Kain y Kaoru caminaron por los pasillos del tercer piso del municipio de Konoha. Tenía una estructura circular, con shinobis apostados en las paredes cada veinte metros. Del lado izquierdo estaban las ventanas que tenían vistas la avenida principal. La gente se veía pequeña desde esta distancia y altura. Las calles pavimentadas, las casas de dos pisos, los almacenes atendiendo a los shinobis y civiles por igual.
Kain miraba en especial a los civiles y seguía pensando en los cambios que ha tenido el mundo. Sería genial si ellos pudieran tener chakra, pensó. Era de conocimiento común para los shinobis, pero gracias al chakra podían evitar la mayoría de las infecciones y enfermedades normales. Solo en casos específicos relacionados a clanes que se reproducían entre ellos, los niños nacían enfermizos.
—¿Qué piensas, Kain?— preguntó Kazuhiko, un metro por detrás de Kain y Kaoru. Esta última miró hacia atrás, sonrió y continúo caminando.
Kaoru miró a Kain de soslayo, se fijó en el cabello blanco y los ojos azules. Incluso en sus recuerdos del mundo de cultivación, los colores de Kain eran algo extraordinario. Por un momento pensó en la posibilidad de que Kain estuviera practicando una técnica de cultivo, pero no sentía nada parecido a las energías de los cultivadores en él. Era más, como que él creció fuerte de forma natural e involuntaria, aunque recordando un poco su vida como Carmen, no lo sintió tan simple. Después de reencarnar entendió que ella, como Carmen, había vivido con un reencarnado, de lo contrario no se explicaba cómo Kain era tan fuerte y sabia tantas cosas.
Kain miró hacia adelante y vio el pasillo que se curvaba hacia la derecha. Ya podía ver a los primeros ancianos de otros clanes apostados en las ventanas, conversando entre susurros. Al ver a Kain, los ancianos inclinaron su cabeza en señal de respeto. Kain les devolvió el gesto con una mirada tranquila.
—En el futuro, en los cambios y como podría cambiar el mundo— dijo Kain
—Pensando en cosas complicadas ¿Verdad?— preguntó Kazuhiko, sonrió y miró por delante el largo cabello blanco que tapaba parte del vajra y el abanico. Después miró al lado, su hermana era una cabeza más pequeña que Kain, pero también llevaba un haori del mismo estilo. Algo peligroso considerando al remanente del clan Senju disperso y a los Uchihas. Kain podía hacer algo tan estrafalario porque era fuerte y conocido en muchas formas. Kazuhiko formo una línea con sus labios y se preguntó ¿Qué significaba que Kain le hubiera dado un haori con el vajra y el abanico a Kaoru? ¿Ella se había vuelto así de fuerte?
—Se puede decir, siscon— respondió Kain mirándolo hacia atrás con una sonrisa burlona
—Maldito— mascullo Kazuhiko —no soy un siscon, solo me preocupo porque mi hermana no sea engañada por un bastardo como tú—
—Sí, claro, Kazu-nii, el siscon—
—Maldito— dijo Kazuhiko apretando el puño y mirando a los ancianos de otros clanes que aparecían por el pasillo a medida que avanzaban. Si no estuvieran estos tipos aquí, Kazuhiko hubiera atacado a Kain.
—nii-sama es el mayor— dijo Kaoru —no debería enojarse por pequeñas bromas—
—Kaoru— dijo Kazuhiko con un tono de voz desconsolador —se supone que soy tu nii-sama. Tienes que defenderme a mi—
—Kain-sama es mi marido, yo debo protegerlo a él— respondió Kaoru con una vibrante sonrisa
Kazuhiko vio la sonrisa de Kaoru y se sorprendió de lo bonita que era. Después bajo su vista y se dio cuenta que Kaoru y Kain iban tomados de la mano. Kazuhiko volvió a mirar a Kaoru y noto que ella miraba a Kain mientras sonreía y le decía algunas cosas por lo bajo. Kazuhiko sonrió satisfecho, un poco en contra de que su hermana se casara con un tipo con tantas esposas como Kain, pero bueno, la vida no era perfecta.
