Después de haber visto el rayo de luz solar en la cima de la gran torre de Babel, Hitomi se apartó del ventanal con el bebé Vergil en sus brazos. Ella se movió a su escritorio en la esquina derecha de la oficina y reviso la montaña de papeles más cercana del lado derecho. Ella fue sacando con su mano derecha los documentos mientras sostenía a Vergil con su mano izquierda. Una vez que encontró lo que estaba buscando, lo reviso y después camino a la puerta. Sin embargo, antes de que ella llegara a la puerta, alguien toco del otro lado.
—¿Quién es?— preguntó Hitomi
—Asfi, jefa— respondió Asfi desde el pasillo, al otro lado de la puerta.
—Pasa—
Asfi empujo la puerta robusta hecha de madera barnizada al natural y asomo su rostro. Al ver a Hitomi cargando al bebé Vergil, pequeño, de cabello ralo y rojo, sonrió —señora, vine por el documento— dijo
—Eso mismo te iba a llevar— respondió Hitomi, conforme con la previsión de Asfi —toma— le tendió el documento y Asfi lo tomo.
Asfi miró el documento, asintió y miró a Hitomi —le entregare sus órdenes al dios Hermes y coordinare con los trabajadores para que empiecen a cambiar los murales. Tal como lo solicito, todo estará listo en cinco días. Nadie en Orario podrá ignorar el mensaje y lo más probable, es que lo reinos vecinos tampoco—
—Sí, gracias por tu trabajo—
—De nada, señora—
Asfi hizo una pequeña reverencia y se retiró de la oficina. Hitomi se dio la vuelta y quedó mirando a la diosa Bishamon, cargando al bebé Dante y a la diosa Atena. Hitomi paso a Vergil de su brazo izquierdo al derecho y señalo con la mano izquierda a la larga mesa de reuniones ovalada. Después camino hasta la mesa, se sentó a la cabecera y quedó mirando al bebé Vergil de cabello rojo. En cierto sentido, ella pensaba que así se vería su hijo, al bebé solo le faltaban unas orejas puntiagudas para que fuera un elfo. Ella sonrió, se mordió el labio inferior en un gesto lleno de anticipación.
A los pocos segundos, la diosa Atena se sentó a la derecha de Hitomi y después de ella la diosa Bishamon mientras cargaba en sus brazos al bebé Dante de cabello blanco y ralo.
—¿Estás bien? Puedo tomar a Vergil junto con Dante y colocarlos en su cochecito— dijo Bishamon
—No es necesario, Bishamon— respondió Hitomi con una sonrisa amable. Después miró a la diosa Atena y continuo —referente a lo que me consulto hace unos minutos: sí. Como pudo ver, en estos momentos las instrucciones fueron dadas y los treinta murales en las regiones más transitadas de Orario serán cambiados para que señalen la llegada del rey de los dioses. El mensaje será poético, pero simple, para que cualquiera lo pueda interpretar. La pintura mostrara la torre de Babel desde la parte superior, un rayo de luz solar en medio de la noche mientras se muestran diez estrellas brillantes, como referencia a los diez días que deben de esperar—
Atena apoyo los codos sobre la mesa y entrelazo los dedos de sus manos. Miró a Hitomi a la cara y la reevaluó tomando en consideración las palabras de Hermes. Sin duda alguna ella tenía una increíble capacidad creativa para atraer la imaginación del espectador y guiarlo a la verdad que ella le deseaba mostrar. Atena se preguntaba qué pasaría si Hitomi hubiera tenido esta oportunidad en otro reino, donde no hubiera un dios o una familia para darle un balance a su manera de actuar. Probablemente la hubieran matado por ser un peligro para la soberanía, la economía o el honor de las personas influyentes. La opinión publica era un arma terrible que podía desmoralizar a todo un país o embravecerlo hasta convertirlo en una bestia irracional.
