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VIGGO

Viggo, hijo de Hephaestus (Diosa de la Forja en Orario) y Kain (Antiguo Vástago del Equilibrio), nació como un semi dios. Sin embargo, con una derrota y la incapacidad de esforzarse por un objetivo en la vida, es enviado a entrenar con un furioso maestro. Acompaña a Viggo en su camino para convertirse en dios. "No te disculpes, se mejor" Este fanfic nace como un Spin-Off del fanfic Original "Suerte y Perseverancia" también escrito por mí y en emisión actualmente. Aclaraciones: Me han acusado de sádico con mis lectores, pero desmentiré ese tipo de observaciones. Lo que pasa es que no le doy todas las cosas en bandeja de plata a mis protagonistas; cada cosa se gana. Por otro lado, a veces solo pasa que las situaciones no salen como uno quiere. Sin embargo, ahí es donde radica la magia de un protagonista, en saber moverse dentro de los parámetros y buscar soluciones con las herramientas que ya posee. Créanme, jamás joderé a mis protagonistas si no es para hacerlos mejores y más poderosos. PD: LA IMAGEN ES SOLO REFERENCIAL.

AOoBeligerante · Komik
Peringkat tidak cukup
332 Chs

Fuerza y Rivalidad 1.117

Viggo volvió a la mansión pasado la media noche. Para su sorpresa, Semiramis estaba despierta y esperándolo en la recepción de la mansión. Ella estaba sentada en una silla apoyada en una larga muralla blanca con un cuadro en el centro de cuando Hephaestus y Kain se casaron.

Semiramis escucho como se abrió la puerta de la mansión y elevó la mirada. Diferente de la mujer que llego a Orario, ahora ella tenía una mirada más fría y sofisticada. Cerró su libro y se levantó de la silla. Al mismo tiempo, Viggo avanzó hasta donde estaba ella, se detuvo a unos pocos centímetros de ella y le dio un pequeño beso en los labios. Ella miró a Viggo que ahora era unos centímetros más alto que ella. Eso quería decir que en unos pocos meses Viggo había creído varios centímetros de estatura ¿Acaso todos los semi dioses eran así? Se pregunto.

-Buenas noches, querido- dijo Semiramis con su hermosa voz, en un tono suave y sofisticado, digno de una dama de las altas esferas.

Viggo sonrió al escucharla, porque era el mismo timbre de voz, pero como ella trataba de imitar las actitudes de Hera, le daban otro aire. Ella seguía siendo su Semiramis, pero mucho más sensual y segura de su feminidad. Viggo la abrazó por las caderas y la beso con intensidad.

Al principio Semiramis se sintió sorprendida, pero luego soltó el libro, se abrazó al cuello de Viggo y lo beso con la misma intensidad. Ella podía sentir como las manos de Viggo deambulaban entre su cadera y las nalgas, de forma sensual y sugerente. Viggo detuvo su beso, ella miró esos hermosos ojos azules y lo vio sonreír de forma atrevida. Entonces, cuando ella pensó que él la soltaría, Viggo la continúo besando con el doble de intensidad.

Después de un par de minutos, Viggo detuvo su beso y la abrazo. Semiramis hizo lo propio y ambos se quedaron en esa posición, solo sintiendo el calor del otro mientras el silencio reinaba en la mansión.

-Vamos a mi habitación- susurro Viggo

-Sí, querido- respondió Semiramis sintiéndose a gusto en sus brazos

Viggo soltó su abrazo, la tomo de la mano y la condujo por las escaleras. El libro quedó botado en la recepción de la mansión, pero ninguno se percató. Él ni siquiera se fijó y ella iba más preocupaba de abrazar el brazo de Viggo mientras le sostenía la mano.

Una vez que llegaron al segundo piso, avanzaron por el ala izquierda mientras el pasillo era iluminado por la luz de la luna que entraba por los grandes ventanales.

