y le susurro otras cosas.
Semiramis miró hacia atrás, al sillón en donde estaba sentada la elfa pelirroja y Scheherezade en cada punta -Hitomi ¿Puedes presentarte?-
-De inmediato, señora- dijo Hitomi con voz tranquila y educada. Ella mostro una sonrisa rebosante de confianza y se puso de pie. Ella noto los ojos de Viggo viajaron directamente a su pecho y tomo nota de encontrar un vestido con menos escote. Sería un problema si el señor de la casa la perseguía con otras intenciones. Ella se ruborizo de solo pensar que un muchacho como Viggo la estuviera cortejando. Pero negó con su cabeza en un gesto brusco, arreglo sus cabellos rojos a los lados de su rostro y llevó su mano a la boca para toser -buenas tardes- dijo con un tono serio y profesional -mi nombre es Hitomi, del Bosque Real de Alf. Soy erudita en la economía, historia, ciencia y maestra de magia entre muchas otras disciplinas. En estos momentos estoy trabajando para la señora Semiramis y en el futuro estaré deseosa de trabajar con usted, señor Viggo-
Viggo estaba fascinado con esos senos, grandes, redondos y llenos, pero esa última frase lo dejo confundido. Él miró a Semiramis, quien lo miraba con el ceño fruncido. Viggo la miró con seriedad, como si él no entendiera su enojo, pero ella lo pellizco en el estómago de todas formas.
-Hitomi es una persona que conocí en circunstancias particulares- dijo Semiramis mirando a Viggo a los ojos
-Señora…- dijo Hitomi
-Lo sé, no hablaremos de eso- respondió Semiramis levantando su mano derecha para que ella guardara silencio. De ningún modo le iba a decir a su marido que la erudita que estaba poniendo a su cargo era una esclava que compro con los contactos de Hera. El futuro de Viggo era grande y él necesitaría un erudito de confianza en el futuro. Hitomi era esclava con una marca de maldición, así que no lo traicionaría. Semiramis miró a Viggo y se perdió en esos ojos azules -ella es inteligente, aprobada por mí y por Hera, puedes pedirle que te ayude en el estudio de las Runas y en el manejo de diferentes negocios-
-Con respecto a eso- dijo Rosewisse, frunciendo el ceño al ver las enormes sandias que tenía Hitomi por tetas y más molesta con Viggo -yo soy experta, tengo la habilidad y el conocimiento teórico. Puedo ser mejor maestra, no necesito que me paguen. Después de todo, Viggo y yo…somos Grandes Amigos-
Hitomi quedó con los ojos bien abiertos y una expresión de preocupación. Ni siquiera había empezado con su trabajo y ya se lo habían equivocado. Sin embargo, se tranquilizó, llevó su mano a su boca y tosió -puede que digas eso, pero yo tengo cincuenta años de aprendizaje. De ninguna forma dieciséis años de vida se le podrían comparar-
-¿Cincuenta?- preguntó Viggo con Semiramis sentada en su regazo -¿Cuántos años tienes?-
-Sesenta-
Viggo miró a Kain y le preguntó -Padre, a los elfos se les considera niños si tienen menos de cien años ¿Verdad?- Kain asintió con una sonrisa. Viggo miró a Hitomi y le preguntó -¿Cómo te dejaron salir de tú reino? Eres menos que un infante según las normas de tu reino-
-Eso…- respondió Hitomi con incomodidad. Miró a Scheherezade y Semiramis para que le prestaran ayuda.
Semiramis soltó un suspiro ante la erudita inútil y con cero habilidades sociales -suficiente, Hitomi. No te preocupes, yo te coloque en esa posición, Viggo la respetara. Con respecto a Rosewisse- ella miró a la mujer alada del cabello de plata -puedes ayudar a mi marido, pero no te conozco y no sé quién eres. Dices ser amiga de mi marido, pero ¿Desde hace cuánto tiempo?-
Eso hizo sentirse incomoda a Rosewisse, ya que solo se llevaban conociendo dos días.