Kain llego a la cima de una montaña cubierta de nieve mientras las fuertes ráfagas de viento ondeaban su cabello y haori blanco. Camino hasta una saliente que daba a un precipicio mientras la nieve crujía bajo sus pies. Una vez que llegó a la saliente, pudo ver un extenso valle cubierto de nieve hasta donde alcanzaba la vista. Kain miró a su derecha viendo como el camino ascendía desde los pantanos en los límites de la nación de la Escarcha, atravesaba un paso entre las montañas y seguía ascendiendo hasta este lugar. Después sus ojos se movieron hacia la izquierda, siguiendo un camino producido por una pequeña depresión. Lo más probable que un rio hizo esa depresión por el flujo de agua de los deshielos. Este camino con forma cóncava seguía ascendiendo hasta la base de la montaña del lado izquierdo.
Kain activo su mangekyo y volvió a mirar hacia la derecha. Vio los bosques y la espesa niebla que cubría el pantano. El monje vestido con su túnica naranja corría con todas sus fuerzas por un largo sendero que cruzaba el pantano de punta a punta. Al mismo tiempo, los cinco estafadores que lo acompañaron al pueblo lo seguían de cerca. Todos eran creyentes de Jashin, pero para darle poder a la predica del monje, ellos se colocaban entre la multitud y afirmaban todas sus declaraciones, como si fuera lo más lógico y correcto del mundo.
Cincuenta metros por detrás del monje y sus cinco seguidores, los seguía Nagisa vestida con una capucha negra y una máscara de serpiente. Kain le dio la misión de seguir al monje hasta su escondite sin que nadie la viera. Por sus movimientos rápidos, la distancia y el flujo de su movimiento, similar al del monje y sus seguidores, Kain podía decir que ella sabía lo que estaba haciendo. Nagisa ya llevaba más de diez horas corriendo sin parar, pero su movimiento no reflejaba cansancio.
Kain asintió, encontrando el desempeño de Nagisa satisfactorio. Si ella podía realizar esta tarea sin cometer errores, Kain podría encargarle otras tareas en el futuro. Justo en ese momento paso un fuerte ventarrón ondeando el cabello y haori blanco. Kain desactivo su mangekyo, se dio la vuelta y vio un extenso campo de nieve donde había preparado un refugio para Nagisa.
Kain camino hacia el refugio mientras la nieve crujía bajo sus pies. El refugio estaba hecho de piedra, con la forma de un cubo y una pequeña puerta de un metro de altura, con la parte superior cóncava. El techo estaba inclinado en una leve pendiente mientras de su centro salía una nube de humo que los ventarrones disipaban.
Kain llego delante de la puerta, se agacho y paso por la puerta. El interior estaba en tinieblas, solo iluminado por una hoguera en el centro, con una cama a la izquierda y un par de sillas a la derecha. Kain pensó que esto debería ser suficiente para que Nagisa pudiera descansar después de su misión. Se acercó a una silla cerca de la hoguera, se sentó y extendió sus manos a la hoguera. Después planifico salir en una hora para ver cómo iba el avance del monje, los seguidores y Nagisa.
Al mismo tiempo, Kiyomi y el resto habían llegado a Konoha sin complicaciones, pero en un estado lamentable. Kiyomi tomo como excusa el mensaje para hokage y los forzó a todos a correr con todas sus fuerzas. Ella estaba bien, era Uzumaki y sus energías casi infinitas, pero el resto estaban tan cansados que se detuvieron en la casa de Mito para descansar. Kiyomi estaba un poco molesta por la poca seriedad que mostraron, pero los dejo pasar porque ya habían llegado a Konoha. Ella fue al municipio y cuando llegó a la recepción, vio una extensa fila de personas que deseaban ver al hokage. Ella frunció el ceño, pero recordando lo que, hacia su sensei, se fue a uno de los largos pasillos del municipio con vistas a los jardines internos, abrió la ventana y apoyó los antebrazos en el marco.
—Anbu-san— dijo Kiyomi con su tierna voz —tengo un mensaje importante para hokage-sama ¿puedes ayudarme?—
Sin embargo, solo quedó el silencio y nadie apareció. Kiyomi pensó que lo estaba haciendo mal, porque su sensei le había dicho que los anbus estaban repartidos por todo el municipio. Se preguntó ¿Qué le faltaba?