-¿A dónde fuiste?- pregunto Semiramis

-Fui a ver a Ottar- dijo Viggo -pensé que a lo mejor él se sentía mal por mi presencia y por eso no quiso venir al cumpleaños. Cuando éramos niños siempre celebrábamos nuestros cumpleaños juntos. La verdad es que nunca nos lo cuestionamos, incluso si Ottar no era hijo de mi padre. Para nosotros él era nuestro hermano y tenía tanto derecho como nosotros de estar en la casa-

-¿Qué paso entonces?-

-Fui un tonto- dijo Viggo agachando la mirada mientras la culpa se reflejaba en sus ojos -dije cosas que no debí y lo herí. Aunque él dice que no me odia, pienso que lo dice solo para no hacer sentir mal a mi padre. Después de todo, para Ottar mi padre es una de sus personas favoritas en la vida. A veces pensé que el mundo estaba loco y él debió ser hijo de mi padre. Él sería mucho más feliz que yo y a la vez, sería un mejor hijo-

Semiramis lo escucho mientras atravesaban la oscuridad del largo pasillo. Los ventanales, pinturas y muebles pasaban a su lado como si guardaran silencio mientras Viggo relataba su tristeza. Ella lo miró de soslayo y pudo ver la pena en su mirada. Sin embargo, en vez de decir algo grandilocuente, ella solo se abrazó del brazo y sintió el dolor de Viggo en silencio, como si fuera de ella.

Una vez que llegaron a la habitación, cerraron la puerta y Viggo se fue a bañar. Semiramis lo acompaño y en la ducha hicieron el amor. Sus gemidos eran audibles junto al golpeteo de sus caderas. Ella lo miraba a los ojos mientras él le devolvía la mirada y se introducía en lo más profundo.

Una hora más tarde, se acostaron en la cama y se abrazaron mientras la oscuridad daba la tranquilidad próxima al sueño.

-¿No vas a preguntar?- pregunto Viggo

-¿Sobre qué?- susurro Semiramis

-Sobre lo que dije, sobre cómo me comporté con mi padre y con Ottar. Sobre lo que paso para que mi padre me enviará a entrenar lejos-

Semiramis quedó mirando el pectoral de Viggo mientras él la abrazaba. La piel se sentía cálida, con una agradable sensación. Ella paso sus manos por los músculos firmes, delineando el contorno con sus finos dedos hasta llegar al pezón. Ella comenzó a masajearlo mientras le lamia el pecho y pensaba en la pregunta.

Ella tenía curiosidad por saber qué le había pasado a un hombre tan afable como su suegro, para que se volviera tan severo y enviará a su primogénito a entrenar a una tierra desconocida. Sin embargo, todos comenten errores, y ella también los ha vivido ¿Por qué debería preocuparle lo que fue Viggo en el pasado? Se preguntó ella. Ahora es su Viggo, fuerte, valiente, audaz y salvaje. Si él pudiera ser solo de ella sería perfecto, pero tiene que compartirlo con sus "hermanas". No obstante, ella lo amaba y quería que él sea feliz.

-No importa- respondió Semiramis mientras le lamia el cuello. Ella llevo sus manos al pene y lo comenzó a masajear -no importa que paso. Ahora solo somos los dos, bésame. Lo demás no importa-

Viggo se sumergió en Semiramis y bebió del néctar de la lujuria. Esa noche hicieron el amor con tanta intensidad que al día siguiente ninguno se pudo levantar temprano. La tienda de joyas quedó a un lado esperando su turno, junto a las horas de intenso entrenamiento. Solo eran ellos dos y nada más importaba.

Una vez que se despertaron como al medio día, Semiramis dormía del lado izquierdo de la cama y Viggo del lado derecho. Viggo empezó tantear con sus manos por debajo de las sábanas, tratando de encontrar a su amada. Una vez que sintió la suave piel, sonrió sin abrir los ojos y se volteó a la izquierda. Entonces él comenzó a moverse hasta la dar con un cuerpo suave y tierno. Primero paso sus manos por el gran trasero, acariciando todo el contorno que unía el muslo, la nalga y la cadera. Era una sensación tan suave y tierna que te daban ganas de darle una mordida. Después siguió subiendo, pasando por la cintura hasta alcanzar las costillas y deslizar su mano hacia adelante. Sus dedos acariciaron una gran masa carnosa y blanda, de piel suave y esponjosa. Viggo acaricio los generosos senos con suavidad y ternura. De paso, él escucho un gemido de alguien despertando. Viggo abrió los ojos en un estado de sueño y vio el rostro de Semiramis. Ella tenía una expresión tranquila mientras sonreía con satisfacción. Viggo acercó sus labios al cuello y lo comenzó a besar como si bendijera cada parte de su piel. Semiramis soltó un gemido, soltó una risita y levantó su brazo para tocarle la cara con la mano. Ella le acarició la mejilla y después metió sus dedos entre los largos cabellos de Viggo. Al mismo tiempo, él seguía besando el cuello y deleitándose en su ternura.

