—Señora, ha estado usted callada —Mayordomo Fu notó mientras miraba a la Anciana Señora Zhu al otro lado del vehículo.
Se quedaron en el hospital por más de una hora con la Anciana Señora Zhu mimando a Cielo hasta la podredumbre. Pero a pesar de que la Anciana Señora Zhu estaba de excelente humor, estaba extrañamente callada.
—¿Se ha sentido sola al haber dejado a la joven señorita? ¿Quiere pasar más tiempo con ella? —preguntó el mayordomo mientras la Anciana Señora Zhu mantenía su vista en la ventana—. Después de todo, le tiene mucho cariño a la joven señorita.
—Ernie, ¿qué pensabas acerca de la pequeña Cielo?
Mayordomo Fu levantó sus cejas ante la pregunta de la Anciana Señora. —Mis pensamientos sobre la joven señorita siempre han sido los mismos, Señora. Aunque ella parecía diferente recientemente —respondió, comparando a Cielo con cómo era antes.
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