webnovel

03: Ultimátum familiar

Al día siguiente, Nico despertó con una chica desnuda sobre él.

—¡¿AAAAH?!

Sobresaltado, se incorporó rápidamente. La joven, por su parte, reaccionó con agilidad, retrocediendo en la cama y colocándose en una postura sentada sobre sus rodillas, mirándolo con molestia.

—¡Lacayo idiota! ¿Acaso no ves que tu ama está descansando?

—¿Q-qué, q-qué…?

Tartamudeando y evitando a toda costa mirarla directamente, Nico intentó comprender la situación. Su mente hizo clic al recordar el nombre de la joven frente a él: Helel Benshahar, la misma que lo había vinculado a ella mediante un hechizo para convertirlo en su «lacayo».

—¡¿Pero qué diablos haces desnuda?! —gritó cómicamente.

Helel la miró con una expresión que dejaba en claro que pensaba que era un idiota.

—¿Acaso no es obvio? Estaba durmiendo.

—¡Pero, ¿por qué desnuda y sobre mí?!

—Ayer te desmayaste al no resistir mi método de transporte, así que te llevé a tu cama y decidí descansar junto a ti.

—¡Eso sigue sin explicar por qué estás completamente desnuda!

—¿Acaso estás sordo, lacayo, o por qué gritas tanto? Te lesionaste durante el transporte, y para sanarte, tuve que juntar mi piel con la tuya.

Al oír eso, Nico cayó en cuenta de que su torso estaba desnudo, ningún rastro de su camisa y chaqueta. Al menos, todavía tenía sus pantalones…

«¿Entonces, de nuevo, por qué ella está completamente desnuda?», se preguntó para sí mismo, desviando de manera inconsciente la mirada hacia sus pechos descubiertos. Eran prominentes, al menos talla E, y resaltaban notablemente en el brillo que incidía sobre ellos.

—¿Ves algo que te guste? —preguntó Helel, divertida.

Nico reaccionó ante esas palabras desviando la mirada. Sintió su corazón galopar aceleradamente en su pecho, y estuvo seguro que su cara podría competir con el tono de su cabello.

—¡V-vístete! —gritó, maldiciéndose al oír su voz temblar.

Helel le dedicó una mirada fría, levantándose de la cama y dejando su cuerpo completamente expuesto.

—¿Has olvidado tu lugar, lacayo? Aquí la ama soy yo, no tienes ningún derecho a dar órdenes. Además… —Inclinó su cuerpo levemente, colocando su brazo derecho por debajo de sus pechos de forma provocativa mientras se señalaba con la otra mano—. ¿Acaso hay algo de qué avergonzarse en este cuerpo glorioso?

Nico trató de articular a tartamudeos una respuesta, pero Helel se adelantó con una mirada divertida, posándose otra vez sobre la cama en frente de él.

—No sentí inexperiencia cuanto tomé tus labios, pero para tener este tipo de reacción… ¿Es acaso este tu primer encuentro con el cuerpo desnudo de una mujer?

Sin darle tiempo para reaccionar, ella lo empujó con una fuerza engañosa para su figura, obligándolo a recostarse en la cama. Luego, ella puso sus brazos a los lados del torso de Nico y lo miró desde arriba con sus ojos destellando.

—A pesar de todas tus fallas, ayer me ayudaste a espantar a esos insectos. Es un logro, ciertamente. Y me pregunto: ¿debería recompensarte dándote el honor de experimentar? —susurró seductoramente.

Nico sintió cómo la tensión se acumulaba en su cuerpo. Por un lado, la mujer más hermosa que había visto yacía desnuda sobre él, seduciéndolo con sus palabras. Por otro, esa misma chica tenía una personalidad terrible. Su aura de peligro era innegable, y si lo había convertido prácticamente en su prisionero con un beso, ¿qué ocurriría si cedía e iban más allá? ¿Se convertiría por completo en un títere en sus manos, volviéndose un perro al que le pondría un bozal?

«Abuelo, donde sea que estés, ¡ayuda a tu nieto e ilumínalo en lo que debe hacer!»

En ese preciso instante, una chica irrumpió por la puerta de la habitación.

—Hermano, ¿por qué no me respondiste cuando…?

Como dándose cuenta de la escena en frente de sus ojos, la chica guardó silencio.

Ella lo miró.

Nico la miró.

Helel bostezó.

—A menos que quieras participar, lárgate —dijo ella.

La chica cerró los ojos ante sus palabras y sonrió de forma enigmática. Un aura plateada surgió de su cuerpo mientras una brisa macabra llenaba la habitación y hacia que su pelo se levantara desafiando la gravedad.

