En torno a un kilómetro de distancia de la cabaña de madera, había un enorme cedro. Lucien estaba sentado en el cedro esperando el final de la lucha entre la Iglesia y Argentum Cornu.
Cuando vio la ola negra devorando la señal del vigilante nocturno, Lucien calculó el ángulo y la distancia y entonces ubicó donde se estaban escondiendo los de Argentum Cornu.
—A unos noventa metros al noroeste de la cabaña de madera —murmuró Lucien en voz baja. Al mismo tiempo, Lucien miró en otra dirección y se preguntó—. Ella ya debería haber notado el caos.
Cuando los herejes y los vigilantes nocturnos comenzaron a reunirse, Lucien sintió que finalmente era la hora para que él tomara medidas.
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