—¿Puedo preguntar por los otros documentos que tienes en tu escritorio?— preguntó Atena
—¿Se refiere a los bienes raíces, a las joyas, a los productos de alto valor como las armaduras y armas de aventureros retirados o a los negocios que se llevan a espaldas de Orario como la venta de monstruos del calabozo?— preguntó Hitomi de vuelta
Atena tomo una profunda respiración y dijo —empecemos por lo primero que mencionaste—
Hitomi asintió, sentó al bebé Vergil en sus rodillas, mirando hacia adelante y lo sujeto por la cintura —con respecto a los bienes raíces— dijo —estoy tomando en consideración comprar las casas de nobles que llevan años abandonadas. Sus precios, ya sea por su ubicación o infraestructura están sobrevalorados, pero su utilidad para dichas personas es nula. Así que es una oportunidad valiosa para mí. Conozco a varios nobles que andan buscando residencia en Orario y quieren algo así como una casa de verano. Puedo ganar dinero y ampliar mi red de contactos—
Atena hizo una mueca incomoda, pero asintió y le tendió la mano derecha para que ella continuara.
Hitomi asintió en señal de entendimiento y le empezó a peinar sus escasos cabellos rojos a Vergil. La piel del cuero cabelludo era cálida y el cabello suave como la seda —los productos de alto valor de aventureros que se están retirando, ya sea por la edad o un daño irreparable, se venden a precios irrisorios, terminan en manos de maleantes o se pierden. Si ese es el caso, prefiero comprarlos yo y generar un mercado de viajes entre ciudades. Los aventureros que tengan armaduras o armas de alto valor pueden venderme sus productos, yo les pago y garantizo su viaje a destino—
—¿Y sus familias?—
—¿Perdón?—
Atena tomo una profunda respiración y reformulo su pregunta —¿Y sus familias? ¿no los apoyan al retirarse?—
Hitomi llevo su mano derecha a la boca y tosió como si quisiera afinarse la garganta —con respecto a las familias, le pido perdón por lo que voy a decir— ella miró un puesto más allá, donde estaba la diosa Bishamon sosteniendo al bebé Dante en sus brazos y añadió —a usted también, le pido perdón, pero, la mayoría de los dioses son una lacra para Orario. Son muy pocos los dioses que realmente se preocupan de sus aventureros después de que ellos dejan la familia, ya sea por edad o por un daño irreparable. Prácticamente los dejan a su suerte—
Bishamon y Atena quedaron con las bocas abiertas, pero no ahondaron demasiado en el asunto. Cada dios tenía una divinidad, pero eso no los volvía honorables, inteligentes o misericordiosos. En mayor medida los dioses eran egoístas e indiferentes. Muchos de ellos habían venido a la tierra a "jugar".
—Así que, si dichos aventureros van a quedar a su suerte— continuo Hitomi con voz seria —prefiero tomar dichos artículos para mí y prometer a los aventureros un retorno a sus hogares. Por supuesto, les daré una compensación equivalente y eso a su vez evitara que elementos de alto poder caigan en las manos equivocadas—
—Siento que tu idea todavía no está terminada—
—Así es, es solo un prototipo de negocios— dijo Hitomi —pero quiero intentarlo. Ahora, con respecto a las joyas, son un encargo de Semiramis. Muchos nobles caídos en desgracia o civiles tienen hermosos tesoros, pero ni siquiera saben lo que es. Así que nosotros, a través de la red de información de Hermes, descubrimos dichos tesoros, los evaluamos y los compramos. Yo después converso con Semiramis, le vendo las joyas con un veinte por ciento de comisión, cosa que todavía es bueno para ella, y así todos ganamos—
—¿Pensé que te dedicarías solo al periódico y al manejo de la información?— preguntó Atena entrecerrando los ojos
