Hoy era lunes y había pasado una semana desde la resurrección de Tobirama. Kain estaba en el campo de entrenamiento subterráneo junto a Tobirama y Kiyomi. En estos momentos el campo de entrenamiento subterráneo tenía una habitación con cincuenta metros de largo por treinta metros de ancho. Era un rectángulo en el centro del campo de entrenamiento. El área estaba rodeada de murallas hechas de metal de chakra y máquinas a su alrededor con luces y engranajes a la vista.
En la parte frontal, había una enorme pantalla con un teclado y funciones restringidas para que Tobirama pudiera monitorear el entrenamiento de Kiyomi.
Tobirama miraba las murallas de metal de chakra de color oscuro y se preguntaba ¿De dónde Kain sacó tanto metal de chakra? Esto equivalía a lo que tenían en armas las grandes naciones shinobi. Una completa locura ¿Quién ocuparía tanto metal de chakra para confeccionar murallas?
Kain miraba a Kiyomi y le explicaba cosas. Como estaban a un poco más de diez metros de distancia, Tobirama no podía escuchar lo que decían. Sin embargo, todavía podía leer los labios de Kain. Este último le daba instrucciones a Kiyomi para que nunca se confiara, no importa lo amigable que se vea Tobirama o lo confiada que se sienta ella ante el entrenamiento.
Tobirama miró el monitor que tenía en frente. Lo reconocía, era una construcción aparatosa que le presentaron los civiles hace diez años. En aquella época era un prototipo. Ahora se preguntaba lo que podía hacer esto.
—¿Interesado en mi juguete?— preguntó Kain a medida que se acercaba
Tobirama lo miró de soslayo, hacia atrás. Él soltó un bufido de desdén, se cruzó de brazos y miró la enorme pantalla con un metro de altura, dos metros de ancho y cincuenta centímetros de profundidad. Por otro lado, el teclado delante de la pantalla era una consola de cincuenta centímetros de profundidad, un metro de ancho con teclas con un alto de un centímetro. Tenía demasiados iconos, pero las letras y números los podía identificar con facilidad.
—No es tu juguete, ya lo conocí, hace diez años— respondió Tobirama
—Oooh ¿Eso?— preguntó Kain —es verdad, el modelo original es de los civiles, pero no sabes lo que yo he hecho con su pequeño juguete. Te mostrare— Kain miró hacia atrás y vio a Kiyomi —Kiyomi, entra a la cámara de entrenamiento—
—Sí, sensei— dijo Kiyomi con una hermosa sonrisa. Hoy iba vestida con la ropa oscura y la chaqueta táctica verde de la villa con el remolino rojo en la espalda. Llevaba su hermoso cabello rojo ordenado en una coleta, la piel cuidada como lo hacían las muchachas de su edad, como tenía once años, su piel parecía de porcelana, donde lo que más destacaba eran sus ojos verdes y la sonrisa confiada.
Kiyomi camino a la puerta a un costado de la muralla frontal. Ella giro una manivela redonda de válvula y una vez que se abrieron los mecanismos, tiro de la puerta. Kiyomi soltó un bufido al tirar de la puerta y rechinaron las bisagras de la puerta. Una vez abierta, Kiyomi vio todo el interior oscuro. Miró a Kain, de cabello blanco y ojos azules. Como siempre, su sensei sonrió y asintió. Kiyomi asintió confiada de que Kain nunca le haría daño y entró.
Kain presionó un botón en el teclado frente a la pantalla que tenía el dibujo de dos rectángulos unidos como si fueran puertas. Al presionar el botón, la puerta se cerró sola y Kiyomi quedó en completa oscuridad en el interior.
Kain presiono el botón de la luz en el interior y se vio la imagen del interior de la cámara de entrenamiento en la pantalla. Kiyomi estaba caminando, observando el suelo, las paredes y el techo hechos del oscuro metal de chakra. A simple vista, no había nada.
Kain presiono un botón que se encendió con una luz roja y preguntó —¿Me escuchas Kiyomi-chan?—
Kiyomi dio vueltas por todos lados, sonrió y respondió —sí, sensei. Te escucho fuerte y claro—
—Como lo practicamos, aquí va la primera oleada, no te sorprendas tanto por el cambio de escenario ¿Entendido?—
—Lo tendré presente— dijo Kiyomi, llevo sus manos a la mochililla en la parte posterior de su cinturón y sacó dos kunais —adelante— dijo y tomo posición de combate.