Kain se detuvo, Kaoru también lo hizo y lo siguió Kazuhiko junto a sus ancianos asesores que lo seguían un paso por detrás de Kazuhiko. Kain camino a una esquina donde vio a Biwako, la esposa de Hiruzen. Ella seguía viéndose joven y bonita, con el cabello castaño ordenado en una coleta y un rostro ovalado. Las cejas delgadas, los ojos cafés y una boca pequeña con labios delgados.
—Biwako-nee, tanto tiempo— dijo Kain con una amable sonrisa mientras Kaoru lo seguía de cerca.
Biwako miró a Kain y sonrió —Kain-sama, usted ya está un poco grande para llamarme Biwako-nee— dijo
—Bueno, uno nunca se olvida de la amabilidad de las personas, por eso siempre serás mi nee-san— respondió Kain, después de todo, Biwako había cuidado a su abuela en los últimos años de vida y siempre fue respetuosa.
—Entiendo— respondió Biwako, después miró a Kaoru y le dijo —felicidades, Kaoru-chan, mañana te estaré mirando—
—Gracias, Biwako-san— respondió Kaoru con una hermosa sonrisa
—¿Biwako-nee vino ha ayudar a Hiruzen?—
Biwako miró a Kain y le dijo por lo bajo —es hokage-sama—
—Bueno, sí— respondió Kain, cerró los ojos y ladeo su cabeza a la derecha como si no importara mucho.
—Hokage-sama no necesita mi ayuda, solo vengo como asesora del patriarca del clan— dijo Biwako, una cosa era ayudar con los asuntos de Konoha y otra era ayudar con los asuntos del clan.
—¿En serio?— preguntó Kain con el ceño fruncido, pero recupero su sonrisa de inmediato (ya arreglaría cuentas con Hiruzen). Este no era el trato —espero que solo siga mejorando ¿Viniste con Sasuke?—
Biwako frunció el ceño al ver como un muchacho como Kain (de solo quince años) llamaba a un anciano honorable de su clan por su nombre.
—Vamos, no pongas esa cara— dijo Kain manteniendo la sonrisa —es solo una forma de referirse a él porque somos amigos—
Biwako no dejo de desaprobar tal trato, pero no era su deber corregir a Kain —Sasuke-sama está conversando con los otros patriarcas—
—Que viejo más desconsiderado— dijo Kain, lo que hizo arrugar con más fuerza el ceño a Biwako. Kain desestimo tal actitud y sonrió —Kaoru viene conmigo y me piensa ayudar con las cosas de la villa ¿Por qué no conversas con ella como su senior?—
—Sí, Biwako-san— dijo Kaoru con una amable sonrisa mientras se formaban patas de gallo en la comisura de sus ojos color malva.
Biwako miró a la muchacha Hyuga de la misma edad de Kain y los encontró tan jóvenes y tiernos. Kain podía ser alto, pero delante de los ojos de Biwako todavía seguía siendo ese niño que conoció hace tanto tiempo —bien, si Kain insiste— respondió y sonrió.
—Gracias, Biwako-nee— respondió Kain
—Biwako-san ¿Cuál es la distribución en el gran salón?— preguntó Kaoru, tomo a Biwako del brazo y la llevo al pasillo de acceso del gran salón, donde los clanes se reunían con el hokage para resolver los problemas.
Kain se dio la vuelta y empezó a mirar por el pasillo para ver si encontraba a Sasuke o a Hiruzen, pero ninguno estaba presente. Por otro lado, los ancianos de otros clanes estaban presentes y al fondo del pasillo por donde vino Kain, se asomaban Kenzo Uchiha y su madre, Mana Uchiha. Kenzo puede haber sido el discípulo de Kain, pero solo tenía un año menos que Kain. Así que habiendo cumplido los quince (mayoría de edad en la villa), podía tomar el cargo de patriarca, aunque claro, llevaba solo un par de meses en el cargo y estaba recibiendo poco a poco las tareas que antes hacia su madre.
Kain levantó la mano mientras sonreía y Kenzo, de cabello oscuro hasta los hombros y ojos azules como los de su madre, sonrió. Era un tipo bien parecido como la mayoría de los Uchihas, pero permanecía serio gran parte del tiempo. Sin embargo, entre los Uchihas solo se consideraba promedio. Si hubiera heredado más rasgos de su madre que los de su padre, hubiera estado al mismo nivel de Itachi, esposo Naoko.