—¡¿Qué demonios estás haciendo?! —gritó. Y luego literalmente explotó en un estallido de luz y energía.

Estrellándose contra la pared y el techo, Nico gimió para sí mismo.

«Abuelo, donde sea que estés, ¡este no era el tipo de ayuda que te pedí, maldición!»

_______________________________

Ya un rato después, con todos debidamente vestidos, la chica zapateó repetidamente mientras miraba con molestia a Nico.

—¿Y bien? ¿Se puede saber qué demonios estabas haciendo, hermano?

Nico la miró, suspirando. Con su cabello rojo largo que caía hasta la mitad de su espalda, ojos esmeralda que reflejaban los suyos, y un rostro de facciones delicadas parecidas a las suyas, pero en forma de corazón, ver a su hermana menor despertaba emociones ambiguas en él.

—Er… Es algo difícil de explicar, Elena.

Elena cruzó los brazos, mirándolo con los ojos entrecerrados.

—Parece que esta vez mamá tenía razón en preocuparse. ¡Decidiste alejarte de nosotros e ignorar tu responsabilidad con la familia!

Ella miró a Helel, que estaba sentada en una mesa mirándolos con aburrimiento, y la señaló con un dedo.

—¡Como miembro de los Evernight, la posibilidad de traer niños a este mundo con una chica que la familia no apruebe está prohibida! ¡Prohibida!

Nico la miró con incredulidad.

—¡¿Qué estupideces dices?! ¡¿Quién diablos va a traer niños al mundo?!

—¡No trates de negar lo que mis ojos vieron! ¡La escena está clara en mi mente! ¡Como una bestia salvaje, sucumbiste a tus impulsos y estuviste a punto de tomar a esta chica como tuya antes de que los interrumpiera!

—¡Eso es literalmente lo opuesto a lo que pasó!

—¿Acaso le mientes a tu propia hermana? Oh, Selene, ¿qué pecado he cometido para para tener un hermano tan pecaminoso?! ¡Todavía recuerdo cuando era un niño adorable y me seguía a todas partes diciendo «hermana, hermana»!

—Otra vez, ¡eso es literalmente lo opuesto a lo que pasó!

—¡Silencio! ¡No quiero oír más de tus viles mentiras! —Elena lo señaló dramáticamente con un dedo—. Solo respóndeme una cosa: ¿qué relación tienes con esta mujer?

—Er…

Nico sudó, incómodo. ¿Qué se suponía que dijera? ¿«Es mi ama»?

Fue Helel quien respondió:

—Soy su ama

Nico casi se cae ante sus palabras. «¡Eso es justamente lo que no quería decir!»

—¿Ama? —Elena lo miró con impacto—. Hermano, tú, ¿de verdad…? ¡¿De verdad practicas esos juegos pecaminosos?!

—¡Pecaminosa tu mente! ¡¿En qué se supone que estás pensando?!

—Parece que no tengo opción. Debo actuar en representación de la familia y conocer a la mujer que ha cautivado tu corazón —Elena adoptó una pose melodramática, llevando a Nico a preguntarse qué había hecho mal para tener una hermana tan peculiar—. Tú, ama de mi hermano, ¿cuál es tu nombre?

Pareciendo extrañamente divertida, Helel la miró con ligereza.

—Soy Helel Benshahar, humana.

Elena se acarició su barbilla, meditando sus palabras.

—¿Helel? Ese nombre…, ¿me parece conocido? ¿Es el mismo tipo de nombre que el de lady Hela, la diosa nórdica del inframundo?

La diversión en el rostro de Helel desapareció.

—Para sugerir que mi nombre proviene de esa mujer repulsiva… La estupidez humana sin duda se ha acrecentado con el paso de los años —susurró, aunque Nico logró escucharla.

Tosiendo para cambiar de tema, Nico preguntó a Elena:

—Hablando de otra cosa, Elena, no recuerdo haberte dado llaves del departamento. ¿Cómo pudiste entrar sin llave?

—E-eso… B-bueno, verás… —Elena pareció repentinamente nerviosa—. ¡La bendición de lady Selene abre cualquier puerta a donde sea que pase!

Nico la miró con incredulidad. Se acercó a la puerta de su departamento y descubrió los restos de lo que en otro momento fue una puerta.

—¡¿Hiciste explotar mi puerta?! —preguntó con incredulidad.

Elena tosió y desvió la mirada.

—Eso te pasa por no abrirme rápido.

