Después del primer día en que los hijos recibieron sus invocaciones rúnicas de animalitos "indefensos", se prohibieron en la casa y en cualquier parte de Orario hasta que fueran menos dañinos. Al estar vinculados a los bebés de uno a dos años y ser espíritus salvajes, se comportaban de manera natural, moviéndose por donde les daba la gana y rompiéndolo todo.
Por otro lado, Viggo salió de su casa temprano al día siguiente porque no quería lidiar con el malhumor de sus esposas. Así que ocupo la oportunidad y reunió a las dos diosas que lo asesoraban: Bishamon y Atena.
Los tres se reunieron en la habitación de Bishamon en la mansión de la familia de aventureros. El ambiente estaba tranquilo, Dante y Vergil habían recién comido, así que dormían tranquilos en sus futones.
Por otro lado, Bishamon, Atena y Viggo estaban sentados sobre el tatami. Viggo de cabello rojo, alto y fornido. Llevaba puesta su ropa negra de noble con bordados blancos. Atena de cabello purpura y liso hasta las caderas con un pequeño vientre abultado por su embarazo. Llevaba su túnica blanca. Por último, Bishamon, de cabello rubio, lizo y ordenado en una trenza que apoyaba en su hombro y bajaba por su pecho. Ella iba vestida con un kimono purpura y era la única sentada en seiza.
—Fue algo bastante peculiar— dijo Atena con una sonrisa divertida
—Dilo por ti, eras un espectador— dijo Viggo —pero Semiramis estaba furiosa. La pequeña águila de Uriel rompió el espejo de su tocador—
Atena se cubrió la boca y se reía, porque dentro de todo, no le caía bien Semiramis.
Bishamon sonrió mostrándose más neutral y miró a Atena —vamos, deja de reírte. Empecemos de una vez—
—Está bien— respondió Atena con una hermosa sonrisa enmarcada por un largo cabello purpura. Ella le tendió la mano izquierda a Bishamon y la derecha a Viggo. Este último también hizo lo mismo con Bishamon y Atena y los tres quedaron tomados de las manos formando un triángulo.
—Bien, como lo conversamos— dijo Viggo con un tono de voz bajo para no asustar a los bebés que dormían —activan su divinidad, pero solo un poco, como si tomaran una hebra de su poder y lo canalizaran a mi—
—Entiendo— respondió Atena, asintió y cerró los ojos.
Bishamon también hizo lo mismo y activo su divinidad al mínimo. Los dioses no podían manifestar su poder divino, pero era al punto de poder modificar su entorno. Mientras no excedieran cierto nivel, no había problemas. Por eso nadie se quejaba de Freya, cuya divinidad se filtraba de forma natural en forma de encantamiento y casi nadie se le podía resistir.
Atena y Bishamon filtraron parte de su divinidad, pero en lugar de soltar ese poder, canalizaron esa energía a Viggo y él la recibió a través de sus manos. Entonces él activo su clarividencia y su visión se elevó a los cielos como si fuera un águila.
La visión de Viggo viajo por las hermosas praderas con dirección suroeste, sobrevoló el gran lago en el centro del continente que era tan largo que parecía el mar. Después siguió por los bosques, vio un paso entre dos montañas. En la montaña de la izquierda estaba el reino de los Pallum y en la montaña de la derecha, un reino vasallo del reino de Rakia.
Sin embargo, por muy interesante que fuera espiar a los reinos vecinos, Viggo siguió viajando más al sur, donde empezaba el desierto de Kaios. La estepa se volvía árida hasta convertirse en un desierto sin vida.
Atena y Bishamon abrieron los ojos. Habían pasado un par de minutos desde que manifestaron su poder divino, pero Viggo aun no decía nada. Ellas pensaban que había fallado, pero al mirar a Viggo, se dieron cuenta que sus ojos estaban concentrados en algo que no estaba a la vista. Era, como si él no estuviera en esta habitación. Ellas se quedaron mirando a Viggo quien permaneció quieto casi media hora y después de ese tiempo, soltó un suspiro.
