Después de que Cristina tuviera su primer gran encuentro, paso una semana llena de encuentros amorosos en donde, no solo Cristina, sino también Lilia y Victoria, reverdecieron. Los días de Cristina empezaban como siempre, se preparaba, preparaba a su hija, tomaban el desayuno juntas y después de eso, Cristina se iba al trabajo. Por su parte, Tristina la acompañaba hasta la casa de los Dragonroad y después se despedían. Desde la casa de los Dragonroad, Cristina acompañaba al lord Dragonroad y a las señoras en su carruaje. Hasta ahí todo bien, compartían alguna información, algo que fuera importante durante el día y después viajaban en silencio.
Una vez llegados a la oficina, Kain se dedicaba a ver la documentación, cálculos y afirmar documentos. Eso era lo habitual, eso era lo cotidiano. No obstante, a eso se le añadió una cosa más. Sexo. Siendo sinceros, no era primera vez que Kain y las señoras tenían sexo en la oficina. Por lo general, lo hacían en un momento del día en donde todos se habían ido y solo quedaban ellos. Sin embargo ahora se descontrolo. Kain empezaba su rutina diaria, revisaba los documentos y Victoria le llevaba su café. Cosa que para nadie era extraño, sin embargo, ahora empezaron a cerrar la puerta con seguro. Como también estaba Lilia y Cristina, también hicieron lo mismo. El mismo Kain no lo esperaba, pero las damas prepararon una taza de café cada una y le dieron a probar lo más dulce que tenían. Kain probaba el café y tres hermosas damas frente a él se levantaban sus vestidos. Kain con su boca cálida por el contacto del café, probaba la intimidad de las damas. Ellas podían sentir el tibio tacto rasposo de la lengua y la indecencia del gesto. Todo terminaba después de tres probadas a cada una, como quien cata tres veces un mismo vino para aclarar sus dudas y dar un veredicto.
Después de eso, todo seguía con un festival de risas y besos. Poco a poco todo se iba calentando y escalando de nivel. Alguien que también se volvió una catadora de vaginas fue Cristina, que como era la "invitada" le tocaba el turno final. Por mientras ayudaba a las señoras a correrse, todo por orden del lord. Él le decía "prueba aquí" mientras él permanecía inserto en la señora Lilia. Cristina con alguna reticencia acercaba su cara y empezaba a lamer los labios de la señora. Por otro lado, el señor tomaba a Lilia por detrás y se introducía cada vez más con cada embestida. Por otro lado, la señora gemía como si se estuviera muriendo. Para el final, cuando Kain terminaba en Lilia, la sentó en su silla y la pequeña mujer de negocios, Victoria, se acercó para lamerle los restos de semen a Lilia. Al mismo tiempo, Kain se agachaba y le empezaba a besar el redondo trasero. Después de que Lilia se corriera una vez más, cortesía de Victoria. Kain tomaba a Victoria, la levantaba y la dejaba caer sobre su miembro, una vez listo para la acción. Mientras Kain la levantaba y la bajaba hasta topar con el útero, Victoria estiraba su cuello hacia atrás y lo besaba mientras dejaba salir ardientes gemidos. El lord de nuevo señalo a Cristina para que ayudara a Victoria a correrse y esta se acercó a la abertura extendida hasta su límite mientras aceptaba al lord. Victoria sentía la embestida de Kain en su estómago y también el húmedo roce de la lengua de Cristina. No obstante, los besos eran mejor. Para ella eran los besos. A ella le gustaba besarlo mientras la hacía por detrás y con un gesto contorsionista, girar su cuello y estirarlo para que él la bese. También le gustaba el firme agarre que le daban esas manos. La tomaba por las caderas con tanta firmeza que parecía que no se podía escapar hasta que él acabara en ella. Sintiendo el gran placer del momento, Victoria estiro su cuello y dio un gemido ahogado. Jadeo dos veces como si le faltara el aire y convulsiono. Después eso, Kain la beso una vez más y la deposito en otra silla.
