Después de bañarse, Kain se fue al comedor y Catalina y Cristina a la recamara. Como otras veces, el tocador que estaba cerca de la esquina de la pared lo ocupo la señora Dragonroad, Catalina, y el otro tocador Cristina. Ya estaba más acostumbrada a todo el sistema y Cristina se movía con soltura. Como si todo lo que hubiera en el tocador fuera suyo. Guardaba sus joyas en las cajitas, sacaba crema, se colocaba de uno de los perfumes que más le gustaban y sacaba la ropa que había preparado. No obstante, aunque esto era cotidiano y recibir al lord durante el día se había vuelto la norma. Estaba perdiendo confianza en sí misma y la responsable de esto era Catalina. Era como si todo lo que hiciera la gorda enamorara al lord. En un momento pensó que Barbara o Lilia serían las rivales más grandes en esta familia, pero no contaba con Catalina. Mientras Cristina se colocaba un vestido azul marino que le llegaba a la altura de los muslos, se preguntaba ¿Qué tenía de bueno la gorda?.
Por su parte, Catalina ignoraba todos los pensamientos ofensivos de Cristina y solo se preparaba de los más feliz. Hoy se sentía bien, se sentía renovaba. Hubiera disfrutado más del día si solo hubiera sido ella y su orejas largas, pero bueno, hay que ser tolerante. A Catalina también le agradaba Tristina y no quería ver que esta mujer se metiera en problema arrastrando a la niña en el proceso. Además, Catalina no encontró a Cristina fea, así que la hayo digna de su Kain. Se termino de colocar unos aros y saco su collar de perlas. Por alguna razón, ella noto que a Kain le gustaba cuando se lo ponía, así que siempre lo utilizaba en este tipo de situaciones. Después se levantó y vio que el vestido, no le quedaba tan bien y se molestó consigo misma. Ya no tenía la figura de cuando conoció a Kain y a veces se preguntaba si estaba bien que estuviera tan gordita. No era mucho, pero ya no era tan delgada como antes. Sus piernas apenas engordaban pero su culo se veía bastante grande, y ese condenado rollo. Al final soltó un suspiro y miró a Cristina. Con ese vestido azul parecía una princesa puta. Catalina no pudo pensar en otro apelativo. Cristina tenía un físico refinado como el de una princesa, pero ese vestido era demasiado ajustado, además de corto, casi se le veían las nalgas. Como estaban en el apartamento no dijo nada.
-¿Vamos?- pregunto Catalina con una sonrisa amigable
-Vamos- respondió Cristina un poco contrariada. Ella era demasiado ofensiva en su mente, pero la mujer nunca la miro con desprecio ni la critico. A pesar de que como Catalina dijo, ella era un agujero fácil. No obstante, Cristina sentía que no era su culpa. Pasaba durante toda la semana, todos los días corriéndose. El lord le daba uso unas tres veces al día, así que a menudo se sentía sensible. El solo pensar en ella afirmada al escritorio y el enorme elfo detrás de ella penetrándola y besándola a la vez, le hizo mojarse un poco. Se ruborizo y siguió a Catalina.
El elfo estaba sentado en un sillón de cuero en la sala de estar. Vestía una camisa blanca, pantalón negro y botas. Tenía los tres primeros botones desabrochados y una copa de vino en la mano derecha. Cristina pensó que se veía sensual así. No obstante, su visión fue perturbada por Catalina, la cual se sentó en la pierna izquierda de Kain y le tomo la mano derecha para beber de su copa. Kain sonrió y le dio de beber. Una gota de vino se deslizo por los labios de Catalina y Kain se la limpio con sus propios labios. Cristina solo podía mirar cómo se entendían los dos. Después de eso, Kain dejo la copa en una mesa al lado de su sillón. Palmeo su otro muslo y Cristina entendió el gesto. Se acerco con una sonrisa y Kain acerco sus labios. Cristina beso a Kain en una prolongada degustación sintiendo el sabor del vino. Por otro lado, Kain movía sus manos masajeando las nalgas de Cristina y Catalina. Mientras una tenía firmes y lindos glúteos. La otra tenía mucho de donde agarrar. Kain movía sus manos tratando de levantar el vestido y de tantear la mercancía. No obstante, Catalina le pego en la mano.
-Ya tuviste suficiente por la mañana, guarda algo para la tarde- dijo Catalina
Kain se apartó de Cristina, puso una sonrisa y se acercó a besar a Catalina. La cual no lo rechazo y pudo sentir como Kain metía la lengua en su boca y su dedo medio por la vagina. Catalina quería apartarse y reprenderlo, pero encontraba tan encantador este lado irremediable de su marido.
-Suficiente, ya- le dijo Catalina apartándose y poniéndose de pie.
-¿Vas a cocinar?- pregunto Kain
-Sí, así que si quieres, puedes probar un poco la carne- le respondió con una guiño.
-Aaaa- dijo Kain entendiendo el significado. Solo Cristina quedo colgada.
