Kain salió de la fortaleza en el País de los Pastizales una hora después de que Tobirama le dio su orden. Dejo a Osamu a cargo de las tropas Uchihas para que funcionara como nexo con los Hyuga. Después se despidió de Kazuhiko y le pidió al anciano Kazuto que aconsejara a sus dos amigos.
Después de preparar todo, Kain corrió por las extensas praderas de la nación de los Pastizales. Parecía un fantasma moviéndose a una gran velocidad cuyo cabello blanco resplandecía con la luz del sol mientras todo lo que se veía a la distancia era el pasto, piedras y rocas.
A las pocas horas empezó a divisar los bosques de la nación del Fuego. Primero arboles delgados como los brazos de un adulto y pequeñas hojas que apenas detenían la luz del sol. Sin embargo, a medida que se adentraba en el bosque los árboles engrosaron hasta abarcar el diámetro de una casa y ascender varias decenas de metros de alto.
Kain saltó al tronco de un árbol y lo subió corriendo mientras esquivaba las gruesas ramas y denso follaje hasta llegar a la copa. Una vez que se detuvo en la parte más alta, puedo ver a la distancia como un hermoso bosque bañado por la luz del sol se extendía por varios kilómetros. Entonces metió su mano dentro de la armadura, toco un sello a la altura del pecho y este le entrego un kunai con forma de tridente. Kain tomo el kunai, lo miró y después miró hacia denso bosque. Kain sonrió y lanzó el kunai al cielo dando la impresión de que iba a apuñalar al sol. No obstante, el kunai solo ascendió durante cincuenta metros y después comenzó a descender hasta clavarse en la gruesa rama de un árbol.
Kain desde la copa del árbol, cerró sus ojos y sintió la brisa del aire traer la frescura del agua de un arroyo cercano y la humedad del pasto mojado. Kain respiró profundo el agradable aroma a naturaleza y se concentró en encontrar la señal del kunai. Una vez que la encontró, hizo un sello de mano y su cuerpo parpadeo.
Al instante siguiente Kain llegó a la rama del árbol donde el kunai había quedado clavado. Abrió los ojos, vio el kunai y lo movió hasta soltarlo. Después avanzó por la rama hasta llegar tronco y lo subió caminando mientras evitaba las ramas y el denso follaje hasta llegar a la copa del árbol. Él miró hacia atrás y calculo más o menos donde estaba y cuanto había avanzado. Unos ochenta metros, lo cual no era mucho si lo comparaba con lo que sabía de Tobirama, pero era mejor que nada. Podía mejorar el alcance de percepción con otro kunai hecho de metal de chakra, pero quería mejorar su percepción y un día dejar de ocupar los kunais y solo usar sellos Uzumakis. De esa manera, evitaría poner en peligro al mundo al dejar que alguien se haga con su kunai. No obstante, por ahora, solo le quedaba avanzar con lo que tenía. Así que Kain tomo el kunai y otra vez lo lanzó al cielo como queriendo apuñalar al sol.
A medida que Kain se adentró en el país del Fuego, noto que los bosques eran mucho más espesos y los árboles gruesos. Los animales parecían mucho más atentos a sus movimientos como si tuvieran una inteligencia superior. Kain tomo nota de preguntar en el futuro; a lo mejor el abuelo Orochi sabia algo.
Por otro lado, después de medio día de viaje se detuvo a mirar desde la copa de un gran árbol y vio que los árboles por delante volvían a ser delgado, como en los límites con la nación de los pastizales.
Kain frunció el ceño pensando en varias hipótesis, pero continuo su viaje y poco a poco se fue alejando de la nación del Fuego. Una vez que llego a los límites de la nación del Fuego, los árboles se volvieron tan delgados como los brazos de un adulto hasta desaparecer.
Kain llegó al último árbol grueso y saltó desde la copa del árbol atravesando veinte metros de un saltó y cayendo sobre pastizales. Entonces se volteó y miró hacia los delgados árboles con extrañeza, como si les faltara nutrientes de la tierra. Kain frunció el ceño pensando en que algo especial había en la nación de la Fuego; a lo mejor, tenía que ver con la razón de que su tío y padre hayan decidido crear Konoha dentro de esta nación. Después de todo, ellos podían elegir el territorio que ellos quisieran, pero solo se quedaron en su tierra natal.
