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Capítulo 01:El Chico Sin Magia

1ª Parte (POV - Nicolay Gladius Dei)

La magia parece gobernar este mundo; todo gira en torno a ella. La gente común la utiliza para todo, ya que en cierto modo facilita la vida cotidiana.

Por ejemplo, durante épocas de sequía, cuando el cielo se niega a llover, la magia del agua es indispensable para llenar los pozos y regar los cultivos. En épocas frías como en invierno, la magia del fuego te ayudará a calentar tu casa y abrigar a tu familia. Además, la magia es indispensable para vivir en un mundo aterrador como este, ya que existen peligros que solo puede resolver un buen mago: Monstruos, criaturas sobrenaturales, hechiceros oscuros, nigromantes, laberintos encantados, trampas mágicas, artefactos malditos y una lista interminable de peligros por los cuales un humano que no tiene la habilidad de hacer magia, moriría inevitablemente.

En este reino, soy conocido por dos cosas, y no hablo de mi extraño color de cabello, que es blanco como la nieve, ni tampoco de mis raros ojos carmesí. Existen dos cosas que son aún más llamativas en mí: mi extraño sentido del humor y mi incapacidad para hacer magia.

Mi nombre es Nicolay Gladius Dei.

El apellido Gladius Dei se otorga a todo aquel que, como yo, no tiene un apellido del cual presumir.

Soy un huérfano que fue abandonado afuera de un viejo orfanato, envuelto en una manta, junto con un pergamino que decía:

«Por favor, acepten al pequeño Nicolay»

Este orfanato tiene la costumbre de nombrar a todo aquel que no tiene apellido con el nombre de la institución.

El Orfanato Gladius Dei se encuentra en el continente de Silvania, específicamente en Dumbría, el Reino de los enanos.

Llevo catorce años y medio viviendo en este orfanato. Aquí he encontrado un hogar y personas que me cuidan, como el Señor Dola y la Señora Mila, una pareja de ancianos de la noble raza de los enanos que se encargan del orfanato, así como mi amigo inseparable Alistair Gladius Dei y mi querida amiga Lucy Moore.

Una vez prometimos que seríamos aventureros y saldríamos en busca de aventuras.

Sueño con emocionantes aventuras, paisajes desconocidos y experiencias que me permitan descubrir quién soy más allá de estas paredes.

Aunque me duela admitirlo, tengo otro motivo: quisiera encontrar a mi verdadera familia, y así poder saber por qué estoy en este lugar.

Pero para alguien como yo, un «sin magia», eso sería imposible…

Sé que mi sueño es imposible, pero he leído libros e historias fantásticas de espadachines de todos los reinos. Personas que llegan a ser aterradoramente fuertes sin depender mucho de la magia, por eso, entreno duro todos los días con una pequeña espada de madera.

¡Me convertiré en el mejor espadachín de este dichoso mundo!

2ª Parte.

Hoy regresa el profesor de magia al orfanato, y como siempre, me pondré a practicar con mi espada mientras los otros chicos hacen su increíble magia.

Una cálida voz interrumpió.

—Nicolay… ¿Hoy también puedo entrenar contigo? —preguntó Alistair, un lindo chico de la raza élfica con el cabello verde.

Él usualmente se une a mí en los entrenamientos porque es tan bueno en magia que el profesor ha empezado a sentirse ligeramente intimidado por su increíble talento, así que lo deja venir conmigo a veces.

—Sí, si quieres. Pero no debes dejar tus clases de magia de lado. ¿Qué tal si hoy entrenamos cerca del grupo de magia? Así podrás escuchar al profesor si comenta algo que no sepas.

Alistair se quedó pensativo, puso su mano cerca de la barbilla y dijo:

—Pero, ¿no te incomoda? Ya sabes… los otros chicos a veces son crueles contigo por lo de tu magia. Me sentiría mal si alguno se pone en modo presumido.

—No te preocupes, ya estoy acostumbrado a ese tipo de tontos. Además, de vez en cuando me gusta escuchar un poco de teoría mágica. Quizás algún día me sea útil.

—Está bien —dijo el pequeño Alistair con una sonrisa.