Una hora más tarde, después de unir sus cuerpos, ambos se bañaron y se pusieron batas blancas y esponjosas. Semiramis llevo a Viggo al escritorio en una esquina de la habitación y le mostro varios libros.

-Por favor, no- dijo Viggo algo incomodo -apenas si estoy al día con los libros que me dio mi padre como para que tú quieras que siga leyendo- Viggo abrazo a Semiramis por detrás y le beso el cuello -soy mucho mejor haciendo cosas que leyendo- le susurro y después le mordió la oreja.

-Lo sé- respondió Semiramis cerrando los ojos y dejándose llevar por el sentimiento coqueto. Ella abrió los ojos y se volteó para mirarlo a los ojos -pero no es lo que crees. Estos son catálogos que obtuve de la dama Hera. Son las mejores propiedades que existen en Orario, ya sea por su precio, ubicación o construcción. Quiero que los veas conmigo y decidamos que casa podríamos comprar-

Viggo asintió curvando sus labios y generando una sonrisa astuta. Fue un directo alivio, ya estaba copado con todas las cosas que estaba haciendo y se le hacía demasiado cortó el día para completar todo lo que se planteaba.

Al mismo tiempo, Semiramis sonrió al verlo tan aliviado y le robo un beso de los labios -¿Te gustaría dibujar para aprovechar?- dijo ella descubriendo con su mano uno de sus sensuales hombros

Viggo acercó sus labios y le beso el hombro. Después siguió avanzando por la clavícula hasta llegar al cuello, pero Semiramis lo detuvo. Ella le tomo el rostro con ambas manos y le dijo -no me refería a eso ¿Quieres dibujar o no?-

Viggo soltó un suspiro y asintió -está bien- dijo

Semiramis sonrió y le dio un beso en los labios. Después ella se apartó, busco una silla y dejo caer la bata blanca al suelo, dejando así, su hermoso cuerpo a la vista. Ella se sentó en la silla y cubrió su vagina con las manos. Al mismo tiempo, Viggo se sentó en el escritorio y busco un carboncillo y una hoja para dibujar. Entonces él miró a Semiramis, después cerró sus ojos por un momento, permaneció quieto y concentrado, para al final, abrir los ojos, mirar a Semiramis y empezar a dibujarla en el papel.

Semiramis frunció el ceño al verlo realizar este tipo de ritual. Viggo jamás había hecho algo semejante ¿A lo mejor fue algo nuevo que aprendió? Se pregunto Semiramis tratando de permanecer quieta mientras Viggo la dibujaba. Al mismo tiempo, ella recordaba el tema de las joyas y las piedras preciosas y otros asuntos que quedaban por aprender. Scheherezade era de ayuda, pero de nada le servía a Semiramis ser tan capaz si tenía un marido que nunca apreciaría sus esfuerzos.

Media hora después, Viggo termino de dibujar a Semiramis en el papel. Ella se levantó de su asiento y camino hasta el escritorio. Entonces Semiramis tomo el papel y abrió sus ojos muy amplios al ver el increíble avance en la habilidad. El dibujo era ella, con su fina silueta perfectamente delineada mientras las sombras le daban el volumen y profundidad a sus extremidades y proporciones.

Viggo se levantó de su asiento y la abrazó por detrás mientras ella observaba el dibujo.

-¿Qué tal?- pregunto Viggo con una sonrisa llena de seguridad

-Tú ¿en qué momento?- pregunto Semiramis asombrada

-No lo sé- dijo Viggo mientras le besaba el cuello -solo fue mi instinto, a lo mejor un momento de inspiración, pero me sentí concentrado al imaginarme dibujándote en el papel. Era como si ya estuviera predispuesto a hacerlo bien y mi cuerpo siguiera los movimientos de lo que ya había imaginado ¿Es raro?-

-Un poco- dijo Semiramis con una gran sonrisa en los labios -Ahora podríamos seguir con la pintura-

-No, nada de eso. Ahora es mi turno de disfrutar- dijo Viggo besándole el cuello mientras su mano se dirigía a un cajón del escritorio. Entonces él movió su mano dentro del escritorio hasta que dio con lo que buscaba. El tomo un frasco de cristal con una especie de aceite en su interior y lo levantó para que Semiramis pudiera mirar. Al mismo tiempo, ella reconoció ese aceite y recordó aquella vez que la demonio del sexo (Kiara) la ataco con su maligno demonio sirviente (Viggo). Semiramis se volteó, miró a Viggo con ojos lujuriosos y lo beso.