Pasaron los meses y el collar por fin recupero su fuerza para poder viajar a Orario en caso de emergencia. En estos momentos Viggo y Rosewisse se había detenido en un bosque al sur del Lago de Los Nueve Reinos. El lugar era oscuro, con densa vegetación y una tierra húmeda y resbaladiza producto de la humedad y la oscuridad proporcionada por los árboles. Midgar seguía estando frio, pero no había continuado descendiendo la temperatura a pesar de que era pleno invierno.
Viggo y Rosewisse no se habían detenido en medio del bosque porque quisieran, sino que fueron rodeados por un centenar de draugrs que vagaban por las tierras baldías. Viggo pudo sacar la varita de oro con libertad, sin las preocupaciones de que alguien lo estuviera espiando. Aquí había libre movimiento, no como en Orario que había que andar ocultando sus invenciones por miedo a que alguien sin escrúpulos las copiara.
-¿Listo?- preguntó Rosewisse apuntando con su propia varita de plata, como quería ayudar con el experimento de las piedras de la memoria, utilizo una varita modificada. Con está ya tenía cuatro en su poder. La que le había regalado su abuela Gondul a su madre. La que había hecho Kain para que ella no tuviera que arriesgar su reliquia familia. Y, por último, las dos que había fabricado Viggo para que ella tuviera varitas de repuesto con las piedras de la memoria insertadas en la ranura trasera del núcleo de la varita.
-Listo- respondió Viggo apuntando hacia adelante con la varita de oro. Rosewisse y él se miraron a los ojos por un breve instante y asintieron. Entonces empezaron a disparar bolas de fuego a través de sus varitas en una especie de competición. Aunque la varita modificada con la piedra de la memoria carecía de la potencia de una varita normal, su funcionalidad como la emisión más rápida de la magia y la disminución del consumo de mana, era innegable. Un artilugio que convertiría a cualquiera en un mago(aventurero) de nivel 4. Una completa locura.
Sin embargo, al carecer de una potencia ajustable a la distancia, varios tiros que superaban los cincuenta metros de largo se desviaban o caían al suelo por la falta de fuerza. Eso convirtió el bosque oscuro en un mar de llamas junto a los draugrs. Todo se volvió más peligroso a medida que Viggo y Rosewisse continuaban disparando bolas de fuego y destrozaban a los draugrs sin ninguna dificultad.
-Un momento- dijo Rosewisse, notando que todo se estaba sintiendo demasiado caluroso. Viggo dejo de disparar bolas de fuego y también tomo una breve mirada de los alrededores. Rosewisse soltó un suspiro, guardo la varita modificada y la guardo dentro de su alma. Después invoco la varita que le había hecho Kain y la apunto hacia el fuego. Entonces formulo un círculo mágico en la punta de la varita con la runa de Laguz, similar a un "1" pero con la nariz mirando hacia el lado contrario. Una vez que el circulo mágico se completó, lanzó un chorro de agua que empezó a apagar el fuego hasta que el bosque volvió a quedar a oscuras. Al mismo tiempo, se dieron cuenta que no quedaban draugrs.
Rosewisse detuvo el suministro de mana y el circulo mágico dejo de lanzar agua. Ella miró a Viggo con el ceño fruncido y le dijo -no tienes ningún control de tu magia-
-¿Perdón?- preguntó Viggo con una sonrisa burlesca -¿Quién fue la que siguió disparando bolas de fuego?-
-Yo me di cuenta-
-Bueno, yo fui certero en mis ataques. Después de notar el fallo en el rango de alcance, no trate de atacar a los que quedaban más allá de los cincuenta metros de distancia-
-Engreído- respondió Rosewisse
Viggo levantó los hombros con naturalidad, como si su puntería fuera la mejor. Sin embargo, se demoró varias decenas de intentos más en darse cuenta de que la bola de fuego lanzada a través de la varita no tenía la potencia necesaria para sobrepasar la distancia de los cincuenta metros. Incluso podría asegurar que, en realidad, la bola de fuego llegaba a los cuarenta y nueve metros y de ahí en adelante descendía hasta caer al suelo. Sin embargo, nunca admitiría eso delante de Rosewisse.