Kain se puso de pie y las acompaño. En medio de la cocina, frente al mesón en donde preparaban la comida, había una mesa con sillas. Kain se ganó ahí mientras miraba a las chicas cocinar. Le daba miradas a los lindos culos. Aunque el pelo de Cristina era lindo y fino como el de una princesa. El cabello rubio de Catalina se veía más vigoroso. Arreglado en una coleta la cual descendía por su espalda hasta la mitad. Kain se acercó por detrás y abrazo a Catalina por la cintura. Esta última soltó una risita divertida, giro su cabeza y le dio un tierno beso en los labios. Después de eso, sintió como Kain le besaba el cuello y la espalda. A través de su vestido, Catalina podía sentir como la cosa que le cuelga a Kain entre las piernas, estaba firme. Kain le rosaba el trasero con eso y le mordía la oreja. Por su parte, Catalina sabía lo que venía y lo esperaba con ansias. Por otro lado, Cristina a su lado, cortaba una zanahoria y los miraba jugar. De solo mirarlo se llenó de expectativas. Sin embargo, una vez que se descuidó, se cortó el dedo índice de la mano izquierda. Cristina boto el cuchillo y llamo la atención de Kain y Catalina. Kain le dio un último beso a Catalina y se mudó a Cristina. Le tomo el dedo cortado y se lo lamio mientras la miraba a los ojos. Cristina trago saliva mientras veía como Kain le lamia la sangre. Después de eso, Kain dejo el dedo y se agacho para besar a Cristina. Primero fue un beso suave, después uno más profundó hasta ser uno largo y duradero. Cristina había perdido la noción de sí misma y cuando se apartó de los labios del Kain, vio que le había manchado la camisa. Kain miro hacia a donde miraba Cristina y vio la mancha roja. Negó con la cabeza y miro serió a Cristina.
-Debes ser castigada- dijo Kain aún serio. Coloco a Cristina frente al mesón y le obligo a apoyar las manos, como si se estuviera afirmando sobre el mesón. Por su parte, Kain la abrazo por detrás y comenzó a besarle el cuello y la espalda. Cristina reaccionaba cerrando los ojos y saboreando la sensación. Kain empezó a descender por toda la espalda hasta llegar a la región de los glúteos y le tomo la piernas con ambas manos. Deslizo su agarre levantándole la falda y sintiendo el suave tacto de la piel. Kain sonrió, Cristina no llevaba nada debajo del vestido. Su sonrosada vagina estaba a la vista con sus labios medió abiertos. Poco a poco estaba perdiendo su suave color en los labios y se estaban poniendo un poco más oscuros. Era el precio que todas sus mujeres pagaban por recibirlo en su interior y Cristina no sería diferente. Kain le dio una pequeña mordida a la nalga derecha y Cristina dio un pequeño alarido. Kain continuo besando, masajeando y lamiendo las dos firmes nalgas. Paso su mano por entre las piernas y poso su mano sobre el monte de venus para hacer que Cristina levantara más el trasero. Una vez que lo hizo, Kain tuvo una mejor visión de la vagina y sonrosado ano. Kain estiro sus manos tomándole ambas nalgas y abriéndoselas para lamerle toda la feminidad. Paso su lengua de abajo arriba y de arriba abajo, haciendo pequeños círculos en el ano. Cristina solo podía soltar gemidos y sentir que sus piernas le fallaban. Que estaban hechas de hilo y en cualquier momento se caería. No obstante, Kain la afirmo y el placer se prolongó hasta que apretó sus piernas y se corrió. En ese momento todo se fue a blanco y Cristina no supo de nada hasta cuando escucho los lascivos sonidos de alguien lamiendo algo. Tragaba, babeaba, besaba y lamia. Entre jadeos y debilidad, Cristina movió su cabeza hacia la izquierda y vio a Catalina lamiendo el pene de Kain. Cristina se sintió un poco mal porque pensó que realmente era un agujero fácil. No obstante, aun con su erección, Kain detuvo a Catalina y ella se apartó. Kain se movió a Cristina para entrar en ella. Cristina estaba sensible y si esa enorme cosa entraba en ella, sentía que ya no sería buena para nada. No obstante, su tren de pensamiento se congelo.
-¿Déjame probar?- pregunto Catalina y Kain asintió. Catalina se agacho a la altura de las nalgas de Cristina. Le abrió las nalgas en un gesto brusco y le miro -bonito, pero nada es para siempre. Se le está poniendo un poco oscuro de tanto estirar la piel- dijo y miró a Kain -yo también la tenía así de bonita, pero vas con tu cosa y me dejaste así-
Kain soltó una risita y le dijo -todavía la tienes bonita. A mí me gusta-
-Solo te gusta porque piensas con esta cosa- y le dio un manotazo al pene erecto de Kain, el cual se movió como una cuerda tensa de arriba hacia abajo.
Catalina volvió fijarse en la vagina de Cristina y dijo -a ver, déjame probar- y le paso la lengua por los labios. Cristina apretó los muslos y Catalina comenzó -realmente eres un agujero fácil. Mira que solo mojarte esta cantidad por un juego previo- miró a Kain y le pregunto -¿seguro que es de confianza? A mí me da la impresión que si la dejas sola por un tiempo le empezara a abrir las piernas a cualquiera-
-En ese momento será el adiós- respondió Kain
-Bien, espero que cumplas tu palabra. No quiero pegarme alguna mierda porque esta zorra anda de suelta-
-Ok, ok ¿puedo?- pregunto Kain señalando su pene erecto
-Lo siento, adelante-
Kain no tuvo más que entrar en Cristina para que esta se corriera dando un grito prolongado. Tanto Kain y Catalina quedaron impresionados. No obstante, Kain ya estaba aburrido de ser considerado, así que se siguió moviendo. Por su parte, Cristina solo se afirmaba del mesón y gritaba "Oh dios". Kain estaba siendo estrangulado por la vagina, pero se seguía moviendo hasta que por fin soltó todo. Al mismo tiempo, Cristina se había desmayado de tanto correrse y Kain había quedado todo mojado con sus jugos. Al final, Kain llevo a Cristina a la recamara y cuando se dio la vuelta para volver, encontró a Catalina desnuda. Sonrió y la abrazo para continuar y dejaron olvidado el almuerzo.