Viggo sacó lápiz y papel de su anillo y comenzó a escribir. Primero el nombre de una ciudad y debajo nombres de personas. Una vez que él termino de escribir, soltó un suspiro. Viggo miró a Bishamon y Atena. Ellas le devolvieron la mirada y le preguntaron con la mirada.
—Todo bien— dijo Viggo
—¿Cómo es eso?— preguntó Atena pestañando varias veces
—Todo bien— repitió Viggo —encontré a las personas con un fuerte vínculo con Atena. Ellos son los aventureros que estabas buscando—
—¿Cómo lo sabes?—
—Mirar a la distancia no es lo único que puedo ver— dijo Viggo —también el futuro y el pasado. Y créeme, ellos serán fieles a ti hasta el final. Sus padres lo fueron a la diosa que sirvieron—
Atena entrecerró los ojos al escuchar a Viggo decir tales palabras, ya que implicaba destino y un fin que requería valor para poder afrontarlo. Por otro lado, ¿Los padres de los aventureros de su familia sirvieron a otra diosa?
—No pongas esa cara— dijo Viggo —el futuro puede cambiar, estoy trabajando para eso—
Atena miró a Viggo, alto y fornido, pelirrojo, con ojos con un iris dorado. Al mismo tiempo, rayos dorados recorrían sus globos oculares. Ella asintió con seriedad y Viggo respondió de la misma forma.
Viggo levantó el papel con las localizaciones y nombres de las personas que tenía que encontrar —voy a tomar a Sakura y Ana y viajaremos lo antes posible para encontrar a los miembros de tu familia. Volveremos antes de que se cumpla el plazo y tenga que lanzar el último rayo de luz solar—
—Entiendo, pero es algo riesgoso ¿No puedes esperar?—
—No— dijo Viggo y negó con la cabeza —el destino de estas personas es tan delicado que en cualquier momento pueden desaparecer de este mundo. Si me demoro un día más de lo previsto, cualquiera de ellos podría morir—
—Entiendo, en ese caso, te lo encargo—
—No te preocupes, Atena, estoy trabajando en eso— dijo Viggo, hizo una sonrisa astuta y continuo —pero me gustaría conversar contigo de otra cosa—
—¿De qué se trata?— preguntó Atena mientras Bishamon los miraba
—Se trata de nuestra hija— dijo Viggo mientras sus ojos bajaban desde los ojos de Atena a su vientre abultado. Atena también bajo la mirada y acaricio su estómago con delicadeza.
—¿Qué sucede con ella?—
—Bueno, ella es especial como todos mis hijos, pero su mente será inquieta y no escuchará a nadie en la familia. Así que voy a conversar con mi padre para que la tome bajo su tutela—
—Viggo, eso es injusto— dijo Bishamon entendiendo lo que significaba —Dante y Vergil también son semidioses como tú. Ninguno va a poder recibir falna—
—Amor, no lo digo como un privilegio— dijo Viggo —bueno, en cierto sentido lo es. Sin embargo, lo que quiero decir es que solo mi padre tendrá las respuestas y la habilidad para educar a una niña como ella—
—¿Por qué?— preguntó Bishamon con seriedad
—Bueno, ella será muy inteligente y hábil. Por otro lado, no necesitas preocuparte, no es como si mi padre no vaya a cuidar de Vergil y Dante. Padre es un abuelo tan loco que, si fuera por él, tendría a todos sus nietos en su casa y los educaría por su propia cuenta. A lo que quiero llegar es que, padre tendrá que poner más cuidado en Scáthach—
—Viggo ¿ese es su nombre?— preguntó Atena
—Sí, una vez que nazca la bebé, tu pensaras en ese nombre— respondió Viggo y la miró a los ojos
—¿Por qué?— preguntó Atena
—Porque su alma es muy fuerte—
—Sin embargo, eso significa seguir un camino trasado y eso no me gusta—
Viggo levantó las cejas y sonrió sorprendido al pensar que una diosa tan racional como Atena, quería ir en contra del destino —¿Qué nombre te gustaría que tuviera?— preguntó.