En ese momento Cristina se acercó con expectativas. Esta vez le toco a ella limpiar el semen que escurría del agujero de la señora. Ya más metida en el acto, no le importaba nada. Sin embargo, cuando se agacho, dio un respingo. El lord le había agarrado el trasero y le había levantado la falda. Ella miró hacia atrás y Kain le dio una sonrisa carnívora. Una mala, que le hacía pensar en que no se salvaría, y no se salvó. Kain le soltó el vestido y ella quedo desnuda, en medio de la oficina. Kain le dio un caliente beso. Uno que le hizo pensar en la noche anterior. Cuando la señora le lamia el clítoris y él se corría en ella. Fue un poco doloso, pero eso solo lo hizo más caliente.
Después de compartir un largo y apasionado beso. Cristina se inclinó para lamer a Victoria mientras el lord se agachaba y le lamia la espalda, pasando por los glúteos, siguiendo por los muslos hasta llegar a su hendidura. Estirando su lengua, le lamio la vagina y una parte del ano. Cristina sentía que un escalofrió le recorría la espalda, pero miro la linda vagina de la ahora, lánguida mujer de negocios. Esto era una asquerosidad pensó en un principio, pero ahora su cerebro estaba desconectado. Era solo un animal más que buscaba aparearse. Paso su lengua por la vagina de Victoria al igual que Kain pasaba la suya por la de ella. Con la lengua estirada, dando largas pinceladas. Las cuales empezaba a la altura del ano y terminaban en el monte de venus. Cristina veía que con cada lamida, Victoria tiritaba y sus ojos se volvían a llenar de lujuria. No obstante, su ojos no se enfocaban en ella, sino en el hombre que estaba detrás de Cristina, comiéndola.
Por su parte, Kain vio como Cristina hizo correrse a Victoria y esta quedo igual que Lilia, lánguida y sin energía. Después de eso, Cristina se apartó y se dio la vuelta para mirarlo. Ella lo miraba con deseo, con una pregunta en sus ojos "¿Por qué no has entrado en mí?" a lo que Kain solo sonrió. Se agacho y la beso. Kain pasaba sus manos por las caderas sintiendo el esbelto cuerpo de Cristina. Al mismo tiempo, ella se aferraba a su cuello y lo besaba como si de su boca saliera néctar de vida. Kain la coloco sobre el escritorio y mirándola a los ojos, se introdujo poco a poco en ella. Cristina frunció el ceño y Kain se acercó a preguntarle, pero ella le cerro la boca con un beso y él entendió el mensaje. La embestía mientras se besaban y le acariciaba el clítoris con lentos movimientos circulares. Cristina jadeaba, ella se sentía animal, ella se sentía en celo y el hombre frente a ella la complacía. Sus grandes manos que la tomaba con firmeza y su miembro viril que la torturaba. Todo de él le gustaba. Su largo pelo blanco, sus facciones élficas. Incluso esa mirada indiferente con la que veía el mundo. Él era otra bestia y la estaba comiendo. Sin embargo, ella disfrutaba el sentimiento.
Cristina jadeaba y Kain hacia su movimiento más intenso, con leves giros de su cadera para provocarla más, para excitarla más. Hasta que Cristina ya no pudo más y se corrió. Ella estiro su boca para besarlo y meter toda su lengua. Kain la recibió y al poco de que ella comenzó mover sus caderas para saborear el momento, él se corrió. Cristina siguió besando a Kain entre jadeos. Con un cuerpo sudoroso y húmedo. No era estético, pero le gustaba este sentimiento. Era como si ella siempre hubiera sido así. Ella siempre hubiera sido una criatura lujuriosa que buscaba el placer, pero por alguna razón, lo había olvidado. No obstante, este hombre se lo había recordado. Podía sentir el calor en su interior y la humedad del cuerpo de Kain. Era pegajoso, lascivo y tibio. Un sentimiento que en un momento normal hubiera sido incomodo, pero ahora ella era una bestia y este era su estado natural.