Alistair Gladius Dei es un chico de 14 años que, a pesar de ser humano, posee sangre de la raza élfica, lo que lo convierte en semielfo. La raza élfica se asemeja a los humanos, pero con orejas puntiagudas, ojos grandes y facciones finas que los hacen parecer muy atractivos.

Alistair tiene una apariencia delicada y refinada; si no prestas atención, puedes confundirlo con una mujer. Su cabello es de un suave tono verdoso que cae por debajo de los ojos, sus ojos son de un color verde esmeralda brillante, y su piel está adornada con delicadas líneas de pecas. A pesar de su apariencia frágil, su postura es erguida y siempre trata de demostrar que es valiente.

Cuando nos dirigimos al patio, Alistair y yo nos encontramos con el profesor regañando a una chica salvaje, quien al verme dejó al profesor con la palabra en la boca y se acercó corriendo para luego abalanzarse sobre mi frágil cuello.

Cuando caímos al suelo, escuché algo crujir; espero que no haya sido nada importante.

—¡Nicolay! ¡Ese tipo raro solo me manda! ¡Patéale el culo! —gritó una chica con orejas de gato.

—¿Qué?

—¡Que le des una patada en el culo! Eso es lo que hacen los compañeros de aventuras, ¿o acaso ya no quieres salir conmigo de aventuras?

—E-espera, Lucy. El profesor solo está tratando de enseñarte magia; además, no es tan raro —dije mientras sentía cómo la chica gato me asfixiaba.

—¿¡Quéeeeee!? —gritó el profesor con expresión enojada y la vena de la frente a punto de estallar.

—Lo siento, Señor Bartholomew. No elegí bien mis palabras.

El profesor Bartholomew nos miró con cara de pocos amigos, gruñó y agarró a Lucy, que estaba en el suelo encima de mi cuerpo lastimado.

La levantó y se la llevó, no sin antes gritar:

—¡Ya va a comenzar la clase!

Mientras Alistair me ayudaba a levantarme, vimos la silueta de la chica gato con la cola entre las piernas, alejándose con lágrimas en los ojos.

Lucy tiene 16 años, cabello semilargo rojizo y unos hermosos ojos amarillos propios de las razas bestiales. Posee una figura curvilínea que, a su temprana edad, ya tiene a varios chicos babeando por ella, sin embargo, cuando intentan algo, ella siempre les da una paliza. También tiene unas hermosas orejas de gato y una preciosa cola que se mueve detrás de ella cuando está contenta.

Alistair y Lucy son opuestos, pero también son mis mejores amigos. A menudo, Alistair hace muecas tontas frente a cualquier mujer atractiva, lo que provoca que Lucy le arroje agua para que deje de comportarse, según ella, como un viejo verde. En otras ocasiones, Alistair persigue a Lucy por todo el orfanato para que haga sus deberes, ya que Lucy tiende a distraerse fácilmente. Siempre que salimos juntos, algo sucede que nos mete en problemas, y generalmente debo ingeniármelas para engañar a los adultos y evitar complicaciones.

3ª Parte.

—Por favor, comiencen con los calentamientos —dijo el estricto profesor Bartholomew.

Alistair y yo nos encontrábamos a unos cuantos metros del grupo de estudiantes, pero no lo suficientemente cerca como para interrumpir la clase.

El patio era un lugar extenso y, usualmente, se recomienda realizar cualquier tipo de entrenamiento, ya sea de magia o físico, afuera, ya que la pequeña señora Mila parece un gigante demonio aterrador cuando hacemos desastres en el interior del orfanato.

Frente a mí se encontraba Alistair practicando un hechizo de aire llamado Caelum Blizzard; una potente ráfaga de aire que disparaba al cielo.

—¡Ya casi lo domino! ¡Quiero que esta ráfaga de aire sea lo suficientemente fuerte para repeler a mis enemigos! —Dijo un entusiasmado Alistair con una sonrisa reconfortante.

—¡Qué bien! Debe ser genial tener un arsenal de hechizos para todas las circunstancias.

—Sí, pero mi sueño es convertirme en el mejor mago. Quiero dominar todos los hechizos y conjuros de todas las ramas, ¡me convertiré en campeón!