Kain sonrió, entonces escribió un comando en la parte inferior de la pantalla. Apretó el botón de ejecutar y al instante siguiente, todo se volvió oscuro en el interior de campo de entrenamiento, pero solo duro unos segundos y después volvió la luz. Sin embargo, ya no era el amplio campo de entrenamiento con piso, murallas y techo de metal de chakra, sino que era el interior de una mina con hermosos minerales brillantes incrustados en las paredes.
Kiyomi en el interior de la cámara de entrenamiento se maravilló del repentino cambio y sonrió. Dio vueltas, toco el suelo. La tierra se sentía seca y suelta, como si realmente fuera el suelo de una mina abandonada. Había piedra y rastros de escombros por todos lados. De repente escucho algo emergiendo del suelo y levantó la vista. Era una criatura humanoide de un poco más de un metro de altura, piel verde y cuerpo desnutrido. Tenía una cabeza alargada, los ojos rojos, tres cuernos en la frente, una nariz pequeña y una boca enorme repleta de dientes puntiagudos. La criatura lanzó un grito y mostro sus enormes dientes afilados. Él corrió hacia Kiyomi con la agilidad de una persona normal y se lanzó sobre ella.
Kiyomi quedó impresionada por la criatura, nunca había visto algo tan horroroso, así que se quedó congelada por un instante hasta que reacciono y saltó hacia un lado. La criatura fue torpe y cayó de cara contra el suelo. Sin embargo, se levantó y corrió detrás de Kiyomi lanzando manotazos en una ejecución caótica. Kiyomi estaba horrorizada por lo demencial que era la criatura. Ella se movía de forma inconsciente esquivando y retrocediendo.
Desde el exterior, Kain y Tobirama miraban el desarrollo del combate.
—¿Esto es todo?— preguntó Tobirama de brazos cruzados —¿Por qué me haces perder el tiempo?—
Kain miró a Tobirama y le preguntó —¿Perder el tiempo? Te hable sobre Kiyomi, ella tiene la fortaleza de un chunin y una mente fuerte, pero aun así está sorprendida al combatir a este monstruo. Créeme, en persona, es mucho más aterrador que en la pantalla. Es como un pequeño psicópata desatado, solo le falta el cuchillo e ir gritando tu nombre como loco—
Tobirama no negó la afirmación de Kain, porque aquella criatura de piel verdosa daba una sensación enloquecedora de un combate desesperado. Incluso entre shinobis, mantenían la cordura y la lógica, incluso si la otra parte estaba loca. La única forma de sentir este nivel de inquietud era al ser abrumado en poder. Sin embargo, la criatura verde no tenía tal poder y era más la impresión de su movimiento errático, los gritos y su rostro amenazador con una boca enorme y grandes colmillos puntiagudos.
Tobirama miró a Kain por un segundo y se perdió algo importante. Lo supo porque escucho el grito de Kiyomi y al volver a mirar la pantalla, vio a Kiyomi patear al monstruo y lanzarlo lejos. Kiyomi tenía el brazo ensangrentado con las marcas de los dientes del monstruo.
—Mmmm, se descuidó— dijo Kain con una sonrisa incomoda mientras se acariciaba la barbilla con la mano derecha —le dije que se mantuviera concentrada, pero parece que la impresión de enfrentar a un goblin por primera vez fue demasiado para ella. No es de extrañar, no existen criaturas como esas aquí—
Tobirama miró a Kain y se preguntó de dónde este mocoso sacó tal criatura.
Kain continúo mirando el desarrollo de Kiyomi hasta que por fin a ella se recuperó de la fuerte impresión y reacciono. Kiyomi fue feroz, más feroz, rápida y fuerte que cualquier persona que Kain hubiera conocido. Ella acelero a gran velocidad, llego delante del goblin y le clavo el kunai derecho en el cuello. El monstruo lanzó un arañazo. Kiyomi retrocedió un paso, evito el ataque, avanzó de nuevo y le clavo ambos kunais por debajo de la mandíbula, levantó al goblin del suelo e hizo fuerza para abrir la garganta hacia los lados. El goblin derramo una gran cantidad de sangre y cayó al suelo. Al instante siguiente su cuerpo convulsiono y después de unos segundos, se volvió partículas de luz que se desvanecieron.