Por otro lado, Mana, de cabello oscuro y rizado, avanzaba con una mirada seria. Los ojos azules destacaban en un rostro de piel lechosa con una forma ovalada. Ojos rasgados, una nariz fina y una boca pequeña con labios gruesos. Para sus treinta y tantos se veían bastante bonita. Ella no saludo, pero miraba a Kain con fijación.
Kain sonrió, bajo el brazo y continúo buscando a Sasuke y Hiruzen, pero no estaban por ningún lado. Al lado de Kain estaba Kazuhiko observando a su amigo.
—¿A quién buscas?— preguntó Kazuhiko
—Hokage-sama— dijo Kain con tranquilidad —necesito decirle un par de cosas—
—¿No puedes esperar?—
—No, por el bien de hokage-sama, no—
Kain y Kazuhiko miraron entre todos los representantes de clanes, pero no encontraron a Hiruzen. En su lugar, Kain noto al anciano que tomo el control del clan Nara por mientras que designaban a un nuevo patriarca. Tenía el cabello cano, ordenado en una coleta y el rostro lleno de arrugas. Era de baja estatura, la espalda arqueada y de sonrisa de negocios.
Kain camino a donde estaba él. El anciano lo noto y los otros ancianos más altos, de la alianza Ino-Shika-Cho, miraron a Kain con desagrado. Kain atravesó el pasillo, llego delante de los ancianos y los miró a los ojos. Asintió y después miró al anciano a cargo del clan Nara —hola, anciano, soy Kain Uchiha ¿No sé si me conoces?—
—Más de lo que me gustaría— respondió el anciano con rostro amigable, pero su tono de voz no sonaba para nada amigable. Eso capto un poco la atención de los que estaban en los alrededores.
—¿Tú nombre?— preguntó Kain
El anciano solo curvo los labios hacia arriba, pero era como decir que no se lo diría.
Kain mostro una amplia sonrisa y metió las mangas dentro de su haori —ustedes los Nara son conocidos por inteligentes, pero existe un límite a las promesas tontas y a los errores— dijo. Sacó de la manga del haori un pergamino y se lo tendió al anciano. El anciano ladeo su rostro confundido y Kain continuo —sé que has hecho algo. Esto es como tener un buey para el arado. Si el animal no está arando, es que alguien lo soltó. Lee este documento— Kain se le acercó al anciano, presiono su mano sobre el pecho y le susurro —ahora ustedes me pertenecen y danzarán a mi ritmo o verán todo el daño que les puede traer los cabos sueltos—
Kain se alejó del anciano con una sonrisa en los labios, a pesar de que le había presionado el pergamino en el pecho, el anciano no lo había tomado. Kain mantuvo la sonrisa y le dijo en un tono de voz tranquilo —vamos, que esperas, te conviene leer esto—
El anciano lo miró con seriedad. Nunca aparto la vista, pero llevo su arrugada mano y recogió el pergamino.
Kain se dio la vuelta y camino al pasillo que lo llevaba al interior del gran salón mientras la gente de otros clanes lo miraba con curiosidad. Kain giro en la esquina y encontró a Sasuke Sarutobi apoyado en la pared con los brazos cruzados. Tenía la cabeza calva y estaba gordo como un buda. Llevaba unas túnicas doradas como si fuera un emperador o algo así.
Kain se detuvo a un metro de Sasuke y este último lo miró con un rostro serio.
—¿Cómo estás, jugador?— preguntó Kain con una sonrisa astuta
Sasuke no sonreía, eso solo pasaba en dos tipos de ocasiones. Cuando una perdida era mayor a la que él se había planteado o cuando no podía defenderse de la otra parte —¿Qué vas a hacer?— preguntó
—¿Sabes?—
Sasuke asintió.
Kain se acercó, le dio unas palmaditas en los brazos rechonchos y le dijo —solo lo voy a sacudir un poco, para darle un poco de miedo—
—¿Eso no será demasiado?—
Kain puso una mirada seria y susurro —hay repercusiones cuando haces un trato para salvar tu culo y después te retractas. La palabra lo es todo, tú me enseñaste eso—
Sasuke cerró los ojos y llevó la mano derecha a la cara. Se restregó el rostro y soltó un largo suspiro. Miró al techo y murmuro —ese hijo mío—