—¡Sí, si te conviertes en el mejor mago y llegas a ser campeón, yo seré un espadachín de primera! —grité infantilmente mientras sacudía mi espada de madera al aire.

—Ja, ja, ja.

—Ja, ja, ja.

Unas cuantas risas se escucharon a mis espaldas, provenientes de los chicos que estaban practicando magia.

Algún día les cerraré la boca a ese montón de estúpidos, pero por ahora solo me queda morirme de vergüenza.

Con el tiempo, me he acostumbrado a las burlas. Soy el tipo de persona que no se molesta por esas cosas, o al menos que sabe mantener el control, pero como todos, hay algo que me enfurece desmesuradamente: que alguien moleste a mis amigos.

Continuamos con el entrenamiento; Alistair practicaba sus hechizos mientras yo saltaba desde una gran roca para blandir mi espada de madera en el aire, gritando un supuesto grito de guerra.

—¡Atención aquí! Si no quieren aprender mi magia, ¡serán castigados! —exclamó el profesor Bartholomew, mientras colocaba una mano en un viejo bolso y sacaba una varita.

—El día de hoy les mostraré cómo usar la magia elemental de tipo fuego: Ignis Strepitus. Este es un hechizo de grado intermedio, así que antes de recitar el hechizo a la ligera, necesito que se concentren y sigan cuidadosamente todas mis instrucciones.

Al escuchar al profesor decir eso, me sentí algo deprimido.

Parece que esos chicos ahora van a aprender magia intermedia. Pensé que tomaría más tiempo, aunque creo que Alistair ya está en ese rango. De igual manera, se siente mal ver cómo todos avanzan y yo sigo igual de inútil.

A veces pienso que el hecho de que no pueda usar magia como los demás es la razón por la que me abandonaron en este orfanato. Tal vez siempre fui una decepción… desde el momento de mi nacimiento.

—Hey, Nicolay. Sabes, la mayoría de esos chicos no podrán dominar ese hechizo porque tiene un truco.

La voz de Alistair me sacó de mis deprimidos pensamientos.

—¿En serio? —pregunté con expresión de duda.

—¿Notaste cuando el señor Bartholomew sacó una varita de su bolso? La magia intermedia se centra en potenciar los hechizos a un nivel superior. Por ejemplo, los hechizos intermedios de fuego se asemejan mucho a los básicos, pero requieren una mayor cantidad de maná, lo que resulta en un alcance y potencia superiores. El señor Bartholomew utilizó su varita para canalizar una gran cantidad de maná y lanzar el hechizo. Este es el secreto que pocos conocen, pero con suficiente práctica, como la que yo he realizado sin varita, es posible dominarlo, ya que los nodos de tu maná están abiertos y, por ende, es más fácil canalizar y disparar la magia.

—Wow, Alistair. Eres un genio. En pocas palabras, él usa la varita como si estuviera cargando una ballesta y cuando está en su sitio, dispara —le dije a Alistair, mirándolo con admiración.

Alistair adoptó una pose algo tonta, abriendo las piernas y sacando pecho. Mientras tenía una expresión complacida, me dijo:

—Algo así, pero es un poco más complicado. Primero, el maná es energía espiritual, con la que todos los seres vivos contamos. El maná se comporta como una energía moldeable. Por ejemplo; para lanzar un hechizo básico, es importante canalizar el maná en las palmas de tus manos, pero primero se siente un cosquilleo que poco a poco recorre tu estómago, pasa por tu pecho, viaja por tus brazos y, cuando está en la palma de tus manos, no explota hasta que visualices en qué momento quieres que el hechizo salga disparado. Esto implica abrir los nodos de maná en tu mente, como si estuvieras abriendo una llave de agua. La cantidad de hechizos que puedes hacer dependerá de la cantidad de maná que tu cuerpo pueda almacenar. Por ejemplo, estamos Lucy y yo. Aunque ella es mayor por 2 años, yo puedo usar magia más potente porque al entrenar todos los días mi magia, mi cuerpo se acostumbra y empieza a almacenar cada vez más maná.

No cabe duda, Alistair no es un chico normal.