—Sí, eso pensaba hasta hace un par de meses, pero poco a poco comencé a soñar con las posibilidades que traía saber todas estas cosas. No podemos dejar pasar esta oportunidad, es nuestra ventaja. Semiramis tiene su inteligencia e instinto para los negocios. Yo no tengo nada de eso, pero puedo hacer mi movimiento anticipándome a otros y tomar ventaja de lo que sé—
—La manipulación es un extremo negativo de la sabiduría, creo habértelo dicho con anterioridad—
—Sí, la manipulación es mala, pero no he manipulado a nadie— respondió Hitomi —solo he tomado lo que sé y me he anticipado a lo que pueden hacer otros. Si lo quiere ver como el ajedrez que tanto le gusta jugar con Bishamon, yo soy un peón avanzado, a solo un paso de convertirse en reina—
La diosa Atena le sostuvo la mirada a Hitomi mientras esta última le peinaba a Vergil sus cabellos rojos en un gesto nervioso, como si tuviera miedo de ser desaprobada por la diosa. Atena tomo una profunda respiración y dijo —saber es un gran don, pero a la vez, una terrible fuerza. Si se usa con un pensamiento egoísta puede ser un enorme demerito, pero si se usa con un pensamiento generoso trae virtud. No lo olvides, Hitomi, te he dado mi guía para que sepas aplicar la sabiduría, no para que te enriquezcas solo en un afán competitivo—
—Yo soy competitiva, pero también puedo pensar en ayudar a los demás— dijo Hitomi con expresión seria, detuvo su mano sobre la mollera de Vergil, podía sentir el calor de la piel del bebé y la suavidad de sus cabellos —soy justa en base a lo que representa un beneficio para las dos partes. No soy tan miope que deseo acapararlo todo—
—Espero que ese pensamiento se mantenga en el tiempo y alcance la real sabiduría— dijo Atena como si entendiera lo que ella dice. Hitomi era como un niño que había descubierto que tenía un poder y quería ocuparlo para volverse la más grande de todos. Más que ser regañada, ella necesitaba una guía y esa era ella. Atena soltó un suspiro y miró hacia su izquierda, pensando en aquel hombre pelirrojo que la convoco a este mundo. Él tuvo sabiduría al contactarse con ella. No, no fue así, como él dijo, fue su instinto. Viggo había hablado con otras dos diosas de la sabiduría, pero solo insistió con Atena.
Atena llevo sus manos a su rostro y susurro —que tengas un sabio reinado, Viggo— después levantó su rostro, gesticulo una sonrisa y miró a Hitomi, de cabello rojo, orejas puntiagudas y facciones delicadas de elfo. Ella sostenía al bebé Vergil con la mano izquierda en la cintura y la derecha sobre la cabecita —por los próximos cinco meses vamos a trabajar juntas, todos los días—
—¿Está desilusionada?— preguntó Hitomi con una mirada triste
Atena negó con la cabeza —un maestro guía y te acompaña en el camino para descubrir la verdad. Sin embargo ¿Qué clase de maestro sería yo si te dejo todo el tiempo a solas para que sigas un camino lleno de baches?—
—De verdad está desilusionada— afirmo Hitomi agachando la mirada y apoyando sus labios sobre la mollera de Vergil.
—Ya te lo dije, no estoy desilusionada, solo te estoy guiando ¿Qué pasa? Ya te sientes lo suficientemente fuerte para hacer todo por tu cuenta. Jamás llegaras a la verdad por tu propia cuenta, necesitas apartar las opiniones y prejuicios para encontrar la verdad. Tu suposición de que estoy desilusionada es solo una opinión impulsada por el miedo—
Hitomi levantó su rostro y miró a la diosa Atena, con el cabello purpura, mirada benevolente, ojos almendrados, nariz respingada y rostro con forma de corazón. Hitomi se sintió más tranquila al ver su expresión y asintió.
—¿Cree que hecho bien?— preguntó Hitomi
—Creo que has sido demasiado creativa, pero está bien. Si uno no ve las cosas desde diferentes perspectivas, jamás podrá encontrar la verdad. Quiero que entiendas el alcance de lo que haces y lo que puede generar. Es tu misión, Hitomi, como futura reina de los dioses—