—No lo sé, pero quiero cambiar su destino— dijo Atena —lo pensare y una vez que lo tenga, te lo diré—
—En ese caso, tengo un nombre en mente, Caliope. Piénsalo un poco y me dices si te gusta—
Atena asintió y miró a Bishamon —Bishamon— dijo —nuestros hijos, son hijos de dioses, serán los más problemáticos y fuertes. No creo ni por asomo que tus hijos sean inferiores a mi hija. Trabajemos juntas para que ellos crezcan fuertes y sabios en lugar de discutir quien es mejor que el otro. Ambas queremos un buen destino para nuestros hijos—
Bishamon miró a Atena y asintió. Se sintió un ofendida al pensar en que Viggo quisiera poner bajo el cuidado de Kain a la hija de Atena y dejara a sus hijos fuera. Sin embargo, pensando en lo que dijo Viggo, puede que tenga razón. Kain no rechazaría a ninguno de sus nietos, pero puede que tenga que poner más énfasis en unos que en otros.
Viggo soltó un suspiro y murmuro —al final, todas las madres creen que sus hijos son los mejores—
Bishamon y Atena lo quedaron mirando con seriedad.
Viggo sonrió y les dijo —mi madre también creía que yo era el mejor, ya saben, a pesar de ser "el gran Viggo"—
Eso aligero el ambiente entre las dos diosas y se largaron a reír. Por supuesto, ninguna de las dos vio a Viggo en esos días, pero de solo escuchar sus historias, se dieron cuenta que Viggo era el caos en persona.
—Dejando a un lado lo de nuestra hija— dijo Atena con seriedad —¿Ana estará de acuerdo con este viaje?—
—El viaje no tiene nada que ver contigo. En muchos aspectos, es algo mío, personal. Si le contara de esto a mi padre, puede que él iría en mi lugar— respondió Viggo
—Son los aventureros de mi familia—
—Sí, pero eso es solo un parte de la historia. Por otro lado, lo de Ana es…su tendencia del alma—
Atena se quedó en silencio, no recordaba a nadie como Ana, pero le parecía intrigante saber que le hizo su otro yo a ella antes de reencarnar. Gracias a Viggo, Atena y Bishamon habían entendido que la estructura de los mundos se repetía con pequeñas variaciones. Eso quería decir que podían haber nacido cien dioses con el mismo nombre, pero podían variar en muchas cosas. Por ejemplo, el dios Hephaestus del mundo del maestro de Viggo era un gigante y un hombre tullido lleno de deformidades mientras que en este mundo era una mujer hermosa y pelirroja.
Viggo se quedó un par de horas con Bishamon, Atena y los bebés. Sin embargo, tenía que preparar sus cosas para el viaje, así que se despidió y volvió a su casa.
Al entrar por la puerta principal, Viggo encontró que todo estaba muy callado, pero de fondo escucho unos pasos marcados con tacón fino. Viggo avanzó y fue hasta la escalera que llevaba al segundo piso. Entonces él subió los escalones y los pasos se detuvieron en la parte superior de la escalera. Viggo miró hacia arriba y vio a Hitomi mirándolo desde la parte superior con una sonrisa confiada.
—Te veo más confiada— dijo Viggo
—No tanto como tú para dejar semejante desorden y huir— respondió Hitomi en un tono bromista
—Bueno, digamos que son detalles—
—Grandes detalles— dijo Hitomi
Viggo iba subiendo los escalones uno a uno mientras la observaba. Hitomi llevaba su cabello rojo suelto, largo hasta la cadera. Llevaba un vestido azul que contrastaba con su cabello. Dos orejas puntiagudas de elfo sobresalían.
Viggo llegó a la parte alta y se detuvo frente a Hitomi. Viggo tuvo que agachar su cabeza para mirarla a los ojos —¿Sucedió algo bueno?— preguntó
—Sí, se podría decir— respondió Hitomi
—Mmm, eso me gusta, cuéntame—
Hitomi miró el brazo de Viggo y él se lo ofreció. Ella se afirmó del antebrazo y los dos comenzaron a caminar.
—El kung fu es algo bastante increíble, Viggo— dijo Hitomi con una voz tan tranquila que parecía el susurro del viento.
Viggo se sintió diferente de solo escucharla, está ya no era Hitomi. Él se detuvo y la miró con curiosidad.
Hitomi sonrió y lo miró con tranquilidad.