―Yo también me acabo de enterar. Escucha, algunos de mis amigos y yo queríamos asistir a tu concierto, pero las entradas están agotadas. ¿Hay alguna posibilidad de que nos dejen pasar? ―dijo Wang Zheng.
―Pequeño asunto. Mi primo mayor también me pidió que le haga algunos recados ―A través del Skylink, la voz de Huiyin se escuchaba cargada de entusiasmo. Parecía que la muchacha estaba contentísima de estar afuera tocando.
―Tenemos algunos, alrededor de... ―Wang Zheng calculó. También estaba Xiao Fei, y si Raston quería ir, tampoco podían dejar afuera a Xie Yating, o Raston se enojaría mucho.
―No te preocupes. Son diez asientos. Si necesitas más, desocuparé más para ti ―lo interrumpió Lin Huiyin.
Así era la vida. Algunas personas la tenían increíblemente difícil, mientras que para otros era un lecho de rosas.
A través del Skylink se oían voces de trabajadores. Lin Huiyin dijo susurrando:
―Debo irme. ¡No olvides venir!
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