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En medio de un parque urbano de Millishion, Cristina recordaba todo los días de esta semana. Cada día fue un día para correrse, para sentir placer y el estasis de estar viva. Fue mucho. Tanto así que Victoria tuvo que inventar una historia y prohibirle a cualquier de la oficina subir al tercer piso. Sobre todo no acercarse a la oficina de Kain, ya que "alguien había entrado a robar" dijeron, y lo que realmente paso, es que la oficina paso durante toda la semana, hedionda a sexo; a corridas y a fluidos corporales. Por otro lado, mientras Cristina caminaba por el parque, casi deshabitado, aun que eran las seis de la tarde, la acompañaban dos personas más. Una de ellas era Barbara, madre de Victoria, y la otra era Kain.
Hoy era un evento especial. Uno que Victoria había planificado con su madre, pero que por desgracia, se lo había perdido. Victoria tenía muchas cosas que atender, así que ella y Lilia se quedaron trabajando. Por otro lado, para no perjudicar a Barbara, Victoria envió como su embajadora a Cristina y Kain, bueno, sin él no hay fiesta. Así que ahora, en pleno parque, en pleno verano, estaban paseando. El parque se había convertido en un lugar abandonado gracias a los recién refugiados del fenómeno de mana. Meses atrás se habían encontrado varios cuerpos. Gente que en su mayoría se suicidó, otros que fueron asesinados, pero esto es Millishion, así que la vigilancia se aumentó y ya no volvió a ocurrir. No obstante, la gente no estaba acostumbrada a ese tipo de cosas, así que de todas maneras no siguió viniendo al parque.
-Parece que te lo has pasado de maravilla toda esta semana- dijo Barbara con una agradable sonrisa. Cristina la quedo mirando y entendió las palabras de Lilia. Dios es jodidamente injusto. Esta mujer, a principio de sus cincuenta, tenía un cuerpo envidiable por decirlo poco. Medía un metro sesenta, con una larga y hermosa cabellera café que la hacía ver adorable. Una figura delgada y un culo y tetas del tamaño de melones. Su figura era similar a la de una pera, con una espalda delgada y un culo gordo. Cuando se estaban preparando en el apartamento, Cristina sintió una indignación que casi la llevo al borde de la locura. Ella misma solo tenía veintiséis años y le costaba mantener su figura. Pero esta vieja tenía algo anti natural. Algo que no debería ser. Ya había tenido hasta hijos, pero ¿Por qué mantenía esa forma?. ¡Incluso era millonaria! Grito Cristina en su mente. Cristina se sintió mal, apretó su puño para no borrarle a Barbara su sonrisa de un puñetazo.
Cristina sonrió y le respondió -así es- dijo posando su mano sobre su abdomen -he recibido mucho cariño-
Barbara vestía un delgado vestido rojo de una pieza, demasiado seductor para una dama de su linaje y caminaba con sus grandes tacones de manera elegante. Puso una sonrisa simpática y le dijo -me alegro, tienes que disfrutar tu juventud. Yo también rejuvenecí después de conocerlo- y le tomo la mano a Kain que estaba a su lado. Cristina solo era un poco más alta que ella, pero vio el contraste entre Kain y Barbara y solo pudo suspirar. Este hombre no perdonaba a nadie. ¿Cómo una bestia de un metro con noventa podía meterse con una dama tan refinada de un metro con sesenta?. Bueno, también estaba Victoria que medía casi lo mismo que su madre. Era sorprendente ver a la bestia introducirse en la pequeña mujer de negocios.
-¿Crees que será un buen lugar?- pregunto Barbara alzando la vista y mirando a Kain a los ojos. Por su parte, Kain le dio un tierno beso. Levanto la vista y cerró los ojos como para sentir los alrededores. Había bastante luz, incluso si estaban rodeados de árboles y en medio de un parque. Kain abrió los ojos y le respondió -no hay nadie en quinientos metros a la redonda-
-Revisa por favor- dijo Barbara con cierta preocupación
-No te preocupes- respondió Kain y le dio otro tierno beso -no dejare a nadie pasar-
Entonces Barbara se saco su delgado y seductor vestido y quedo desnuda a la luz del sol. Cristina de nuevo apretó su puño para no golpearla. El solo hecho de mirar su físico le recordaba lo jodidamente injusto que era dios.