Cuando el profesor nos explicaba cómo usar el maná, siempre decía una secuencia de palabras diferente y a veces se contradecía. Tal vez el uso del maná sea diferente para todos, pero la manera en que lo explica Alistair de manera tan lógica significa que ha realizado un estudio interno no solo del uso, sino también de la sensación que produce el empleo del maná. Talvez por eso es considerado un genio por todos.

Pero ahora tengo más dudas en la mente y le pregunté:

—Espera un momento, si lo que dices es así, entonces ¿cómo se diferencia un hechizo de otro? ¿Y por qué se dice que el maná puede ser como un escudo en las batallas?

—Muy fácil, por la sensación en tu interior. Cuando realizas el procedimiento y sientes el maná recorrer hasta llegar a tus palmas, solo necesitas recitar el hechizo y sentirás cómo cada elemento es diferente. Por ejemplo, con los hechizos de agua se experimenta una sensación un poco fría. Con los de viento, se asemeja a cosquillas. Y con el fuego, se siente la mano tibia. Ahora, si lo que quieres es usar tu maná como escudo, como los guerreros de artes marciales y los espadachines, lo que haces es llevar a cabo el proceso y, cuando el maná está en la palma de tu mano, simplemente lo expandes para cubrir todo tu cuerpo. Así obtendrás una dureza como la de una armadura.

—¡¿Qué?! ¿Quieres decir que fortalecer el cuerpo es como lanzar un hechizo, pero sin llegar a lanzarlo? ¿Es como si estuviera a punto de hacer el hechizo y una vez tenga el maná en mis manos, simplemente lo expandiera por todo el cuerpo?

—Exacto —respondió Alistair con la misma expresión complacida.

—¡Eres increíble, Alistair! ¿Lo sabías? Ni siquiera el profesor pudo explicarme el proceso. Llegué a pensar que eran cosas totalmente distintas.

Pude notar cómo las mejillas de Alistair se ponían cada vez más rosadas mientras elogiaba su inteligencia.

—Inténtalo, Nicolay. Sigue los pasos que acabo de decirte. Tal vez, una vez que entiendas el proceso, puedas hacerlo.

Las palabras de Alistair me dejaron frío. ¿De verdad quiere que lo intente? Yo, que nunca fui capaz de hacer magia en toda mi vida. Yo, que he vivido pensando que soy un fenómeno. ¿Ahora quiere darme un poco de esperanza? Pero si no lo hago y vuelvo a fallar, será mucho más doloroso porque ahora que entiendo el proceso, sería admitir que soy un completo desgraciado sin talento.

—B-b-bueno, mira, yo nunca fui capaz de usar magia elemental. No quiero deprimirme más si vuelvo a fallar —le dije mientras agachaba lentamente la cabeza.

—¿Y qué? Si vuelves a fallar, no perderás nada. ¡Inténtalo! Cuando llegues al punto en el que tengas el maná en tus manos, apunta y recita: «Ventorum», un hechizo básico de aire.

—P-p-pero, Alist…

Antes de que pudiera terminar la oración, la voz de Alistair me interrumpió y me agarró del hombro. Se acercó a mi cara y me dijo:

—Nicolay, yo confío en ti. ¡Vamos!

4ª Parte.

Con las palabras de Alistair, recuperé el aliento. Asentí con la cabeza, coloqué mi espada de madera en el suelo, cerré los ojos y extendí las manos. Me empecé a concentrar y después de unos instantes, sentí como un nudo en el estómago.

Tal vez esta sea la sensación de la que hablaba Alistair… La sensación era como un vacío, como si tuviera un enorme vacío en mis entrañas. Poco a poco, fui notando que la sensación empezaba a subir por mi pecho, luego comenzó a subir por mis hombros. Sentí como ese vacío se dividía en mis dos brazos y en cuestión de nada, sentí ese vacío en mis palmas. Una sensación como de hormigueo, como pequeños calambres… Fue entonces cuando me decidí y grité con todas mis fuerzas:

—¡¡¡Ventorum!!!

Cuando grité con todas mis fuerzas y mi alma el hechizo «Venturum», ¡pasó algo!

Pasó que un montón de risas burlonas se escucharon a mis espaldas.