—¡Eso no es excusa! —le gritó Nico, molesto. Sabía que la reparación de esa puerta tomaría parte de los fondos personales dados por su abuelo—. Maldición, Elena, eso es lo que se llama «allanamiento de morada». ¿Acaso no sabes lo que es privacidad?

—Como tu hermana, respeto tu privacidad —explicó Elena—, ¡pero aplico mi deber como protectora de tu futuro de todos modos! ¡Imagina lo que hubiera pasado si no hubiera roto tu puerta!

Nico lo hizo, mirando a Helel, y, aunque trató de mantener su cara seria, se sintió sonrojar.

—¡No, no! ¡No lo dije para que en verdad lo hicieras! —Elena lo miró escandalizada, luego miró al techo y gimió mientras juntaba sus manos en forma oratoria—. ¡Oh, Artemisa, ayuda a esta doncella a lidiar con el cerdo en que se ha convertido su hermano!

Nico puso su mano en su frente y suspiró, cansado.

—¿Solo viniste a tontear e insultarme o qué?

De repente, Elena cesó su actitud dramática y puso un rostro serio. Hubo algo en su mirada, un destello de tristeza que Nico reconocería en cualquier lugar, que hizo que entendiese que lo que le iba a decir era importante.

Miró a Helel, preguntándose si podría hacer que lo dejara solo tomando en cuenta su personalidad, pero ella lo sorprendió al simplemente suspirar y mirarlo irritada.

—Los asuntos humanos son tan molestos. Estaré en tu cama descansando hasta que hagas algo que de verdad entretenga a tu ama.

Y con eso, se fue de la habitación.

—Es una chica con una personalidad muy extraña —comentó Elena—. Esos rasgos en su cara junto con esa forma de hablar… No parecen propios de un ser humano. ¿Cuándo y dónde la conociste, hermano?

—¿Seguir entrometiéndote en mi vida era el asunto serio del que querías hablar? —Nico mantuvo cara seria, sabiendo que no podía decirle a su hermanita menor que lo había arruinado en grande.

Elena negó con la cabeza.

—No, no era eso. Es solo que… Hermano, por favor vuelve a casa.

Nico esbozó una sonrisa triste ante sus palabras.

—Sabes que no puedo hacer eso.

—Claro que puedes —Elena sonrió con un pequeño destello acuoso de lágrimas en sus ojos—. Mamá y papá te aceptaran con los brazos abiertos. No estás allá simplemente porque no quieres. Solo vuelve.

—Ojala tus palabras fueran verdad —Nico se rió con amargura—. Pero esas palabras son una forma elegante de decir la realidad. Madre y padre no quieren a un hijo como yo en su casa, pero detestan más que me presente ante el mundo. Odian que haga caer el nombre de los Evernight. Niégalo.

—¡E-eso…! —Elena desvió la mirada, frunciendo el ceño brevemente, antes de sonreír tristemente—. Esa no es la historia completa, hermano. Pero debes comprender… Este lugar no es para ti. Por más que sea, solo recibes gritos y murmullos de desprecio. He oído como te llaman: «el hijo sin talento de los Evernight». Que hablen de mi hermano así… Duele como no tienes idea.

Elena se le acercó y le tomó las manos mientras su cara se tornaba suplicante

—Por favor, solo vuelve a casa.

Nico le sonrió con más amargura y tristeza, y separó sus manos de las de ella.

—Esas no son las palabras de padre y madre. Esas son tus palabras, Elena. Y esas también duelen.

—¡!

—«Ven a casa y deja de ponerte en ridículo» —Nico la miró a los ojos con seriedad—. Lo dices con amor, pero solo es otra forma de decir eso. Tú, madre, padre… Con la excepción del abuelo, ninguno de ustedes cree en mí. Si vuelvo a ese sitio, será para recibir los mismos murmullos de desprecio que escuchas en la Academia Supremia.

—Pero…

—Van tres años que sigues intentando lo mismo, Elena. Y mi respuesta sigue siendo la misma —Nico la miró con toda la determinación que pudo reunir—: ¡Volveré a casa solo cuando le demuestre a todos quien soy!

Elena cerró los ojos ante sus palabras, luciendo triste. Luego los abrió y lo miró con algo que lo sorprendió, algo que no supo descifrar.

—Quizás en esta ocasión, tanto ellos como yo, puede ser que no aceptemos un simple «no» como respuesta.

Sin mirarlo ni decirle otra palabra, Elena salió de su departamento ante su atenta y silenciosa mirada, dejando a Nico con la inquietante sensación de haber sido amenazado por su propia hermana.