-Será mejor que nos movamos- dijo Viggo -fue divertido jugar con los draugrs, pero el fuego debe haber llamado la atención. Tendremos suerte si Thor no nos encuentra antes de llegar al templo de Odín, donde debe estar oculta una de las amigas de tu abuela-
-Entiendo- dijo Rosewisse, no querían correr para no llamar la atención, pero de todos modos habían empeorado su anonimato realizando este experimento. Aunque como dijo Viggo, fue divertido jugar con los draugrs.
Ellos comenzaron a correr con dirección Este, hacia las montañas de los Jotun y después de dos horas se detuvieron bajo una gran roca que los protegía de los copos de nieve que caían por el frio en la región. Viggo se sentó en el suelo, Rosewisse quito la armadura dorada de sus alas para que se vieran sus plumas blancas. Ella se quitó dos plumas, frunciendo el ceño en cada ocasión y después se las entrego a Viggo. Este último sentado en posición de loto para maximizar su concentración, tomo las plumas y canalizo su poder divino a sus ojos, enfocado en la sensación de las plumas de Rosewisse. Sin embargo, sintió como su visión se vio atraída por cuatro lugares diferentes que lo hicieron sentir como un pájaro volando en una tormenta y dando vueltas sin saber a dónde estaba arriba o abajo.
Viggo agacho la cabeza y se llevó la mano a la cara.
-¿Estás bien?- preguntó Rosewisse
-Sí, un poco confundido, pero bien- respondió Viggo. Por el confuso movimiento de su clarividencia tuvo náuseas y llevo su mano a la boca, pero no vomito. Sin embargo, esto se podría considerar una de las experiencias más incomodas, junto con esa vez que Rosewisse se lanzó con él en picada por un abismo del calabozo de Orario. Esa no sintió nauseas, pero perdió varios años de vida por el susto de pensar en caer de tal altura.
-Toma un descanso- dijo Rosewisse
-No, Rosewisse- dijo Viggo, tomo una profunda respiración y levantó su rostro para mirarla -estoy bien, tengo que acostumbrarme. Mientras antes domine esto, será más útil para nosotros y nuestras futuras búsquedas-
-Entiendo, pero si te sientes mal, nos detenemos y buscamos un lugar donde escondernos. No quiero encontrar a Thor antes de obtener una pista de donde están el resto de las valkirias-
-Entiendo- dijo Viggo -déjamelo a mi-
Viggo sentado en posición de loto, volvió a concentrarse en la sensación de las plumas de Rosewisse que tenía en sus manos. Después canalizo su energía divina a sus ojos y sus pupilas tomaron un brillo dorado. Entonces dirigió su clarividencia hacia la montaña de los Jotun porque era el lugar más cercano y su visión voló como si fuera la vista de un ave. Viggo vio un camino a través de las montañas que se hundía entre dos paredes de tierra. Después de cien metros el camino se volvía amplio y se dividía en dos caminos.
El camino de la izquierda lo llevaba a una cueva que después ascendía por un precipicio hasta lo que parecía ser un antiguo templo derruido. Solo quedaban las murallas de cinco metros de altura, pero no había techo, ni mobiliario. Incluso había un enorme socavón en la tierra que cubría el largo del templo y con diez metros de profundidad.
Por otro lado, el camino de la derecha lo llevaba a una cueva que se introducía en una montaña hasta una puerta de piedra con forma de diamante en el centro que impedía la entrada. La visión de Viggo se detuvo y abrió los ojos.
-Tenemos un problema- dijo con el ceño fruncido -la puerta es la misma que encontré en el templo donde vivía mi maestro y su familia. De color esmeralda, robusta y con grabados enanos. Sin embargo, esta está cerrada con una especie de sello de piedra con una forma de diamante-
Rosewisse tomo una profunda respiración, asintió varias veces y comenzó a hacer memoria de lo que sabia sobre sellos. Si su memoria no le fallaba, tenía que grabar una runa en el sello de piedra para que se rompiera, de lo contrario, era totalmente imposible entrar a donde estaba el sello.