Kain negó y se siguió moviendo hacia adelante, poco a poco trotando por los pastizales hasta que comenzó a correr a toda velocidad. No obstante, antes de que pudiera avanzar más de cien metros dentro de la nación del Arroz, paso por al lado de una roca y esta exploto. Kain dio un rápido salto evitando el peor de los escenarios y una vez que aterrizo en el suelo miró en todas las direcciones sin ver a nadie sospechoso. Activo su sharingan hasta el segundo tomoe y volvió a mirar por si se le estaba escapando algún detalle, pero aún no pudo ver a ninguna persona en cien metros a la redonda.
No obstante, de repente vio pequeñas cosas del tamaño de hormigas moverse entre los pastizales, muy cerca de sus pies y al notar su proximidad, ellas explotaron. Kain dio otro rápido salto y al mismo tiempo noto que estaba rodeado de esos pequeños insectos blancos. Uno detrás otro comenzó a explotar y Kain se vio obligado a retroceder varios cientos de metros hasta volver a la nación del Fuego y subirse a la copa de un árbol para tener una mejor visión. No obstante, lo único que vio fue como un mar de insectos blancos avanzaba por el bosque en su dirección. Kain se preparó para lanzar un gran katon, pero el árbol bajo sus pies se estremeció y se escucharon pequeñas explosiones. Entonces el árbol soltó un sonoro crujido y se comenzó a caer hacia la derecha, Kain retrocedió de un salto al árbol más cercano, pero las explosiones continuaron.
Un par de minutos después, Kain había retrocedido mil metros y aburrido de ser presionado por las constantes explosiones de los insectos, saltó una vez más en el aire, lleno sus pulmones de aire y lanzó una gigantesca bola de fuego que golpeo a una gran cantidad de insectos. La explosión de fuego detono a los pequeños insectos y las explosiones de estos afectaron a los que estaban cerca. El hecho es que la explosión en cadena fue tan fuerte que mando a Kain a volar más lejos de lo que él esperaba en una mala posición. A medida que su cuerpo perdió inercia comenzó a descender y notó que cayó cerca de un árbol y las ramas lo rebasaban como si estuvieran avanzando. No obstante, Kain hizo un movimiento con sus brazos para voltear todo su cuerpo y una vez que lo logro, vio como el suelo se acercaba a una velocidad frenética. Kain extendió sus brazos hasta que se agarró una rama la cual crujió, se partió un poco, pero al final resistió su peso y la velocidad de su caída.
-¿Qué rayos fue eso?- se preguntó Kain. Él había visto los insectos espía de Shiori Aburame, le parecieron interesantes, pero después de estudiar un poco sobre su cuidado y crianza, lo descarto. Criar un insecto, además de alimentarlo con chakra, era asqueroso y requería un enorme esfuerzo, incluso más que la crianza de serpientes del abuelo Orochi. Sin embargo ¿insectos explosivos?, se preguntó Kain mientras colgaba desde la rama del árbol.
No obstante, a pesar de las preguntas sin responder, de repente Kain sintió algo a su alrededor y se balanceo. La rama se terminó de romper y él cayó, entonces vio como dos largas cuerdas blancas pasaban por encima de su cabeza. Kain con un rápido movimiento de sus ojos vio que, desde el suelo, unas enormes arañas del tamaño de una casa lanzaban telaraña desde sus bocas. Sin embargo, la telaraña parecía algo diferente, porque una vez que las arañas cortaron la seda con los colmillos puntiagudos en su boca, la seda se comenzó a encender y cuando se prendió por completo, genero una serie de explosiones siguiendo la cuerda de seda. Estas explosiones alcanzaron a Kain y lo mandaron al suelo, estrellándose con un charco de lodo.
Kain quedó completamente bañado en lodo, pero como el charco tenía poca profundidad, se apoyó en sus manos, rodo hacia adelante y se impulsó con los brazos, saltando en el aire y cayendo sobre sus pies. Miró a su alrededor y viendo que estaba rodeado de esos insectos blancos, se puso en guardia. Al mismo tiempo, escucho temblores y grandes pisadas que avanzaban por el bosque. Desde detrás de los grandes árboles de la nación del Fuego, aparecieron enormes arañas con patas puntiagudas como espadas. A medida que avanzaban, las arañas iban produciendo desde su trasero más de esos pequeños insectos explosivos, lo que reponía las bajas a un ritmo aterrador.