—Anbu-san— insistió Kiyomi con un tono de voz más serio mientras miraba los jardines exteriores —tengo un mensaje importante para hokage-sama ¿puedes ayudarme?—
No hubo respuesta.
Kiyomi frunció su pequeño ceño y trato de recordar como lo hacía Kain. Ella no creía estar cometiendo ningún error. Era un mensaje para hokage-sama ¿Por qué no aparecían los malditos anbus? Entonces entendió dónde estaba su error. No era la forma, si no quien pedía las cosas. Si ella pedía las cosas, los anbus la ignorarían. Kiyomi podía ser fuerte, pero solo tenía diez años y era la líder de un equipo recién formado, pero Kain Uchiha…
Kiyomi tosió como si afinara su voz y dijo —anbu-san, mi sensei, Kain Uchiha, manda un mensaje importante para hokage-sama—
Al instante siguiente cayeron sobre el pasto tres anbus vestidos con capuchas negras y máscaras de animales. Kiyomi vio la entrada de los anbus y sus ojos brillaron pensando que fue demasiado genial. Parecían sombras letales moviéndose en la oscuridad, aunque aún era de día.
—¿Cuál es el mensaje, Kiyomi Uzumaki?— preguntó el anbu en medio del grupo, usaba una máscara blanca con la forma de pájaro.
—No lo sé, anbu-san— dijo Kiyomi con una sonrisa —sensei solo me dio un sobre para hokage-sama. Dijo que este mensaje era una misión de rango B—
—Entiendo, da un paso atrás— dijo el anbu con máscara de pájaro. Kiyomi no sabía para que él quería que se hiciera hacia atrás, pero igual lo hizo. Los tres anbus saltaron por la ventana y entraron al pasillo. El anbu con la máscara de pájaro tendió su mano y pregunto —¿Dónde está el sobre?—
—No te lo puedo dar, sensei dijo que yo le debía dar el sobre a hokage-sama en persona— dijo Kiyomi con el ceño fruncido y un tono serio.
—Entiendo, ven con nosotros. Tú sensei es una persona seria, espero que tú también—
—También lo soy— respondió Kiyomi en un tono firme
El anbu asintió y la guio al quinto piso, donde estaban la oficina del hokage. El anbu se detuvo delante de la puerta y golpeo un par de veces.
—¿Quién es?— preguntó Hiruzen desde el interior de la oficina.
—Anbu, señor— dijo el anbu con máscara de pájaro
—Pasa y cierra la puerta—
El anbu con máscara de pájaro se dio la vuelta, miró a Kiyomi y le dijo —espérame aquí, hablare con hokage-sama—
Kiyomi asintió y el anbu entro. Desde el pasillo, Kiyomi vio a Hiruzen de pie, detrás de su escritorio. Parece que estaba revisando un mapa extendido sobre su escritorio mientras conversaba con Danzo, de pie a su izquierda. El anbu cerró la puerta y Kiyomi retrocedió hasta la muralla y las ventanas que tenían vista a la avenida principal. Ella se quedó mirando como se movían las personas por la calle y al poco rato, la puerta de la oficina de Hiruzen se abrió.
—Kiyomi Uzumaki— dijo el anbu con máscara de pájaro saliendo de la oficina. Kiyomi se volteó para mirarlo y el anbu continuo —hokage-sama te espera—
—Entiendo— respondió Kiyomi con una sonrisa amigable, ella camino hasta la puerta, golpeo la puerta y desde el interior le dijeron que pasara. Kiyomi abrió la puerta y entró a la oficina del hokage.
—¿Qué necesita Kain, Kiyomi-chan?— preguntó Hiruzen mientras se enfocaba en el mapa y trataba de encontrar la concordancia entre la información que tenía.
—Nada en especial, hokage-sama— respondió Kiyomi caminando hacia el escritorio.
Hiruzen miró a Kiyomi enojado, como si ella se hubiera equivocado y Kiyomi se detuvo asustada por la mirada.