—¿Cómo estuvo eso, sensei?— preguntó Kiyomi mirando con el ceño fruncido a donde antes estaba el goblin
Kain sonrió y le dijo —patético, Kiyomi-chan. Sin embargo, como siempre te digo, enfócate en tus puntos fuertes y ve lo que puedes hacer. El miedo no importa, la confianza puede estar al mismo nivel. Lo importante es enfocarte en lo que tienes y lo que puedes hacer ¿Entendido?—
—Entiendo, sensei, continuemos—
—Esa es mi chica— respondió Kain, escribió un nuevo comando en la pantalla y dentro del campo de entrenamiento, aparecieron tres goblins.
—Como siempre, eres estricto, sensei— dijo Kiyomi con una sonrisa desafiante
—Adelante, son todos tuyos—
Kain presiono el botón para hablar con Kiyomi y lo apago. Después miró a Tobirama y le dijo —te dije que era una chica dura. Estuvo todo el rato muerto de miedo, pero solo basto que reaccionara para acabar con el monstruo. Ahora mírala—
Tobirama miraba la pantalla y vio que esta vez los goblins no le duraron ni medio minuto a Kiyomi. Ella estaba ahí, firme, poderosa, con una mirada firme mientras los goblins se convertían en partículas de luz y desaparecían.
—Puedo decir que tiene fortaleza mental, pero todavía es demasiado infantil y sus movimientos ineficientes— respondió Tobirama
—Bueno, por eso necesito que tú la ayudes. Además de darle consejos de tus experiencias—
Tobirama miró a Kain confundido, ladeo su rostro y frunció el ceño —¿Por qué me reviviste?— preguntó
—Porque tienes una utilidad, amigo mío— dijo Kain con una amplia sonrisa —te estoy dando una nueva oportunidad, tú ves lo que haces con ella. Puedes intentar escapar, amenazarme, construir una conspiración alrededor de mí; lo que quieras. Solo haciendo lo que realmente quieres me mostraras tú verdadero yo. En estos momentos, no tienes ninguna obligación, el mundo tiene algunos conflictos, pero está lejos de llegar a ser una guerra en algún momento. Así que has lo que quieras hacer—
Tobirama miró a Kain a los ojos y le dijo —¿Y si quiero matar a los Uchihas?—
Kain sonrió y soltó una risita —¿Para qué?— preguntó —ya no existe el clan Senju, la policía militar es un trabajo momentáneo, pero en el futuro dejara de estar bajo la administración de los Uchihas. No tienes la necesidad de vengar a nadie, todos los que conocías murieron, solo quedas tú, Tobirama. Ahora ¿Qué es lo que vas a hacer?—
Tobirama quedó mirando a Kain, después agacho la mirada, miró la pantalla y vio a Kiyomi Uzumaki sentada en el suelo, esperando por su nuevo contrincante —¿Ella solo es buena peleando?— preguntó
Kain lo miró como si Tobirama fuera un idiota y le dijo —no, ella es buena en muchas más cosas. Si solo fuera buena peleando, no la traería contigo. Es muy inteligente, trata de enseñarle algo y verás que es como una esponja sin límites. Para que lo entiendas, yo estuve varios años trabajando en un jutsu de gravedad, pero esta mocosa loca experimento levitar una vez y con esa experiencia, creo un jutsu de gravedad. Demasiado loco ¿Verdad?—
—¿Cuánto se demoró en crear ese jutsu?— preguntó Tobirama, miró a Kain a los ojos y este último sonrió.
—Una semana— dijo Kain —en solo una semana, analizo varios libros y creo su propio jutsu de gravedad—
Tobirama no dijo nada, pero volvió a mirar a Kiyomi Uzumaki en la sala de entrenamiento. La pequeña pelirroja estaba en posición de loto, sosteniendo un kunai en cada mano. Los ojos cerrados y una respiración en calma.
Kain presiono de nuevo el botón de comunicación, la tecla se encendió roja y él hablo —aquí vamos de nuevo. Voy a incrementar la dificultad—
Kiyomi abrió los ojos, se levantó del suelo sosteniendo un kunai en cada mano y dijo —adelante, sensei, estoy esperando—
Kain sonrió complacido con su discípula.