Mientras Kain estaba siendo rodeado por las arañas de seda explosiva, un anciano en sus últimos días estaba escondido en una enorme cueva mientras era custodiado por un centenar de shinobis de Iwagakure. Todo ellos vestidos con ropa de color burdeos y chaleco táctico de color tierra. Ellos estaban en los límites de la nación de Las Cascadas y la nación de los Pastizales y lo que buscaban eran los hermosos ojos carmesí, un tesoro como ningún otro.
El anciano custodiado por los shinobis de Iwa, también era custodiado por dos enormes arañas que habían recubierto el fondo de la cueva con telaraña, donde el anciano estaba sentado en posición de loto. Al mismo tiempo, las arañas habían recubierto cada recoveco de la cueva con diminutos insectos explosivos como medida de protección. Las arañas eran enormes y mantenían a distancia a la mayoría de los shinobis de Iwa. Sus enormes ojos, cuerpos peludos y enormes patas tan largas y afiladas como espadas inspiraban la imagen de una muerte segura. Solo bastaba con que chocaran las dos largas pinzas a la altura de la boca y los shinobis retrocedían horrorizados.
-Jejejeje- se reía de buen humor el anterior Tsuchikage -vamos, vamos, jovencito, lanza más fuego. Veamos hasta donde aguantan tus reservas de chakra-
Su voz viajo a través de la cueva y lo escucharon varios shinobis de Iwa, incluido su nieta quien era también su doctora personal.
Los shinobis de Iwa se voltearon a mirar al fondo de la cueva, pero al ver a las dos enormes arañas a los lados del anterior Tsuchikage, miraron hacia adelante. Gracias a la luz de las antorchas, todos esos ojos obsidiana eran demasiado intimidantes.
No obstante, pese a su buen humor, el Tsuchikage estaba lejos de estar en su mejor momento. Si hubiera tomado esta misión hace cinco años atrás cuando tuvo la reunión con el Dios Shinobi, no le hubiera supuesto ningún problema. Sin embargo, ahora estaba tan enfermo que daba la impresión de tener medio pie en la tumba. Para empezar, se había quedado calvo, delgado y lo único que le quedaba en la cara que lo distinguía era su largo bigote con forma de brocha de color cano.
-Tsuchikage-sama- dijo la doctora mientras sus pasos resonaban a medida que se acercaba -por favor, no se agite. Le puede hacer mal-
Ella se acercó al Tsuchikage y las arañas chocaron sus pinzas para que se alejara, pero la doctora no retrocedió. Ella tenía el cabello oscuro, cortó y grandes ojos cafés.
-Nieta, soy una vieja roca que pronto se convertirá en abono para la tierra. Déjame tener algo de diversión- respondió el anciano Tsuchikage
-Bueno, pero no tenga tanta diversión, le puede hacer mal- respondió ella con una sonrisa
El Tsuchikage sonrió ante su expresión amable y entendió bien el corazón de esta mujer. Ella podía ser alguien estricta, pero tampoco era irracional. Con los cuidados solo podía aplazar su muerte, pero nunca evitarla. Ojalá su nieto Onoki pudiera aprender algo de ella.
-¿Cómo está saliendo todo?- pregunto la doctora
-Bien, muy bien- respondió el anciano Tsuchikage con una sonrisa divertida y un brillo astuto en sus ojos -ese pequeño engendro es muy fuerte y escurridizo, pero no está lejos de mis manos. Ahora está gastando chakra a lo loco y lanzando bolas de fuego en todas las direcciones. Así que en una hora o dos horas estará fuera de combate-
La doctora soltó un suspiro ante esas palabras, lo que desanimo al Tsuchikage. Después de todo, quería robarle a un niño. Sin embargo, el mundo había demostrado que la gran utopía que había soñado el Dios Shinobi, no sería posible. Lo mejor que podían hacer las villas ocultas era fortalecerse para perdurar en el tiempo hasta que fuera posible la verdadera paz. En base a esto, que cosa mejor que un par de ojos mágicos jóvenes y fuertes. El segundo Tsuchikage Mu podía morirse y llevarse junto con él a la mitad de la villa. Sin embargo, él como el primer Tsuchikage y abuelo de Onoki, dejaría a su nieto en la mejor condición. Bueno, eso sería posible si su nieto no era tan testarudo y seguía a Mu.