—No necesita nada, hokage-sama— dijo Kiyomi dando un paso hacia atrás —es cierto, más bien, sensei le envía un sobre. Creo que es para usted—
—Entiendo— respondió Hiruzen con una mirada severa, agacho la mirada y siguió mirando el mapa. Después apunto con su mano a la esquina derecha del escritorio y continuo —deja el sobre ahí—
Kiyomi asintió algo asustada, pero saco el sobre, camino tratando de hacer el menor ruido posible y deposito la carta en la esquina del escritorio. Después retrocedió sin quitarle la mirada a Hiruzen, como si él la fuera a castigar en el momento que se descuidara. Cuando llegó a la puerta, se dio la vuelta, giro la manilla, pero se detuvo.
—Disculpe, hokage-sama— dijo Kiyomi, segura de que la iban a regañar por interferir, pero de todas maneras continuo —creo que sensei pensó que ese sombre era importante. Dijo que sería una misión de rango B. Bueno, dejando de lado el prestigio y la recompensa de la misión. Creo que es importante que lea la carta—
Hiruzen levantó la mirada, algo molesto por ser ordenado por una niña que con suerte tenía diez años. Le iba a gritar que se fuera de la oficina, pero miró de soslayo el sobre en la esquina del escritorio. Pensó en Kain y soltó un suspiro —está bien— dijo con resignación, ya había perdido una semana de búsqueda, nada podía ser peor.
Kiyomi salió de la oficina y Hiruzen tomo el sobre, abrió el primer cajón a la derecha de su escritorio y sacó un kunai.
—¿Qué haces, Saru?— preguntó Danzo, apartando la mirada del mapa y de las marcas que habían sido información falsa o habían llegado demasiado tarde para encontrar lo que buscaban.
Hiruzen abrió el sobre despegando el sello de cera roja con el abanico y el vajra en el centro. El sobre era pesado, como si tuviera algún metal en el interior. Hiruzen reviso el contenido y encontró una carta y una ficha metálica en el interior. Hiruzen miró la ficha y vio el abanico y vajra tallados en el centro. Parecía metal de chakra, pero Hiruzen no se atrevió a introducir su chakra para probarlo. En aquella época, cuando realizo la misión con Akane, Sakumo y Kaoru, se enteró de que su pequeño amigo estaba realizando cosas muy locas. Algo que podía imitar la habilidad de su sensei.
Hiruzen desdoblo la carta y reviso el contenido:
<<Hola Saru,< p>
Tengo algo bueno para ti y tu amigo Danzo. Oro y plata ¿Te recuerda algo?...
Hiruzen se quedó congelado por un momento, procesando lo que había leído y después puso toda su atención en leer.
<<Oro y plata ¿Te recuerda a algo?...Bueno, sé que Tobirama era importante para ti, fue tu sensei. Así empecé investigar por mi cuenta, conversando aquí allá encontré algo peculiar. En la nación de Escarcha nació una religión un dios llamado Jashin. El hecho es se cuenta entre los creyentes sus apóstoles, dos monstruos color naranja, presentan como testimonio su poder. Todos aquellos desafían Jashin son devorados.< p>
Lo importante es que seguí la pista de un monje que deseaba extender la religión fuera de la nación de la Escarcha. Revisé sus memorias y encontré que los dos monstruos de color naranja son los hermanos Oro y Plata con su manto de chakra. Ahora estoy persiguiendo al monje y espero que me lleve a su guarida. Hoy a la media noche, reúne a un grupo de diez personas (tienes que contarte entre los números) y utiliza esa ficha que te envié. Concentra tu chakra en la ficha y te enviara a mi ubicación.
Atte.
Kain Uchiha
PD1: le dije a los muchachos que esta era una misión de rango B. Ayúdame con eso para que quede en su hoja de vida y les paguen lo correspondiente. Sé que es un poco excesivo, pero esta información lo vale.
PD2: Por último, ayúdame con un jutsu que me permita duplicar mis esfuerzos. Últimamente estoy muy ocupado y no tengo tiempo para nada. Por eso no te he mostrado mis avances, pero una vez que consiga una forma de lograr mis objetivos, te mostrare lo que he hecho. Pero para eso, necesito que me des una ayuda con esto>>
Hiruzen llevo la carta al escritorio, cerró los ojos y se apretó el tabique con la otra mano. Tomo una profunda respiración y levantó su rostro al techo —anbu— dijo en un tono de voz serio. Al instante siguiente tres anbus aparecieron arrodillados delante del escritorio. Hiruzen abrió los ojos y continuo —busca a los quince mejores anbus, que dejen lo que están haciendo si es una misión inferior a un rango A. Que vengan y se preparen—