—¡JA, JA, JA!

—¡JA, JA, JA!

—¡JA!

Al parecer, había hecho el mayor ridículo de mi vida.

Todos estaban riendo, incluso el profesor Bartholomew dejó escapar una risita silenciosa. Cuando me volví, los vi con la mano en la boca para evitar que sus risas resonaran por todo el patio. Vi que la única que no se estaba riendo de ese grupo era Lucy, que me miraba tiernamente.

Entonces, ella vino corriendo y se paró frente a mí.

—Hey, Nicolay. No les hagas caso a esos simios maleducados. Sabes, a mí no me gusta la magia. Me parece que los magos son perezosos y no pueden hacer nada sin sus trucos baratos —dijo Lucy mientras me agarraba la mano.

—¿Qué? —exclamó Alistair.

—P-p-perdón, Alistair, no lo digo por ti —contestó Lucy, visiblemente nerviosa.

—Nicolay, ¿qué sentiste? —me interrogó Alistair.

—¿Qué?

—Dime rápido, ¿qué sentiste? Dime, si no hubieras sentido algo, no hubieras gritado con todas tus fuerzas el hechizo. Así que dime, ¿qué sentiste?

—Bueno, fue extraño. Se sentía como si tuviera un vacío en mis entrañas que iba recorriendo desde mi estómago hasta mis manos, y cuando llegó a las palmas, sentí unos pequeños calambres. Pero a la hora de recitar el hechizo, no pasó nada.

—Jum, ya veo.

Alistair no dijo más y se puso de nuevo la mano en la barbilla como si estuviera pensando alguna solución, pero es obvio. ¡Esto no tiene solución! Solo soy un fenómeno de la naturaleza. Un rechazado por el dios de la fortuna, una mierda sin sentido, sin razón para existir en este mundo mágico.

De pronto, Alistair se paró enfrente de mí y se agachó para recoger algo del suelo. Era mi espada de madera. Y mientras tenía una sonrisa malévola en su rostro, dijo:

—¿Quieres intentar algo?

—¿No crees que ya he tenido muchos fracasos por hoy? —dije con un claro tono de decepción.

—Vamos, solo una vez más. Si esto no funciona, te dejaré tranquilo. ¡Lo juro!

—¿Lo prometes? No quiero ser un experimento fallido.

—Sí, te lo prometo. Lo que tienes que hacer es lo siguiente: haz el mismo proceso, siente ese vacío hasta llegar a tus palmas y cuando esté, trata de expandirlo por todo tu cuerpo como si fueras cubierto por una fina manta. Y blandes esta espada. Quiero que golpees esa roca.

Alistair me dio mi espada de madera y señaló la roca en la que hace algunos minutos estaba saltando para blandir la espada en el aire.

—¿Estás seguro? —pregunté con una expresión escéptica.

—Sí, ¡Hazlo ya!

Me coloqué frente a la gran roca y me propuse intentarlo una vez más. De todas maneras, ya había sido ridiculizado; simplemente, este día no podía acabar peor.

Cerré los ojos, respiré hondo, empuñé la espada de madera y comencé a concentrarme. De nuevo, sentí ese nudo en el estómago, ese vacío que minutos atrás me había engañado. Cuando el vacío recorrió mi pecho, hombros y brazos, finalmente llegó a mis palmas. Pequeños calambres recorrían mis manos como cosquillas. Luego, di forma a esa sensación y noté cómo se iba intensificando desde mis manos hasta cubrir todo mi cuerpo. Abrí los ojos y vi ante mí aquella gran roca. En ese momento, lancé mi espada de madera y golpeé la enorme roca con ella.

¡¡¡Boom!!!

Un sonido ensordecedor, como el de una explosión, casi me rompe los tímpanos, seguido de una fuerte ráfaga de viento que devolvió la explosión. Un denso humo gris me rodeó por completo mientras pequeños pedazos de piedra caían del cielo enredándose en mi pelo.

No podía ver nada tras la explosión y cuando por fin pude distinguir algo, quedé en shock.

Ante mí, aquella gran roca había sido partida en dos, tenía una enorme fisura en medio, dejando dos rocas con el borde plano de lo que antes era una sola…