Viggo se puso de pie y comenzó a mirar los alrededores. Ocupo su clarividencia para mirar a cien metros a la redonda y encontró cegadores consumidos por la magia Seidr viniendo en su dirección. Todos ellos salvajes, calvos, con cuatro cuernos en cada esquina de la cabeza y la piel dorada. Algunos llevaban espadas y escudos. Otros con enormes mazas casi tan grandes como ellos. Algunos sin ninguna arma y murmurando algunas cosas en un lenguaje oculto.
-Tenemos un problema, no, una oportunidad- dijo Viggo -saca tu varita con la piedra de la memoria con el hechizo de hielo. Eso provocara menos problemas que dispara fuego-
-Entiendo- dijo Rosewisse, extendió su mano derecha e hizo aparecer la otra varita que Viggo había preparado -Midgar siempre nos da la bienvenida en el mal sentidos de la palabra-
-Y que lo digas- respondió Viggo
Ambos avanzaron al encuentro de los cegadores consumidos por la magia Seidr. Aquellas personas habían sido guerreros y saqueadores en otra época, pero al usar tanto la magia seidr y buscar fortalecerse para sobrevivir en una tierra tan inmisericorde, sucumbieron a la magia y se transformaron en criaturas que ahora solo viven para cazar a los vivos y comer su carne.
Viggo a la distancia vio cómo se asomaban las cabezas de los cegadores, calvas, con cuatro cuernos y de piel dorada. En un bosque oscuro resaltaba demasiado, pero estaban a más de cien metros. Así que Rosewisse y Viggo tuvieron que acercarse más. Cuanto todos llegaron a la distancia de cincuenta metros, Rosewisse y Viggo apuntaron sus varitas mientras los cegadores corrieron a su encuentro. Era un grupo de veinte, con dos chamanes en la retaguardia, dos con mazas de batalla y el resto con espadas y escudos.
Viggo y Rosewisse canalizaron mana a las varitas y crearon grandes trozos de hielo del tamaño de un puño y los lazaron contra los cegadores. Aquellos que iban con las mazas de batalla fueron atravesados y destrozados con facilidad. Sin embargo, aquello que iban con escudo soportaron tres ataques hasta que sus escudos se rompieron y el hielo los golpeo, arrojándolos al piso.
Para ese entonces, los cegadores se habían acercado mucho y Rosewisse y Viggo tuvieron que retroceder a medida que lanzaban sus magias de hielo. Algunos de los cegadores que quedaron más atrás, se levantaron con enormes heridas y cortes en su cuerpo. Levantaron las manos a el cielo y de alguna manera su piel dorada comenzó a brillar mientras sus venas resaltaban de un color verde fosforescente. Ellos en pocos segundos se recuperaron, algo que fue problemático, pero como eran los pocos, no fue tan duro para Rosewisse y Viggo.
Media hora después, Viggo y Rosewisse respiraban con dificultad, ya que tuvieron que utilizar más mana del esperado. Era la fuerza de los cegadores que habían sido consumidos por la Seidr, se podían regenerar y además volver sus escudos más resistentes a través de una bendición rúnica.
-Fue una mala decisión- dijo Rosewisse soltando un suspiro de cansancio -debimos haberlo hecho al revés. Ocupado el hielo contra los dragurs y ocupado el fuego contra los cegadores-
-Sí, es verdad- respondió Viggo con un hilillo de sudor corriéndole por la frente -pero esto solo aumenta la cantidad de modificaciones que tenemos que hacerles a las varitas, piedras de la memoria y magias rúnicas-
-Mmmmm- dijo Rosewisse con emoción -por un lado, me gusta, pero por otro lado me parece molesto. Será mejor mejorar las magias, la potencia y el alcance-
-Con un poco de inspiración- dijo Viggo con una sonrisa cómplice
-Con un poco de inspiración- respondió Rosewisse respondiendo con el mismo tiempo de sonrisa. Ambos se acercaron y chocaron sus palmas, produciendo un aplauso.
-Ok, con eso solucionado- dijo Viggo refiriéndose a los segadores -vamos a ver la famosa cueva. Está como a la mitad de la montaña de los Jotun, donde todavía hay árboles y pasto. No es tan terrible-
-Sí, vamos a echar un vistazo, podríamos encontrar alguna pista-